jueves, 6 de septiembre de 2012

LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 5


                                     En una excursión a la playa de Boloko, kilómetro 42, en primer plano mi hermana Paquita a la derecha, yo a la izquierda. Al fondo Mariano Imbernón y la señorita no recuerdo su nombre.                                  


                                   LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 5



                                 Al este de la Isla



Día 21.-- A un cuarto de hora de la salida oímos un ruido especial. Nos acercamos; lo producían dos sierra-leonas que aserraban madera, al pie de los árboles elegidos. En tablas las transportaban fácilmente hasta los botes, que la llevaban a la capital.

Trepamos al pueblo de Echula que debe su nombre al islote que domina; echula significa " tierra rodeada de agua". Continuando por el bosque (300 metros de altura) dimos con una ranchería de Bao; los ánimos se exaltaron, y no me extrañó. El padre Juanola, al cruzarse en el mar con Jeremías le encargó me avisara que en este punto había ocurrido una riña con los negros de Santa Isabel. Los dejé hablar, bebí topé, repartiendo unas hojas de tabaco, al marcharnos les prometí que me enteraría del suceso, pues pensaba dormir en su territorio. A la media hora de bajada, y por entre los árboles, vi. pasar el vapor Fernando Poo con rumbo al S.

A las cinco de la tarde me hospedaba en la factoría de Reina (sierra- leona, católica) el P. Juanola tocó aquí , el día antes para dejarme unas cuantas libras de arroz. Pronto me puse al corriente de la cuestión; un negro robó a los bubis una calabaza de topé y de resueltas salieron él y uno de estos con fuertes contusiones. Esperando mi resolución, pues vinieron casi detrás de mí, andaban 50 o 60 bubis por aquellas playas. No podía evadirme porque desprestigiaba a mi nación callando.. En nombre del muchuku de España, les dije, que manda más que todos los muchukus de la isla, os perdono, porque la calabaza de topé era vuestra, en lo sucesivo acudid a Reina, para que dé parte de vuestras quejas y ya veréis cómo llegan barcos y castigan a los culpables. España no quiere que riña nadie, sino que todos trabajen, para tener mucha cabra, mucho ñame y también cacao.

Mi intérprete tradujo, al parecer bien, dichas palabras que escuchaban, al igual que las mías con suma atención. Al terminar, un viejo me estrechó la mano, y yo le regalé enseguida tabaco. Huelga decir que ninguno dejó de cumplimentarme. Al padre del herido, por ser pobre, le aumenté la ración.

No obstante lo avanzado de la hora, anochecía, se empeñaron en cantar y bailar, como prueba de cariño a España. De noche por completo, salieron corriendo por aquellos vericuetos, en busca de sus hogares. Quizás cometí un delito usurpando atribuciones, si así fuese, me declaro reincidente, pues durante la expedición arreglé otro conflictos en forma parecida al que acabo de referirme.

Día 22.-- Antes de continuar avanzando, quise ver una plantación que dejé al Sur; pertenecía a Wivour y solo trabajaban en ella tres negros; no valía la pena de haberme molestado. La de Reina, por el contrario, llamaba la atención por el orden y limpieza; principiada a mediados del año anterior, tenía ya tres hectáreas sembradas con el producto del comercio y lo que ganaba como carpintero atendía a los gastos. Este negro, casado con una mujer de Santa Isabel, hija de bubis, hacendosa y práctica en las operaciones mercantiles, presenta el tipo perfecto del colonial de Fernando Poo, pues a las buenas cualidades de actividad y honradez, une la de sentirse orgulloso porque un sacerdote blanco español ha legalizado sus amores.

A las dos horas de andar, descansamos en las orillas de un río, a los cinco minutos, y después de muchas vacilaciones pasaron por nuestro lado catorce o quince indígenas. Iban a la pesca y les acompañamos; su pueblo se llama Kopohatá- Apá, y aquel río Karia.

Sentado en una roca presencié sus operaciones; en dos cayucos se metieron cinco hombres; los jóvenes y mujeres se corrieron por diversos puntos, unos y otros pescaban con caña y anzuelo, que les vendía todos los meses una negra a cambio de ñames y aceite; no tardaron media hora en traer dos pescados de 1 a 2 kg. Y un cesto lleno de sardinas. Ellos mismos encendieron lumbre, restregando rastrillas de moduló, madera inflamable; en el bosque existen muchas de estas, entre otras el bolombá y el bototo. Pescados y plátanos asados, que traían los krumanes compusieron mi almuerzo, quedando todos satisfechos.

