miércoles, 9 de enero de 2013

MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS-12


                                                         Isla de Annobón                                                        
         
                                    MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS-12

Exploración del Otoche- 10 diciembre de 1908 Revista La Guinea Española

Salí de Elobey el cuatro de febrero último por la tarde me hallaba en Alermetangha, primer pueblo del Otoche, en el cual pernocté. A la mañana siguiente me puse en marcha por tierra, visitando, al paso los pueblos Asihna y Bitoma, situados en el bosque entre el Otoche y Bañe, aunque más cerca de aquél que de éste.

Desde Bitoma cruzamos hacia el Otoche con objeto de ver los bikos y pamue- yekén de Berebere. Todo esto lo tenía conocido en otras expediciones y nada especial noté al paso por ellos, a no ser la variedad de preciosas maderas que divisábamos con frecuencia, y alguno que otro árbol productor de copal al cual llaman los pamues Okeba o Mbeñe. Al anochecer pasábamos los elevados montes de Makomo, y, al ver que la noche se nos echaba encima, varios de los muchachos que me acompañaban se adelantaron para buscar
antorchas, gracias a las cuales llegamos sin incidente alguno al citado pueblo.

Después  de un ratito de saludos y descanso rezamos el Santo Rosario, entreteniéndome a continuación en tomar datos sobre  lo que había en aquellas alturas. A lo que parece tienen un conocimiento de un criadero de cobre, el cual aprovechan para hacer los brazaletes y collares con que se adornan, aunque al presente usan más los que se proporcionan de las factorías, importados de Europa. De lo que no cabe duda es de la fabricación de dichos collares hechos por ellos, derritiendo trozos de latón o cobre que han podido conseguir. Al citado metal y a los predichos collares llaman los pamues ngós.
A causa de estar dicho lugar del criadero de cobre fuera de la ruta que me había propuesto seguir, y disponiendo de poco tiempo me fue imposible visitar dicho lugar, y aplacé la visita para otra ocasión más oportuna, si Dios N.S. así lo quiere. 
Al día siguiente proseguimos animosos nuestro viaje, pues intentábamos pasar a la parte Este de la sierra Paluviole. Dejando a nuestro paso los poblados Oveng y Bisúa, habitados también por pamues-güe, nos detuvimos en la falda del monte Vobo para descansar un poco y tomar alimento. La divina providencia nos regaló un exquisito panal de miel por manos de unos pamues que se entretenían en recoger dicho producto en un elevado y corpulento árbol.

En la falda de monte Vobo hay una meseta, en la cual se podría emplazar una población europea con probabilidad de buen éxito. Tras rápida subida nos hallábamos en la cima del Vobo, y allí pudimos apagar nuestra sed con las cristalinas aguas de un arroyuelo que nace en una depresión de la cima del monte. Por dicha nuestra, topamos allí con un simpático pamue que hacia de aquel lugar una plantación de yuca. A una simple insinuación que le hice se ofreció a conducirnos a una prominencia desde la cual podríamos contemplar un panorama encantador. Así en efecto; después de diez  minutos de andar por la parte noroeste nos hallábamos en un desmonte, con lo cual pudimos especiar libremente nuestra vista por dilatados horizontes. En verdad que al admirar por primera vez las maravillas que teníamos delante, irresistiblemente se sentía uno impulsado a entonar un himno de acción de gracias y de admiración al poder y bondad del Creador.

Desde allí hacia el S.O. descubríamos la cuenca del Noya, Utamboni, Bañe, Otoche, Utongo, Ebobua, Simbe, Kongüe, Mandjani y de otros mil riachuelos que afluyen a los principales, yendo a parar todos juntos al anchuroso Muni. También se distinguían las islas Bía, Ebongüe, Gande e Ibelo, La Misión de Punta Botika y los pintorescos cerros Angra y Muni, más las inmensas llanuras de la parte baja de todos estos ríos. Por el norte se divisaban los montes Mikuañon, Makoga y Ebeas; y al noroeste la prolongación del Mitra, la cual separa las aguas que fluyen al Muni de las que corren al Benito por conducto del Sañe. Al este nuestra vista no encontraba término sino era la densa bruma que cubría la ilimitada extensión de nuestro territorio, porción la más rica y, por otra parte, la más desconocida.

                                  Nicolás González C.M.F.


                                       NOTICIAS DE NUESTRA COLONIA

Desgranadora Coll. Máquina para desgranar cacao, de reciente invención. Modelo perfeccionado, verifica automáticamente las tres operaciones de romper piñas, extraer los granos y separarlos de sus cáscaras.

Es de utilidad reconocida para grandes plantaciones, pues economiza, tiempo, dinero y trabajo. Suple la escasez de brazos.
Para mayor información en la Misión Católica.


                                       MI COMENTARIO

Destaca la multitud de ríos y riachuelos que se acumulan para formar el estuario del Muni, así no es extraño que hable de densa bruma en la zona. Esto además facilitaba el transporte de los troncos de madera, hacia los barcos que habían de transportarla y esperaban los troncos en la desembocadura. Ello permitía con bajo costo el transporte desde las plantaciones hasta el barco transportador.

Aparte de que los misioneros fueron de los primeros en cultivar el cacao, como les aconsejó el superior de Gabón para ayudar a mantener la Iglesia y su entorno, cooperaron en perfeccionar el cultivo y comercialización del mismo. Creo que la desgranadora Coll, la desarrolló el padre Coll. Por eso para obtener información se les remitía a la Misión.

Fernando García Gimeno    Algete 9 de enero 2013