sábado, 6 de abril de 2013

MISCELÁNEAS DE OTROS TIEMPOS- 23


             




          MISCELANEAS DE OTROS TIEMPOS- 23


Sabido es que durante el gobierno de don Luis Ramos Izquierdo, se trató de trasladar la capitalidad del Subgobierno de Elobey, a la costa continental, habiéndose escogido para este sitio denominado Yondo por los naturales y Punta Mosquitos, por los europeos. Comenzaron se y no continuaron los trabajos de desmonte y edificación, al propio tiempo que se apartaba la atención de la isla de Elobey y aún se arrancaran algunos edificios de esta para pasarlos a Yondo o levantar algunos edificios, que se trasladaron a Yondo, el Subgobierno y la oficialidad, habiendo sido bautizada la nueva capitalidad con el pomposo nombre de Calatrava, por el mencionado Excmo. Señor gobernador. Sabedor el Ministro de Estado del nuevo cambio de cosas, dio orden terminante de no proceder adelante y deshacer lo hecho, como así se hubo de verificar, con sentimiento de alguno y alegría de los más. Esta es, en breves palabras, la historia de la famosa Calatrava, hoy ya difunta.

Para allí salí, el día 27 por la mañana , con objeto de celebrar misa el siguiente domingo. Con tres horas y media de bogar estuvimos en las playas de Yondo siendo cortésmente recibido por el cabo de la G.C. que presta servicio en aquel puesto militar. En la misma playa vi. tirada la preciosa verja de hierro que antiguamente cercaba la casa y jardines del Subgobierno de Elobey. Posible será que en breve se inutilice por completo atacada por el agua de mar, así como varios tramos de vía férrea y no pocas planchas de cinc que se hallan en igual situación

A medida que subía a la llanura en que estuvo Calatrava, fui advirtiendo la exuberante vegetación que se apodera de aquellos contornos,. De modo que dentro de poco apenas, quedará rastro de población,. Menos mal que el arbusto que por allí domina es el ramio que podría ser explotado y que impide la excesiva propagación de espesas hierbas.

Una vez arriba, lo primero que llama la atención es la casita del faro, que se levanta en la misma punta Mosquitos. Para su construcción hubo que deshacer la reducción o capilla de San Miguel y trasladarlo a otro sitio no tan ventajoso. Este faro presta inmenso servicio a navegantes, y en su desaparición sería una lamentable desgracia. Seis casas, casi todas inhabitadas, es lo que constituye hoy Calatrava. Una de ellas, la ocupa el jefe del puesto militar, y la otra, destinada a albergar al misionero que va allí los domingos y fiestas a decir misa e instruir a la gente. Debajo  de una de estas casas vi. tirados varios trozos de la magnífica escalinata de hierro de la Casa-Gobierno de Elobey. Es lástima que se haya echado a perder. No hay duda que el mejor edificio es el Hospital. Puesto en Elobey serviría admirablemente para hospital, o bien para Casa de las Madres. Es de madera espléndidamente pintada, con tejado de cinc, y se asienta sobre numerosos pilares de cemento. Una espaciosa galería rodea la casa por los cuatro costados, Es muy sensible que un edificio tan espacioso y de tan bellas condiciones haya de continuar abandonado. La hierba y maleza llega ya hasta la galería, y no tardará mucho en ocultar la casa,. Que será nido de peligrosos animales y acabará por inutilizarse.

Entre las ruinas, las más notables son las de la casa de empleados. De ella permanece en pié las colosales pilastras sobre las que se asentaba. Cada una de ellas de más de tres metros de alta por otro de grosor. Semejan una verdadera fortaleza.

No me meteré yo en si este sitio reunía buenas o malas condiciones para constituir la capitalidad. La brisa es abundante y continua, los mosquitos parece que no molestan, pero existe muy cerca un charco de aguas estancadas que comprometería la salud de sus habitantes. Por otra parte , a los varios montecitos de que consta el lugar y en los que se iban a emplazar diferentes edificios, corresponden igual número de hondonadas a donde corren las aguas, lo cual tampoco puede ser favorable a la salud pública. De intentar sanear aquellos parajes , creo sería menester enormes sumas y considerable espacio de tiempo,. Pero el inconveniente de más peso que ofrece Yondo para la capitalidad es la falta de fondeadero. La mar es muy abierta y alborotada y con fondos de piedra.

Después de visitar Benito, abandonamos esta población con destino a Elobey. Muy mal caminó el vapor aquella noche, pues a las nueve de la mañana estábamos aún frente a cabo San Juan, en donde se echa de menos un faro de luz blanca, que sería sobremanera útil a las embarcaciones que casi siempre pasan de noche por aquel trozo tan peligroso.

