sábado, 27 de septiembre de 2014

MI ABUELA POLONIA
















                                          De izquierda a derecha Mi tío Vicente, tía Amelia, tía Cloti,
                                           tío Pepito, tía Antonia, Mamá, Papá, Sentados : sra. Concha ,
                                          mi abuela Papa Gran (Salvador) y mi abuela POLONIA.








                                                  LA ORACIÓN DE MI ABUELA

Todo el mundo, incluido yo, tiene dos abuelas, por desgracia mi abuela Josefa Pons, por parte de mi padre, no la conocí. Mi abuela Polonia, por parte de mi madre, de una forma fugaz, ya que siempre había vivido con mis tíos Julián y Antonia. Mi tío Julián sobre 1935, ganó una oposición para secretario del ayuntamiento de Santa Isabel, y se fueron a Fernando Poo.
Cuando llegué a Fernando Poo, conocí a mi abuela, una mujer de estructura grande pero no gorda, muy seria y algo misteriosa.  Los primeros días de estancia en Santa Isabel estuvimos alojados en casa de mis tíos, casa que era propiedad de Adolfo Jones, que vivía en la parte alta y nosotros en la parte baja. Ahí ya conocí al que sigue siendo un gran amigo Gerardo Jones.
El primer día de estancia en la ciudad, fue un conjunto de anécdotas de mucho impacto para mí. La primera una serpiente muerta en medio de la calle, me comentaron que la habría matado  algún nativo al ir a trabajar, muchos llevaban siempre un machete en la mano, cosa curiosa para un niño llegado de España, a veces en la otra mano llevaban una lámpara de bosque, dado que no funcionaba la luz por las noches, y las calle carecían de farolas, la mayoría.  
Como no había suficiente espacio en la casa para dormir, mis tíos tenían alquilado unos barracones de chapa situados en el solar frente a la casa, una parte, estaba destinada a restaurante para indígenas que llevaba mi abuela y otros dos barracones para dormitorio u otros usos. En aquel momento era el único restaurante en la ciudad para indígenas, había otros, pero en los llamados barrios, Yaunde, Hausa, Newtown, algo lejanos del  centro de la ciudad.
Observe asustado que por el suelo se deslizaban un par de cien pies (yo diría que mil pies) de color negro, entusiasmados en subirse a mis zapatos. Mi primo Alberto que tenía una edad similar a la mía, diez años él y yo nueve, cogió dos palos finos y con habilidad de cocinero levantó aquellos bichos, dragones para mi, y los soltó en unos jardines situados delante. Tal destreza y poco temor me demostró, pensé: que con la misma habilidad podrá hacerlo con un animal mayor, tal vez hasta un leopardo, de los que decía que había visto muchos, cuando la realidad era que en la isla, nunca los hubo.
Ese mismo día, estaba yo paseando por aquellos jardines viendo las hermosas flores, creo que dalias, cuando vi una pequeña serpiente de color verde, levantando su cabeza para husmear el atrevido paseante.  Salté sobre ella para esquivarla, y empecé a gritar desaforadamente. A mis gritos acudieron varias personas y un nigeriano de nombre Tomás Okon, que ayudaba en el comedor a mi abuela, vino con su machete y la cercenó por la cabeza. 
