sábado, 29 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- CAPÍTULO XLVI


                                                                          
                                            La arena blanca de Corisco, tan blanca
                                                  que a veces se vendía como sal

COSTUMBRES Y LEYENDAS DE LOS PUEBLOS BUJEBAS, COMBES Y BENGAS



Teniendo grandes amigos ndowes como Martín Ndje, no puede uno abandonar el suelo de esa región, sin tener un comentario hacia alguno de los pueblos llamados playeros, así que voy a comentar tradiciones aunque el tiempo las ha ido diluyendo y transformado, y tanto es así que sacándolas al pie de la letra de una conferencia de don Arcadio de Larrea Palacín en 1953, en la primera historia aparece una escopeta sustituyendo a la ballesta típica de esos pueblos.

Nzambi (su Díos) casó con dos mujeres, una de ellas tenía una niña. Fue un día la mujer a pescar y llevó a la niña porque no pudo hallar quien la cuidara. Así llegó a la orilla del mar. Dejó a la niña durmiendo y mientras pescaba bajó un chimpancé del árbol y comenzó a cantar ( se ve que era italiano), la mujer le miró y le dijo ¿ El chimpancé no matará a mi hija? Y el chimpancé le respondió : Yo no mataré a tu hija, el que lo matará vendrá de tu pueblo.

En eso apareció Nzambi y al ver al chimpancé, comentó para si, ¡caza buena para comer esta!. El chimpancé enseñó a la niña, poniéndola delante de sí, Nzambi disparó la escopeta, el tiro alcanzó a la niña y la niña murió. El chimpancé huyó diciendo, ya te avisé que yo no mataría la niña, que su muerte vendría del pueblo.

Los bujebas tuvieron muchas guerras con los fang, la guerra grande que se supone fue la última se debió al intento de represalia por parte de Bie Sulé caudillo fang que había vencido a los bujebas. Esta gran guerra se planteó como aniquilamiento de todo enemigo.

Presumían los bujebas de tener su jefe dotado de una escoba que barría los proyectiles enemigos. Desde la zona de Río Benito se reunieron todos los jefes de tribu que habitaban esa zona, más de cien aunaron y que los guerreros fang pretendían apoderarse. Para ello no solo se prepararon con las mejores armas posibles, sino que se esmeraron en protegerse con el ngan adecuado. Para ello precisaban apoderarse de una calavera de un enemigo que hubieran destacado por su valentía, ya que en aquellos tiempos los pueblos de esa zona conservaban los cráneos de sus antepasados, hasta que tuvieron que empezar a esconderlos ya que los alemanes ( Procedentes del Camerún cuando los expulsaron en la 1ª Primera Guerra Mundial) principalmente les agradaba coleccionarlos. En la ceremonia de protección se debía contar igualmente con los cráneos de un anciano y una anciana bujeba. Una vez juntados estos tres elementos, se dirigieron al cráneo del valiente enemigo, manifestándole los reunidos que su intención era honrarle como se merecía y no como habían hecho sus descendientes, a cambio le solicitaban que infundiera a su pueblo sus cualidades. Seguidamente se dirigían a la calavera del anciano de su poblado exhortándole para que siguiera convenciendo al espíritu del fang, y a la vez que lo vigilara para que no fuera a ayudar a los otros. A tal fin los cubrían con hojas de palmera bien tapados para que no se escaparan. Quemaban el cráneo de la anciana y las cenizas se depositaban en el interior de unos cuernos de antílope que llevados al campo de batalla, se debían agitar ante el enemigo para que se atemorizaran. Los portadores de los cuernos eran sometidos a una estricta selección entre los audaces. Una de las pruebas consistía en embadurnarlos de barro y sangre de una mujer nlile, es decir una mujer que da mala suerte. Lógico si se resiste a ello y pasa la prueba es que lo resiste todo. Los otros dos cráneos se dejan en el poblado principal a cargo de una anciana ngan bale morá, a quien encomiendan guardarlos día y noche.

Otra leyenda que tiene sabores de otras más conocidas, habla de los doce hijos de Nzambi, y de su hijas Guambo, Sia Mponde y Ntalá. Las tres se fueron a pescar pero al final se quedó Guambo sola al intentar regresar se encontró un demonio, a quien lloró para que la dejara pasar. Este le dijo ; si pasa que otros demonios están delante, y así pudo salvar varios controles, hasta que llegó al jefe de los demonios, que no le hizo caso y se la tragó entera. Ella se sentó en la barriga esperando que alguien la salvara. Pasada la noche y en vista de que no aparecía por la mañana, todo el pueblo empezó a buscarla y sus padres fueron al divino Isima suo Biguié, donde pudieron averiguar que el jefe de los demonios se la había tragado. Les recomendó ir armados con machetes, así que pertrechados fueron a buscarle y lo encontraron al pie de un árbol durmiendo. Le abrieron la barriga y de ella sacaron a Guambo, todos volvieron alegres al poblado y tiempo más tarde se casó con el hijo de Nzambi Mbié.

Cuenta Unzueta en su libro Guinea Continental española, que las tribus combes procedentes de las sábanas africanas llegaron al bosque ecuatorial, donde tardaron ,muchas lunas en atravesar el “eljabe” árbol de enormes raíces, esta similitud de leyendas en que un árbol impide el avance de todo un pueblo, está mitificado ya que el tal obstáculo en realidad era la lujuriosa fronda ecuatorial. Al llegar a la zona despejada mantenían luchas constantes con otros pueblos hasta que su valiente rey Bosendje, como un Moisés llevó a su pueblo a las tranquilas playas del sur, donde a la sombra de los árboles de almendras ( egombe-egombe)pudieron organizar su vida dedicada a la pesca y la caza.

Los bengas pueblo con similitudes del pueblo combe, llegaron según el historiador Leighton Wilson a ser unos 100.000 habitantes lo que les permitió luchar sin ser exterminados contra los balenques, baqueles y rechazar los ataques del interior ( se supone que fangs).

Lamentablemente no conocí Elobey Grande ni el Chico a la desembocadura del Muni y algo más alejada a unos veinte kilómetros de Elobey Grande la paradisíaca Corisco formada por bancos de arena , roca y arcilla con una altura máxima de veinticinco metros, llena de pequeñas lagunas y hermosos árboles aunque se han exterminado las tecas que en Fernando Poo se conocen como moreras (árboles de sombra para el cacao),especie que debía ser muy abundante ,tanto es así que la isla en benga se llama MANDJI, como el árbol de flores unisexuales de la familia de las Urticáceas. Esa isla reitero que fue el lugar de nacimiento de Manuel Kombe mi mejor amigo de estudios.

                                                            Barcelona a 29 septiembre 2012

viernes, 28 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- CAPÍTULO XLV

                                              Las mujeres fang con su cesta (nkue) sobrecargada,
                                              mujeres fuertes y sufridas.                       

