sábado, 10 de noviembre de 2012

MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS- I


                                                                       
                                                                        

                                               MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS- I



La vida va dejando semillas que como esporas están adormecidas y al recordarlas germinan en un bello rosal, y se encuentran explicaciones a hechos que creíamos injustificados o injustificables.

A tal fin voy a ir buscando en mis libros y especialmente en la revista La Guinea Española, casi única revista que perduró durante la época colonial y en cuyas páginas se reflejaban los avatares de desarrollo.



                           -- Extraído de la revista La Guinea Española de fecha 28.8.1903



                                                          CABO SAN JUAN



El día 21 de julio falleció, después de larga enfermedad y recibidos todos los auxilios de nuestra santa religión, el más temido de los jefes pamues llamado en la infidelidad Nguasa Nse, y bautizado hacía seis años con el nombre de Pedro. Al acto del entierro, verificado en la tarde del mismo día acudieron muchísimos pamues, armados unos 30 de ellos con largas espingardas para hacer las descargas correspondientes a la calidad del jefe difunto. Al levantar el cadáver de la Iglesia , después de cantado el Responso, a la voz de fuego, dada por José Maveña, hijo del finado, los 30 hombres puestos en fila atronaron los aires con la simultánea descarga de sus armas, la cual se repitió al colocar el cadáver en la fosa abierta en el cementerio de la Misión,. En otro número pensamos dar más datos acerca de la vida de Pedro Nguasa, que tantos años y con aplauso de los gobernadores, representó la autoridad española entre los pamues. ELECCIÓN DEL SUCESOR- El día siguiente a la muerte de don Pedro Nguasa, acudieron todos a oír la misa que por él se dijo, tras la cual, reunidos los tres hijos mayores de Nguasa con sus dos tíos paternos que podríamos llamar pretendientes a la sucesión, y en presencia de los padres de esta Misión, presidiendo la reunión un hermoso cuadro de S.M. Alfonso XIII, se procedió a la designación del sucesor, recayendo la elección en la persona de Obiang el hijo mayor del difunto, la cual elección confirmó pocos días después el Subgobernador de Elobey, nombrando a Obiang representante del gobierno entre los pamues.

lunes, 5 de noviembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- CAPÍTULO 64 - ÚLTIMO

                                                        Con mi traje de hausa o similar


Antes de abandonar el Paraíso Terrenal, se me dio la oportunidad de conocer la isla de Annobon, que tiene este nombre por haber sido descubierta el día primero del mes de Enero (por similitud es en portugués- año nuevo-) isla mal comunicada y que solamente cada dos meses a lo sumo iba el barco Río Francolí u otro de pequeño cabotaje, habitualmente el mismo que iba a recoger o llevar trabajadores a Nigeria.

Para ir a Annobón se pasaba la línea del Ecuador, por lo que los pocos pasajeros que íbamos lo celebramos con la tripulación, destapando unas botellas de cava.

Annobón se encuentra situada a 300 millas de Fernando Poo y 200 del continente africano, y su pequeño tamaño, 17 kilómetros cuadrados, no ha impedido las luchas diplomáticas y de todo tipo para su posesión entre Inglaterra, Francia, Alemania y España.

Según el historiador nativo don Miguel Zamora Loboch, fue descubierta por los marinos portugueses Juan de Santarem y Pedro Escobar en 1471. Encontrándose deshabitada, su posterior propietario, Luis de Almeida, trajo familias de Angola y Sao Tomé, fundando el poblado actual de San Antonio, dado que la isla parece que estaba deshabitada, trajeron cabritos, chivos y carneros, pero solo sobrevivieron los cabritos que junto a las gallinas es uno de los alimentos suplementarios de la abundante pesca.

