miércoles, 30 de noviembre de 2011

GUINEA Y SU ENTORNO EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL -VII


GUINEA Y SU ENTORNO EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL-VII

La Vida Isabelina( 10.06.1916)

Trece mil doscientos bultos trajo en total el benemérito Ciudad de Cádiz y pocos días después de su partida vino el conocido Jonathan Holt que también aportó esperados y muy considerables auxilios a la casa inglesa de su nombre. Pro sin ser pesimistas siempre habremos de añadir a modo de etiqueta, no es suficiente.
Hay que ver los convoyes de víveres que en determinadas circunstancias pasan por nuestras calles a hombros de fornidos soldados camerones para venir al poco tiempo a repetir la operación sin temor a lluvias intemperies, fijos por su parte en apartar de sus poblados el espectro del hambre.
Tanto es así, que según informes recibidos se llegan a consumir por ese concepto 5.000 kilogramos de arroz diarios entre los acampados a los alrededores de Santa Isabel. Ahora si consideramos que la población íntegra de la Colonia no la constituyen ellos solos, sino que hay que atender a los diversos puntos de nuestros dominios, ya no nos parece exagerado el cálculo de alguien que ha dicho, que serían necesarias para aprovisionar suficientemente estos territorios 532 toneladas de arroz mensuales. Nadie nos ha metido a economistas pero la realidad aterra y sucede lo mismo en los demás comestibles. Habremos de acostumbrarnos a la condición del moreno, de ir sin calzado pues en la actualidad va este género escaseando de un modo desesperante.
De luto está la casa alemana E.H. Moritz con el incendio y pérdidas de la factoría que tenía en Basupú, camino de San Carlos, perdiendo todo el material, se pudo extraer con dificultad la caja de caudales, salvándose unas 4.000 pesetas en metálico y perdiéndose las otras 5.000 en billetes de banco. Esto se une a la destrucción hace poco de su hermosa lancha automóvil de San Carlos. Le damos nuestra consideración y pésame.

 Notas de Basilé (10.08.1916)

En el vapor Villaverde se marchó para la Península el propietario don Victoriano Calatayud con sus dos hijas, conocido es dicho señor, por el largo tiempo que lleva en la Colonia, que pasa de 24 años, como a inteligencia y actividad con que se ha dedicado a la agricultura y también por haber llevado a feliz éxito una de las empresas más necesarias para la Colonia, cual es el cultivo de hortalizas. Cualquiera que visita la huerta del señor Calatayud queda pasmado e impresionado al ver como aquí donde faltan medios, ha sabido industrializar para realizar tan hermoso y útil obra, fruto de su inteligencia de tenaz empeño, por este concepto es acreedor a la gratitud de la colonia. Días pasados, algunos braceros no muy distantes del poblado, banquetearon alegremente a costa del prójimo. Un cerdo de unos sesenta kilos, ¡una friolera! Aunque el dueño ha salido perdiendo pues no recibió la más pequeña indemnización, menos mal que este poblado ha ganado algo, pues los  vivos han sido castigados con unos días de chapeo. Por esta razón ha quedado el pueblo algo despejado.
El valor del animal sería más de 200 pesetas y el que hubiera tenido allá por el mes de octubre, de unas 450 pesetas, todo un capital para estos tiempos de escasez y hambre.  
La cosecha de cacao. Hasta ahora no presenta mal aspecto. El camino de Rebola, de cuyo arreglo dimos cuenta hace más de un año, va perdiendo cuanto de bueno se le dio, por haberse derrumbado las palmeras que se tendieron en los ríos y por amenazar otras ruinas, lo mismo se ha de decir de los escalones que se fabricaron para subir y bajar los barrancos. Téngase en cuenta que lo que dura en Europa cuatro años, aquí no dura ni uno, por las humedades, lluvias, soles, bichos etc.

