sábado, 2 de julio de 2011

La Historia del Pueblo Bubi- Octavo Capítulo

                                                     O C T A V O C A P Í T U L O



                                                            SU ESCALA SOCIAL



Entre los bubis existen, al igual que en todos los países del mundo, diferentes clases sociales. Los bubis todos son libres y desconocen la esclavitud en su forma más rigurosa, a la cual denominan bopippi; bopibbi, bopimbbi; pero la conocen en su forma benigna o moderada de servidumbre, a la que dan el nombre de botaki o motahi. Existen además nobles y plebeyos; a los primeros distinguen con el nombre de baita y a los segundos apellidan babala. La nobleza está basada entre ellos. Casi únicamente en el nacimiento. Los hijos legítimos de padres nobles participan de la nobleza de los padres; los naturales o ilegítimos son excluidos de la misma.

Un boita o moita puede contraer matrimonio con la hija de un bobala o mobala y el hijo nacido de este matrimonio será boita o moita como su padre, aunque su madre sea bobalari o mobalari, y si el padre es moita y la madre moitari el hijo será doblemente boita o moita.

El bubi no mira la condición de la madre, sino a la del padre y que el matrimonio ribala sea legítimo, esto es, que se haya contraído conforme a las leyes y costumbres de sus antepasados. A los hijos de los baita se les designa con la palabra bolaita. El primer moita entre los bubis es el rey de todos los bubis, cuya rijatta o corte radica en las alturas de Biapa, el cual intitulase así mismo Etakio ote, el Gran Rey, Muchuku m`Oritcho, el Señor del Universo, Mochuku ma bachuku , el Señor de los Señores. Luego siguen los jefes de distrito, Batuku ba tche , Bachuku banche. Si uno de ellos tiene rijatta en Batete se denominará Mochuku mo Motèhé, si lo tiene en Balachá, Motuku mo Elachá , si está en Botenós, Botuku b`Oloeri , si en Basuala Bo huhu bo Isuala, y si vive en Bakake, Bochuku ba Boake. De igual manera son baita muchos jefes de algunos pueblos de un mismo distrito. Todos los baita son consejeros natos del muchuku mo uche; mas los babala no pueden tomar parte jamás en los consejos generales.

A la asamblea general de todos los baita apellidan Njúha. Algunos de los baita llegan a ser Ebohoana o Ebohabi, que, como ya se dijo es entre ellos uno de los títulos más honoríficos. Para que un baita o moita adquiera derechos legítimos a tal título debe ser en primer término homicida y luego haber tenido cinco esposas bioto o legítimas, porque aunque una tenga muchas bankí bahikí o concubinas no le da derecho ninguno a título ni preeminencia sobre los demás.

Las leyes y costumbres bubis no autorizan el concubinato únicamente lo toleran. Otros baita son Ebaho.

Para que se pueda poseer un título tan excelente y preclaro es preciso ser muy rico en ganado cabruno, en moneda bubi, en aceite de palma y que durante cinco años consecutivos haya sembrado 4.000 ñames. En teniendo estos requisitos el uso y la costumbre fuérzale a celebrar uno de los ritos y fiestas más importantes. La primera llamada por los baloketo, lóha, consiste en que el aspirante o pretendiente está obligado a vestir como Adan en el Paraíso, permanecer retirado en su casa por espacio de seis días y entregar al Mochuku mo mehe cinco cabras o su equivalente en moneda bubi, esto es, cien rióchila(N) moika(S) o miko(Batete) pues la cabra se evaluaba antes en 25 pesetas y como advertimos anteriormente, un rióchila, moika o miko equivale a una peseta. El pretendiente de tan honorífico título , si desea en verdad conseguirlo debe observar y cumplir otra ceremonia más costosa y molesta que la anterior cual es, la denominada por los mismos baloketo Mueaña. Esta observancia le obliga a encerrarse durante doce días continuos en su casa sin poder salir de ella y a vestirse con los adornos que llevaba cuando vino al mundo. Es obligación rigurosa igualmente, ofrecer al Muchuku mo ntche el tributo de veinte cabras o su valor en moneda bubi, y además mientras dura su retiro o encerramiento, es deber sacrificar cada dos días una cabra a los manes de sus antepasados, en tanto que las mujeres más ancianas del poblado formando coro delante de la casa del aspirante entonan cantares e himnos de alabanza y alegría celebrando tan fausto acontecimiento. Terminadas estas fiestas y ceremonias posee el derecho de exigir que todo el mundo le dé el honorífico y honroso nombre de Eboho.

De idéntica manera hay mujeres nobles o baitari que están en posesión de título tan honorable y digno de estimación. A la boitari o moitari que lo posea no se la llama Eboho sino Koobe.