Siempre he tenido el resquemor de no haber conocido más la zona continental, donde algunas costumbres, incluso el canibalismo, todavía se conservaban en lo recóndito de los pueblos del interior, especialmente en celebraciones religiosas. Sus costumbres, hábitos, pensamientos y aspecto son distintos de los bubis de la isla, pero profundamente interesantes.


En estas tribus existía la práctica de dejar la mujer a un amigo, en prueba de amistad, pero en caso de irse con otro hombre sin el permiso del marido, se ejercitaba el castigo de amputarle las orejas, o atarla a un árbol denominado “ngón” para que fuera devorada por las hormigas rojas, untándola con miel para que acudieran con mayor celeridad las devoradoras.

Una jornada caminando por el bosque con un nativo, es una experiencia vitalizadora, reconfortante, plena de valores que dan un código del vivir. Las fuerzas que nos provienen de la madre naturaleza son las que dan la verdadera confianza al carácter humano. Por mediación de esa persona no contaminada por los pensamientos de la civilización del ladrillo, recibimos una sabia que nos protege de la polución del egoísmo.

En la región de Río Muni la vida familiar está constituida como clan (etunga bot), una colectividad centrada en la propiedad rústica bien como poblado bien como familia, como dice un proverbio africano- la tierra no pertenece al hombre; es el hombre quien pertenece a la tierra-.

Una cosa curiosa de la mujer africana, es que cuando discutían o deseaban insultarse, uno de los epítetos más acostumbrados, era imputar a la otra que no fuera plena mujer, al no haber tenido hijos, y esto se lo decían entre dos muchachas de escasos veinte años. Para ellas era un insulto el no haber sido madres, independiente de que estuvieran casadas o no, esto era aleatorio. Para ellas la realización de su vida era ser madre lo que les garantizaba el futuro de su tribu y la seguridad de su defensa para un mañana.

En esta región ya en 1947 existían en muy buen estado 700 kilómetros de pistas o carreteras que se podían utilizar todo el año, además de que muchos tramos de la selva o de la Costa podían efectuarse con embarcaciones, por lo que en este sentido estaba nuestra región mucho mejor comunicada que otras vecinas en proporción, el trasvase de gente desde el Gabón a Guinea o de Guinea al Gabón es muy fluido, dado que al no haber fronteras naturales, no hay forma de evitar o controlar ese trashumancia que por otra parte es natural al ser de la misma tribu y tener familiares en ambas partes.

Las leyes españolas iban poniendo coto a la poligamia, y así la Ley de 29 Agosto 1944 y la de 25 de Abril del mismo año, prohibían terminantemente a los jefes indígenas y a los funcionarios contraer matrimonio con más de una mujer anulando todos los anteriores salvo el contraído canónicamente.

En nuestros territorios el primer jefe indígena nombrado por el Gobierno Español, recayó en Fernando Boncoro, jefe de la Isla de Corisco el 23 de Julio de 1858 y en 3 de Junio de 1907 se da orden a los Subgobernadores y delegados procedan a la estadística de la población indígena. A los jefes indígenas se les concede una parcela de seis hectáreas que constituye un patrimonio usufructo sin que pueda ser objeto de gravamen o arrendamiento, y a los segundos jefes cuatro hectáreas, y para el cultivo de estas se dispone gratuitamente de seis braceros de la misma tribu. Por cada persona censada en la tribu se adjudican 2 hectáreas de terreno como mínimo en concepto de terreno del poblado.

Todo ello significa algo importante pensando que solo en el Continente existían 211 primeros jefes, y se supone que para el trabajo de esos terrenos patrimoniales tenían 2.532 braceros en total. ( Política Indígena en Guinea – A. Iglesias de la Riva 1947)

Filosofando, podríamos decir que el ser humano, para llegar a la democracia y a la libertad, va creando puertas, escollos, letras de cambio, semáforos y otros elementos que esclavizan más al hombre que las leyes de la selva para subsistir, esclavizando al sujeto con la pretensión de ser más libre.

En los años cuarenta, en esta zona se hicieron verdaderas fortunas, cultivando la yuca y exportándola a España, como sucedáneo de la patata, al haber quedado destruida la agricultura en España por nuestra Guerra Civil. No habiendo suficientes camiones para transportar a Bata la producción del campo. Así que, como dicen los continentales, ambolo (adiós, hola ).

                   Barcelona a  28 septiembre 2012

jueves, 27 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- NOVELA- CAPÍTULO XLIV



                                                         Ferrocarril forestal, basicamente para
                                                         transportar grandes troncos de madera                   

La ceremonia ngui, se efectuaba cuando fallecía una persona en el poblado, entonces el brujo (ngangan) con una tibia en cada mano bailaba con movimientos pronunciados y medidos, recorriendo desde la tumba hasta el centro del poblado, en lo que era acompañado de las tumbas (ee mor egüi e mor) haciendo chocar los huesos que portaba hasta convertirlos en polvo con el fin que ese polvo fuera mortal para el causante de la muerte ya que cualquier defunción tenía un culpable.( Eso pasa ahora en la política, hasta los accidentes meteorológicos tiene la culpa el Gobierno de turno) En días venideros todas las muertes serían analizadas hasta encontrar los signos del culpable llamados evús, que lógicamente nada más podía interpretar el brujo, lo que podía aprovechar para inculpar a un inocente del gran pecado ( nsem ndem) y era un método muy práctico de eliminar a la competencia.

Hasta los años cincuenta los fang se tatuaban( beku) tanto los niños como las niñas, especialmente en la cara o a veces en el pecho, formando dibujos geométricos. Se trazaba el dibujo con ceniza y con un cuchillo se iban haciendo pequeñas heridas siguiendo el trazado y mezclaba la sangre que brotaba con humo negro producido en una olla, que generaba al quemar la resina (otú) , al cabo de unos días las heridas se lavaban con una infusión picante (okám) . En este ceremonia intervenía el ngangan o hechicero ofreciendo la ceremonia al dios ( Nsama). Con esta ceremonia era reconocido como miembro de la tribu, lo que conllevaba no comer carne del antílope sso cosa harto difícil ya que era un animal imaginario, pero el hechicero les garantizaba su ausencia, ya que en el ceremonial con una especie de flauta o pito (nso) había evitado que se cruzara en el camino del iniciado (nvon), vamos como dirigiendo el tráfico espiritual.

Es curioso que los pueblos que llamábamos salvajes han dejado de tatuarse o ponerse aros en la nariz, orejas etc., y ahora en lo que llamamos civilización moderna, nuestra juventud vuelve a tatuarse a colgarse pendientes, taladrarse la nariz y otros hábitos perdidos en la lejanía del tiempo. Tal vez sea que como estamos en un planeta redondo, la esfera ha dado la vuelta completa y vuelve el personal a comer la carne y el pescado crudo, a taladrarse las orejas, las narices y esas costumbres tan in. Lo malo es si empezamos a comernos a los misioneros con el móvil en el bolsillo, la calculadora y otros objetos menos digeribles como los plásticos habrá muchas indigestiones.