Para rematar el día fuimos al cercano río Cónsul,  que bordea como poniendo límite a la ciudad con la montaña, y en aquel lugar situado a unos doscientos metros escasos,  me enseñó mi primo varias ansas colocadas en su caudal, donde situaban un plátano dentro y los llamados grafis , similares a las gambas, quedaban presos de su ambición de comer,, de esa forma se colocaban las trampas por la mañana y se recogían por la noche, llenas de aquellos sabrosos grafis que tantos comí, cocinados a la plancha con ajo y perejil.
En  el restaurante cocinaba mi abuela y servía Okon , quiero recordar que era casi plato único, que cada día se cambiaba: lentejas con chorizo, guiso de patatas o malanga, con carne de fritambo (una especie de antílope pequeño) judías pinta o garbanzos con pedazos de carne si habían bajado de Moka, todo eso si, picante, de bebida agua, postres aunque había, casi todos  se lo traían, al ser tan fácil adquirirlos en los solares cercanos, llenos de bananeros, papayeros, mangos, guayabas, suaguaplones, etc. . A veces el plato era lo que llamaban “mina” sardinas a la plancha, o colorado.
Delante  del restaurante me llamó la atención un frondoso mango lleno de estos sabrosos frutos (era manga al no tener tantas fibra) y en las ramas colgaban profusión de botes metálicos vacios, trapos rojos y de otros colores, en vista de aquello tan raro le pregunté a mi primo Alberto, que significaba aquello, me respondió que lo hacia la abuela para infundir temor, como si fuera yu-yu, brujería, y no le robaran los frutos ante el temor de la hechicería.
 Observaba en esos primeros días que mi abuela, muy temprano salía al portal y allá en su jardín, venían muchos nativos a verla. Por fin pude averiguar la causa. Mi abuela Polonia, siempre muy aficionada a las aplicaciones de las plantas en su Murcia natal, en Santa Isabel recibía todas las mañanas a muchos enfermos y actuaba gratuitamente como una curandera, tanto con las plantas que ya conocía: romero, albahaca, hierba buena, tila, etc., como las propias del país: la papaya para el estomago, la nuez de kola  para reanimar el cuerpo fatigado, el kinkiliba para la hematúrica, el contrití para el estómago.   El prunus africana para la prostatitis, el ekuk para contrarrestar el veneno de las flechas untadas de estrofanto, la corterza del árbol de la quinina hervida con agua, su líquido combate el paludismo, la crisalina contra la hematúrica, el ricino y culantrillo para purgar, el bolape como tónico, la yuca para la conjuntivitis, el jengibre contra los problemas intestinales, la rhizophora para las quemaduras de la piel, como ahora actualmente el aloe vera.
Resumiendo que mi abuela en pocos años había cogido un prestigio entre los habitantes de la ciudad y venían incluso de fuera.
Como enseguida encontramos vivienda en los llamados barracones de Nauffal, y tuve que ponerme a preparar el ingreso a bachiller, no tuve muchos tratos con ella, pero recuerdo una oración que me transmitió de herencia mi madre, como patrimonio de mi abuela, y es así que deseo transcribirla como pequeño tributo a mi madre y mi abuela.