La isla fue prisión y lugar de destierro, y pese a su escasa población, unos 3.000 habitantes, es tal vez el sitio donde han muerto asesinados más blancos. El primero, el gobernador general, don Gustavo Sostoa, en 1932, por el delegado gubernativo al que acababa de destituir don Restituto Castilla. Años más tarde, caía asesinado en manos de un preso el practicante, Atané, que visitaba en labor médica la isla. Cerca de sus costas y cuando se dirigía a la isla, murió de fiebres el primer comisario español de aquellos territorios, conde de Argelejo, en el año 1778, aunque otros opinan que murió intentando desembarcar en la Isla.

Oteamos la isla perdida en el Océano Atlántico, gracias a uno de sus picos más importantes, el Pico de Fogo, que tiene forma de sombrero mejicano, de unos 450 metros de altura. Fondeamos a unos cien metros de la playa, pues no existe embarcadero. Con sus enormes cayucos los “ámbös”, magníficos pescadores, se fueron acercando al barco para recoger mercancías y pasajeros. Estos bravos isleños en otros tiempos pescaban ballenas en sus frágiles embarcaciones, cuando sus necesidades eran más apremiantes y la abundancia de cetáceos permitía casi seleccionar la distancia y el momento.

Visitamos el cementerio, donde entre los diez misioneros enterrados estaba mi paciente profesor padre Alfonso Roca. En la casa misional y preparado por un nativo, nos obsequiaron con una fritada de pescado, que sabía a gloria, cogido aquella misma mañana.

Dado que todos los nativos hablan perfectamente español, no utilizan el pichinglis y se consideran totalmente españoles; su idioma es el fa d´Ambó, que es una mezcla de portugués antiguo y de los primeros trabajadores de Angola que se trajo a la Isla su dueño. El jefe del poblado nos estuvo explicando historias y problemas de medicinas, alimentos básicos y otros que se les presentan cuando el barco está varios meses sin llegar a sus tierras. Sentí rabia de mi impotencia de no poder ayudar a aquellos ámbös ( etnia de esta isla) que estaban dispuestos a dar su vida por España, y ésta los tenía abandonados en todos los aspectos.

Embarcamos por la tarde. Estar fondeados por la noche cerca de la isla es peligroso, e iniciamos la marcha derramando alguna lágrima en honor de esa gente tan abierta, franca y afectuosa.

De vuelta a Santa Isabel, me pasé dos días dando abrazos, besos, llorando como un niño; al despedirme de todo mi patrimonio moral, de mis únicos amigos, de los paisajes gratos a mis ojos, de la forma de vida que había forjado en aquellas tierras durante mi niñez, mi juventud y mi adolescencia, quería despedirme de cada rincón, de cada palmera. Todos los sitios tenían depositada una semilla de mi corazón, un fruto de mi esfuerzo, una selva de mi amor.

En aquel Agosto de 1964, me llevaron al aeropuerto, a aquella explanada donde en los tiempos que aterrizaba un avión Douglas, que una vez a la semana hacía el corto vuelo de Santa Isabel a Bata, con retorno el mismo día; en aquella pradera que en mis primeros años en la isla montábamos en medio de la pista una tienda hecha con nipas y cañas, para descansar de nuestras excursiones en bicicleta, encendiendo una hoguera, para espantar a los mosquitos. Ahora la pradera se transformó en una pista de cemento, para un aeropuerto internacional de cuyas instalaciones abandonaría el todo para ir a buscar al no sé qué.

Desde la ventanilla del avión iba viendo difuminándose la silueta de mi tierra, donde había dejado mi corazón, miles de sueños y sentía la angustia de cambiar el paraíso por la selva del cemento.

Así terminó una etapa colonialista, dejando en aquella tierra el cuerpo de mi abuela, mi cuñada, primos y amigos. Una etapa colonialista que la mayoría de bubis, así como muchos fang, desearían volver, y me consta que añoran tanto como yo. He dejado muchas cosas, pero en el sosiego de la distancia, añoro las que he dejado de ver, hacer o sentir


  AGRADECERÍA A LOS QUE HABEIS LEÍDO ESTOS CAPÍTULOS O ALGUNO DE ELLLOS
  UN COMENTARIO CRÍTICO SOBRE ESTA MI BIOGRAFÍA NOVELADA.