Este acto del nvon, descrito anteriormente, era aprovechado como una confesión pública, urbe et orbe, con la diferencia que el brujo en vez de echar agua bendita se llenaba la boca de agua y rociaba a los asistentes con ella , dándoles buena suerte y librándolos de los hechizos y hasta de las heridas. Las mujeres iban vestidas con una minifalda de nipa (anchem) que dejaba al descubierto salvo lo más íntimo, todo su cuerpo. Estas costumbres así como sus peinados majestuosos, sus abalorios etc, se han perdido en una mezcla de moderno y tradicional, donde se ignora el límite de ambos.

Un día me llevaron a la finca del Pozo, desde la que se divisaba una zona del río Benito; asomados a la terraza, se observaba a veces algo impresionante: los caimanes, aunque los naturalistas les llaman cocodrilos, tomando el sol encima de las piedras, mientras mis tíos tomaban el aperitivo con el dueño de la casa, por mi cabeza pasó la idea de bajar a la orilla a ver la reacción de los cocodrilos, pero la verdad es que el desnivel y la vegetación circundante me lo hubiera impedido.

En el estuario del Muni, Kogo o también llamado Puerto Iradier, desembocan varias cuencas hidrográficas, en las mismas los árboles se derriban con sierras mecánicas, y caen sobre el suelo, arrastrando toda vegetación cercana, con el previo grito de cuidado que va, la majestuosidad su prepotencia se derrumba produciendo una tempestad de ruidos como un pequeño terremoto, que va subiendo de decibelios hasta terminar sobre la tierra. Luego se cortan sus ramas lo trocean en caso necesario, terminada esa labor con pequeños ferrocarriles o grandes tractores, se llevan los colosos del bosque derribados a la orilla de los ríos y se lanzaban a estos, atados formando balsas, los dejaban arrastrar por la corriente, hasta llegar a la desembocadura, donde los capturaban, cargándolos en las bodegas de los barcos; de esa forma, sin apenas mano de obra, se efectuaba el trabajo y el transporte.

La zona de Río Muni tenía tanta caza, que cuentan que el comandante Tatay proporcionaba la carne a los trabajadores que construían el aeropuerto de Bata, llegando a matar para ello cientos de elefantes en el transcurso del tiempo que se tardó en construir el aeropuerto, aunque esto parece algo exagerado, dado que parece más verosímil que la carne principal de esos trabajadores fuera la de sittatungas mucho más sabrosa y abundante en la región, pero si es cierto que ha sido uno de los cazadores más famosos del Continente junto a Basilio Olaechea y Otto Krohnerth. Su libro la Caza en Guinea es una enciclopedia para el neófito.

Otra excursión que realizamos fue navegar con una pequeña barca a motor, cerca de la confluencia de los ríos Noya y Utamboni, que forman, junto al Utongo, Congüe y Combue, la desembocadura del Muni, cuya anchura en esta zona es de unos cuatro kilómetros, teniendo entre canales y afluentes una red navegable para embarcaciones pequeñas de unos ochocientos kilómetros, lo que aprovechan las explotaciones forestales para cortar los árboles y lanzarlos a los ríos. La fuerza de sus corrientes y una pequeña vigilancia hacen posible que aparezca en el estuario los troncos, donde son izados a bordo de los barcos que están esperando. Para evitar confusiones y llevar un control, estos troncos son marcados antes de lanzarlos a la corriente de los ríos.

La navegación con la pequeña motora duró toda una mañana, pudiendo admirar el poder de Nzama (Dios), mostrando las ceibas, okumes de treinta y cuarenta metros de alto, de cuyas ramas, con gritos y saltos, iban apareciendo mandriles, macacos, nievas, monas perezosas, en sus faldas se percibían nsúes (zorros) y algún gorila a lo lejos, aunque estos buscan los troncos frutales bajos. La zona esta llena de restingas, que con las raíces que nacen en el agua, trenzan una naturaleza adecuada para refugio de animales y barrera que impide desembarcar en sus orillas, así mismo hay muchos islotes de tamaño considerable en esas aguas.

En las inmediaciones del cabo San Juan existe una pequeña cadena montañosa, de unos cuatrocientos metros de altitud; aunque la parte de Río Muni no puede competir en alturas con la isla, existen altitudes superiores a los mil metros, como el pico de los Micos y la sierra de Cristal.

Vuelto a Micomeseng intenté ir conociendo su entorno, aunque no cazaba mucho , salía todos los días a dar una vuelta por las cercanías del poblado. Estando al acecho de un mandril separado de su manada, que iba saltando de rama en rama, ocultándose al punto de mira de mi escopeta, subí a una pequeña loma cercana al camino, cuando noté que por mis piernas empezaban a trepar, sin miramientos, miles de grandes y gordas hormigas rojas, que empezaban a meter su cabeza entre mis poros sin recato. Así que no intenté luchar con ellas, esa lucha sabía que era inútil, peligrosa y en la que se perdía un tiempo vital; en consecuencia, solté el arma, saliendo corriendo, con toda la velocidad posible hacia el cercano riachuelo, donde me zambullí, nadando en sus aguas, hasta estar seguro de que todas las visitantes agresivas habían muerto ahogadas. Este tipo de hormiga mete su cabeza dentro de la piel, al morder y muere de esa forma al intentar sacudirte, pero la cabeza en la mayoría de casos queda dentro. La elevación del terreno donde intenté otear al mandril era uno de los nidos de hormigas de esta especie, que edifican montañas de dos metros y en algunas zonas llegan hasta los siete metros, para organizar su vida, hasta que deciden hacer vida nómada, atacando cosechas, gallineros o a quien se ponga por delante. Alguna de estas montañas son de tierra ferruginosa por lo que son duras y difíciles de destruir. La colonia está organizada perfectamente con sus guerreros de mandíbulas de bulldog, que atacan sin piedad hasta despedazar al enemigo, las obreras de patas fuertes, que construyen sus almacenes, depósitos de agua, los machos que tienen alas hasta el vuelo nupcial, aunque cuando hay inundaciones en el termitero huye e inunda las zonas urbanas a veces, y la Reina con su gran vientre capaz de ovar a marchas forzadas.

Existe una hormiga más pequeña, que se dedica a recoger hojas, las mastica posteriormente en sus cuevas; al fermentar producen hongos, de los que se alimenta. Vamos, como si fuera un criadero de champiñones. Otra especie de hormigas se dedica a la ganadería cuidando pulgas, a las que dan de comer, pero no las dejan salir de sus pasadizos, e incluso si se tienen que mudar de refugio, las llevan pastoreando. Como es lógico, cuando les interesa, se las comen.

En fin, los dos meses se me pasaron volando, conociendo nuevas zonas, aprendiendo a jugar al tenis, en un campo de tierra con alguna piedra de adorno, y especialmente con el aliciente del misterio del bosque, algo que para un joven como yo, era casi erótico. Jugaba con el administrador de la zona capitán Verdugo y el que fue luego marido de mi prima Paquita, Goyo Alvarez Touchard sobrino de un Sub-Gobernador que murió por comer un enlatado en malas condiciones.