El dinero una de las bases del florecimiento comercial, abunda en nuestra Colonia, es el momento indicado para en vez de empujar nuestra moneda hacia fuera, traer la extranjera hacia dentro. Pero la crisis comercial se debe a que nuestra marina mercante no da abasto al comercio de la Colonia. En los puertos españoles de Barcelona, Valencia, Cádiz, Las Palmas  están con muchísimas existencias en los muelles para Fernando Pòo, por no haber tenido cabida en nuestros trasatlánticos. Realmente la situación de nuestra flota es crítica.  En esta coyuntura vienen los barcos ingleses, que sino con la normalidad de antes, lo suficiente para proveer las casas comerciales que no son españolas. No hace mucho visitaron nuestros puertos de Santa Isabel, Bata y Elobey, los vapores Acrá y el Jhon Holt. No vinieron tan mal acondicionados, pues les vimos varios días en sus operaciones de descarga de mercancías para las casas inglesas. Solo el Acrá dejó según me dice, 130 toneladas para una factoría británica de Elobey, más todavía descargó en Bata, solo en sal, 3.000 sacos para la factoría Jhon Holt y 2.000 para Hatton Kooson. Las casas inglesas por las consideraciones apuntadas se defienden mejor ante el estado precario de las españolas. Tanto es así que un comerciante español, buen economista, calculaba en un millón de pesetas la bonificación que obtendrían en Bata las casas Jhon Holt y Hatton Kooson de la venta de los artículos recibidos por los barcos extranjeros de referencia, cantidad respetable de moneda, que dejando de ser española emigra fuera de nuestra tierra. 

En la carta de un querido amigo nuestro, se define el pesar general al publicarse la noticia de la suspensión de las obras del ferrocarril  a Basilé. Desengañémonos, no hay prosperidad colonial mientras no disfrutemos de buena salud, lo cual no conseguiremos plenamente, hasta que dispongamos de un sitio saludable en que poder descansar de las fatigas provenientes del cumplimiento de nuestros deberes. No hay duda que la altura de Basilé reúne para esto muy buenas condiciones, y que así por la benigna temperatura, como por sus frescas y saludables aguas y por la relativamente exigua distancia del principal núcleo urbano de la Colonia, ofrece muy buenas garantías para el objeto apetecido, y mientras no se resuelva el fácil acceso de comunicación, el problema subsiste.   El inicio de las obras generó mucha ilusión en toda la población, así que esperemos que esta decepción sea pasajera.

 MI COMENTARIO

.Me ha hecho mucha ilusión que en estas noticias, aparezca el nombre de Victoriano Calatayud. Ya que un Victor Calatayud un gran amigo mío, fallecido hace poco, debía ser nieto o biznieto de este hombre, ya que además de coincidir en nombre y apellido, queda identificado por haber vivido toda la vida en Basilé. Aparte de que su padre a quién conocí, me constaba que era uno de los “veteranos” de Guinea. Lo que ignoraba es que hubiera tenido una hermosa huerta, pues la única que conocí en mi mocedad era la de Moka, que cuidaba el indio Ali Mama para Gaesa (o Cia. Colonial de África)
Significativamente destaco que en aquellos tiempos no existía en Guinea ningún camino transitable y los transportes se hacían la mayoría por lanchas o cayucos de playa a playa, lo que resultaría muy duro bajar productos agrícolas de Basilé o sitios similares montañosos  hasta las playas.

Fernando el Africano  30 noviembre de 2011


domingo, 27 de noviembre de 2011

GUINEA Y SU ENTORNO EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL -VI


GUINEA Y SU ENTORNO EN LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL –VI

Abril 1916

Los hidalgos correos de la Compañía Trasatlántica, en sus numerosos viajes a Bata han transportado a un pueblo que yacía en lamentable miseria. Émulos de sus proezas los vapores Antonico y Mediterráneo, allá fueron con muy buena voluntad, mayor sin comparación que los angostos senos que los moldearon sus constructores, han ido día tras día con la constancia de una hormiga labrando la felicidad ajena en repetidos viajes.   
Bien pudimos darnos cuenta de la magnitud de la empresa al ver interminables filas de seres famélicos y andrajosos que iban subiendo la penosa cuesta que arranca desde el mismo muelle. Dato revelador de su miseria es el afán con que se entretienen en mondar los troncos de la caña brava que infesta ribazos, y prepararla a su estilo para cocinarla y que les sirva de alimento.