Tres mujeres solamente poseen el título de Koobe: una botukuari de Basupú, Sese mochukuari mo Musola, Sibelo, motukuari momo tèhé y Metehi, motukuari mo Elachà que lo adquirió a primeros de mayo del año pasado a cuyas fiestas asistí. La ley bubi prohibía que dos no iguales en categoría o dignidad, coman así, juntos, pues, la mujer no puede comer con su marido: a un bobala no le es lícito comer con un boita, ni a un boita, que no tenga el título de Eboho, le es permitido sentarse a comer con otro que lo posea, ni a un boitari o moitari se le tolera tomar alimento en compañía de una koobe si ella a su vez no se honra con idéntico distintivo. Algunos baita en el norte gozan del tratamiento de enpotó que equivale a nuestro Señor o Caballero. En Batete los que poseen algún título o son jefes de distrito tienen el de Ebiaso Ota paho, que se puede traducir por Excelentísimo e Invencible Señor,. En otras comarcas a estos mismos les dan el tratamiento de Eloola, y son hijos de padres que tengan ambos este mismo tratamiento, les honran con el tratamiento Eloola lobooba que literalmente significa Señor de la lluvia, de la tierra.

Los jefes de distrito tienen también sus ministros para ejercer su autoridad y gobierno. El que podríamos llamar como el presidente, al cual ellos llaman Mpó, suele acompañar al jefe a todas partes y es el botako o motako, embajador nato para todos los asuntos o negocios que se hayan de tratar con otros jefes. Desempeña el oficio de mayordomo de palacio y dispone de todos los familiares y señala los trabajos en que se han de ocupar los roki ra balako bia, las brigadas de trabajadores del jefe.

El otro ministro es el alguacil a quien dan el sobrenombre de tchoko o botuku, o sea el ojo del señor; y para terminar viene el verdugo apellidado looba lo botuku, que es lo mismo que Cuchillo del Señor. Con respeto a las mujeres legítimas del botuku bo tehe, no todas tienen iguales derechos y gozan de idénticos favores. La principal que suele ser la más querida boarijoró o moarihoró y favorecida, tiene el nombre genérico de Uri. Esta es la señora y no acostumbra a trabajar. Le sigue la boremma o moreña, la cual ejerce oficio de ama de llaves y acompaña siempre al jefe en sus viajes y por último la bolobo o molobo, la cual prepara y administra la comida al jefe, condimentándola y sosteniendo el plato del mismo jefe mientras este está comiendo. Acontece a las veces que el jefe tiene muchas bankí o bahiki o concubinas y estas suelen ocuparse de ayudar a las mujeres bioto y en otros trabajos y quehaceres señalados por la borenna o moreña. Las baitari, que disfrutan del tratamiento de Koobe, ordinariamente son muy viejas y viudas que hacen vida retirada. Viven con ellas los criados y criadas que las ayudan en todas las cosas, son muy respetadas y veneradas y todos los habitantes, sobre los que tienen algún dominio, están obligados a abrir para ellas una finca , plantar, cultivar arrancar y custodiar sus ñames y acudirlas en todo lo necesario, con lo cual logran todas las comodidades y regalos q ue puede apetecer una vieja salvaje. Alguna de ellas son bastante ricas en ganado cabruno y en ñames, y me consta ser muy cierto por lo que me aconteció. En 1903 murió en Batete la Mochukuaru Sibelo y en su testamento legóme la mitad de la cosecha de ñames, mandó a sus criados que ellos mismos los arrancasen y los trajesen a la Casa Misión. Vi entonces lo rica que era aquella anciana, en ñames, pues con ser legatario no más de la mitad de la cosecha de aquel año, llenose la casa de enormes ñames que el menor pesaba dos kilos. Esta anciana según me contaron algunos viejos, fue una sibila o adivina, porque muchísimo antes de establecerse la Misión en Batete y cuando nadie podía conjeturar que se realizaría el tal establecimiento, dijo a los notables, que a no tardar, irían a Batete unos hombres blancos que fijarían allí su residencia, enseñarían una ley y costumbres nuevas y que el culto a los barimó se extinguiría finalmente en Batete. Esta profecía en parte ha tenido su cumplimiento, pero ella siempre mantúvose distanciada de la Misión y jamás quiso tratos con la misma hasta 1902 que bajó a visitar por primera vez a los PP. Misioneros. En la estación seca de 1901 visitaba yo a caballo diferentes rancherías de Riobanda de Batete y al llegar a la pequeña avenida de árboles que existía a la entrada de su palacio, viome y salió a mi encuentro acompañada de dos criadas. Venía mordiendo una pierna asada de antílope que traía en la mano y al encontrarnos la saludé en bubi, correspondió a mi saludo y sin esperar que me apease me largó la pierna de antílope que ella misma comía para que yo también comiese.