                                  AGRADECEROS IGUALMENTE LAS NUMEROSAS VISITAS
                                  QUE TENGO EN M,I BLOG. GRACIAS

                                             FERNANDO GARCÍA GIMENO


























LIBROS DE CONSULTA



A history of African Exploration David Moutfield 1976

A través del Continente Negro

exped. Citroen G.Marie Hardt-L.Aud 1929

África Occidental española Fancisco del Río Joan 1915

África un español en el G. Guinea Ramón Jiménez F. 2000

Manuel Iradier

Agricultura de Guinea p. Para España Jaime Nosti 1948

Anecdotario Pamue J. Bravo Carbonell 1942

Angel Barrera y las poses. Españolas

Del Golfo de Guinea M.Góngora Echenique 1923

Arh. Instit. E. Africanos A.de Larrea Palacin 1954

De colon. Y economía en G. Española R. Perpiña Grau 1942

El Bosque de la Guinea exp. Y explot. Juan Capdevielle T. 1947

En el país de los bubis Emilio Guinea 1949

En el país de los pamues Emilio Guinea 1947

Estudios Topográfico-médicos Fernando Poo A.San Martín y Montes 1867

Etnografía de Fernando Poo- los bubis Abelardo de Unzueta 1947

Fernando Poo y sus dependencias P. Ferrer Piera 1900

Guinea Continental española A. De Unzueta 1944

Guinea española Agustín del Saz 1944

Historia geográfica de la isla Fernando P.A. de Unzueta 1947

Industria en Guinea Revista mensual 1955

Iradier J. Cordero Torres 1944

Islas del Golfo de Guinea A. De Unzueta y Yuste 1945

La Ciudad de Clarence A. Martín del Molino 1993

La Iglesia en la Guinea Ecuatorial

Fernando Poo Tomás L. Pujadas 1968

La Iglesia en la Guinea Ecuatorial

Río Muni Tomás L.Pujadas 1983

La Vida animal en la Guinea Española Aurelio Basilio C.M.F. 1952

Las Posesiones españolas del G. Guinea Manuel Monfort y Prats 1900

Legislación regional Fernando Poo y Muni Antonio Fraile Román 1961

Los bubis ritos y creencias A. Martín Molino 1993

Los exploradores Dálmonte y Benitez Julio Romano 1950

Los negros Maurice Delafosse 1931

Los pamues de nuestra Guinea Luis Trujeda Incera 1946

Manuel Iradier A. Martinez Salazar 1993

Manuel Iradier comer. Primer centenario Inst. estudios afric. 1956

Memoria del G. General T.E.G. Guinea G. General de Guinea 1955

Memorias de las misiones de Fernando Poo Procurador misioneros 1890

Una obra de Colonización alemana

En Fernando Poo sin autor 1919

domingo, 4 de noviembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO CAPÍTULO 63 -


                                                         
                                                                  Annobón
                                                     ¡ HASTA SIEMPRE GUINEA!

Yo me acordaré toda la vida de África, donde enterré mis mejores esfuerzos, las ilusiones más honestas, recordaré a cada uno de mis amigos, de las personas que de una forma fugaz pasaron por mi entorno pero dejaron su semilla de amistad, y mi pregunta es ¿ Alguien se acordará de mi? ¿ Un ser tendrá un momento en su mente, en su recuerdo, aquel Fernando que rió, lloró con él en aquel lugar ?. Me gustaría irme de este mundo teniendo conocimiento de que ese favor que hice, esa sonrisa que lancé, aquel apretón de manos que di, germinaron en recuerdos, ayer, hoy o mañana.