Blanca y hermosa la flor del jazmín, que esparce perfume en el mes de abril, y en el mes de mayo, se la ve morir, quien sabe Dios mío,  si mi vida será tan breve cual la del jazmín, si Dios piadoso lo quieres así, vuele yo a tu lado como un querubín, pero si mis ojos se vuelven abrir a la luz del día, oh, cuida Dios del mí.


Fernando García Gimeno   - 27 de septiembre 2014


lunes, 22 de septiembre de 2014

CHIBA Y SU HISTORIA



                                                                       


                                                             CHIBA Y SU POBLADO

Chiba es un héroe mítico surgido de la supuesta lucha entre los poblados de Baho y de Belelipa. Chiva capitaneando a 120 guerrero de Belelipa . Una lanza hirió de muerte a Chiba, sus seguidores echaron al suelo sus lanzas y lo rodearon como testimonio de su admiración, así murieron lanceados por los de Baho.
Todos prefirieron morir al lado de Chiba y acompañarlo al otro mundo, que vivir derrotados. La madre de nuestro héroe llamada Morihí, lloraba desconsoladamente la muerte de su hijo, hasta que oyó una voz que le decía: No llores, el llanto no saca a ningún hombre del sepulcro.
Chiba se hallaba en la región del otro mundo, y como allá se vive mejor, los jefes espirituales organizaron un gran banquete, pero existía un problema grave por el cual no podía acudir al  banquete Chiba, dado que al morir joven todavía no había adquirido el título de Aloboam, indispensable para entrar en la primera categoría social. – Eso nos indica que allí también hay lo que alguno llama ahora CASTAS SOCIALES-.
La única solución posible  es volver a la tierra para recibir de una forma expresa, su titulación, así que los  jefes le autorizaron un viaje rápido de ida y vuelta.
Enterados de su vuelta y llegada, los espíritus que habitaban este mundo, se prepararon para organizar una gran fiesta, durante la cual solemnemente le otorgarían el título de Aloboam. En dicho acto estaría rodeado de sus 120 guerreros que sacrificaron la vida por él. Lo importante es que durante la celebración ningún rayo de luz hiriera a Chiba y su séquito, ello anularía todo el proceso. Para ello se dispuso que todas las nubes del cielo bajaran para extender un manto que evitara la penetración de la luz durante su fugaz estancia en la tierra.
Tantos fueron los agasajos que recibió en el acto Chiba que les prometió establecerse en el pico de Santa Isabel, y allí vivirá tranquilo con aquellos que dieron la sangre por él.
Su madre Morihi, volvió a llorar sin consuelo por volver a perder a su hijo. Con el tiempo fue acusada de haber sustraído aceite de la sociedad de mujeres de la que, ella era presidenta. Desesperada se dirigió al barranco donde se había despedido su hijo, buscando su consuelo. El poblado entero se movilizó buscando a Morihi por todo el territorio y sin encontrarla, hasta que el mismo Chiba les dijo: < No busquéis más a mi madre, está conmigo en la región de los difuntos>
En efecto Morihi estuvo suplicando en la entrada del pueblo creado por su hijo, al final la dejó entrar con la condición que no probara  nada de la comida de los espíritus, al final pudo más su curiosidad y probó algo de banga (palmiste) al momento de comerlo, su cuerpo se espiritualizó, por lo cual en los proverbios bubis, se dice, << Morihi está en el otro mundo sin haber muerto>>.
El pico es conocido con el nombre de Obasa, las creencias dicen que en su cercanía está el poblado invisible que fundó Chiba. Si alguien intenta llegar los espíritus lo despistan y hace que se pierdan por la montaña. Para poder subsistir el poblado se convirtió en un poblado de cazadores.
Chiba posee sus propios perros de caza, que a veces atacan a los que merodean por el lugar, hasta se dice que los europeos los han visto y han oído sus aullidos. El pueblo de Chiba tiene hasta búfalos. A finales del siglo XIX parece que se extinguieron los búfalos pero constancia de su existencia la dan que los misioneros descubrieron en sus primeros contactos con los jefes bubis, cráneos, pieles, cuernos y pezuñas de estos animales. Existe un poblado actualmente muy modernizado que se llama Batoikopo , cuya palabra viene de :   Ba= Los  / Toi = Pretérito de toa vencer/  Kopo>= Búfalos/ resumiendo Batoikopo significa = Lugar donde vencieron a los búfalos.  En el diario de John Clarke se indica que cuando llegó por primera vez a Batoikopo en 1841, una mujer había sido herida por la acometida de un búfalo.
La fortaleza de ese pueblo estaba unida a la fortaleza del búfalo. Chiba , a veces autorizaba su caza, con algunas limitaciones, tal que no se podía descuartizar el animal en ese territorio , el cráneo siempre debía quedar en posesión del jefe del poblado, y hacer sacrificios para librar de los espíritus malignos ocultos en el búfalo.
Chiba siempre ha sido muy venerado por los cazadores. Hasta hace poco un sacerdote de Chiba lo veneraba en una cueva de Belelipa.   

Los datos están extraídos del libro del padre claretiano A. Martin del Molino, Los Bubis Ritos y Creencias.


Fernando García Gimeno     22 de Septiembre 2014