Mi primer movimiento fue de asco y repulsión; mas considerando que no aceptar era darle un desaire, haciendo tripas corazón tómela y di dos bocados en ella. Quedose ella muy satisfecha y complacida, y díjome sonriendo: Bue mobube moètté. Vd. Está hecho un verdadero bubi. Desde esa fecha mostrose muy atenta a la Misión viniendo en poco tiempo a hacernos una visita, quien jamás había pisado los umbrales de nuestra casa, a pesar de tener su morada a dos kilómetros de la Misión, y al morir aconsejó a sus criados que bajasen a vivir a la Misión Católica, los cuales casi todos siguieron su consejo haciéndose cristianos. Mas dejemos a los baita y pasemos a dar una idea, siquiera breve y somera de los babala. Algunos de estos son también batuku por haber alcanzado esta dignidad mediante una proeza personal o hazaña gloriosa en la guerra y también por haberla comprado al jefe del distrito.

Entre los babala los hay que son muy ricos en ñames, o en aceite o en ganado y con la venta de estos artículos adquieren cantidades considerables de moneda bubi. Uno pues, que alcance a reunir unas 700 pesetas en la mencionada moneda, se presenta al jefe del distrito, le manifiesta sus vehementes deseos de ser declaro mochuku, le entrega inmediatamente las 700 pesetas, el jefe le sujeta al cuello una corbata hecha de las barbas de un borrego, y con esta sencilla ceremonia queda hecho Mochuku o Señor. A esta clase de batuku los baita los admiten en algunas juntas o asambleas generales, mas no en todas.

Los batuku babala tienen tratamiento de Ebieri. A la clase de los babala pertenecen los balakó biao
jornaleros del campo, los babeba o babema, cazadores de oficio, los bòobe o boome, esto es, pescadores, los bizoko o compradores y revendedores de pescado; los bahiteha, que es lo mismo que constructores de los i keo. Queda explicado ya en que consistía el lokeo y en plural i keo, que eran unas balsas que los bubis hacían en la playa, las cuales en marea alta quedan completamente llenas; en este estado arrojaban en ellas trozos de un bejuco muy venenoso llamado Luilo o Builo, con lo cual envenenaban los peces y en bajando la marea los recogían aletargados del fondo de las mismas. También se cuentan entre los babala los baeba o baema que extraían el vino de la palmera. Todos los antedichos tienen el tratamiento en el Sur de Ealobá.

Uno de los más listos y mejor instruidos, me hizo notar últimamente que muchos de los episodios ocurridos a sus antepasados en la toma de posesión de esta hermosa isla, están todavía por ver la luz pública, a cuyo fin mandóme por escrito uno bastante notable referente a los bokoko o batete. Dejamos ya apuntado de que embarcaciones se sirvieron los bubis para trasladarse a Fernando Póo, a que parajes aportaron y en que playas desembarcaron diferentes subtribus que pueblan esta Isla, como cada una de ellas capitaneada y dirigida por su respectivo botuku. Todos llegaron muy bien abastecidos y provistos de víveres y bastimentos necesarios para una travesía tan insegura y desconocida. Trajeronse gran copia de semillas de las diversas especies de ñames, malangas, hortalizas indígenas y almendras de palma para sembrar; pues creyeron fundadamente que el país a donde se dirigían, estando inhabitado, carecería de los frutos y alimentos con que sustentarse. Notamos ya en un principio que los últimos bubis que aportaron a las playas meridionales de la Isla, fueron los actuales batete de San Carlos, bakoko y bareka. El mochuku de los bareka por nombre Moaeddo tan luego como atracó su embarcación a la costa y puso pie en tierra, alzó el grito diciendo: La tierra que piso es mía y nadie me la puede disputar y dispuesto estoy a defenderla con mi sangre. Todos los bareka aclamaron al mochuku con largo estruendoso ¡¡ ièéé!!: ¡¡Vivaá!!.