Por cierto, no sé si a alguien le ha pasado, cuando era muy joven, a veces al llegar a un lugar, en que no había estado nunca, reconocía su trazado, adivinaba la situación de un árbol, aparecía el recuerdo de una casa, que era exacta como mi pensamiento o mi imaginación me describía. Tal vez como si hubiera vivido otra vida, y en ella, habría estado en aquel lugar. Al hacerme mayor perdí esa facultad, o tal vez mi vida anterior , si la tuve, ya se ha borrado del todo. Quisiera que si existe esa reencarnación, volver a ser una persona buena, como creo he sido, y me agradaría enmendar aquellos actos, en que la ira, el orgullo, la soberbia me ha dominado. Pero sobre todo volver a tener unos amigos tan maravillosos de los que he gozado.

Los fines de semana y los días que no teníamos teatro u otra actividad, nos juntábamos en el Casino a practicar nuevos bailes, como el Madison, que fue al principio arrollador.

Todos formábamos un grupo tan unido que los coches y las motos se quedaban con las llaves puestas, lo normal es que hiciéramos intercambio de vehículos sin consultar, dependiendo de precisar moto, Land Rover o turismo. Las motos todas eran BMW, y en los coches tampoco había mucha variación. El intercambio de chicas ya no era tan normal, sí mucho más usual el de las miningas, aunque eran ellas las que escogían y nos dejaban plantados para irse con otro amigo, normalmente con el que se lo pasaba mejor por su conversación nunca por el aspecto económico, tanto es así que en la Isla había hijos de los grandes finqueros, que venían de vacaciones, o a buscarse una forma de hacer el servicio militar en Guinea, donde solo eran tres meses, y pese a su alto nivel económico no lograban más que otros que sus medios eran mínimos.

El que uno fuera el elegido, derivaba en que durante algunos días nos avasallaba el agraciado con su “ego” subido de tono. Antes de retirarnos a casa, las pasábamos a recoger a Anita Guau o Riakamba, los dos únicos bailes que existían, en los que no se pagaba entrada, y una bebida costaba lo mismo que en un bar normal, te podías permitir el lujo de invitar a las chicas a cuantas copas de coñac fueran capaces de beber, ya allí no era como en España, que les servían coca-cola en copa, y te cobraban como coñac o wisky. Lo curioso es que en esos bares no existía prohibición de bebida alcohólica para los nativos, cuando en la calle estaba perseguida.

Yo seguía con mi baloncesto, dando clases gratis a todos los colegios de la ciudad, al Orfanato y a Basilé. Era secretario del Casino, centro neurálgico de las fiestas y juergas de Fernando Poo. Me ganaba muy bien la vida, aunque me gastaba todo lo que ganaba. Parte del material deportivo lo financiaba con mis ingresos, pero empezaron las presiones de la autonomía, tanto para los blancos como para los negros. Por ejemplo, a mí, que era socio del tiro nacional y pertenecía al somatén, la Policía me incautó una pistola de cachas nacaradas que legalmente acababa de comprarme, por indicación de la misma policía que ahora me la quitaba. Por cierto todavía tengo el papel de la incautación.

En la selección de baloncesto de la isla jugaba conmigo Luis Maho, al que hice capitán, este abogado educado en Barcelona ocupó un cargo importante en el Ministerio de Justicia con el primer presidente de Guinea Macías, e igualmente jugaba Saturnino Ibongo, que fue el representante del Gobierno de Macías en la ONU, y a quien Macias asesinó. Saturnino era un magnífico estudiante, universitario licenciado por la Universidad de Deusto. Estando rodeado de los futuros gobernantes de la nueva nación africana, vivía las corrientes políticas, comentándolas con ellos, en parte porque me consideraba tan nativo como ellos, pese al error que hizo el Gobierno de España no permitiendo votar ni tan siquiera en las autonómicas a personas como yo, que llevaban viviendo veintidós años en la isla, pero es que tampoco a primos míos que habían nacido allí. En cambio sí lo permitió a negros procedentes de otras partes de África, alguno de ellos llevaban pocos años en la isla. Resumiendo, nos discriminaron por el color de la piel.

