viernes, 19 de septiembre de 2014

EL ORÁCULO BUBI



                                                                   


                                      EL ORÁCULO BUBI 

  No soy bubi, ni siquiera fernandino pero mi corazón es puro Bioko, así que voy a seguir contando curiosidades de sus hábitos, para ello extraigo de los sabios que han escrito sobre ellos como mi muy estimado claretiano A. Martin del Molino, que desde que recibí un correo suyo de las Américas hace años, no he sabido nada más
Aunque se va perdiendo la costumbre, siempre el pueblo bubi ha tenido mucho respeto por los espíritus y su influencia en la vida de los vivos, hoy vamos a explicar por encima lo que es la Casa del Oráculo.
Recibe el nombre de rojia, que significa lugar donde un espíritu habla. Hoy ya no es lugar destacado del poblado, dado que la religión cristiana y las autoridades han presionado sobre el tema, así que se oculta o disimula. Por lo que vamos a dar la descripción que nos detallaba el padre Martin del Molino.
Las paredes de una casa construida con troncos y helechos, de unos 20 metros cuadrados, de techo bajo, es posible que una persona tenga que agacharse para entrar, casi seguro que dará con la cabeza en la campana, un fruto redondo y seco en cuyo interior suena la semilla que lleva dentro, lo que avisa al espíritu, ello es igualmente una medida de seguridad , para evitar sorpresas en el sueño nocturno.
Tal vez, tropezaremos igualmente con objetos colocados intencionadamente, así que los que vengan con malas intenciones, el espíritu, estará advertido.
Igual que en la antigua Grecia existían oráculos de Zeus en Olimpia, que daban respuesta a las preguntas formuladas a los dioses, mediante sus pitonisas y sacerdotes, así los bubis tienen o tenían el hombre del oráculo, el ELODYÍ, que se sentaba en una especie de trono entre empalizadas y postes. El asiento es denominado eupá o eonda, que pertenece al espíritu de aquel lugar. A los dos lados brillan los fuegos de dos leñeras, el de la derecha para calentar o dar vida a los espíritus masculinos, el de la izquierda a los femeninos, ya que el universo es dual como las cosas. También es cierto que las zonas que se practicaban estas costumbres, a medida que desaparece el sol, baja mucho la temperatura.
En la misma casa, unos troncos sirven de asiento para los profetas en las celebraciones nocturnas. En la pared de enfrente cuelgan profusión de objetos, tales como cráneos, pieles, semillas, huesos, todo tétrico dada la oscuridad interior solo alumbrada por las llamas de los fuegos. Junto al departamento principal hay otros tres más pequeños que pertenecen al cortejo del principal espíritu Riako.
En la izquierda podemos vislumbrar dos celdas para sus dos mujeres y a su derecha una para su escolta que guarda la casa llamada ibecha y la siguiente para los ordenanzas o recaderos, llamados basoome. Delante de lo que llamaríamos trono hay una banqueta, para que se coloque el consultante o si no la hubiera, de cuclillas, ya que es de mala educación hablarle de pie.
Para llegar al que llamaremos brujo no se puede ir con las manos vacías, sería una falta de respeto y seguramente influiría en el Elodyí, que podía sentirse ofendido. En la época del padre Aymemi, lo habitual era llevar tabaco, bebidas alcohólicas, el coñac era muy apreciado, y algo de dinero. La ofrenda ritual se llama Repo, el ebaari es el acto de la consulta.
El consultante sabe que en proporción de lo llevado, dependerá el resultado de la consulta, es como si comprara al brujo, aunque nunca ningún hechicero se ha hecho rico con ello.
Depositada la ofrenda el consultante expone el motivo de su visita y sus aspiraciones El oráculo iniciará una serie de preguntas sobre su estado, familia. A continuación el elodyí, golpeará la tierra con su vara como demandando señales   de la decisión a tomar. El acto adquiere más solemnidad al agitarse el ecachá o fruto lleno de semillas cuya sonoridad  depende del interés que ha despertado la ofrenda al brujo.  Para el mismo acto a veces se utiliza una calabaza llena de pequeñas piedras o semillas, que se agita sobre la cabeza del demandante.
Estos actos sonoros, que se pueden ampliar con una campana de madera, llamada silebó, se hacen fundamentalmente para espantar a los malos espíritus que rondan a veces estos actos.
De repente el hechicero inicia unas convulsiones o su cuerpo se agita y sus manos se mueven con gran teatralidad, su  sonrisa nos indica que ha llegado respuesta de su consulta. Lentamente se apaciguan sus gestos, señal de que el espíritu una vez dejado su mensaje, vuelve a su mundo.
A veces se establece un dialogo.  El Ñe muao, que ha entrado en el cuerpo del profeta saluda de modo afable al espíritu del consultante, es decir al espíritu personal o mmo-oró. El hechicero va desarrollando las señales que le mandan del otro mundo, a veces con un lenguaje desconocido, para ello incluso tienen un ayudante que le vaya traduciendo sus mensajes al  solicitante.  En ese dialogo que puede durar un cuarto de hora, el solicitante recibe los consejos y causa de sus males.
Decía el padre Pereda, que el acudir al bojiammó, era más usual entre  las mujeres, se verificaba habitualmente de madrugada.
Algunos oráculos habían sido contados a los bubis, según explicaban a los misioneros en 1841, por sus hechiceros, pronosticando que llegarían unos hombres blancos que les traerían cosas extrañas y una nueva religión. Alguno antes de conocer los aviones, afirmó que deseaba morir antes de que veamos a los hombres blancos volar por los aires sobre nuestras cabezas.   


Datos extraídos del libro Los Bubis Ritos y Creencias del claretiano A. Martin del Molino.