La primera residencia de los batete y bakoko fueron las playas del Sur y las estribaciones meridionales de los montes de Batete y Balachá y convivieron largo tiempo con la gente de Ureka. En aquella época los batete carecían de mochuku propio y estaban sujetos a la jurisdicción de un motete que obligó al mochuku de los bakoko y batete abandonar su primitiva morada y trasladarla a las playas norteñas de los propios montes antes mencionados. Dijimos que los bubis trajeron de la Costa muchas semillas de ñames de muy diferentes clases; mas los batete olvidáronse de traer una clase de ñame muy sabroso, al que dan el nombre de rea. Un motete quiso comprar algunas semillas de tal ñame y, como entonces estaban muy escasos los comestibles y semillas no logró obtenerlas. Viendo con pena que no podía conseguir las tan deseadas semillas de rea por las vías justas y legítimas se las procuró hurtándolas al mismo mochuku de los bareka Moaeddo. Moaeddo vino luego en conocimiento del robo de su rea y del ladrón de las mismas, y llamando al muchuku de los bakoko y batete le increpó con dureza y severidad afeándole con los mas vivos colores la indisciplina y pésimas costumbres de sus vasallos e intimole que a la mayor brevedad posible salieran él y toda su gente de aquel territorio, pues que no quería tener por vecinos a gente tan perversa y ladrona.

Entre los bubis primitivos no existía el crimen más infamante que el robo, de aquí que el de Bokoko no supo replicar, ni tuvo palabras que responder a las amargas increpaciones del de Ureka, considerando que un súbdito suyo había perpetrado delito tan abominable, y como Moaeddo usaba de su legítimo derecho en arrojarlos de su territorio. Convocó al instante a los bakoko y batete, les expuso el grave conflicto habido con los de Ureka por culpa de un motete, dióles conocimiento del enojo del muchuku de Ureka, del edicto de expulsión del pais urekano, manifestoles cuan racional y justo era el mandato, hizo comparecer al criminal ante aquella magna asamblea y allí mismo delante de todos, fuese terriblemente castigado con todo el rigor que la ley de los bubis, impone al convicto de hurto y latrocinio que es cortarle la mano derecha. Así en efecto ejecutose en el acto, tan bárbaro castigo. De este hecho tuvieron origen loas antagonismos y perpetuas rencillas que han existido siempre entre ambos pueblos bakoko y batete.



                                 MI COMENTARIO AL CAPÍTULO : ESCALA SOCIAL


A  partir de ahora a cada capítulo haré un pequeño resumen de mi criterio sobre el tema.



El bubi se cuenta su tradición vinieron de las costas cercanas a la isla huyendo del empuje de otras etnias, semejantes a los fang que actualmente viven en las costas de la Guinea Continental, las playas de Carboneras están llenas de vestigios de su estancia en esas playas en el siglo VII después de Cristo, pero como sus costas estaban llenas de riachuelos de agua fresca y frutos tropicales, y como se supone habrían plantado ñames y malanga, eran visitados, atacados y expoliados por los veleros que navegaban por esa ruta, así mismo en la época de la esclavitud más de un barco intentaría capturar esclavos en esos poblados juntos al mar. Asúi qu7e los bubis trasladaron sus poblados a las montañas, ocultando y disimulando los caminos que conducían a los mismos, y como estrategia lo ubicaban como un laberinto de casas con pequeñas vallas para dificultar llegar al dfinal del poblado, donde vivía el jefe o muchuku y la Casa de la Palabra o lugar de Asamblea. Tanto es así que hasta hace pocos años los únicos poblados cercanos al mar eran Santa Isabel(Malabo) y San Carlos(Luba) poblaciones trazadas por los potó o blancos.

El bubi le ha gustado vivir algo retirado de la llamada civilización, en su poblado donde no le faltaba su comida, tenía su huerta de la que cuidaban las mujeres y si estaba en posesión de un terreno mayor, prefería arrendarlos a algún agricultor extranjero (europeo, kruman, etc.) y con su aguardiente, gallinas, algo de caza, disfrutaba con tranquilidad de la vida, intercambiando esos productos con algún pescador o comerciante que le ofreciera tal vez algo de ropa, herramientas etc. Es así que cuando los europeos quisieron sacar rendimiento a sus iniciales plantaciones de cacao, café, aceite de palma y bananas, tuvieron que traer mano de obra de fuera. Intentaron de la zona llamada Río Muni en la Guinea Continental y solo consiguieron unos pocos trabajadores que fundaron el poblado de Sacriba junto a Banapá. Después solucionó el problema algún tiempo los trabajadores traidos de Liberia (krumanes) y ya en la década de 1940, los nigerianos, magníficos trabajadores. Macias al echarlos en la época de la Independencia fue como si hubiera cerrado la puerta. Un país que exportaba de esos productos ahora los tiene que importar, incluso los básicos para la alimentación de su población: platanos, ñames, malanga, etc. Unos mares que los peces saltaban a tierra de tantos que había en el mar, ahora se come solo pescado seco o ahumado con soplete. Además de que los guineanos no les agrade trabajar el campo, otro problema que tienen especialmente con el cacao, es que al retirar todas las escopetas de caza (por temor a un golpe de Estado) las ardillas se comen los frutos del cacao o al mordisquearlos los estropean.

Fin del comentario


                                                               Fernando el Africano