viernes, 20 de enero de 2012

ANNOBON


 ANNOBÓN

MI COMENTARIO

Hasta hoy no he escrito ningún artículo sobre esa isla perdida en el Atlántico, que a veces se ha pasado meses sin tener contacto con el mundo exterior, en cuya superficie, por lo menos hasta hace poco, no existían tiendas, ni servicios ni nada de nada. El trueque era la moneda de cambio
Para comprar y vender. Dado que hoy he visto un reportaje sobre el nuevo aeropuerto de la Isla y las obras para un puerto, me ha animado a buscar alguna noticia y la he encontrado en la revista La Guinea Española de 25 de marzo de 1921 y en la de 25 de abril del mismo año.
Tengo que decir que siempre he tenido admiración por sus habitantes, marinos intrépidos, cazadores de ballenas con métodos rudimentarios, amantes de lo hispano. Cuyos habitantes todos tienen apellido de ciudades españolas. Esto se debe según dice la vox populi, de que llegando allí un jefe de estadística para efectuar el censo de la Isla, y usando los residentes solo un nombre para su identificación y dado que la norma establecida por Estadística era como mínimo un nombre y un apellido, empezó a añadir a su criterio el apellido de una ciudad española, iniciando por Ávila terminó por Zamora.
También motivo de mi admiración por ellos era mi afición al boxeo. En la isla en la década de los años cuarenta, el campeón indiscutible de todas las categorías, fue Pablo Oliveras, con quién tuve ocasión de charlar muchas veces siendo yo un niño.

Vamos a las noticias que daba entre otros, el padre Epifanio Doce desde Annobón :

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El día 28 de febrero, fondeó en este puerto de San Antonio de Annobón la goleta francesa “Berthe”. (Debía fondear, ya que puerto no existe todavía).
Los gritos de entusiasmo y la algazara que estos naturales armaron en la playa, no es para describirla. Aún no había anclado el velero y pululaban ya por la playa, gallinas, cerdos, aquí montones de cocos y bananas, allí pequeños cestos con huevos; en fin que los de mar y los de tierra pudieron quedar contentos, y satisfechos del negocio que ese día hicieron.
La goleta salió de Douala el 2 de febrero, el día 19 se hallaba en el mismo lugar que había salido, por los vientos y corrientes contrarios.  Llegaron a Príncipe, la rodearon por completo no encontrando viento favorable para hacerse a alta mar.
Después de sufrir dos recios temporales que les rompieron las velas, el 25 se encontraban a la altura de Annobón, divisando los picachos de la isla, el 28 por la mañana, con viento sur se acercaron a la isla, para proveerse de agua y alimentos.
Hoy día 2 de marzo sale con rumbo norte, dirigiéndose a Burdeos a donde piensan llegar para mayo si las cosas del aire y del mar les son propicias.
La goleta iba cargada de madera para una casa francesa, los troncos medían sobre los 40 metros de largo,
El velero nos trajo noticias confortantes del Antonico ( barco interinsular )el cual nos dijeron se hallaba en Douala con las hélices rotas y otras cosas que afortunadamente no se han confirmado,
Para terminar diremos que el 17 de febrero a las doce de la noche, un gran trasatlántico iluminado como él solo, nos visitó, y el día 23 al salir el sol, otro similar, hizo lo mismo, y para cerrar el broche de oro el mes más corto del año, el día 28 otro barco, en este caso un velero permaneció dos días entre nosotros,.
El mes de marzo, ha sido todo él, un continuo tornado de manera que entre lluvias, vientos impetuosos y días de calores asfixiantes se nos ha deslizado. Como consecuencia de ello, los pocos europeos que vivimos aquí, hemos tenido trastornos de salud.
El delegado del Gobierno, don Martín Otermín, que regresa a la Península, salió gracias a Dios, de una biliosa, acompañada de una insolación que le tuvo postrado en cama,. A los pocos días el señor practicante, don Federico Oñate, cae con una hematúrica bien declarada. Suministrándole medicinas del país, a falta de otras. Para conjurar el peligro el día 7 de abril, llegó el Antonico que contribuyó a reanimar al enfermo. Para sustituir al señor Otermín en la delegación de Annobón ha llegado don Gregorio  Sánchez, y en lugar del señor Oñate, queda el señor Risco.
Hemos saboreado lo exquisito que es la carne de dátil, de unas palmeras que hace años plantó el Padre Antonino Jiménez. Lástima es que estos naturales no sean más aficionados a plantar esa clase de palmera, cuando tan bien se desarrollan en la isla.

Fernando el Africano – Algete   20 enero de 2012