Atareados se les ve estos días paseando en interminables hileras sus enormes cargas de hojas de plátanos, palmera, y estacas con que han de formar sus exiguas y miserables chozas. Lástima da ver a esa multitud que no bajará de unos ¿15.000? , acampados en extensísimos campamentos bullidores y ocupados como laboriosas abejas en acarrear leña, víveres y material de construcción.

Nos hallamos en el periodo álgido de preparación de la magna expedición germana a tierras de España, conducida en los dos hermosos correos Panay y Cataluña y escoltada por el crucero Extremadura. Hay que ver lo movido de la vida y opinión isabelina conforme se acerca el día del embarque.

Mientras tanto por si nos quedábamos a oscuras ha venido a ayudarnos el gran buque mercante inglés Bassam con notable cantidad de cajas de petróleo.

(25.04.1916)

¡Se fueron ya! Y la extensa planicie que abarcan nuestros ojos ha dejado borrar las huellas de su paso, y nuestra alegre bahía de nuevo se ve desierta sin rastro de la pasada animación que le prestaban tantos barcos anclados en el recinto.
Contentos los alemanes, que se marchaban y algo más los que con su ida quedamos un poco desahogados; fue el derroche de entusiasmo y animación, los días aquellos del embarque y salida.
Omitiendo la tripulación y algunos soldados del crucero Extremadura puestos en cada barco para asegurar el orden, resulta que el Panay se comprometió con 296 y su compañero el magnífico Cataluña con 561. Hay que ver lo que suman y lo que supone 857 hombres de más para unos y de menos para otros.
Nadie, empero, vaya a creerse que al fin hemos vuelto a quedarnos como en tiempos de la Arcadia feliz, 17.000 nos restan todavía, si no tan costosos por lo menos temibles por el cúmulo de miserias a que siempre está expuesta la vida de los indígenas, máxime no abundando el chopi chopi (comida)como ellos en su jerga dicen.
Sus recelos inspiran el empeño del Gobierno en acondicionar su modo de vivir en habitación y alimento con tanta mayor urgencia, cuando se acerca la funesta temporada de las lluvias, tan expuesta en la vida indígena a catarros, pulmonías y otras enfermedades mortales.
Parece que se va abriendo la feliz idea de poblar esta isla, con los restos de esta desgraciada tribu de camerones, para constituir el engrandecimiento y adelanto de nuestra agricultura, tan necesitada de robustos brazos.
Varios son los viajes que han ejecutado nuestros vapores inter coloniales. De ellos los más sobresalientes por la novedad han sido por dos veces recoger y llevar telegramas oficiales a Duala, y el del Antonico que nos ha traído de Bata otra buena remesa de camerones.

MOVIMIENTO MARÍTIMO

Pasaje alemán europeo embarcado para Cádiz el 16 de abril de 1916:

En el vapor Cataluña……………   561.--
En el vapor Isla de Panay……….   206.—
                                                       _____
Total …………………………….  857.--  (9 son indígenas)

Pasaje indígena conducido desde Bata a Santa Isabel:

En el vapor M.L. Villaverde……..2.882.--
En el vapor Cataluña……………. 8.821.--
En el vapor Isla de Panay……….. 3.101.—
                                                       ________
Total indígenas………………….14.804.—

