N O V E N O C A P Í T U L O
M Á S SOBRE LA LLEGADA DE LOS BUBIS A LA ISLA
Recogieron sus cosas y preparonse para la marcha. El mochuku dividió toda aquella muchedumbre en tres grandes cuerpos o grupos, disponiendo que todos los hombres hábiles para tomar las armas formasen la vanguardia y retaguardia, y los prohombres y principales juntamente con las mujeres, niños y viejos ocupasen el cuerpo del centro.
El jefe de los bokoko dio de antemano la orden de que los guerreros batete pasasen a la vanguardia mas estos insubordinándose se negaron a su cumplimiento pues siempre fue su carácter muy propio de los batete la insubordinación, altanería e independencia. El jefe para evitar mayores males condescendió con los de batete por entonces, dejando para más tarde el castigo de su rebeldía y ordenó a los bakoko pasasen a la vanguardia los cuales cumplieron fielmente la orden y permitiendo a los batete pasasen a la retaguardia.
En aquellos tiempos los bakoko eran muchísimo más numerosos que los batete, lo contrario de lo que acontece actualmente. Los bakoko llevaban un gran tambor y olla enorme, que todavía la conservan como venerando recuerdo de su país primitívo, a la que dan el nombre de Moeaponda. Los batete llevaban también un cayuco en miniatura para que sirviese de memoria de la próspera navegación y feliz arribo a las playas fernandinas. Los batete todavía guardan con sumo respeto el predicho cayuco de generación en generación; celebran solemnísimas fiestas de acción de gracias a sus espíritus de sus antepasados por haberlos traido a un país tan fértil y rico, y sacan en procesión al Lobende, que con este nombre le designan, cun muchísima pompa y aparato. A estas fiestas he asistido, he presenciado la solemnidad y la pompa de procesión y he visto el célebre cayuquillo. Fuera de esta ocasión jamás lo sacan, ni nadie lo puede ver, pues lo guardan en una casita en forma de capilla, situada en el mismo rihata del mochuku, del que cuida únicamenmte una de sus mujeres más nobles del país. Los bakoko y batete, al abandonar Ureka, tomaron la dirección hacia el Oeste y no pararon hasta llegar al lugar en que está situado el último poblado de Bokoko, llamado Olokoko. Poco antes de arribar a la Gran Caldera de Batete o río Olé, como la denominan ellos, se les hizo de noche y noche tan lóbrega como aquella, dicen, que jamás se ha visto. A pesar de la oscuridad de la noche, que no veían donde ponían los pies y sin llevar antorchas de cañas secas, de nipa, mapaho, no se detuvieron en su marcha, y esa imprudencia les costó muy cara. Los batete vivieron algunos años en ese profundísimo valle aislados de todo el mundo.
Cuentan que en el camino se encontraron con un gran lago llamado Ncholó y sin advertirlo muchos de los bakoko se precipitaron en él y el mismo que llevaba el bombo o gran tambor pereció en sus aguas.
Después de un rato y cuando muchos se ahogaban ya en el Ncholó, diéronse cuenta del peligro gravísimo de perecer toda aquella gran caravana, el jefe mandó hacer alto, que nadie diese un paso más y que esperase cada uno, en el mismo sitio en donde se hallaba, la hora del alba. Venida esta notaron con espanto que gran parte de los varones bakoko habían perecido en el lago. Este faltal accidente provocó una gran contienda y lucha entre bakoko y batete porque aquellos recriminaban, aunque sin razón, a estos la desaparición y muerte de sus hermanos por haberse negado tenazmente a ir en vanguardia. Sin embargo la prudencia del mochuku y el miedo que los bakoko tenían a los batete impidió que la lucha tomase mayores proporciones. De aquí vino la separación de los batete y los bakoko y haber sacudido aquellos la dependencia y yugo de estos, nombrándose un mochuku motete que los dirigiese y gobernase. Aún hoy día usan este proverbio cuando dos personas muy amigas rompen amistades y se separan para siempre: Beachoanera Ncholòmbá. Separándose en el lago Ncholó. Los bakoko continuaron su camino para la playa y los batete se metieron en la Gran Caldera de Batete, que es un valle inmenso que forma el río Olè o Tudela, situado entre los montes de Batete y Ureka, que, por ser tan grande y profundo los españoles le han dado el nombre de Gran Caldera de Batete y los bubis llaman Olè. Mientras vivieron en el Olè jamás se cortaron el cabello de la cabeza, ni se afeitaron las barbas, de forma que su aspecto era de gente sumamente salvajey causaban horror y espanto. Aquí abrieron sus fincas de malanga, ñame, consiguiendo plantar el rea, clase tan codiciada por ellos. Aconteció en una ocasión que los puerco espines destruyeron toda la cosecha de ñame rea y en consecuencioa trataron de hacer desaparecer animales tan perjudiciales y dañinos.
