COSAS
DE ANNOBON
Annobón siempre
ha sido en cierta manera la olvidada y la incomunicada, así que cuando veo
algún artículo sobre esta perla del atlántico, lo transcribo. Esto he efectuado
al leer en la revista La
Guinea Española de fecha 10 de enero de 1910, estas
descripciones. :
Pródiga en
fenómenos y bellezas naturales se nos muestra la naturaleza: unas veces , nos
ofrece paisajes de eterno verdor, otras elevadísimas montañas, desde cuyas
cumbres se desprenden torrentes de puras y cristalinas aguas, formando al
descender a la llanura, caprichosas cascadas; aquí son imponentes precipicios y
despeñaderos, más allá inaccesibles acantilados que producen el escalofrío en
el ánimo más equilibrado; y cuando no, cuevas profundas en cuyas bóvedas las
filtraciones subterráneas , forman concreciones calcáreas, llamadas más
propiamente estalactitas.
De todas estas bellezas naturales, nos
ofrece un pequeño ramillete, la remota isla de Annobón; la cual, si bien
pequeña en sus dimensiones longitudinales, no lo es en las maravillas que en su
son encierra. Su misma pequeñez unida a lo montañosa que es, hace que se
aprecie mejor todo el conjunto, hasta en sus más insignificantes detalles y
pormenores.
ACANTILADOS:
En la parte
oriental, es dado contemplar varios acantilados, poco menos que cortados a
pico, de una altura tan considerable que no sufre la vista fijarse en ellos,
desde lejos su configuración semeja grandiosa portada o fachada de catedral
gótica y donde revolotean bandadas de iguel que allí tienen sus nidos. Casi
podemos afirmar que toda ala parte oriental de la isla en sus seis kilómetros
de longitud, salvo dos recodos o pequeñas bahías, donde se puede atracar sin
peligro.
CUEVA ONFON:
A corta
distancia del poblado de San Pedro, se reproduce a diario, principalmente en
pleamar, un fenómeno, que de ser impresionado en cinta cinematográfica, no
dejaría de cautivar la atención de los curiosos espectadores.
En un pequeño recodo formado por el saliente
de enorme peñasco, existe una cueva por donde penetran las aguas de la mar muy
adentro de la tierra, al extremo de la cueva hay un pequeño orificio que
comunica con la atmósfera; el aire, al salir impulsado por las avenidas de las
aguas, produce un ruido semejante, al de la ballena cuando sale a la superficie
para respirar; de aquí que los naturales apelliden a la cueva, ONFON.
Antes de
llegar a la cueva no se percibe más que como una nube blanquísima de espuma,
originada por el choque violento de las olas contra la roca; sin embargo ya
frente se puede apreciar el fenómeno a que nos referimos . Como fácilmente se
comprende, al chocar las olas con empuje gigante contra el peñasco, el agua se
deshace en finísima lluvia, que así desmenuzada y pulverizada y herida por los
rayos solares, estos se descomponen en los colores del arco iris, que aparece a
la parte opuesta por duplicado.
ESTALACTITAS:
Los aficionados a los estudios
geológicos pueden admirar en la parte sur, cerca de la playa de San Antonio dos
cuevas, una de regulares estalactitas y otra de una tierra medio petrificada,
susceptible de cualquier forma. Los niños que me acompañaban, las llamaban a
dichas cuevas, la cueva de las velas y la cueva de hacer santos, por la
relación que en sus inteligencias tienen unas cosas con otras. Aquellos que
tengan arrestos para imitar a los alpinistas, pueden saciar su sed de
ascensiones a altas montañas, escalando las ásperas lomas del monte Santa Mina
(550 metros
de elevación) y el monte Quioveo (de 610).
SIRENAS-
SURTIDOR:
Siendo la
isla de Annobón una gran peña, de soplo 17 kilómetros
cuadrados, no es de extrañar que su base
esté sembrada y cuajada de cuevas subterráneas, de bocas agujereadas semejando
arcos, puentes y mil caprichosas rarezas, que no reconocen como causa sino la
acción del tiempo, el empuje de las olas, y más, que todo el levantamiento de
terrenos y volcanes de tiempos prehistóricos.
En un libro
que Fernando de Carranza, subgobernador de Elobey, tuvo la amabilidad de
dejarnos, fue donde por vez primera vimos retratadas, estas pequeñas sirenas
surtidores. Hoy que hemos podido velas en la realidad, confesamos que su
contemplación, nos hizo pasar un rato alegre y divertido. ¿ Cual es su origen?
En la baja mar, quedan descubiertos en la orilla de la playa, grandes bancos de
piedra, agujereados de parte a parte, pudiendo apreciar entonces lo que en la
pleamar es imposible, sin riesgo de la vida. Las olas en su movimiento de
avance y retroceso el viento al salir por los orificios, produce un ruido que
en nada se diferencia del que produce la sirena de los barcos. Pero no es esto
solo, libre ya la ola del viento que le impedía salir, se convierte en un
surtidor gracioso de cuatro a seis metros de altura.