Llamaba la atención ver a las nativas con sus cestos de melongo de un diámetro aproximado de cincuenta centímetros, apoyados en la espalda, donde llevaban sus productos de horticultura para vender; en algunos casos el nkué (cesto) estaba ocupado por una pata de elefante, cuya carne decían era muy sabrosa.

Las noticias aquí también se transmitían de poblado en poblado por tambores de madera, llamados mbain, cuya piel era de antílope, mono o incluso de oreja de elefante.


                            Barcelona a 27 septiembre de 2012
                                              

martes, 25 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- NOVELA- CAPÍTULO XLIII


                                          

La vegetación en Río Muni era muy distinta a la de la isla. La costa es baja con muchas restingas y los ríos en su desembocadura crean barreras arenosas. El nativo de estas zonas tiene un gran vocabulario y conocimiento sobre la vegetación, y así usa la Dichapetalum (ngungüi) una liana que conserva gran cantidad de agua en su interior, la leguminosa Tetrapleura (esesé) parecida a nuestro algarrobo, que también utilizan para dar olor agradable al topé (vino de palmera),la Copaifera tesmannii (oveng) que situado un trozo de corteza en casa de un rico, uno se ve favorecido por la fortuna, previos ritos ejecutados por el hechicero (ngan-ngan); La Caloncoba de donde se extrae el aceite de Gorli para combatir la lepra; el melongo para construir cestas, o cuerdas ; la Albizzia (angok) de uso exclusivo para hechicería; Perocarpus o palo rojo para curar con su corteza las quemaduras, que según parece el tratamiento de esas quemaduras hace que en la piel no queden cicatrices del accidente. A los niños recién nacidos se le unta profusamente para asegurarles vigor, la Carapa guíñense (ngan) de donde se extrae aceite; Coula Edulis (Eguomo) fruto como la castaña (komo) aunque tiene más sabor a nuez; El eñie o estrofanto de donde extraen el veneno con que impregnan sus flechas para dar caza a los animales salvajes. Por cierto parece que los monos conocen que el antídoto para el veneno es el ecuc (látex que se extrae de la Alstonia congensis) ya que cuando se sienten heridos corren a buscar el ecuc y mascan con fruición sus hojas y su leche, y no mueren .El suelo recibe diversas acepciones en función de su estado y uso: El primario afane, el secundario bikoro y eyic al bikoro que rodea a un poblado colonizado. Hay zonas menos densas, más semejante a la sabana africana, tal vez la frontera entre selva y sabana, nunca en las zonas cercanas a los grandes caudales de agua. La prueba que ha sido y es un bosque denso es que, en todas las tribus afincadas en esta zona hablan que perseguidos por otros pueblos, se salvaron, atravesando un río caudaloso gracias a un árbol sagrado “edyabe”( en lengua fang: achap) cuyo tronco o bien sirvió para esconderse o bien para cruzar a la orilla opuesta. En algunas leyendas se tardó un año en atravesar ese tronco, lo que en lenguaje coloquial diríamos que el tronco fue la selva. En el denso bosque abunda el soberbio tom (Piptadenia africana)leguminosa mimosácea, que desprende una especie de leche muy irritante que puede llegar a cegar a la persona que se frota los ojos con las manos untadas de este latex, se han dado casos que por disputas se ha utilizado esta sustancia en enfrentamientos extremos. El roble africano, el palo rojo ombé de esas tribus que usan para embadurnar los cuerpos infantiles que les ayudará a crecer fuertes, el abang muy usado para la construcción de sus embarcaciones, el afan (Panda oleosa) cuyas semillas sirven para paliar el hambre en el bosque, todo ellos envuelto como regalo de reyes en fuertes palmeras trepadoras con lazo especial para el estrofanto y melongo, o las palmeras Raphia vinífera, de las que se coge la nipa u hojas, para construir sus viviendas. Entre los arbustos del sotobosque se encuentra el iboga una apocinácea, en la cúspide de ese mundo, y en muchos casos ocultas a la mirada del caminante, abren sus capullos al sol en lo alto de la selva como cereza en el postre, multitud de flores.


Las tribus habitantes del Continente en la mayoría son fang (mal llamados pamues, pahouin o pangwe),en la zona ribereñas por eso se les conoce como playeros los Ndowes ( combes y bengas entre otros) y entre ambas con menor número los bisíos o bujebas. Según cuentan los bengas estuvieron cerca de cien años viviendo cerca de un gran río de aguas turbulentas, hasta que una mujer viuda, al despertar observó que un nyombe( gacela), cruzaba un vado sin necesidad de flotar, lo que hizo que toda la tribu siguiera sus pasos y prosiguiera su marcha hacia el mar. Para celebrar ese acontecimiento lo conmemoran con la fiesta del nyombe, y en honor de ese animal que les guió, no comen su carne. Cuando llegaron al mar observaron las islas de Corisco y los Eloveyes, y pese a su desconocimiento del océano, construyeron los ikinkis (moscas)los actuales cayucos y cruzaron el mar dirigidos por Bosenye su jefe. Se calcula que esa llegada sería sobre el año 1700, estableciéndose en esas islas y en las costa adyacentes, donde aprendieron el arte de la pesca con su ataraya o red circular.

Los pulmones del mundo que nos oxigenan, los hombres guiados por intereses económicos, siguen eliminando el bosque virgen a marchas forzadas, en esta región donde hay árboles tan altos como una catedral y maderas preciosas, algunas de estas no se puede derivar hacía el río dado que no flotan, así ha pasado a veces que en tiempos lejanos para construir una balsa con que vadear el río han cortado un árbol y al ponerlo sobre el cauce se ha hundido por ser maderas de gran densidad.

Existe una leyenda bantú que dice que el nombre del continente procede del mítico personaje llamado Afiri-Kara, cuyos hijos Fang, Ntumu, etc., crearon las diferentes tribus africanas que se dispersaron, extendiéndose por toda el África negra.

La zona de Río Muni, con una población muy superior a la de la isla de Fernando Poo, fue un recurso que se intentó sin mucho éxito aprovechar por los gobiernos de la colonia, para reclutar mano de obra con destino a las incipiente plantaciones de cacao, y otros productos de la isla de Fernando Poo.

En 1911, realizó el gobernador Barrera cuatro expediciones : La primera por el norte, la segunda por el centro Micomeseng- Niefang, y la tercera por el sur del continente, recorriendo la costa hasta Kogo, y penetrando en poblados en los que por primera vez, veían el hombre blanco. Su resultado fue magnífico, pues llegaron a la isla más de 600 braceros ávidos de trabajar, y se atrajo la voluntad de muchas tribus independientes, aunque es posible que estos nuevos braceros no supieran muy bien su destino y su trabajo. Es posible que alguna captación de braceros no fuera pacífica. En parte debido a la necesidad que se tenía en la Isla de mano de obra y en otra parte, porque los jefes de poblado exigían fuertes compensaciones económicas por ceder a su gente.

