ANÉCDOTAS DE PUEBLO FANG Y
OTROS –VI
Mbonda impresiones del viaje
por el padre Leoncio Fernández 25.10.1920)
De abolengo, si así se puede
llamar, noble, el One viene a este mundo, muy pagado de sí, no sé que instinto
peculiar de la raza que se filtra entre la sangre de sus venas, que muchacho imberbe,
ya mira desdeñoso a cuantas tribus le rodean, teniéndose por muy superior a
ellas.
Como playero, gusta de
andárselas con chaqueta y pantalón y buen zapato, aún so pena de hacerse alguna
llaga, que al fin y al cabo, “al que no está hecho a bragas, las costuras le
hacen llagas”. En los días de fiesta y los de gran palabra, cosa muy ordinaria
en ellos, viste de gran gala, luciendo lo mejor, que almacenan sus cajas.
Para ellos M`Bonda es lo
mejor, lo más pintoresco y hermoso del Continente, el centro de la energía y de
la vida. El One es presuntuoso y por lo mismo no se aviene a ciertos trabajos a
que se prestan no de tan mala gana un pamue del interior; y en esto busca su
comodidad e interés, como lo buscan todos.
Los de la playa son más
flojos que los del interior, gustan de trabajar donde más lucro reporten y
menos energía consuman.
Por lo que atañe al Ebune,
participa de lleno de este espíritu, adquirido con su esfuerzo y trabajo, el
español, que muchos siquiera medianamente poseen, lo que les habilita para
empleos más remunerados que el de acarrear y chapear. Los años que pasó en la
escuela, algún derecho le dan para que aspire a ciertos puestos, para los que
se considera indigno un Amvón o Nyek del interior, si a esto añadimos lo alegre
de su carácter, y la aparatosidad que gusta dar a sus acciones y empresas,
comprenderemos fácilmente en que es un elemento útil para muchos puestos de
factorías y almacenes.
Es el caso, de que muchas
factorías de la Isla ,
se surten de Ones, para todos estos empleos, siendo muchos los Ones que con
estos oficios se hallan en San Carlos y Santa Isabel.
No calza, por ahora, tanto
como el Kombe y el Corisqueño, al menos no ha escalado los puestos de aquellos
hace tiempo poseen, pero para mozo de almacén, capataz de alguna finca y criado
de factoría, es un elemento que conviene aprovechar.
De cuando, en cuando, por
arte de birlibirloque, y a escondidas de su amo, se llenará sus bolsillos con
algún desperdicio, o cosa que no lo sea, sin embargo no es tan aficionado al
arte de Caco, que se le vayan las manos a lo vedado; y su flaco no está en eso,
su carácter es la vanidad y presunción de su independencia.
El One es jovial y
bullanguero, amigo de fausto y solemnidad. En lo civil y popular, como en lo
eclesiástico y religioso, gusta de la pomposidad y aparato de todo aquello que
envuelva la fastuosidad.
Aún en las triviales de cada
día que se celebran en casa del jefe, revisten una solemnidad que no se halla
en las que tienen otras tribus; los Marrys y Buikos, apenas se dan apariencia;
los Ebune en cambio, parecen cifrar su honor en que se celebren por todo lo
alto.
Las cuencas y cañadas del
Mbia donde rotura sus fincas, son fértiles y de una tierra muy a propósito para
el cultivo, pero como su dosis de haraganería es más que buena casi se muere de
hambre, por lo menos así lo muestra y sus mercados antes tan ricos y provistos,
se hallan ahora despoblados y desiertos.
Cinco yucas adquirí el día de
San Pedro para mis muchachos, y eso que en la quincena anterior, recorrí más de
seis veces sus poblados en busca de alimentos. La misma noche, a las ocho de
vuelta para Bata, al pasar el Rea- Dibe, vi dos Ones con sendos fajillos de
yucas compradas en el mercado de Bata.
Célebres se hicieron en la
antigüedad las reuniones aquellas que en sus selvas celebraban los sajones y
presidía el gran Arminio, como en aquellas, los Ebunes se sientan en la yerba,
en el suelo, todos hablan con calor y entusiasmo, participando de un mismo
ideal, consiguiendo un idéntico resultado, eso en la actualidad casi se ha
perdido.
Costumbre antiquísima por
cierto, cuyo origen ninguno creo podrá averiguar, es la que tienen los
pobladores de nuestro Continente, de reunirse en determinados lugares a
discutir, lo que ellos han dado en llamar con el clásico nombre de Casa de la Palabra. En estos lugares se
efectúan juicios democráticos y populares, no hay que soñar que sean de forma
clásica y académica, todo es sencillo, natural, hasta rastrero no pocas veces.
Sin ningún papeleo, ni citación, ni cosa que se le parezca, acuden todos a la
contienda a una sencilla indicación del jefe.
Los gritos de entusiasmo y
acaloramiento que a intervalos se mezclan para reanimar la discusión, los
palmoteos que de cuando en cuando menudean, y las mil otras ceremonias de
rúbrica que nunca se omiten, tienen unos encantos para los nativos, que de
verdad, no encuentra uno porque tales acontecimientos así los encandilan e
ilusionan.
No queremos decir con esto
que todo se arregle al talante del jefe y como a él, le venga en gana, respetase
también la justicia y equidad decretándose conforme a ellas, por eso todo jefe
jamás decretará, sin antes consultar a los probos del país, a los ancianos de
la tribu, encarnación del espíritu de los antepasados, siendo muy mal reputado
aquel que contraviniese lo que les legaron sus abuelos.
Sin embargo, como “allá van
leyes do quieren reyes” y no hay quien pueda poner puertas al campo, por el
interés propio, por la cabra o la oveja que le ofrecen, por los duros que le
alargan, tras muchos equilibrios y cabildeos, aquel saldrá favorecido, a quien
se incline el jefe. Podrá siempre el agraviado recurrir o apelar a otro
tribunal, acogerse a otro jefe de prestigio, raro, sin embargo será el caso que
ese nuevo sentenciante se desdiga lo que decretó el primero; si el europeo, el
comandante del Puesto, o el Gobierno no se ingieren en la “palabra”, ésta nunca
se revoca, cual se resolvió , así hay que acogerla.
MI COMENTARIO
Todas las tribus ndowe, los
llamados playeros, por lógica de estar donde fondeaban los barcos que surcaban
el Atlántico en busca de comercio y más tarde de esclavos, eso pueblos han
asimilado por esa situación geográfica, las lenguas de los comerciantes, sus
costumbres, sus hábitos, y se han tornado a su vez comerciantes e incluso
traficantes de esclavos. De todo ello se deriva que al precisar los europeos un
auxiliar, un factor, o un intermediario han buscado en los playeros esa
persona.
Por otra parte han destacado
por asimilar esos atributos debido a su carácter abierto, extrovertido, alegre
y su buena presencia física.
Fernando el Africano 13.01.2012