Por fin a las tres de la tarde entramos en Elobey de cuyo subgobierno tomó posesión nuestro respetable compañero de viaje don Manuel Martínez de Arenzana, a quien salieron a recibir muchos europeos. Encontramos anclado en Elobey dos barcos extranjeros de gran porte, el <>, alemán , y el <inglés, y al entrar en puerto nos cruzamos con el alemán <> que salía del mismo. Poco antes había salido también de Elobey y penetrado en el Muni otro vapor extranjero de gran tonelaje, cuyo nombre ignoro. Por esto comprenderán los lectores la importancia que dan los extranjeros a nuestras posesiones y el comercio que en ellas realizan. Al anochecer sobrevino un tornado y tempestad de lluvia, truenos y relámpagos que ponían miedo. Los habitantes de esta bonita isla me aseguran que hace una temporada que todas las noches son visitados de estas tempestades, y los que llevan muchos años en la Colonia afirman que no recuerdan otro año de tantas tempestades. ¡Quien sabe si esto tiene relación con los movimientos sísmicos de la tierra ocurridos este año en diferentes puntos de nuestro planeta.!

Al recorrer esta isleta de Elobey y comparar su estado actual con el de dos años atrás, el ánimo queda apenado. Aquellos edificios que tanto realce daban a la isla brillan por su ausencia y no quedan sino algunos escombros que recuerdan lo que antes fueron; las calles y caminos que en todas direcciones cruzaban la isla, apenas si se conocen, por las hierbas y malezas que los ocultan; aquella limpieza que era la admiración de cuantos visitaban la isla y tanto contribuía a la salud y bienestar públicos. Ya no existe, y en cambio, por todas partes brotan hierbas y malezas que suben a tres metros de altura y convierten lo que antes era un jardín de nuestros territorios en herbazal espeso, madriguera de mil peligrosos bichos y alimañas y criado de moscas y mosquitos propagadores de fiebres y otras enfermedades.

Me consta que el actual subgobernador don Manuel Arenzana quedó muy mal impresionado al saltar a tierra y contemplar la isla, que ha tomado el asunto por su cuenta y gracias a su actividad y diligencias, pronto se renovará la faz de la isla, si es que todos apoyan su acción y si no le faltan los medios.

Uno de los edificios que más se echan de menos es el antiguo hospital del que no queda nada, pues hasta los hermosos pilares de ladrillo sobre el que se asentaba han desaparecido. Verdad es que se ha habilitado para hospital el que antes era edificio de los empleados, pero no llega ni con mucho a lo que era el anterior. Gracias a la amabilidad de don Pedro Díaz, que por su pericia y esmerada solicitud por los enfermos es muy  querido en la isla, me enteré de las diferentes dependencias del nuevo hospital, de una apariencia exterior muy pomposa, pero en el que se advierten muchas deficiencias y pésimas condiciones para tal,. En los bajos del edificio están las salas, una para europeos y otra para morenos, además de dos cuartos de preferencia que muy poco tienen de tales. En uno ellos encontré dos tenientes de la Guardia Civil cuyas camas casi se tocaban una con otra, y al preguntar como ocurría esto, se me contestó que por no disponer de elementos para amueblar a la vez dos habitaciones, como mesas  noche, etc.

La sala de los europeos al igual que la de los indígenas tiene muy malas condiciones, pues aparte de no tener cristales en las ventanas para el paso de la luz y estar muy bajas y sin que puedan permanecer sino muy cerradas o muy abiertas, se hallan a la vista de todos las camas, sin un tabique de separación. Como se comprende, esto trae muchísimos inconvenientes, como el tener que hacer en presencia de todos las diversas operaciones que ha de hacer un enfermo, por no decir nada del caso en que haya que administrar a alguien los santos sacramentos.

Creo que no sería excesivo gasto levantar algunos tabiques siquiera de tabla y separar las camas y en cada una de ellas poner una silla y una mesa de noche que es lo menos que se puede pedir.

Por lo demás, se halla pobrísimo dicho hospital faltándole las necesarias ropas, como mantas, sábanas, almohadas, etc. y los indispensables muebles, pues mucho se ha perdido y extraviado en las idas y venidas a Calatrava.

En el piso están el botiquín, la despensa y la habitación del director, en la que la cama se halla tocando al escritorio. En fin, que todos dicen que fue una verdadera calamidad el derribo del hospital d<>.

Ya no se ve tampoco aquella iluminación nocturna, creo que costeada por el Consejo de Vecinos, que tanta gracia daba a las noches de la isla y tan útil resultaba para los navegantes, si bien asegura el citado don Manuel que en breve se reanudará.

La autoridad tiene el propósito de llevar adelante proyectos tan interesantes como el abastecimiento de carne fresca, la reconstrucción del pantalán, que hoy se halla en mal estado, la apertura de un gran aljibe capaz de surtir de agua la Colonia en el tiempo de mayor escasez, la iluminación pública, el saneamiento de la isla, etc. ¡ Ojalá pueda llevar felizmente a cabo tantos y tan bellos propósitos."! 


continuará……..


MI COMENTARIO 

Es curioso, que un islote pequeño, sin lago, río o depósito natural de agua, tuviera tal actividad, como refleja la entras¡da y salida de barcos, que no he conocido en Santa Isabel, siendo en época más moderna y ciudad mucho más grande. 

Por otra parte este artículo refleja que a los misioneros no les agradaba el gobernador y la nefasta idea que tuvo de intentar cambiar la sede del Gobierno regional de Elobey a Calatrava, con lo que perjudicaba notablemente la Misión y el colegio de Elobey. 

Fernando García Gimeno.-    6 abril 2013