Fruto de estos esfuerzos en 1918, ya se contaba con 16.000 braceros en la Isla, según la estadística que hizo entonces el curador y secretario del Gobierno, don Pergentino R. Sarmiento, aunque la mayor parte seguían siendo krumanes.

Barrera presionó para abrir caminos y que se respetara el tránsito hasta la costa, favoreciendo el envío de los jóvenes de los poblados del Continente a trabajar en las fincas de Fernando Poo, y cuidando que se respetaran las leyes, evitando la explotación y repatriándolos al finalizar sus contratos, como era el acuerdo.

El Ministro de Estado reconoce y fundamenta su Memoria que presentó a las Cámaras, referente a la situación de las Posesiones españolas del África Occidental, en los años 1916 y 1918, resaltando la dificultad de cumplir las previsiones por la falta de mano de obra, y ello daba motivo a pudrirse el cacao en los árboles. Para atraer a la mano de obra indígena fomentó la Curaduria Colonial y el Patronato de Indígenas, destinado a velar por el nativo y protegerlo de los abusos del blanco, hasta el punto de fiscalizar la compra- venta de terrenos.

En la vida de este gobernador que firmó el tratado con Liberia para legislar la mano de obra aportada por este país, cuenta algunas anécdotas de sus expediciones, por ejemplo : Pasando el bosque de Makova, que toma ese nombre de la pequeña palmera así denominada, que tanto abunda en él, salvaron el monte Mayú, donde los pámues les pusieron tenaz resistencia a su paso, con la ayuda de la munición que les había facilitado el capitán de fragata inglés Mr. Huges para hacer frente al paso de los refugiados alemanes que venían del Camerún, huyendo del ataque francés e inglés durante la Primera Guerra Mundial ( En este guerra, Alemania perdió las colonias del Camerún, Togo, y la zona de Tanganica en África). En ese periodo se refugiaron en Guinea huyendo del Camerún 65.000 personas como mínimo, de las que 24.000 fueron trasladadas a Santa Isabel, dando origen al Campo Hausa o Yaundé de todos conocido. En el tiempo que estuvieron en la Isla, edificaron su hospital para las tribus fullah cerca de Bokoko, estas tribus habían luchado a favor de los alemanes y por eso los aliados las expulsaron de su tierra el Camerún, en sus campamentos y aún sin armamento desfilaban y actuaban con normas militares.

En la región de Bata, todavía en 1925 aterrorizaban a los poblados los hombres leopardo, con pactos de sangre entre el felino y el poseído. Existían aquelarres “ngué” con ingestión de cadáveres, de los que se extrae un activo veneno llamado cadaverina, a la par que les cortaban órganos concretos para sus prácticas sectarias como la secta maléfica del Buti (Mboeti). Menos mal que yo no había nacido por aquellos años, ya que tierno y sonrosado podía ser un plato exquisito para un gourmet de aquellos tiempos. Cuando en Europa a veces me comentan que si no me sentaba mal las comidas africanas, yo acostumbro a decir que únicamente no las digería bien, cuando al meter en la olla al misionero no le quitábamos el salacot, el resto de veces te enterabas que habías comido, boa, lagarto, tiburón u otra especie cuando te lo decían al cabo de unos días, aparte de que con la salsa del pepe-sup a base de mucho picante no le encontrabas diferencias entre el misionero o el antílope.

El anterior canibalismo en algunas zonas de África especialmente en estas zonas tropicales, estaba mantenido por las creencias totémicas, que mantenían la idea que el comer carne humana especialmente del enemigo le daba una fuerza invencible. En el Gabón por los años veinte, ante unos tribunales declaraba un acusado que había matado y comido carne de su enemigo habiendo adquirido con ello, su fuerza física y cumpliendo la voluntad de su tótem, la pantera. En estas sectas se cubrían con la piel de este felino y con unas garras de hierro o incluso del mismo animal, atacaban a la víctima produciéndole unos desgarros, y de esta forma cuando se descubrían los restos se achacaba a la fiera la muerte. El sacrificio se ejecutaba en un lugar predispuesto alejado del poblado, y la víctima se le cortaba con un cuchillo la vena aorta y su sangre derramada en una calabaza se bebía entre los presentes, con el ceremonial y las palabras que pronunciaba el hechicero o el jefe de la secta. Luego en una marmita se cocinaban trozos de su cuerpo y la marmita quedaba tapada con un trozo de piel del pecho del fallecido.

En 1939 se instruyó un sumario sobre antropofagia en Evinayong ( Guinea Continental Española) y en el mismo se acusó a una mujer de haberse comido diecisiete brazos izquierdos de fallecidos de muerte natural o provocada, se supone que la procesada envidiaba alguna facultad de los brazos izquierdos de los fallecidos, o deseaba tener más energía en el suyo por este método. Esa mujer seguro que era zurda. Otra de las veces que me he librado de la muerte, ya que soy zurdo

Sociedades secretas de fetichismo o agrupaciones de este tipo, entre otras se conocían en el Continente de Guinea, las denominadas M`boeti, Bayen originarias la mayoría del Gabón aunque bastante extendidas en la parte española, especialmente en Kogo y sus alrededores. Muchas de ellas en el ceremonial se incluía masticar la corteza de una planta de sabor amargo el Ivoga o evoca, de efectos alucinógenos, que aprovechaba el komboe o sacerdote para ordenarle actos que después no recordaba haberlos efectuado, ya que su nsisim o alma entraba en relación con el más allá y sus espíritus. Para entrar en estas cofradías o sectas se iniciaban en la juventud y para los rituales se tenían que preparar con meses de antelación.


                                             Barcelona a 26 de febrero 2012

FERNANDO EL AFRICANO- NOVELA CAPÍTULO XLII


                                                                    
                                               Mercado en una calle concurrida de Bata

En Mikomeseng para internarse en la selva salía con los cazadores profesionales, dado lo peligroso de la zona. En este territorio había un centro de adaptación de animales salvajes, que se vendían a los zoológicos de todo el mundo; lo regentaban los hermanos Lasaleta, uno de ellos murió de la mordedura de una serpiente venenosa que tenían en cautividad. Otto Krohnert famoso cazador era visitante asiduo de la zona.