Estos bubis no llevaban sombreros ni adornos. Uno de ellos se brindó a guiarnos pero solo hasta el límite del pueblo. Una vez solos, procuramos acercarnos a la costa, pues me convencí de que los indígenas andaban recelosos por temores de guerra según noticias que me transmitía el bueno de mi intérprete, noticias de las que yo dudaba, manifestándole repetidas veces que el miedo y las ganas de terminar pronto el viaje le hacia mentir; lo cierto es que anduvimos al azar por un terreno que presentaba, a medida que avanzábamos pendientes más altas y escarpadas. Las ganamos asiéndonos a las raíces de los arbustos. Los krumanes con las cargas rodaron y Peía se infirió una herida profunda en la pierna izquierda al chocar con un peñasco. Yo no conté las caídas porque me dominaba la cólera; atravesaba lo más desconocido e interesante, sin poder reunir datos exactos, me costaba trabajo detener los grupos de indígenas , y deducir que no debía haber comunicaciones entre los pueblos, pues todos extrañaban mi aparición y mi curiosidad.

Por fin a las cinco de la tarde hicimos alto en la playa de Bososo, tirándonos al suelo rendidos por los golpes y el cansancio. El agua del mar y el ron curaron las rasgaduras de la piel y nos devolvieron las fuerzas.

De los desordenados apuntes de este día resulta que el espacio recorrido comprende, sin contar el pueblo de Oribula, dos distritos de Bakake compuesto por los de Kopoata, Oriturichi, "mucha gente" y Baricana, limitado al S. por el río Botoó y al N. por el Buala; y el Bayobe de tres: Liriobata, Bolobete y Bayobe, unos y otros esencialmente pescadores. El aspecto de los indígenas es poco agradable; la mayoría flacos con el pelo largo y peinado hacia atrás. La costa a que me asomé está cortada a pico como un murallón, viéndose en el fondo playas de piedras de difícil acceso.

Entre Bao y Bososo hay tres plantaciones de cacao de poca extensión; una cerca de Kopohata , de Coling, sierra leona; y dos separadas por un arroyo a media hora del último punto que pertenecen a la Isabel Blanca, hija de un reyezuelo de Bonny, y a María Kenedi, negra muy agraciada que vive en Santa Isabel, ambas plantaciones amenazan perderse por no encontrarse trabajadores según me informaron posteriormente.



                                                           MI COMENTARIO



La costa Este siempre ha estado peor comunicada por su geografía, lo que significaba peores carreteras y menos visitada, no ha tenido las playas del lado Oeste, al estar cortada a pico en muchas partes la del Este. La línea de autobuses Policarpo que atendía al transporte público en la costa Este era mucho más limitada en calidad y frecuencia. La del Oeste atendida por Vivancos era mucho más frecuente y de mejor calidad.





                                                  Barcelona a 6 de Septiembre de 2012







miércoles, 5 de septiembre de 2012

OTTO KROHNERT UN BOER MUY PARTICULAR- 2ª parte

Otto Krohnert, un "boer" muy particular. 2ª parte.Por Fernando Casas, español de Bazakato de la Sagrada Familia.