Dos hombres llamados Ebando y Moitche yendo a caza de estos salvajes y siguiendo su rastro, salieron del río Olè y llegaron a un lugar de Batete San Carlos denmominado Oboake, y aquí se enciontraron los primitívos habitantes de Omoteche( Batete) que son los que actualmente viven en el norte de Fernando Póo. Ebando y Moitche volvieron a los suyos y les contaron que habían visto un pais muy fértil y hermoso y conocían el camino para pasar allá y abandonar aquel valle tan profundo y malsano.
Salieron, pues los actuales batete de la Gran Caldera, en donde habíanse multiplicado prodigiosamente, y como se presentaron con los cabellos y barbas tan descuidados y largos, parecían seres raros y espantosos. Declararon la guerra a los primitívos batete, y estos al verse invadidos por gentes tan feroces y que ponían horror y espanto, no se atrevieron hacerles resistencia, sino que abandonando su primera patria trasladáronse a las alturas de Basupú del Oeste y de aquí se desparramaron por el Norte de la isla, como antes ya se contó. De aquí los batete del Norte que son los batoikoppo, baloeri, basupú, banapá, basilé, basappo y barebola, se les llame Buka porque abandonando su primitiva morada y huyendo espantados de los batete del Sur, reíanse de estos al verlos en aquella forma tan estrafalaria. De aquí procede el refrán: Bukala ñe bache, que se aplica al hombre que rie y burla del que le ha puesto en trances apuradísimos y se esfuerza en huir de él.
El lago Ncholò actualmente se ignora, unos afirman que es el Metehe que está en el río Baña y otros aseguran que se halla en la desembocadura del río Olè o Tudela.
MI COMENTARIO AL NOVENO CAPÍTULO SOBRE ALGO MÁS EN RELACIÓN A LA LLEGADA DE LOS BUBIS A LA ISLA.
Lo redacto como capítulo corto, ya que se aparta de la intención de los otros, por ser en si algo totalmente novedoso.
En esta década se han efectuado exucursiones a la Gran Caldera, incluso miembros de la Universidad de Madrid ,y se han presentado discusiones sobre si eran los primeros que lograron entrar en la Caldera plenamente, pese a haber un grupo de una Universidad Americana que hace varios años viene a tomar nota de la fauna y flora de ese Caldera, que parece tiene especies únicas en el Mundo. Yo incluso intenté entrar en esa Caldera por la parte de arriba en 1960, y al descolgarnos y ver alguna serpiente abandonamos el intento. Bien por esas cosas de la vida y transcribiendo los escritos del padre Aymemi en la revista La Guinea Española sobre la Historia del Pueblo Bubi, que plasmó entre 1918 a 1921, pero que seguramente se lo contaron a principio del siglo XX o antes. Con fecha 10 de diciembre de 1920 , hay un relato de la llegada y establecimiento de los bubis en la isla tal vez en el siglo XVIII, en que detalla como los batete se establecieron en la Gran Caldera, aunque al cabo de algún tiempo pese a haber sembrado y cosechado sus hermosos ñames, abandonaron esa zona por encontrar una mejor.Ese es el relato que he transcrito en este capítulo.
Ese relato borra todas las leyendas de que los bubis no entraban en la Gran Caldera por considerar que ahí vivían los espíritus de sus antepasados o que era un lugar sagrado donde nadie había pìsado. Así que pese a lo impenetrable del lugar por su alto grado de humedad, densa niebla y peligrosos reptiles, ha sido lugar de acomodo de una de las avalanchas migratorias que llegaron a la Isla huyendo del ataque de otras tribus a sus poblados en la costa africana.
Fernando el Africano 7.07.2011
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