En el poblado de Niefang- Esa palabra significa el límite de los fang, quiere decir que durante muchos años esa era la frontera de esa tribu en su expansión hacía el mar- había una de las zonas con más gorilas de África, tuve la oportunidad de verlos varias veces en el bosque, desde cierta distancia. Los cazadores decían que habitualmente eran pacíficos como todos los animales, que sólo atacan como principio cuando se ven amenazados, cuando tienen hambre o cuando están en celo. Hablando de gorilas no puedo menos de transcribir algunos comentarios extraídos del libro de Emilio Guinea, titulado En el País de los Pamues. Cuenta una aventura en el poblado de Nsok (elefante) – Para el pámue el gorila es el hombre del bosque, valiente decidido,, que no quiere saber nada de chozas ni de las demás zarandajas que precisa la debilidad del hombre para vivir. A tal grado llega la veneración del indígena por el hombre del bosque, que uno de los ritos más interesantes de su religión primitiva es el culto del “ngui” (gorila),formando sectas cuyo nombre genérico es evú, que deben guardar los secretos en muchos casos bajo pena de muerte, a cuyo fin tienen los brujos (nlen) quienes controlan la voluntad colectiva, el poder de vida o muerte de sus miembros. Al toque del akú ( cuerno)en otros tiempos anunciaban festín de carne humana en una noche de luna llena, donde la simulación del canto del buho confirmaba la seguridad de que se sacrificaría una vida humana, que en muchos casos para ser miembro de la secta se tenía que aportar.

Pero además la malicia de los indígenas les hace decir que el hombre del bosque (gorila), sabe hablar tan bien como tú y como yo, pero que no quiere hablar porque entonces el blanco cogería al hombre del bosque y le llevaría de bracero a su finca para trabajar, y desde luego que buenos resultados obtendría si empleara su potencia para ello. Igual que hemos logrado que animales agresivos como el búfalo o animales impresionantes como el elefante actúen en labores agrícolas para nuestro beneficio, que se podría lograr con una brigada forestal de gorilas, cuya inteligencia se presume superior a la del búfalo o la del elefante, tal vez por eso se niegan a trabajar, y disimulan que no hablan y no nos entienden. El día que se establezca de verdad una democracia en el mundo, podemos tener la sorpresa de que se presenten como partido político, Gorilas para la Democracia.

El corazón y otras vísceras nobles de la caza del gorila, son para el valiente cazador que sabía jugarse la vida sin pestañear, y los demás miembros y trozos de carne a los diversos habitantes del poblado, según su importancia y categoría. Únicamente las gentes jóvenes tenían prohibido comer carne de gorila, que es muy parecida a la del hombre. Aquí tenemos otra de las razones que explica el origen del canibalismo.

Todo ello tiene una justificación en muchos pueblos primitivos, en que se suponía que comiendo la carne de un hombre se heredaban los virtudes, especialmente de lo que se comiera, de su cerebro la inteligencia, de su brazo, la fuerza, de su corazón el valor. Así de un gorila se transmitía su fuerza y valor. Esa técnica que con un objeto, una comida o una serie de amuletos introducidos dentro de una bolsa, se consiguen resultados óptimos para el que los solicita, es lo que se denomina “biang”( el biang es tanto el objeto como la fuerza oculta), como un diente de una persona, el pelo, las uñas, tienen algo de ese ser, como una prolongación de su personalidad, de su cuerpo, de su espíritu. Para el fang el alma es la sombra del individuo el –nsisim- , pero cuando muere el cuerpo nyol esa sombra habita o se identifica con los objetos de su entorno y con sus restos en lo que llaman nkon ( bekon en plural). Para que obtenga un resultado satisfactorio del biang, deben cumplirse unos ritos, unas fórmulas, a veces ciertas danzas con un ritmo determinado, por ejemplo imitando el ruido del viento, la velocidad de un leopardo, etc. Cuando no se obtiene el resultado apetecido siempre se puede echar la culpa al individuo que se habrá saltado alguna de las prohibiciones exigidas, tales como no beber alcohol esos días, no practicar relaciones sexuales, o no atender con la suficiente generosidad al hechicero ( ntoo-biang). Eso no tiene nada que ver con los conjuros negativos que provocan desgracias, y que esos maleficios pueden no solo ser hacia un individuo sino a todo un poblado, con lo que los grupos están siempre sometidos a esos ndven, de tal forma que puede obligarse a mudar de territorio para evitarlo si las formulas o antídotos mágicos no dan resultado.

Algunos días íbamos a la leprosería, en cuyo bosque se podía cazar con perro. Mis tíos tenían dos magníficos perros que levantaban las perdices a bandadas, pero mi especialidad era asustar a las perdices, ya que en vuelo no era capaz de cazar ninguna; en cambio, con un cazador llamado Andrés Ndongo, la cosa era muy sencilla. Andrés cogía una flor en forma de campana, soplando en ella, generaba el mismo canto que la perdiz hembra. Al poco rato, aparecían las perdices machos posándose en alguna rama cercana buscando con su mirada a la hembra en celo, y haciendo resaltar su corpulencia, sus colores, en otras palabras pavoneándose, con lo que era fácil localizarlos. Otras veces contestaban a nuestra llamada desde un lugar cercano, lo que nos permitía de una forma u otra acercarnos y con calma disparar sobre ellas. (Si se piensa sobre el asunto, se verá que en cuanto una mujer nos llama o está cerca, quedamos en peligro de muerte, dado que nuestra mente se ablanda.)

Un día vino un ministro español con la intención de cazar elefantes. El comandante del puesto, capitán Verdugo, había destacado unos cazadores días antes para localizar alguna manada, así que en cuanto llegó el personaje, se formó la expedición con un Land Rover hasta el lugar más cercano en que se había localizado una manada. Se notaba el paso de las fieras, ya que abrían trochas en la espesura. A paso firme el grupo se internó por una trocha, donde destacaba la defecación del animal, que iba colocando pasteles de casi cien centímetros de diámetro. Los cazadores introducían su índice en los pasteles y sentenciaban: –Hace una hora que ha pasado por aquí. Cuando llevábamos cuatro horas de marcha, con los cuerpos inundados de sudor, rodeados de moscas y mosquitos que igualmente seguían la pista de los proboscideos, llenos de barro, con mucha sed, al ministro se le pasó su ansia de cazar elefantes, y determinó volver a tomarse un wisky and sonda en el cuartel de la Guardia Colonial.

En la época romana, existían elefantes en el norte de África, pero perseguidos con saña, fueron obligados a refugiarse en la selva. La cacería indiscriminada llegaba al punto de capturar o matar elefantes, efectuando un círculo de fuego para ello, con lo que quemaban extensiones de bosque o sábana importantes para lograr sus fines, matando toda fauna y flora de esa zona. Como comentaba un indígena, “ si hubiéramos tenido colmillos, no quedaríamos ninguno vivo.“

Del Congo Belga llegaron a matar tantos elefantes que sobre los años veinte, en el mercado de Amberes se vendieron más de cincuenta mil colmillos en un año. Con pesos de cincuenta kilos el par. Si calculamos que hasta los veinte años no es adulto el elefante, y pensamos que siempre van en manada, significa que los ejemplares no desarrollados fueron matados y abandonados sin extraerles los colmillos por su escaso valor en función del tiempo y su mercado

Por cierto en el Congo Belga, se estableció a final del siglo pasado hacía 1890, la escuela Api, donde se trajeron cornacs de la India, para adiestrar elefantes en el trabajo y ayuda del desbosque con cierto éxito aunque parece ser que el elefante africano es más salvaje que el asiático y le cuesta adaptarse al trabajo forestal unos veinte años, periodo dilatado hasta que efectúan el trabajo con eficiencia, pero contando que un elefante su vida llega en algunos casos a los doscientos años, no es desdeñable. De una forma u otra se enseñó a muchos congoleses a la guía de paquidermos. Esta labor se inicia atando un elefante joven a un elefante nodriza hasta que aprende a respetar las chozas indígenas no rascándose en sus paredes, a bañarse y a respetar a su cornac y obedecer sus gritos de mando y que darle un golpe de pie en un lado significa girar hacia ese lado, y así muchas otras ordenes.