Cuando los ingleses se apoderaron del Transvaal y tomaron la ciudad de Pretoria y el presidente Kruger les declaró la guerra, los boers, no pudiendo luchar de forma abierta contra el superior ejército británico, y al mando del general Botha, emplearon la táctica militar de la "guerrilla", e infringieron numerosas bajas al ejército inglés, que, no viendo la forma de acabar con el conflicto,y bajo la supervisión del general Kitchener,convirtió todo el territorio del Transvaal en un inmenso campo de concentración donde internaron a la esposas e hijos de los boers y todo lo que pudiera ayudar a la gerrilla, como alimentos y ganado.Como consecuencia de la escasez de alimentos , especialmente de leche para los niños, de las malas condiciones higiénicas y la falta de asistencia médica, comenzaron a declararse epidemias de tifus y cólera y a morir niños y adultos.La madre y las hermanas de Otto, que habían sido capturadas en su granja y llevadas al campo de concentración, sucumbieron también ante las epidemias.Otto quedó huérfano de madre a los quince años,y su padre, Piet Krohnert,que era buscado por el ejército inglés,decidió que debían marchar de Sudáfrica con destino a la antigua colonia alemana del Camerún.Abandonando el desierto del Kalahari, se adentraron en la región del Namib,entrando en la colonia alemana del África Sudoccidental,la "Deutsch Südwest África, de la que tuvieron que salir sin tardanza ante los problemas que se le presentaron.Pasan a continuación a la excolonia portuguesa de Angola,donde empiezan a cazar elefantes y a comerciar con su marfil, que vendían en los puestos comerciales a cambio de municiones y productos de primera necesidad.Desde allí, y siempre tras las huellas de los paquidermos en busca de sus preciados colmillo su mus, se introducen en lo que era entonces el Estado libre del Congo, y de allí al Congo Brazzaville.Contaba Otto con 21 años cuando padre e hijo abandonan el Congo Francés y entran en el Gabón, país entonces muy abundante en elefantes, asentándose en la confluencia del Ogoowé con el Ivindo.Allí Piet y Otto permanecen permanecen durante 3 años , y allí tuvo lugar el dramático accidente que marcó para siempre la vida del jóven Otto.Según nos cuenta su hija Ana, cada mañana , al amanecer, salían padre e hijo en direcciones opuestas para así abarcar una mayor zona de caza acompañados de sus correspondientes guías de bosque.El padre de Otto llegó hasta el elefante que habían estado rastreando y le disparó, derribándolo,pero el animal solo estaba herido y algo conmocionado.Cuando Piet se acercó al elefante no tuvo la precaución de cerciorarse por atrás de su muerte, y este, agarrándolo con la trompa por el cuello,le separó la cabeza del tronco.Incorporándose después, el elefante comenzó a pisotear el cadáver hasta hacerlo una papilla irreconocible y sanguinolenta .Después huyó y se encontró muerto a poca distancia de allí.Cuando Otto presenció los maltrechos restos de su padre , quedó tan impresionado que abandonó la caza durante un tiempo y se enroló en un barco mercante.Con 25 años,y decidiendo no entrar en el Camerún probáblemente por la invasión que en la 1ª guerra mundial había sufrido la colonia alemana por tropas inglesas y francesas,se quedó en la entonces Guinea Española, cerca de la frontera con el Camerún.Ana Krohnert nos corrige en el sentido de que su padre, a pesar de la baja de precios del palmiste y del café,no estaba arruinado en los últimos años de su vida, ya que había sido un hombre previsor y conservába algunos bienes, entre otros una valiosa colección de estatuillas fang que vendió a buén precio a un museo francés.Como buén descendiente de "boers", fue un hombre muy amante de sus hijos y cuidó esmeradamente de su educación.Ana nos cuenta que su padre tuvo con diferentes mujeres fang más de 40 hijos, de los que sobrevivieron solo 15.La madre de Ana se llamaba Escolástica ,"Nzue" para los fang, y era de la tribu Mbang.Siendo los boers extremadamente racistas y considerándose como el pueblo elegido por Dios para dominar a la raza negra y a África como su tierra prometida,le pregunto a Ana cómo su padre eligió como esposas a mujeres negras y no a las de su propia raza.La explicación que me da ella es que su padre tuvo durante su vida muy poco contacto con blancos y siempre estuvo rodeado de gentes de color.La cultura boer, al dejar muy jóven Sudáfrica,dejó en él muy poca huella.Cuando bajaba a Bata, cosa que hacía con poca frecuencia,iba siempre acompañado de todas sus mujeres e hijos,y estaba tan bién considerado, que en aquella época fue el único blanco al que se le permitió el matrimonio-aunque de forma tradicional- con las nativas.Otto murió con 77 años de cáncer.Al sentirse enfermo, su hija Ana trasladó a su padre en avión hasta el hospital de Libreville en el Gabón, donde procedieron rápidamente a operarlo debido a su estado de gravedad, pero por desgracia la metátasis ya había invadido su organismo y murió en la mesa de operaciones el dia de los Santos Inocentes.Por voluntad suya, manifestada a su hija antes de la muerte,el cadáver fue devuelto a su querida casa de Akom, en Mikomeseng, y está enterrado delante de la piscina, junto al de su querido amigo y administrador William Kretchmann, celebrando los oficios de difunto el padre Cañigueral.Ana está recopilando , además de los recuerdos personales que tiene de su padre, todas las historias que este le contó, para plasmarlo todo en un libro que esperamos salga pronto a la publicidad.Recuerda que Íñigo de Aranzadi , un gran estudioso de la cultura fang,mantuvo frecuentes contactos con su padre porque tenía intención de escribir un libro sobre su vida.El libro se iba a llamar "Otto Krohnert, un africano";el manuscrito del futuro libro ya estaba terminado, pero por múltiples circunstancias nunca llegó a publicarse.Agradecemos a Ana Krohnert las aclaraciones sobre la azarosa vida de su padre y esperamos que acabe pronto su libro.Con todo mi cariño y admiración de tu amigo Fernando.

OTTO KROHNERT UN BOER MUY PARTICULAR

Tengo creo en este blog, alguna biografía sobre Otto Krohnert, pero parece ser que tiene mucho defectos, mi tocayo FERNANDO CASAS, ha podido contrastar datos con Ana una hija de Otto y lo ha podido esclarecer. Ha tenido la gentileza de dejarmelo publicar

Otto Krohnert, un "boer" muy particular.


Por Fernando Casas, español de Basakato de la Sagrada Familia.

