jueves, 10 de junio de 2010

Moka la Huerta de Guinea

La Revista La Guinea Española de 19 de febrero de 1933 Número 753

Este artículo lo he copiado en homenaje a Kuki (Adela) Alimama

MOKA Y ALIMAMA

Llegando al valle de Moka, uno exclama ¡ Esto es el norte de España!

No son los cacaoteros y los cafetos los que allí imperan, ni tampoco la tupida selva con el cortejo obligado de gigantescos y copudos árboles. Las hierbas existentes en nuestras tierras, las zarzamoras y hasta el tomillo y el romero es lo que allí se contempla. Hasta hay partes y caminos enteramente áridos, sin que los esmalte ni una brizna de hierba. A esta grata impresión panorámica, hay que añadir aquella placidísima y añorada frescura. Para probar más lo parecido que es la encantadora Moka a nuestra tierra, basta saber que allí se da y se cultiva casi todos los productos de nuestras huertas, judías, cebollas, coles, escarola, tomates, y riquísimas patatas, amén de mil cosas más.
El trabajador inteligente y veterano señor Vidaror lo ha podido comprobar en los diez y ocho años que lleva, y más en particular al que podemos llamar hortelano de Moka y de la isla, el indio Alimama que tiene magnífica huerta con variadísimos productos.
Recordando tiempos pasados, el año 1918, podemos citar la más que regular cosecha de patatas en la que se cogieron más de cinco mil kilos.

Para hacer más amena la estancia por unos días y no sentir la soledad de aquellos lugares, están las cascadas, el lago de Moka, que el benemérito hermano
Puig tuvo el gusto en 1907 de recorrer en cayuco el lago para medirlo, y halló que en el centro, tiene 86 metros de profundidad y 22 en las orillas. Y las salutíferas aguas de Mioko que según ,muchos entre ellos eminentes doctores- son mejores que las de Vichy.-

Por si fuera poco los amantes de la etnología y los que tengan curiosidad en conocer, cómo eran los antiguos pueblos bubis, allí están los pueblos de Malabo y de Bioko, cerrados completamente a su antigua usanza por una fuerte empalizada, con sus típicas casas, verdaderas chozas, con diversos signos supersticiosos, que se piensan ver al llegar a estas tierras y que aquellos que no se han movido de Santa Isabel y sus contornos jamás habrán observado. Viendo los poblados dichos, en los que ya ha entrado algo la civilización, puede uno formarse idea y comprender los estudios etnológicos que sobre los bubis en nuestra revista escribiera el célebre Mosameanda ( alias Antonio Aymení).
Dicho a la ligera algo de aquellas deliciosas alturas, salta al momento la dificultad de las comunicaciones y el hospedaje. Es de lamentar ciertamente, pero debemos decir a nuestros lectores, que han mejorado muchísimo. De disponer de camión puédese subir de la playa a Moka en auto.
Débese esto, entre otros, a un hombre de una idea bien concebida y firma y una voluntad férrea, Don Luis Valdés, que ha abierto el
Camino-carretera que lleva desde su grandiosa plantación hasta donde empiezan las costeras. Debiéndose también éstas en parte al citado Sr., ya que él obtuvo del Excmo. Sr. Gobernador de entonces los cien hombres, que, puestos a las órdenes del Sr. Vidador hicieron aquellas veinticuatro vueltas que ahora nos permiten subir con relativa facilidad: aquello fue una obra de carácter público y con la mira de facilitar el acceso a Moka, del europeo de la Isla.
Llegados allí, siendo pocos en número, hasta que vean el veraneo frecuente, y por lo tanto un negocio, podrían hospedarse en Alimama, previo aviso,. Andando el tiempo y viendo el porvenir que aguarda en tiempo de seca, se levantarán casas confortables y del agrado de los veraneantes.
La lancha del señor Climent, Emma, con sus tres cómodos viajes por semana es otra facilidad más que hará viable la idea de convertír Moka, en tiempos de seca, en lugar de veraneo. Todo está en empezar y conocer aquel valle encantador. Conocido , se sentirá uno impulsado a visitarlo de cuando en cuando, y hasta hacer otros recorridos por esta variada isla y hasta nacerá el deseo de hacer de fácil acceso la subida al pico de Santa Isabel, para convertir el realidad el dicho de Stanley, que Fernando Poo podía ser el Sanatorio de África. Quiera Díos que así sea y veamos pronto afluir a estas tierras a cuantos europeos viven en África.

Firmado Antonio Védate C-M-F.

lunes, 7 de junio de 2010

Fernando Póo el tesoro del Planeta

LA ISLA QUE TIENE MI NOMBRE

FERNANDO PÓO,
eso ya era predestinación, por cierto
en catalán Póo significa miedo.

A veces cuando estoy dormido,
sueño en ese paraíso perdido,
sus baleles, sus blancas sonrisas,
su forma de andar sin prisas.

Ese verde exuberante de esplendor,
calles tranquilas, de andar sin temor,
ni coches, ni atracos, solo calor.

Muchos mosquitos cabreados y atrevidos,
una atractiva y hermosa africana,
luciendo sus pechos redondos erguidos,
pidiendo guerra sin templanza.

Anita Wuau donde movíamos el esqueleto,
a todo ritmo, parando el tiempo,
sin odios de raza, sin nada secreto,
palabras libres lanzadas al viento.

Playas desiertas sin plásticos ni basura,
con aguas claras y cristalinas,
palmeras luciendo su hermosura,
llenas de colorados y sardinas.

Dos lenguas por todos comprendidas,
el africano Piching y el español,
dos culturas en vías paralelas,
en que el modernismo es el motor.

El país avanza como un velero tenaz
desafiando vientos y tormentas,
trabajo y alimento todo sigue en paz.

Las guerras cercanas y odios tribales,
no han llamado a nuestra puerta,
pero las ambiciones brotan a raudales,
el trepador se pone en alerta.

Todos quieren poder y dinero,
todos dicen que van a impartir justicia,
los opositores tienen un pero,
en todos se impone la falacia.

Han sembrado los odios raciales,
han machacado al pobre trabajador,
las injusticias son habituales,
lo que queda no es miedo, es pavor.

De paraíso se ha convertido en fortaleza,
el miedo es el salario y el clamor,
los que mandan tiene pereza,
los de abajo tienen terror.

Los que soñaban con la libertad,
están todos muertos en el fango,
unos pocos viven en la caridad,
los malvados viven en el mando.


Fernando el Africano
Escrito el 7.6.2010