                         Barcelona a  25 de septiembre 2012

lunes, 24 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA- CAPÍTULO XLI

                                                      El Nuevo Paseo Marítimo de Bata    

                                                       RÍO MUNI

Como preámbulo a las costumbres, hábitos e infraestructuras, debo decir que en muchos casos redacto en presente, pero ello no presupone que ni ahora ni en los años cuarenta existieran esas costumbres, tradiciones y forma de vida, ya que la evolución de esos pueblos así como los cambios de su vida cotidiana, ha sido muy rápido pero nunca en todas partes al mismo ritmo. Ello no es óbice que en lo esencial se haya escrito en pretérito.

Río Muni lo que en lenguaje coloquial llamábamos El Continente, está situado entre Camerún por el norte haciendo el río Ntem ( antes Río Campo) de separación y por el Sur sirve de frontera el estuario del Muni y el río Utamboni que lo separa de Gabón, además de las islas de Corisco Elobey grande y Elobey Chico, situadas en la cercanía del estuario del Muni. Con unos 26.000 km. cuadrados de extensión. Es la tierra de los fang y los ndwoes, aunque los primeros prevalecen sobre todos, con sus dos ramas más importantes los Ntumo y los Okak, y tal vez han mantenido esa vitalidad agresiva entre otras razones a sus prohibiciones endogámicas, que no permitían los casamientos entre personas de la misma tribu, lo que no favorece la pureza racial pero permite ir incorporando a su clan nueva sangre e incluso nuevas costumbres, hábitos, ya que desde que partieron se supone del sur del Sudán, o según otras leyendas del Mergara Mebu ( más allá del mar), y en ese desplazamiento como pueblo nómada tal vez unos cien años, por los desiertos y sábanas del Continente negro, mucho han tenido que asimilar, adaptar o incorporar a sus hábitos, aunque por otra parte de los diferentes clanes Okak, Ntumo, Bulu, fang, Maka, Fong, Ndsend, ha prevalecido el fang que es el que les ha dado nombre. Ya que su Díos Nsama los creó pero los dejó a su libre albedrío, para protegerse en su emigración se formaron grupos familiares, los etunga bot, cuyos lazos, intereses y pensamientos quedan bajo un mando, que reparte el trabajo, asigna los bienes y juntos en el abáa o casa de la palabra, imparte justicia, rodeado de los ancianos y los nkukuman (hombres ricos), en torno a un pequeño fuego, que sirve para ahuyentar a los mosquitos con su humo y de llama para prender en sus cachimbas. Lugar que por cierto a las mujeres les estaba prohibida la entrada, salvo para llevarles la comida, o en casos excepcionales que se activaba el ekulo abá ( permiso).El negro es muy amante de la conversación, así que en cualquier juicio o decisión, pueden pasarse horas incluso días para llegar a un acuerdo que en algunos casos se puede sellar con un brote de sangre en los brazos e intercambio de esta entre los litigantes. Los acuerdos de guerra o lucha en otros tiempos no llegaban necesariamente al derramamiento de sangre, eran enfrentamientos de poder, los mínimos se denominan “bite” y los de mayor extensión “nfulame. A los hombres se les encomendaba , la caza y la guerra, fabricar las viviendas, las armas y los utensilios, desboscar y preparar los terrenos para construir el poblado. A las mujeres el cuidado de los hijos, la comida y los trabajos penosos del campo, de tal forma que en muchos casos iban cargadas como bestias de carga con sus nkues. Además de “esas ventajas” la mujer tenía un valor económico, ya que podía ser vendida, cuando es a cambio de objetos se llamaba aluk, permutada( nfol), entregada como garantía de préstamo o alquilada, nvia o eban. En caso de fallecimiento de esa mujer sin haber dado descendencia o prematuramente, se debía devolver la dote o nsua. Aunque los tiempos han variado y hoy en día, un fang presumo debe tener problemas para domeñar a la mujer, pese a persistir costumbres como la que si tiene varias mujeres, debe “atenderlas” a todas así como habilitarle una cocina para cada mujer, repartir el trabajo y tantas preocupaciones, no olvidando la de “atender” a todas que creo van renunciando a ese hábito de tener muchas mujeres, y lo que hacen es que van cambiando de mujer que es virtud adecuada al hombre pero nefasta si las mujeres hicieran lo mismo.

En esa zona africana, donde practicar el acto sexual es algo natural, sin ningún tipo de tabúes, resulta paradójico que en el pueblo fang, se considere pecado grave de fornicación, el practicar el sexo con una del mismo clan, es lo que llaman ¡ NSAMA DULU,! -¡ De Donde huye Dios!.

Las luchas entre pueblos fang y pueblos ndowes , han sido constantes, se inician por la caza, la pesca, o por el rapto de una mujer que se ha enamorado de un hombre de otro origen, a veces se arreglaba con el intercambio de alguna mujer entre el ofensor y el ofendido. En las luchas además del potencial humano la mayor importancia se basaba en el armamento, donde las escopetas de chispa o pistón era la base decisoria, aún quedan poblados testigos de esto, como recuerda el nombre de la villa de Nterenga ( El de las cien escopetas) Las autoridades coloniales desde el principio vigilaban esto, pero la forma más fácil de adquirir esclavos, marfil u otros productos, era el trueque mediante armamento. Esos elementos bélicos han influido en la extinción de muchas especies animales, ya que el fang pese a algunos estudios que le atribuyen su preferencia de vegetales, harinas y tubérculos, su verdadera pasión es la carne en todas sus variantes. Como dice Luis Báguena en un estudio,: come toda la carne que puede y se atraca de productos vegetales. Utilizaba para su caza trampas, escopetas, lanzas, ballestas lanzadoras de flechas envenenadas, capturaba animales pequeños pangolines, antílopes y otros con perros a los que colocaba una pequeña campana en el cuello para localizarlos , utilizaban arbolillos curvados que actuaban de resorte para estrangular con nudos a los monos, aunque su caza preferida era el cerdo.

En África nos llama mucho la atención a los europeos, cuando nos presentan a un persona, que en muchos casos, nos los presentan como my brother, (mi hermano) y cuando te han presentado a diez o doce como hermanos, empiezas a sospechar que te engañan, o que no te enteras de que va la guerra. Y es que los componentes de un grupo familiar, poblado, ( en fang, adyón) se dicen moaadyón (hermano)o kadsan ( hermana)ya que se han unido para formar una organización muy estrecha en todos los ámbitos, y es así que pese a no tener tradición escrita todos conocen su árbol genealógico que recitan de memoria, su mebara.