Primera parte.

"Errar es de humanos y rectificar de sabios", es un dicho popular, y como creo tener más humanidad que sabiduría, a una amable sugerencia de Ana Krohnert,hija de Otto Krohnert,paso a corregir algunos errores que cometí por desconocimiento en un anterior artículo titulado "Otto Krohnert, el africano".

Para Comprender las azarosas circunstancias en las que se desarrolla la vida de Otto Krohnert,hemos de retroceder al siglo XVII ,concretamente al año 1652, cuando "La Compañía Holandesa de Las Indias Orientales" envió un destacamento de soldados y oficiales al mando de Jan Van Rieebeck para fundar una estación de embarque, como zona de aprovisionamiento de los barcos holandeses que iban a las Indias Orientales. El lugar elegido, lo que después sería Ciudad del Cabo, fue "El Cabo de las Tormentas", bautizado después como el "Cabo de Buena Esperanza" por los portugueses, junto a la "Table Mountain", "La Montaña de la Mesa". A aquellos primeros fundadores holandeses , se le unió después un contingente de soldados alemanes y un grupo de protestantes "hugonotes" franceses que huían del rey católico Luis XIV.Empezaron a cultivarse hortalizas traidas de Europa, se crearon ganjas de ganado doméstico y se plantaron los primeros viñedos.A estos colonos de procedencia esencialmente holandesa, pero también alemana y francesa, se les llamó "boers", que en idioma holandés significa "campesinos".Sin embargo, el carácter y la idiosincrasia de estos campesinos no se forjó ni se modeló en las aglomeraciones urbanas, sino en el "veld", en las inmensas llanuras sudafricanas repletas de ganado salvaje: Búfalos, cebras, antílopes, ñus, avestruces, etc. etc.

Cuando en el siglo XVIII, debido a la incesante llegada de emigrantes europeos, la población del Cabo aumentó de manera considerable,la mitad de la población blanca,molestos no solo con los nativos hotentotes y bosquimanos,sino también con su propio gobierno,comenzó una marcha hacia el Norte, empleando un sistema de colonización denominado de los "trekboeren",es decir, de los granjeros ambulantes.Siempre en dirección Norte-Noreste, iban creando granjas en las que dejaban a las mujeres y niños pequeños, y a sus criados hotentotes a cargo del ganado, y ellos a caballo,con sus típicos sombreros boers de ala ancha, iban en pos de los inmensos rebaños de cuadrúpedos salvajes , abatiéndolos y exterminándolos.Cuando la caza escaseaba, saltaban de granja en granja hasta llegar a un terreno inexplorado, continuando así con la misma táctica.Los escasos animales que quedaron buscaron refugio en el desierto del Kalahari y en del Namib, mientras que hotentotes y bosquimanos buscaban refugio en Angola, Rodesia y el Congo. La carne de caza era transformada en cecina y almacenada en el fondo de sus carretas; el marfil, embarcado para su venta en Europa junto con las plumas de avestruz, tan de moda en los tocados de las mujeres de Occidente.Con las pieles de las jirafas se fabricaban sandalias de piel durísima y látigos para guiar las carretas de bueyes , y con la de los búfalos fabricaban zulúes y hotentotes resistentes escudos; Todo esto a cambio de pólvora,armas y alcohol.De este modo fue tomando configuración el modo de ser de los boers, a quienes el escritor americano Mark Twain,que llegó a conocerlos bién los definía como:"hombres celosos de su libertad e independencia, duros, solitarios, buenos padres de familia, fanáticos de la Biblia, calvinistas acérrimos, buenos tiradores y cazadores,excelentes jinetes,amantes de los espacios abiertos, hospitalarios, honestos en negocios con los blancos y muy duros con los negros".Desarrollaron su propio idioma, el "afrikaans", una especie de holandés roto con términos franceses, alemanes, malayos e indonesios, y les gustaba ser llamados "afrikaners".