Cuando a veces la gente me pregunta de dónde soy, siempre contesto que africano, pues es la tierra donde pasé la niñez, la juventud y parte de la madurez. Donde recibí mucho, aportando, por mi parte, la semilla de mi amor por África.

Un día en una reunión, mis amigos nativos empezaron a comentar que los blancos nos teníamos que ir todos, que ya los habíamos explotado mucho, etc., que no me sintiera ofendido, dado que yo era uno de ellos. Esa conversación me indignó, porque muchos de ellos nacidos en España, se habían casado con blancas, habiendo llegado a Guinea por primera vez hacía pocos años, no habiendo aportado nada, absolutamente nada al país, vinieran a imponer sus bastardos criterios, basados en que no habiendo blancos, todos los puestos importantes e interesantes serían para ellos.

Por otra parte se empezaba a notar las divergencias entre las diferentes etnias, y la lucha que se iba a establecer entre Fernando Poo y río Muni, aunque las conversaciones se mantenían en un tono moderado, responsable y abierto al diálogo, empezó a preocuparme, pese a que por otra parte hacia mi persona nada más oía palabras cariñosas, pero también comprendía que los líderes más extremistas serían los votados, presumía que mis amigos se verían obligados a ser extremistas para ascender al poder y la vida de los blancos se nos iba a complicar en África, incluso a personas como yo, que era lo único que conocía y que amaba.

Prueba que todos no opinaban lo mismo, es que un día estando en Anita Guau, bailando con María Malabo, que como he comentado antes era nieta, según parece, del rey de la isla, se inició una pelea entre varios indígenas, y al preguntarle a María qué pasaba, me respondió que uno quería meterse conmigo y el resto salió en mi defensa. María trabajaba de telefonista con mi hermana en la Central Telefónica, y algunas veces mi hermana que era su jefe le interrogaba, si veía por las noches en Anita Guau a su novio Pedro Marín, y María contestaba muy graciosa : A su novio no lo veo pero a su hermano Fernando todos los días.

El Gobierno de España, como fue habitual en todas las políticas de descolonización a través de la historia, lo hizo mal, en parte porque sus consejeros en muchos casos eran personas que visitaban las colonias, se tomaban unas copas con los nativos, y ya creían que lo sabían todo. Nunca se dejaron aconsejar por los españoles que habían nacido en esas colonias, o que estaban totalmente vinculados a esos territorios, ni tan siquiera de los fernandinos que formaban parte de la élite de la población.

Por otra parte, dentro del Gobierno español existían dos tendencias, una encabezada por Carrero Blanco (de quien decían que sabía mucho sobre Fernando Poo, por tener intereses en la isla, aunque no podría asegurarlo) y otra Castíella, que en esto demostró una visión nefasta. Carrero era de la tendencia de independencia separada y Castíella de dársela conjuntamente, como así se hizo con un presidente fang y un vicepresidente bubi. Tenía que haber sido federada o separada o autonómica, como son ahora todas las regiones españolas, pero sobre todo, no haber cedido a las presiones de la ONU y haber preparado mejor la transición, especialmente incorporando a las nuevas generaciones de universitarios que se estaban preparando en España, y apoyando de una forma decisiva la nueva economía del país, invirtiendo pero controlando donde y como se manejaba el dinero, no es manos de ineptos o ambiciosos sin escrúpulos.

Por otra parte, todas las independencias tienen el problema que los habitantes de estos territorios que se sienten liberados condicionan las injusticias al país colonizador, cuando la realidad es que injusticia existe hasta en los países libres, donde los dirigentes o capitalistas ejercen la justicia con diferentes varas de medir. El obrero se siente avasallado y explotado. Pero la democracia, aun siendo mala, es el menos malo de los sistemas, tanto en una colonia como en la metrópoli.