En los poblados las casas de cemento y techo de uralita, va sustituyendo a las de hojas de palmera superpuestas y atadas con fibras vegetales, los cestos grandes de nipa (ngundé) donde se conservan los cacahuetes, el maíz u otros productos para preservarlos de las ratas van siendo sustituidos por los cofres o por los envases de plástico. Las calabazas huecas para transportar el agua (ngon) dan paso al vidrio aunque se conserva bien el clásico mortero de madera para machacar el cacahuete, la yuca, el picante etc. El delantal de fibra (ebui) ha sido descartado por el clote o incluso por el pantalón vaquero. La escopeta de cartuchos del doce ha ganado la batalla a la ballesta (ñfaan), a las flechas envenenadas con estrofanto, a la lanza (ekong) armas que solo se conservan para los ceremoniales.

En las vacaciones del año cuarenta y siete, mis tíos me invitaron a pasar un par de meses en Mikomeseng, en el corazón de nuestra zona Continental, donde tenían una factoría contigua a la leprosería, una de las mejores del mundo, en que los leprosos vivían en poblados acotados, pero con entera libertad, e iban los días asignados al centro hospitalario a sus revisiones. Se dispuso un terreno de 1.800 hectáreas de terreno fértil para el uso de los leprosos como fincas donde poder plantar los alimentos que estimaran pertinente. Del pequeño dispensario original con poco número de enfermos, cuando se constató que muchos de ellos se curaban, llegaron enfermos desde Camerún y Gabón, hasta tener unas cifras cercanas a los tres mil enfermos. Con el tiempo se normalizó la población del lazareto, pasando a ser de unas 300 personas en 1968, al reducirse y curarse muchos de ellos de la terrible enfermedad de Hansen. Ya que la técnica nativa del empleo del miam angomo, un medicamento mitad medicinal mitad de hechicería, no funcionaba con tan buenos resultados como el sistema europeo.

En las factorías como la de mis tíos se vendía de todo, desde petróleo para los quinqués y lámparas hasta comida envasada lo que llamábamos laterío es decir: sardinas, atún, tomate, etc. Igualmente, ropa, cubos, machetes, etc. Eran los grandes almacenes actuales con productos más dispares, dependiendo siempre de las necesidades locales. Las factorías en los poblados alejados servían como lugar donde el agricultor pequeño iba a vender su cacao, café, yuca u otros productos cuyo volumen de producción no le permitía ir a venderlos directamente a la capital. El factor agrupaba estas compras y con su camión las trasladaba a los almacenes de una de las grandes firmas de exportación situadas en Bata, quienes tenían ya un precio prefijado del producto.

Dada la cercanía de la leprosería de la factoría donde trabajaban mis tíos, acudían muchos leprosos a comprar y vender, pagando con monedas especiales de metal, que luego la dirección de la leprosería lo restituía en dinero legal; se hacía esto con la creencia de que en el metal, cualquier virus no podía subsistir, y sí en cambio en un billete de papel, ya que podía incluso alimentarse de éste o de la humedad que acumulaba en el mismo.

                              Barcelona a 25  septiembre 2012

domingo, 23 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA CAPÍTULO XL

Consejo de Vecinos


                                        El Ayuntamiento , titulado entonces Consejo de Vecinos  1956                  

Antes de Basilé, los confinados de Loja que estaban detenidos en la fragata Perla, durante la epidemia de fiebre amarilla de 1862, al recibir el indulto y no poderse de momento trasladar a la Península, solicitaron se les construyera unos barracones a quinientos metros de altura más o menos en el poblado de Santa Cecilia cerca de Banapá, camino de Basilé, y visto el éxito de su acomodación y salud, el Gobernador Ayllon encargó al comandante de ingenieros don Francisco de Paula Osorio la construcción de establecimientos para las tropas, que fueron ocupados posteriormente verificándose con el tiempo de que a esas alturas y abriendo el terreno a la entrada de la brisa, saneando los terrenos cercanos, las enfermedades tropicales eran benignas y posibles de combatir.


En Basilé se instaló la primera casa prefabricada que llegó a Guinea en 1868, aunque el colegio-internado fue inaugurado por las concepcionistas el 16 de julio de 1898. La temperatura en esa zona ronda los 26 grados.

Mi hermana Paquita, que la subimos a Basilé por anémica, la tuvimos que bajar al cabo de un año, porque si esperamos más, necesitamos una grúa para moverla. Bajó gorda y pesada. Salvador y yo no la dejábamos arrimarse a la nevera, porque estaba todo el día con ganas de comer. Se ve que la comida nativa que es la que le daban, a base de malanga, yuca y ñame, le sentaba muy bien,por la noche hasta los 16, por lo que está dentro de unos límites muy agradables.

Mi hermana subió a Basilé por recomendación, dado que el colegio era de nativas, y no estaba concebido para tener europeas. Al cabo de tres años, se había preparado un pabellón, en el que estudiaban cerca de 200 blancas, y había lista de espera para entrar, ello sin duda se debió a la recuperación física que se observaba en las niñas que subían a ese colegio.

Para evitar líos familiares, diré que mi hermana al poco tiempo de bajar a Malabo, se le estilizó sui línea y aún hoy es una sílfide.

En esa zona se estableció en 1892 una colonia de familias españolas venidas de Argel. Cincuenta y cuatro personas formaron aquel núcleo amplio de población, que no prosperó por las enfermedades, tal vez al no estar adaptadas las viviendas, y en mayor parte, porque entonces no se tomaba quinina, elemento primordial que a partir de su descubrimiento, ingestión y medicación diaria, permitió al europeo luchar contra la enfermedad más extendida que era la malaria. Posteriormente salieron otros medicamentos, como el atepe, resochin, paludrina etc., aunque la desecación de zonas pantanosas, fumigaciones, sulfataciones, así como otros adelantos de la higiene sanitaria, hizo posible la colonización y evolución de África.

La quinina se extrae de la corteza del quino o Cinchona succirubra nombre que le impuso Linneo en memoria de la condesa de Chinchón esposa del Virrey del Perú que se curó de las fiebres con el tratamiento por infusiones de esa sustancia, por eso en 1638 se le denominaba corteza del Perú, aunque al principio las celebridades médicas no creían en las virtudes de esta especie vegetal, capaz de destruir las formas asexuadas de los parásitos de la malaria, y que tal vez el problema que tenía al principio era la cantidad a dosificar, ya que entre sus efectos secundarios atacaba al oído, dicen las malas lenguas que todos los políticos toman quinina ( porque están sordos).Se cuenta que los naturales de la Isla, antes de llegar la civilización o como se llame nuestro invento europeo, ya tomaban en forma de cocimientos amargos, lo que se conocía como la quina fibrosa de Bergen.

       Barcelona a 23 de septiembre 2012