Cuando en 1835 los ingleses se apoderaron del Cabo, sobre unos 12000 boers, huyendo de sus odiados enemigos (a los ingleses los boers los llamaba "vitlanders"), emprendieron la gran marcha hacia el interior, lo que ellos llamaron el "Great Trekk", en busca de nuevas tierras alejados de la soberanía británica, y cruzando el rio Orange , las montañas del Drakemberg y el rio Vaal, derrotan a las tribus ndebeles y zulúes y fundaron 3 repúblicas independientes: El Transvaal, Natal y El Estado Libre de Orange, alcanzando las fronteras con la entonces llamada Bechuanalandia y hoy Bostwana en el 1835.En esta zona Sur de Bostwana, que forma parte del desierto del Kalahari, en la región de Okatambaka Shansi, nació el 20 de Marzo de 1888 Otto Krohnert, el mismo año en que el denostado explorador Henry Morton Stanley avistaba las Montañas de la Luna antes de encontrar al Emín Pasha en el lago Alberto y Cecil Rhodes recibía las concesiones de las minas de oro y diamantes de Zimbabwe del rey Lobengula.El padre de Otto, Piet Krohnert, era un boer de orígen alemán , de los grupos más adelantados o "voortrekkers", y se dedicaba a cazar antílopes para vender las pieles y la carne acecinada o "biltong".El niño Otto, en cuanto que tuvo fuerzas para manejar un rifle y sostenerse a lomos de caballo, ayudó a su padre en estas tareas y se convirtió en un tirador excepcional.La madre de Otto, de orígen holandés, se llamaba Augusta de Veet,y tuvo , además de Otto, 2 hijas más.

Fin de la primera parte.

martes, 4 de septiembre de 2012

LA ISLA DE FERNANDO POO - CAPITULO 4

                                                              
                                   El Dómine y la llegada al espigón antiguo

                                      LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 4



Moka.-- En estos días visitamos las colinas que cierran la pradera. En sus laderas, con hermosas plantaciones de ñames hay dos pueblos de 20 o 30 chozas, cuyos nombres, a pesar de preguntarlos, por olvido no trasladé a mis cuadernos. El pueblo de Moka se llama Dividi. Salvo la molestia que ocasiona la acción del sol, estos lugares pueden recorrerse sin dificultad como cualquier comarca de nuestro país; sendas limpias y bien trazadas las cruzan en distintas direcciones con la particularidad de que en el paso de los arroyuelos hay puentes con dos o tres tablas de madera. El terreno y la vegetación favorecen los trabajos.

Registrando las cercanías vimos en muchos puntos árboles consagrados a las ceremonias religiosas, todos en su base rodeados de piedras. El fetichero de aquellos lugares andaba receloso y con la cabeza cargada de adornos, entre otros , unos cuernos muy largos.

Al anochecer de estos dos días, Moka mandó celebrar bailes. El más animado fue en de los cuernos. Veinticinco mujeres suyas con uno en cada mano y golpeándolos, acompañaban su canto, monótono pero agradable al oído. Moka a la cabeza de cuarenta y tantos de su pueblo, describía un círculo completo que pasaba por detrás de aquellas, los movimientos acompasados y ademanes trágicos, daban cierto realce al espectáculo.

En estas tertulias manifestó que si no fuera tan viejo aprendería de buena gana el español; que él respetaba la voluntad de todos y que por eso no decía nada a los niños que iban a la Misión; también nos enseñó un mensaje oficial que me hizo reír; el encabezamiento decía sí: " Al gran Cocoroko de España…."

Ya se comprenderá que uno de mis mayores deseos, perseguidos desde que empecé mis viajes, sería el esclarecer si Moka era el eje de una monarquía según lo divulgado en publicaciones y creencias de los habitantes de Santa Isabel, opinión a que se inclinaba mi ilustre guía el padre Juanola, cuya competencia en todo lo que se refiere a Guinea, nadie, ni mucho menos yo, se atreverá a negar.

"Dile al muchuku español, decía Moka a su intérprete, que los demás muchukus no tienen eso, y señalaba la escalinata, dile que yo tengo comida para todos los bubis."

Efectivamente, aquella escalera y un taburete de madera en forma de cilindro con una depresión en la mitad, y de unos 40 dm. de altitud por 30 de diámetro, tallado, imitando pequeñas hojas de árboles, son atributos que no he visto, pero que quizás existan. También averigüé que en algunas fiestas acudían bubis de muchos pueblos y que en una de aquellas comieron y bebieron , durante cuatro días, cabra, ñame y topé, lo que se vio ni vera, de aquí la frase de "nadie puede con Moka, cocina para todos los bubis". Por otra parte, su generosidad y la participación en la lujúa que para evitar crímenes se instituyó en su época, parece que le colocan por encima de ,los demás jefes.

En cambio en las preguntas hechas en los viajes descritos y en el que relataré más tarde, resulta que en la bahía de San Carlos, Sopo y en el territorio de Batete N. Bebichupo, se consideran tan poderosos como él, es decir tan ricos, pues los bienes dan entre ellos la categoría.

En mi concepto, la pradera de Riamba ha sido el núcleo más importante o más antiguo de la población bubi, a partir del descubrimiento de la isla.

De la Bahía de la Concepción a Santa Isabel

El día 19 de marzo; apenas perdía de vista la embarcación que se llevaba al sabio misionero, emprendí la marcha, vadeando el Malala y deteniéndome unos minutos para examinar los cañones portugueses o españoles medio enterrados en medio de la arena, y la punta a que dan nombre, con el objeto de encontrar otros vestigios.