Como no podía ser menos, al entrar en la isla cerca de 1.000 alemanes, que se establecieron en Santa Isabel, algunos en Basilé y otros en San Carlos, no bien nutridos durante los veinte meses de guerra y bloqueo, escasearon los víveres para los demás europeos. Apenas se encontraban en los comercios artículos de primera necesidad para la alimentación del europeo, merced al injusto trastorno sufrido en más de un año por nuestro comercio, con tanta detención, revisión y retraso de barcos, y aún a precio de oro, como suele decirse. Nuestro gobierno con brevedad envió a los vapores Cataluña, Isla de Panay y el crucero Extremadura, con alimentos y ello unido a la salida de la magna expedición germana de 860 internados, alivió algo la situación, pese a que todavía quedan entre nosotros 150 alemanes internados.
Desde la salida de la expedición alemana transcurrieron veintidós días, esperando nuestro pobre estomago la llegada de algún barco. En la mañana del día 8 de mayo, todos respiramos ya alegres, aunque luego se esfumó la alegría al ver que el vapor Villaverde no traía más que arroz, pescado salado o seco, tabaco y harina, para ponerlo a disposición del Gobierno. Con esto se remediaba en parte el hambre de los morenos, pero no las duras molestias de los europeos. Otra vez pues sin jamón, garbanzos, sin tocino o cosa equivalente para el puchero. Sabemos de algunos que han tenido que echar mano, a falta de bacalao del tiburón salado que viene para los morenos, del aceite de palma, del plátano, de la malanga, y quiera Dios que no falten estos recursos.
A falta de pescado y so pena de enfermar los braceros, vense los propietarios en la precisión de  darles libertad parte del tiempo laborable para que con su industria se hagan de algún grompi (rata de bosque), ardilla o reptil, langostinos, cangrejos, caracoles, ranas etc.
Por el hambre se han tenido que cerrar algunos colegios.
La plaga de langosta es la llegada a la isla de 17.000 camerones, alojados en su inmensa mayoría, en sus limpios y alineados campamentos a las afueras de Santa Isabel. Esta avalancha de extranjeros ha causado la carestía y horrorosa subida de precios en las factorías, claro que los comerciantes han hecho su agosto con los precios. La carestía de plátanos y demás alimentos indígenas es debido a que pese a la feraz vegetación de la Isla, no está preparada para alimentar 17.000 nuevas bocas.
Así se ve numerosos grupos de veinte, y hasta cuatrocientos hombres, mujeres y niños llegar a los poblados bubis, con el saludo “plantí” (plátano) al propio tiempo que alargan alguna moneda de plata.
Nada decimos del asalto a los riachuelos para apoderarse de los pececillos, incluso llegando a desviar la corriente del riachuelo para hacerse con la codiciada presa. 
Sabido es que los indígenas de nuestra isla cubren sus chozas o viviendas con bambú o nipa, o sea con las hojas de esta planta cosidas o entrelazadas entre si con la corteza de las ramas. Los tejados o cubiertas así construidos y bien cuidados, dura poco más de dos años, al cabo de ese tiempo tienen que ser renovados. Pues bien la construcción de los campamentos para extranjeros, les impedirá renovar a los bubis sus casitas en unos tres años por lo menos.
En pos de los camerones han venido unos molestísimos huéspedes, como son la plaga de moscas y tábanos.

MI COMENTARIO

Hay que comprender que en aquella época la Isla, tendría un máximo de 25.000 personas de las cuales entre 15.000 y 20.000 de bubis (nativos), así que la llegada de 17.000 camerunenses representaba un porcentaje muy difícil de asumir para las huertas y canales de abastecimiento limitados que existían en aquel tiempo. Lo mismo pasa con los alemanes que llegaron a una cifra cercana a 1.000. En la Isla es seguro que no existía tal número de población europea.

Habla el escrito que la población europea tuvo que recurrir a utilizar productos del país para su alimentación, como la malanga, yuca, incluso tiburón. Personalmente padecí o disfruté según se mire, ese mismo problema en la Segunda Guerra Mundial, en que no llegaban a Guinea, patatas y otros comestibles españoles y la yuca y la malanga era habitual en nuestra alimentación, o el plátano frito, y entre los animales marinos, la tortuga y algo parecido al tiburón.  Aunque en esos mis años, ya estaba realizada la red eléctrica en la Isla,  funcionaba solo hasta las doce de la noche y fallaba con cierta frecuencia durante el día. La lámpara de petróleo, el quinqué, el petromax y demás artilugios de alumbrado, fueron mis compañeros en mi lectura, así que mis conocimientos huelen algo a petróleo.
Comenta el escrito los campamentos de los alemanes y camerones. Tengo un libro editado sobre el tema, en que se ven fotos de esos campamentos, perfectamente trazados, incluso con hospital, y parece ser que seguían haciendo todos los días instrucción militar, pero como no podían tener fusiles según el convenio, lo efectuaban con palos en vez de fusiles. 

Fernando el Africano – Algete    27 nov. 2011