La independencia tenía otro problema añadido: las diferencias básicas que existían entre Río Muni y la isla, que eran muy someramente las siguientes:



                            FERNANDO PÓO



Situado a 35 kilómetros de la Costa, su extensión es de 2.071 Km. Origen volcánico con montes de 3.080 metros, 1900 y 2000 los más importantes, de unos 70 kilómetros de larga por 35 de ancha más o menos. Su parte norte donde está la capital la más poblada y la parte sur Ureka casi salvaje todavía.

Con setenta y cinco mil habitantes, de los cuales 40.000 eran trabajadores nigerianos, 5.000 cameruneses, 15.000 bubis, 4.000 europeos o blancos, 3.000 fangs y 7.000 de otras etnias, entre ellos muchos criós o fernandinos, llamados así porque sus antepasados procedían de otras partes de África, pero ellos habían nacido en la isla. Las cifras nunca han coincidido, pero las proporciones deben ser muy similares. La isla sufrió una merma de población muy importante debido a la viruela de 1889., desde esa fecha a 1930 la población se redujo en un 50% según algunos expertos, desapareciendo poblados tales como Biobanda, Relebó, Nohobá , mermando muchísimo los de Risule, Riringó, Maddo y otros especialmente de la zona alta y central de la región.

Riqueza: Cacao de alta calidad, plátano, algo de café, pesca, con reservas importantes de petróleo no utilizables en aquel momento. Resumiendo, con una economía de las más prósperas de todo el mundo, así como una infraestructura importante y bien desarrollada.

El único país del mundo sin parados, y con falta de mano de obra.





                           RÍO MUNI

26.000 kilómetros cuadrados aproximadamente, situado entre Gabón y Camerún,

Cerca de 300.000 habitantes, casi todos fangs, unos 3.000 blancos, y una población reducida de trabajadores nigerianos.

Riqueza: Café, madera, pero todo ello con cierta regresión, en parte porque el café no era de alta calidad, y la madera estaba muy explotada. Minería y petróleo sin explotar pero con prospecciones afirmativas. Economía buena pero la infraestructura atrasada.

                           ANNOBÓN, CORISCO Y ELOBEYES

 Islas de mínima importancia pero con la singularidad de que los annoboneses siempre se han sentido totalmente españoles, y han destacado por la pesca y el coraje. Por sentirse tan españoles, Macías casi los exterminó y los dejó totalmente incomunicados con el mundo exterior, no prestándoles asistencia médica en una epidemia de cólera que tuvieron hace pocos años, en que la población quedó abandonada.

Curiosamente en Corisco, de unos 25 kilómetros cuadrados, es donde se establecieron por primera vez en esa zona los europeos, fundando los holandeses, ingleses y portugueses centros comerciales y de trata de esclavos, por estar estratégicamente situada a la desembocadura de los ríos Munda y Muni.

Resumiendo, tenían el problema que los 15.000 bubis poco podían pintar ante los cerca de 300.000 fangs. Entonces se estableció una lucha entre los que consideraban que la independencia tenía que ser separada y los que la deseaban conjunta, ante el temor que Nigeria pudiera reivindicar derechos sobre la isla. Por otra parte, los continentales donde los fangs dominaban a los ndowes bisios y otras minorías, pensaban en que les interesaba conjuntamente, dada la riqueza de la isla, y la posibilidad de colocar muchos ejecutivos en los puestos clave de la nueva Administración.

Llegado ese momento, dado mi carácter, que no sabía estar callado y contemporizar contra las posibles injusticias, me planteé el problema de volver a España; pero en realidad no era volver, al haberme marchado de España con ocho años y ahora tenía treinta y dos. Por lo tanto, para mí sería todo desconocido, con la incidencia de que habiendo logrado un alto nivel de vida, tendría que empezar de cero, sin una reserva económica, con la agravante de que no tenía ni oficio ni beneficio. El tipo de trabajo que había desempeñado en la isla no podía realizarlo en la Península, pero barruntaba un porvenir tormentoso en mi ciudad, tierra por la que sentía verdadero amor, considerándolo el paraíso terrenal. Así que le comuniqué a Papá Banana mi jefe, que me iba para no volver de momento.