Por el bosque, y abriéndonos paso con los machetes, avanzamos en dirección N. a las dos horas, y muy fatigados y molestos por la elevada temperatura y la escasez de agua, pues coincidía con la fuerte inclinación de las vertientes al final de la estación seca, descansamos, disparando antes cuatro o cinco tiros y haciendo sonar el mututu.

A la media hora aparecieron dos indígenas de 23 a 25 años, de gallarda presencia con sombreros de regulares dimensiones y un collar de abalorios, ningún adorno más. Traían escopetas y calabazas llenas de topé.

Siguiéndolos alcanzamos Bantabari, comiendo en una ranchería de cinco chozas. A la una de la tarde reanudé la marcha, tropezando con otra ranchería, que me dijeron pertenecía a Bantabari, lo cual comprendí después de saber que existían dos pueblos con aquel mismo nombre, y que lo mismo ocurría con el de Bilelepa.

Bajando nos acompañaron los guías un largo trecho, despidiéndose porque se les hacía tarde para regresar.
Extraviados desembocamos en una playa de piedras, por la que anduvimos durante hora y media llegando ya de noche a la plantación de Jeremías Barleycorn. En este trayecto encontramos cocoteros sin dueños y pequeños manantiales que solo en baja marea pueden utilizarse para calmar la sed a medias, por mezclarse sus aguas con las del mar.

Después de reaccionarme con un puñado de quinina y medio vaso de ron oí voces que provenían de un bote. En él venía Jeremias, vocal del Consejo de Vecinos de Santa Isabel. Aproveché la coyuntura para preguntarle sobre distintos asuntos; sus respuestas indican cuáles fueron las preguntas. Precisamente me dijo" Yo también tengo necesidad de hablar el inglés, porque los que me facilitan efectos en la ciudad y mis corresponsales de Liberpool emplean esa lengua, además los trabajadores del Continente no conocen otra. Que los bubis de esta costa eran los más refractarios a contratarse o prestar cualquier otro servicio, y que indudablemente la falta de brazos impedía a muchos cultivar el cacao y el café; que ya había ocurrido abandonar las fincas por no traer krumanes ni sierraleonas ningún barco. "Por último, dijo que él se consideraba muy honrado siendo español, descendiente de bubis, sintiendo solamente que por diferencia de religiones sobreviniesen disgustos.

Día 20.-- Al clarear, recorrí la plantación de cacao, cruzada por calles rectas, con hileras de plátanos, cuenta año y medio; Jeremías la sostiene con el producto del comercio: y un arroyuelo le separa de otra producción, perteneciente a Macrof, sierra-leona.

Cuatro horas invertimos en subir a Bilelepa. Cálculo que tiene 100 habitantes, pero me aseguran que hay más y que el otro pueblo del mismo nombre es mayor. Después de descansar dos horas, emprendí la marcha hacia la costa; desembocando en ella a las cinco de la tarde frente al islote Leven,. Tajado a pico con menos árboles y vegetación que el de los Loros, y morada de murciélagos de pelo fino y rojizo, grande de 2 a 3 dm. El camino recorrido en esta jornada fue penosísimo, a cada paso hallábanse gigantescos troncos que salvábamos más con las manos que con los pies; los cuales atravesados en profundas cortaduras nos servían de puentes. La parte oriental de la isla sufre mucho con los tornados que derriban infinidad de árboles en los cambios de estación.

Entre el islote y la pequeña punta de Leven, corre una playa rojiza, salvo unos 200 metros de arena. Dos hermanos Bassás cultivan el suelo y comercian con los bubis; el mayor, protestante, posee una plantación de cacao en buen estado de producción (200 sacos) , el menor, católico desmonta el terreno para otras: ambos crían gallinas y cerdos.

La bahía de Concepción, elegida en los primeros años del descubrimiento y bastante visitada posteriormente con objeto de explotar los terrenos y las riquezas del bosque, quedó durante este siglo y hasta el establecimiento de la Misión, completamente abandonada.

Los vestigios de fortificación y algunos cañones que poseen los pueblos, recuerdan el primer periodo; del segundo o sea del siglo actual, únicamente las cantidades de aceite de palma que entraban en los mercados extranjeros podían dar idea de los trabajos que practicaban algunos negros al servicio de las factorías y buques ingleses.

En Santa Isabel no constataban ni constan datos relativos al comercio, ni de los productos importados o exportados; pero puede asegurarse que de los primeros deben consumirse cantidades considerables, pues se ven muchos sombreros escopetas y pañuelos; como consecuencia, en proporción deberán hallarse los segundos. La comarca pobladísima de palmeras, y los naturales, bastante trabajadores y honrados en sus tratos, prometen, por último, un gran porvenir a la Concepción, en la que conviene se fijen nuestros comerciantes.

