jueves, 21 de noviembre de 2013

LITERATURA BUBI- BOTUKU JUSTICIERO




                                                                           

                                                           Caldera, chinche gigante





LITERATURA BUBI- EL BOTUKU JUSTICIERO

En tiempos que ya fueron, en uno de los poblados del Oeste, que muchos suponen ser Batoikopo,* vivía un varón de nombre Bobesoko: tenía dos mujeres, según costumbre de entonces. Se llamaba la primera Borenna y Buelako la segunda.

Transcurrido algún tiempo, ambas a dos dieron a luz unas niñas en extremo agraciadas. Borenna dio a su hija el nombre de Bochobojoddo y Buelako impuso a la suya el de Buesoko. En su niñez fueron muy bondadosas y dóciles y como eran de tan rara belleza se atraían el amor y el cariño de todos. 

En llegando a los veinte años fueron tenidas como los mejores y más perfectos tipos de belleza y graciosidad de toda la comarca, viniendo a ser la admiración y embeleso de los mozos y la nerviosidad y envidia de las demás doncellas. Como quiera que los galanteos y requiebros las persiguiesen donde quiera que fueran, se les entró la vanidad y soberbia creyéndose superiores a las demás mujeres y dominadoras de los hombres, engañaban a unos, desdeñaban a otros, y coqueteaban con todos; por lo cual sus costumbres pasaron en ser más escandalosas que imaginar se puede, siguiéndose el desasosiego y malestar general del poblado.  

Tanto fue así que el botuku del poblado, a fin de atajar de raíz tamaños males, viose forzado a tomar cartas en el asunto. Mándalas que comparecieran en su presencia, las recriminó su perverso proceder y las amenazó castigarlas muy severa y ejemplarmente, si no dejaban su mala vida y vivían con recato y honestidad.

Por tres veces las avisó y amenazó, mas ni en Bochobojoddo ni en Buesoko echose de ver la menor señal de corrección o enmienda. Por fin enojado el botuku por haber salido fallidas sus gestiones, y más, teniendo en cuenta  el descaro, obstinación y protervia de las muchachas, decretó fueran deportadas al cayo o gran peñasco situado en el mar en frente de Batoikoppo.

Ordenó preparar dos cayucos en los cuales fueran transportadas las delincuentes. Tan luego como se hallaron abandonadas en aquella solitaria roca, en medio del inmenso mar, con eminente peligro de ser arrastradas por las olas y ser sepultadas en los abismos, se apoderó de ellas un estupor y pasmo tales que les privó del habla y del juicio por largo espacio de tiempo.

De este hecho data que los bubis del norte y noroeste apelliden a aquel peñasco Ité ra bola bajmma, que en romance quiere decir << roca de las muchachas mudas>>.

Vueltas en si de su terror y asombro, eran dignos de oírse sus sollozos y lamentos, ¡Ah madre mía! Exclamó Buesoko, ¡Ay de mi la más desventurada de las mujeres si hubiera oído tus avisos y correcciones maternales no me hallaría en tan horrorosa soledad y condenada a perecer de hambre y a ser pasto de los peces!

Bochobojoddo expresaban su angustia y desesperación con estas tristísimas voces, ¡Ay madre! La más inhumana y cruel de las madres! ¿Como no corregiste y reprendiste mis liviandades y desvaríos? ¿Es que no me amabas? Si me enseñaras la honradez, tal vez fuera yo honrada, si me advirtieras los peligros a que está expuesta mi juventud hubiera sido más juiciosa y discreta y no fuera mi paradero este peñón de horror y muerte.


El botuku, como prudente, llegada la noche siguiente, que fue oscurísima, mandó un cayuco tripulado por cinco hombres a fin de que espiaran callandito a las desterradas y escucharan sus lamentos y desahogos.

Una vez enterados de las exclamaciones de las muchachas, volviéronse a dar cuenta al botuku, le manifestaron particularmente las quejas de Bochobojoddo que recriminaba a Borenna, su madre,  y la acusaba de ser el principio o causa de su desgracia y toral ruina. Oído el relato de sus enviados ordenó el botuku que Borenna fuera a ocupar el lugar de su hija Bochoboddoro y sufriera su condena, pues al fin de cuentas ella era la causante de los desmanes de su hija. Borenna fue transportada y abandonada en aquel desértico islote por haber faltado a sus deberes que la naturaleza imponen a las madres, y su hija Bochobojoddo fue restituida a su pueblo arrepentida y enmendada de sus pasados delitos y desórdenes.

El cayo o isleta que los bubis llaman Itér ra bola bajmma , nosotros denominamos Islote de los Primos.

Firma Motéhèté.   10.04. 1928

* El nombre de Batoikoppo, viene de ba= lo o puede traducirse por lugar, toi : Pretérito de toa= vencer , koppo= búfalos . Resumiendo LUGAR DONDE VENCIERON A LOS BÚFALOS, de donde demuestra que en la Isla hace muchos, muchos años existían los búfalos, tal vez hasta que llegaron los primeros fusiles de pistón. Además de este dato del nombre, en la Isla algunos jefes de poblado, tenían en su atavío, cuernos de estos animales.

Fernando García Gimeno. 21 de noviembre de 2013  



lunes, 18 de noviembre de 2013

EL BALELE - VERSO




                                                               



EL BALELE

Suena el tam-tam  acariciado por unas manos,
un objeto metálico golpea una botella,
la gente se acerca ,se saluda como hermanos,
el ritmo se acelera, entra en querella.

Los bailarines tientan del suelo su dureza,
mueven sus caderas como entreno,
inician los movimientos con pereza,
pero dispuestos a no ponerle freno.

El ritmo va creciendo poco a poco,
la gente inicia animado canto,
un bailarín se mueve como loco,
los actores beben de tanto en tanto.

La bailarina  excita  sus movimientos,
ritmo desenfrenado impone el tambor,
la gente se aglomera a cientos,
los danzantes se mueven con furor.

El sudor baña sus cuerpos agitados,
entran en locura de bellos movimientos,
no se cansan, no están fatigados,
su fulgor aumenta por momentos.

Una nueva bailarina entra en acción,
no ha resistido su  vital  necesidad,
el balele, para los africanos es pasión,
seguir ese ritmo casi es temeridad.

El frenesí agita su cuerpo con furor,
entra como en trance su mente,
sus ojos brillan con sensual fulgor
la excitan con gritos la gente.

La superficie de tierra aplastada,
suena  al ser pisada como tambor,
la gente cada vez más animada,
se agita como si tuviera temblor.

Pasan las horas, el tiempo no cuenta,
Los cuerpos se agitan buscando pelea
algunas manos buscan la tienta
todo termina bien, aunque no me crea.


Barcelona a   17 de noviembre de 2013-11-17
El autor: Fernando García Gimeno