miércoles, 9 de marzo de 2011

OTTO KROHNERT , una leyenda en la selva africana- Segunda parte

Krohnert era un hombre inquieto, así que al cabo de un tiempo continuó su camino hacia el Norte, llegando al río Lo, entre Guinea Española y el Camerún Francés. Tal vez ya cansado de esa vida nómada abriendose paso en la selva con el machete y teniendo que depender de un número importante de porteadores, pensó que debía fijar definitivamente un hogar y para ello Akom cerca de Micomeseng en la Guinea Española le parecía un lugar idóneo. Cuando acumulaba suficiente marfil, por lo menos dos veces al año, bajaba a Bata capital continental de aquella Guinea Española y vendía su mercancia en las factorias que tenían las compañías extranjeras ubicadas en Bata, especialmente a la alemana Woermann que de Elobey Chico cerca de Corisco la trasladó a Bata.
El Gobierno Español le vendió terrenos en la zona con lo que alternaba los ingresos de la caza con el beneficio de sus plantaciones de café y aceite de palma, este último muy demandado por las crecientes industrias europeas. La primera Guerra mundial y la demanda del mercado hizo que llegara a una posición económica potente, pero su falta de control, los cambios de mercado y tal vez su vida sentimental lo llevaron a la ruina hasta su fallecimiento.
Acostumbrado a una vida solitaria, desorganizada y apartada de los pequeños núcleos europeos de sociedad, tomó varias mujeres nativas durante su vida creando una gran familia de hijos mulatos, que cuando podía los enviaba a Canarias donde había adquirido unos terrenos y presumo que alguna de sus mujeres cuidaba de encaminar los estudios de la numerosa prole, a la que quería de todo corazón y con la que se llevaba habitualmente bien.  Su nueva vida más sedentaria hizo que engordara y su ya robusto cuerpo de ojos azules se vió adornado de una gran barriga. Su acento alemán que nunca perdió y sus numerosas anécdotas era reclamo para todo amante del bosque que llegaran a su siempre abierta morada. 
A Otto se le preguntó muchas veces, que cuantos elefantes había cazado, el respondía que nunca llevó control en este tema, pero se calcula que por los menos 500 elefantes. En 1928 obtuvo el record absoluto en Guinea Española con un par de colmillos que pesaron 109 Kg. algo excepcional aún en aquellos tiempos. Dejó este Mundo cuando todavía existía cierto romanticismo en la vida africana y creo que está enterrado en la zona cercana a donde van a buscar su comida los pocos gorilas que viven en Guinea Ecuatorial,. presumo que entre Niefang y Micomeseng.

Un día cuando mi espíritu navege por el espacio sin necesidad de visado, volveré a esa tierra para saludar a mi admirado Otto, y juntos espero pasear por las praderas y bosques donde quedó mi corazón.
El silencio ruidoso del bosque será la música con que la fauna africana nos deleitará.

Fernando el Africano

Algete- Madrid a  9 de marzo de 2010