FERNANDO
POO Y NIGERIA.
Diciembre
1939. —La Guinea
Española
No son, por cierto, de ahora las
relaciones entre Fernando Poo y las vecinas costas de Nigeria.
Sabido es que los antiguos
ingenios de azúcar en la isla de Cuba estuvieron poblados de los que llamaban
calabaris, es decir, naturales de Calabar, de tal forma que una de sus costas
llegó a ser denominada Costa de los
Esclavos.
De Fernando Poo se exportaban a
Calabar además de aceite de palma, miles y miles de ñames bubis, que eran, con
todos los respetos, como los mejores del Golfo de Guinea.
La sede de este comercio estaba
en San Carlos principalmente, y aún con la llegada de nuestros misioneros en
1888, seguía este tráfico de exportación.
Recuerdo que en 1903, se veían en
la finca de mister Vivour (o Balba, que decimos vulgarmente) varios balandros arrumbados
en el río Boloko, resto de las embarcaciones que se dedicaban a dicho tráfico.
Como prueba de ese cambio de
relaciones comerciales, vamos a consignar a título de curiosidad, la visita del
rey o jefe principal de Calabar, al gobernador de Santa Isabel en abril de
1862, relatada por un testigo presencial, el vizconde de San Javier.
A las 10 del día 23 entraba en el
puerto de Santa Isabel el vaporcito “King Calabar” de 30 toneladas, regalo del
gobierno inglés al mencionado jefe. A poco se presentó en el Gobierno, el rey y
su comitiva de 10 o 12 morenos, llevando uno en quitasol o sombrilla real, y
otro el sable, la escopeta y pistolas.
Vestía el rey un gran camisón
blanco y una bata de seda amarilla ceñida con una faja encarnada y llevando en
la mano un bastón con una porra de plata.
Por medio del intérprete dijo al
Gobernador señor Gándara que él era amigo de la reina de Inglaterra, y que quería
estar en buenas relaciones con su vecino, el gran jefe español y con la reina
de España.
Le contestó el gobernador Gándara
agradeciéndole sus buenos deseos y que en nombre de la reina de España, le
ofrecía la amistad y protección para las relaciones mercantiles que tuviera con
la isla.
Le invitó a comer, a visitar la
ciudad, el cuartel… Ordenó Gándara que durante la comida los músicos de la
compañía tocasen algunas piezas.
Al oírlos no se pudo contener el
jefe, se levanta, baja al jardín, palpa los instrumentos y dice:
General jefe español, yo tengo
instrumentos que tocan solos, pero tu música me ha gustado mucho y no comprendo
como con la boca puedan hacer tan gratas armonías ¿ Quieres venderme la música?
No es posible, replica el
gobernador, porque estos músicos son soldados de la reina de España y son
hombres libres, no esclavos.
Véndemela, decía el rey, y yo te
daré más aceite de palma que pueda llevar un vapor , y cuantos colmillos
quieras.
No puede ser, pero en obsequio
tuyo haré una cosa, mándame 12 niños, y te prometo que al cabo de 12 lunas
tendrás un músico como estos.
El rey cumplió su palabra, pues a
los diez días de su partida, llegaba una balandra inglesa con 12 negritos para
que los hiciera músicos. Gándara los envió al convento o colegio de los
jesuitas para que aprendieses español y música.
Pero King Heyo no había de gozar
de la música anhelaba. Un tío suyo sublevó el reino, pegó fuego a la morada y
factorías del rey y degolló a éste con sus mujeres a los nueve meses de esta visita.
Los negritos estuvieron en el
colegio, aprendiendo español, y recibieron sus aguas bautismales, siendo
padrino el general Gándara.
Serían ellos los primeros
apóstoles de Calabar?
MI COMENTARIO. Por suerte durante mi vida laboral en Guinea,
mis mejores trabajadores eran nigerianos, especialmente calabares, como Tom
Akpan. Hasta me enseñaron a contar en Calabar, que después de 50 años, creo
recordar
Queet : 1 Iba: 2
ita: 3 ina: 4 etion: 5 itiaba: 6 y así hasta duop 10 ,
entonces dicen para 11, diez + uno = duop queet.
Tengo un gran afecto a los
nigerianos, cuando encuentro en España alguno pidiendo procuro siempre ayudarle
con mi pequeña aportación.
Por cierto en mi biblioteca tengo el libro del Vizconde de San Javier.
Fernando García Gimeno