Akuen Nzama
Cuenta las antiguas historias
pamues que en los más remotos tiempos existía un ser extraño y poderoso,
llamado Nyama. Casado con tres mujeres, tuvo, de la primera, una hija, que
llamó Meseko ; de la segunda, otra, llamada Nchama , y de la tercera, también
otra hembra, a quien puso de nombre Mangue, y un hijo, medio tonto, al que
denominó Akuen.
Residía Nyama con toda su
familia en un poblado situado en medio de un tupido bosque, que de pronto se
llenó de <> (seres fantásticos), que hicieron imposible
la permanencia a los hombres en aquel lugar. Por ello Nyama se vió obligado a
emigrar en busca de lugar más pacífico y seguro. Encontrólo en otro bosque
cercano, donde estableció sus nuevas chozas, en las que prometía una vida
feliz.
Las tres hermanas, Nchama,
Meseko y Mangue, añoraban las aguas de su antiguo río, que les daba abundantes
y ricos pescados, por eso decidieron ir a él a pescar. Solicitaron de su padre,
Nyama, que les acompañara; pero este temiendo el poder de los
<> moradores de sus bosques vecinos, negose a sus
peticiones. En cambio el tonto de Akuen, despreciado por sus hermanas, y muy
especialmente por su hermana de madre, Mangue, se ofreció a servirlas de
acompañante. Ellas se oponían a aceptarle como guía, pero él las convenció
afirmando con juramento que tenía poder suficiente para librarlas de la
influencia de los temidos fantasmas.
Antes de partir, Akuen visitó
a su madre, conocedora de muchos secretos mágicos, con el fin de que le hiciera
<> contra los <>. Esta le
proveyó de un ungüento, llamado <> que extrajo del árbol
<> de una lanza y de una bolsa llena de cordones.
Provisto Akuen con los
misteriosos talismanes, emprendieron los cuatro hermanos el camino de su
antiguo pueblo. El viaje lo hicieron en la más absoluta tranquilidad. Cuando
llegaron al lugar de su residencia, apenas si encontraron rastro de chozas, que
estaban casi cubiertas de espeso bikoro. Mientras las hermanas se encaminaron
al río. Akue se quedó solo en el lugar donde había tenido su antiguo pueblo.
Cuando se hubo convencido de que nadie podía verle, untó con un poco de
<> a su frente, e inmediatamente, impelido por una fuerza
misteriosa, comenzó a remontarse por los aires, volando con tanta soltura como
si poseyera las mejores alas. En su vuelo acercose al río para vigilar a sus
hermanas, que llenas de alegría estaban recogiendo abundante pesca. Cuando se
hubo convencido que nada anormal sucedía, volvió al lado de su antigua choza, y
utilizando el maravilloso ungüento trazó en el suelo el croquis de una casa,
diciendo:
Quiero que aquí aparezca una
casa con tres aposentos, uno para cada una de mis hermanas.
Apenas había acabado de
pronunciar estas palabras cuando una hermosa casa surgió en el indicado lugar.
Acabada su tarea, las tres
hermanas se dirigieron al sitio donde habían dejado a su hermano. Como era ya
demasiado tarde para atravesar el bosque que les conducía a sus cabañas, iban
pensando en como podrían arreglárselas para pasar aquella noche. Su sorpresa
fue grande al encontrar al tonto de Akuen sentado a la puerta de una magnífica
choza, que en tan poco tiempo y sin ayuda de nadie había levantado.
Como las tres hermanas
desconocían el secreto de Akuen, tuvieron miedo de que aquélla fuera obra de
los <>. Pero éste las invitó a entrar en ella y
descansar. Prepararon la cena, ahumaron los pescados, y ya se disponían a
dormir, cuando advirtieron que sólo había en la casa tres camas. Akuen les dijo
que él no la necesitaba.
Ya dormidas las hermanas,
Akuen salió al umbral de la casa, y cogiendo su ungüento poderoso volvió a
untarse la frente. De nuevo se remontó por los aires, con intención de buscar a
los fantasmas que habitan aquel bosque. Pero no pudo encontrar ninguno,
satisfecho de su excursión, regresó a su casa, donde a la puerta esperó se
levantaran las tres hermanas. Así pasaron los dos días primeros.
La tercera noche salió de
nuevo Akuen en visita de exploración, cuando de pronto se encontró que a lo
lejos, y por los aires, se dirigía al antiguo poblado un numeroso grupo de
<>, sin duda con el fin de averiguar quién pudo enfangar
las aguas del río, que hasta entonces habían corrido claras y limpias.
Entre los poderes que tenían las
<> que a
Akuen le diera su madre había una que consistía en poder ser reconocido el que
las usaba por todos los seres visibles e invisibles. Por esto los temibles
fantasmas, en cuanto le descubrieron, empezaron a reclamar:
Akuen Nzama, Akuen Nzama, ¿A
que has venido a este bosque? Caerás en nuestro poder y te daremos muerte y nos
servirás de goloso bocado.
Pero Akuen, el
"tonto", como le llamaban sus hermanas se reía, porque no ignoraba la
impotencia de aquellos seres ante su magia. Así, cuando los tenía muy cerca,
cuando casi lo tocaban con las puntas de sus feas garras, Akuen, por un deseo
de su poder, quedó convertido en cuerpo pútrido, cuya hediondez era tan
penetrante y tantos los gusanos que devoraban su carroña, que los enemigos, ante
aquella visión asquerosa, se sorprendieron y lo abandonaron por muerto. Al ver
Akuen que los fantasmas se habían retirado sin conseguir su propósito volvió a
su estado normal, y acercándose al lecho donde dormían sus hermanas, las
despertó diciendo:
Recoged pronto las cosas, que
hemos de huir a nuestro poblado. He visto a los terribles
<>, que intentan devorarnos.
En un momento cargaron los
nkues y emprendieron la marcha, apenas habían traspasado los umbrales del
espeso bosque, cuando los temidos seres volvieron al lugar del antiguo poblado,
donde llenos de furia por la presa que se les escapaba, destruyeron la casa de
Akuen Nzama y salieron en persecución de los fugitivos. Akuen que advirtió
inmediatamente el peligro que ya tenían encima, cogiendo un poco de su
maravilloso ungüento fue señalando las frentes de Meseko, de Nchama y de
Mangue, las que fueron convirtiéndose en monos saltarines que huyeron por las
copas de los altos árboles. Sin embargo Akuen esperó tranquilo el ataque. Ya
los fantasmas se prometían tenerlo en sus manos, cuando, por medio del poderoso
talismán, quedó reducido a un estado todavía más asqueroso y repugnante que el
de la vez anterior. Por segunda vez habían quedado burlados los terribles
<>.
Cuando se hubieron ido los
fantasmas, Akuen volvió a su ser y con un agudo silbido llamó a sus hermanas,
convertidas en monos, que al llegar a su presencia tomaron su forma normal.
Akuen Nzama las dijo:
Id por este camino hasta
llegar a un lugar en que se divide en dos. Tomad el angosto; dejad el ancho y
llano, porque si vais por él podréis sufrir males terribles. Este camino
siempre tiene su castigo.
continuará.......
COMENTARIO
Hay dos palabras, que la gente no habitual de esa zona, puede desconocer.
Una de ellas es Nkue, es el cesto típico que lleva las mujeres fang a la espalda, tejido en mimbre (nipa) , donde trasladan comida, productos de la huerta y hasta una pata de elefante.
La otra palabra es bikoro. Es la hierba que crece después de haber abierto un bosque y derribado sus árboles, y nace esa vegetación de corta altura que no perjudica y permite ver si hay alguna alimaña cercana.