El día 19 por la mañana y después de un reconocimiento de la costa, me despedí de mi virtuoso compañero el P. Juanola a quien sus deberes le obligaban a regresar a la capital.


                                                                    MI COMENTARIO



Nada más comentaré que el autor de estas líneas don José Valero Berenguer, parece ser que se le encomendó viajar a Fernando Poo , con el fin de introducir el comercio, fomentar la agricultura y establecer el tráfico mercantil.



Fernando García Gimeno Barcelona a 4 de Septiembre de 2012











lunes, 3 de septiembre de 2012

LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 3

                                   Que me perdone el autor de esta foto que desconozco como está en mi archivo y de
                         quien es, pero es magnífica. Parece ser que está hecha desde la montañosa costa cercana.

                                 LA ISLA DE FERNANDO POO- CAPÍTULO 3




Día 9 de marzo.-- Caminamos en dirección NE, reuniéndonos con el padre Juanola en Batete pequeño, y continuando juntos hasta la playa de Boloco(bahía de San Carlos) que alcanzamos al anochecer.

Día 10.-- En dirección SE y por un camino pedregoso, accidentado, cubierto de hierba y con pendiente extremada, ganamos en cuatro horas las alturas de Musola. En su territorio se levanta un elegante edificio de hierro: el sanatorio de Alfonso XII. Terminado en seis o siete meses antes, y sin haber servido ni un solo día para su objeto, estaba condenado a desaparecer. Estamos a 500 metros de altura sobre el nivel del mar. A pocos pasos veíamos los ríos Vitondo y Aeva con gran caudal de aguas tan puras como frías. Estos y otros ríos, conocidos únicamente en su desembocadura tienen nombres: los de la bahía de San Carlos a partir del Boloco, según la carta de Pellón, aparecen con el de Ballestero, Cánovas, Tejada y Ascensión.

Dia 11.-- Al amanecer emprendimos la jornada en la forma siguiente: una hora en dirección SE atravesando el Aeva hasta Rilukó, pueblo bubi de unas 30 chozas (altura 600 metros); otra NE durante el paso de un pequeño bosque cortado por muchas sendas. A la salida se encuentra un curioso arroyuelo de aguas lechosas de sabor ácido (en la costa O. existe otro). Medía hora más adelante, Loita de unas 20 chozas (altura 750 metros). Un claro de bosque nos descubrió el pintoresco valle por el NE. Que corre en suave declive de la costa O. a la oriental, entre los dos Bolocos (pueblos bubis sitos en las bahías de San Carlos y Concepción); en su centro y al pie de la montaña de Santa Isabel se alza un cerro de forma semiesférica; este valle debe acortar el paso de una a otra costa. Después de algunos cambios volvimos a tomar la dirección SE, durante cuarenta minutos hasta Baitabaita( altura 800) . A la derecha de este pueblo empieza una senda, la principal de las vistas, que siguen todos los indígenas, porque directamente va a las praderas de Riabba, residencia de Moka. Según nos dijeron tardan cinco horas en recorrerla. Durante una hora fuimos en dirección E. hasta un riachuelo de profundos flacos, en que empezamos a descender, presentándose, después de rodear un cerro al N. el pico llamado de la Concepción y al S. el de San Carlos.

 A hora y media, y siempre en la misma dirección, llegamos a Boloco pequeño, pueblo bubi a 400 metros de altura. En él descansamos treinta minutos. Desde este pueblo, y descendiendo durante dos horas y medía por una senda bubi bien trazada, fuimos a la playa de la bahía de la Concepción.

Esta jornada a pesar de la lluvia que refrescó la atmósfera, fue larga y penosa. Los pueblos bubis, que en actitud expectante nos recibían, volvíase cariñosos al oír que les saludábamos en bubi. El padre Juanola, enérgico y afable, a todos les hablaba, captándose sus simpatías. Las chozas en desorden, algunas con cercas; en los pueblos plazoletas con árboles copudos repletos de caracoles, cráneos de monos, calabacitas y plumas, estos árboles consagrados al Mo o Morimo, están rodeados en su base por grandes piedras a manera de escaños. El bosque más claro con extensos cañaverales en los altos; en las zonas bajas aumentan la maleza y las palmeras. A 200 metros encontramos café silvestre y un árbol con fruto parecido a nuestras aceitunas; el Padre Juanola me aseguró que se extrae de él un aceite que arde bien.

