COSTUMBRES Y LEYENDAS DEL PUEBLO BUJEBA
No puede uno abandonar el suelo de esa región, sin tener un comentario hacia alguno de los pueblos llamados playeros, así que voy a comentar tradiciones aunque el tiempo las ha ido diluyendo y transformado, y tanto es así que sacándolas al pie de la letra de una conferencia de don Arcadio de Larrea Palacín en 1953, en la primera historia aparece una escopeta sustituyendo a la ballesta típica de esos pueblos.
Nzambi (su Díos) casó con dos mujeres, una de ellas tenía una niña. Fue un día la mujer a pescar y llevó a la niña porque no pudo hallar quien la cuidara. Así llegó a la orilla del mar. Dejó a la niña durmiendo y mientras pescaba bajó un chimpancé del árbol y comenzó a cantar ( se ve que era italiano), la mujer le miró y le dijo ¿ El chimpancé no matará a mi hija? Y el chimpancé le respondió : Yo no mataré a tu hija, el que lo matará vendrá de tu pueblo.
En eso apareció Nzambi y al ver al chimpancé, comentó para si, caza buena para comer esta. El chimpancé enseñó a la niña, poniéndola delante de sí, Nzambi disparó la escopeta, el tiro alcanzó a la niña y la niña murió. El chimpancé huyó diciendo, ya te avisé que yo no mataría la niña, que su muerte vendría del pueblo.
Los bujebas tuvieron muchas guerras con los fang, la guerra grande que se supone fue la última se debió al intento de represalia por parte de Bie Sulé caudillo fang que había vencido a los bujebas. Esta gran guerra se planteó como aniquilamiento de todo enemigo. Presumían los bujebas de tener su jefe dotado de una escoba que barría los proyectiles enemigos. Desde la zona de Río Benito se reunieron todos los jefes de tribu que habitaban esa zona, más de cien años aunaron y que los guerreros fang pretendían apoderarse. Para ello no solo se prepararon con las mejores armas posibles, sino que se esmeraron en protegerse con el ngan adecuado. Para ello precisaban apoderarse de una calavera de un enemigo que hubieran destacado por su valentía, ya que en aquellos tiempos los pueblos de esa zona conservaban los cráneos de sus antepasados, hasta que tuvieron que empezar a esconderlos ya que los alemanes principalmente les agradaba coleccionarlos. En la ceremonia de protección se debía contar igualmente con los cráneos de un anciano y una anciana bujeba. Una vez juntados estos tres elementos, se dirigieron al cráneo del valiente enemigo, manifestándole los reunidos que su intención era honrarle como se merecía y no como habían hecho sus descendientes, a cambio le solicitaban que infundiera a su pueblo sus cualidades. Seguidamente se dirigían a la calavera del anciano de su poblado manifestándole que siguiera convenciendo al espíritu del fang, y a la vez que lo vigilara para que fuera a ayudar a los otros. A tal fin los cubrían con hojas de palmera bien tapados para que no se escapara. Quemaban el cráneo de la anciana y las cenizas se depositaban en el interior de unos cuernos de antílope que llevados al campo de batalla, se debían agitar ante el enemigo para que se atemorizaran. Los portadores de los cuernos eran sometidos a una estricta selección entre los audaces. Una de las pruebas consistía en embadurnarlos de barro y sangre de una mujer nlile, es decir una mujer que da mala suerte. Lógico si se resiste a ello y pasa la prueba es que lo resiste todo. Los otros dos cráneos se dejan en el poblado principal a cargo de una anciana ngan bale morá, a quien encomiendan guardarlos día y noche.
Otra leyenda que tiene sabores de otras más conocidas, habla de los doce hijos de Nzambi, y de su hijas Guambo, Sia Mponde y Ntalá. Las tres se fueron a pescar pero al final se quedó Guambo sola al intentar regresar se encontró un demonio, a quien lloró para que la dejara pasar. Este le dijo ; si pasa que otros demonios están delante, y así pudo salvar varios controles, hasta que llegó al jefe de los demonios, que no le hizo caso y se la tragó entera. Ella se sentó en la barriga esperando que alguien la salvara. Pasada la noche y en vista de que no aparecía por la mañana, todo el pueblo empezó a buscarla y sus padres fueron al divino Isima suo Biguié, donde pudieron averiguar que el jefe de los demonios se la había tragado. Les recomendó ir armados con machetes, así que pertrechados fueron a buscarle y lo encontraron al pie de un árbol durmiendo. Le abrieron la barriga y de ella sacaron a Guambo, todos volvieron alegres al poblado y tiempo más tarde se casó con el hijo de Nzambi Mbié.
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