En los alrededores de la bahía de Concepción se ven varias plantaciones de cacao, cuyos dueños, negros de Sierra Leona, o han arbitrado recursos para ponerlas en cultivo mediante el producto de su comercio con los bubis. Wibour posee una casa de madera con pilares de mampostería; la destinaba a almacenes de los artículos europeos y del país; en algunas ocasiones llegó a cargar de una vez 150 bocoyes de aceite de palma en los vapores extranjeros que tocaban la bahía.

Por la noche, Valcárcel, sierra leona casado con una mujer de Santa Isabel, se anunció a los bubis con repetidos disparos de fusil. Esta señal reproducida por la mañana es la convenida con ellos para que bajen a tomar mercancías.

Diá 12.-- Por la mañana, en hora y media , y por una senda bubi, convertida en hermoso y bien trazado camino por el P. Juanola, subimos a la Misión de la cual es fundador.

Hállase esta emplazada en una planicie de regular extensión, a 300 metros de altura, colocada en medio de dos pueblos bubis, Bolobe y Biapa, los ampara y protege de otros más aguerrido y numerosos del interior; enfrenando al mismo tiempo la codicia y sensualidad de los comerciantes de la costa.

Tres años de existencia cuenta y los adelantos que se notan, tanto el del orden moral como material, merecen un estudio detenido; o la imposibilidad de hacerlo, me limitaré a consignar que la Misión cultiva todos los productos indígenas: cacao, café y otros de la península como ensayo.

Desde el día 12 al 19.-- Acompañado siempre del padre Juanola que encontraba muchos conocidos y adquiría nuevas amistades, permanecimos entre los pueblos bubis de aquella parte de la isla.

Desde Bolobe y en dirección SO. Durante tres horas, llegamos a Kutari, pueblo numeroso y aguerrido. En él se reúnen armados los bubis de todos los pueblos, organizando la Lojúa, que desde allí marcha directamente a castigar las faltas y delitos.

En los altos del pueblo (540 metros) la vista abarca una gran extensión de costa y bosque en el que predominan las palmeras. Entre los cerros llaman la atención unos pequeños en forma piramidal de tierra rojiza. Los aires puros y frescos que se respiran, indicaban claramente que estábamos en el frontón sur.

De Kutari y hacia el E. parte un sendero que pasa por el pueblo de Bioko, y que conviene aprovechar para recorrer los de Eori y Bepepe, distantes dos horas de la costa entre la punta e Santiago y la del Salvador. Hacia el N. hay otra senda que pasando los pueblos de Kodda y Balachalacha , se une a los de Boloco pequeño, punto de camino ya citado al atravesarse de una costa a otra.

A corta distancia dejamos los pueblos de Riasaka, Kodda y Sicombe. A partir del primero encontramos el obstáculo más penoso de esta jornada, un monte cuya cumbre alcanzamos tras dos horas de copioso sudor (920 metros) el espectáculo de que goza la vista compensa las fatigas de la ascensión, una pradera extensa rodeada de cerros con grupos de árboles aislados, hermosas plantaciones y rebaños de cabras y ovejas se presentan a nuestros ojos, recodando paisajes de la Península. Media hora más de camino en dirección O. nos condujo a una plaza, frente a la morada de Moka. El aspecto de esta difiere poco de los otros jefes, notándose solo que la empalizada es más alta (3m.) y que las 25 o 30 chozas que encierra se comunica por toscas escaleras y pasillos con el suelo nivelado.

Dentro del recinto se ve a la izquierda una escalera de anchos peldaños que domina la empalizada; sirve de asiente al muchuku en las fiestas y actos de justicia. Este jefe, que salió a recibirnos es de elevada estatura y de formas atléticas, con la cara ancha y la cabeza algo mayor que la ordinaria. Una mujer de color claro y de hermosas formas sostenía una pipa repleta de tabaco que procuraba no se apagase, chupándola con gracia y al parecer con gusto; de cuando en cuando la tomaba Moka, o como le llaman Mokata.


                                      MI COMENTARIO AL CAPÍTULO



El sanatorio de que habla el capítulo, fue una construcción traída, creo de Bélgica, con el fin de tener un lugar de recuperación de la salud de la Colonia europea, que se veía muy afectada por la malaria, y otras enfermedades en esos años, tal es así que fallecía más del 30% de los emigrantes en un periodo menor de un año.

Este sanatorio fue utilizado por las tropas regulares Tiradores de Ifni, que reforzaron las tropas coloniales en los años 1942 a 1944. En esos años un teniente del Sexto Tabor me llevó varias veces a Musola, para visitar el Campamento. Sus soldados venían con frecuencia a un restaurante comedor que tenían mis padres enfrente del Barato, en la misma calle que el Ayuntamiento. Evacuadas esas fuerzas se intentó seguir como Parador, pero igualmente fracasó al poco tiempo.

Fernando García Gimeno - Barcelona 1 de septiembre de 2012