sábado, 14 de julio de 2012

CHARLA EN LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA

                                              



   Barcelona a 28 de Marzo 2004


                                  LA VIA COLONIAL EN GUINEA ESPAÑOLA


Deseo agradecer al profesor Jacint Creus, su gentileza y deferencia en ofrecerme UN AÑO MÁS, la posibilidad de dar esta charla en un lugar tan importante como la Universidad de Barcelona.



La añoranza es el alimento de los mayores, y lo cierto que yo como mayor, me encanta recordar mi niñez y mi juventud en tierras africanas.

Antes de explicar como era la vida colonial en aquellas tierras maravillosas, debo esbozar algo de dos temas: el colonialismo y la situación geográfica de Guinea y su historia.

El colonialismo no fue inventado por los países europeos, a nosotros nos colonizaron varios pueblos africanos: fenicios, cartagineses y árabes, estos últimos por cierto ochocientos años. Los romanos también impusieron sus leyes, hábitos y costumbres e incluso hay teorías que en las Médulas nos tenían extrayendo oro, a miles de esclavos españoles.

Ese colonialismo llegó a otras civilizaciones, como los egipcios que levantaron las pirámides con esclavos nubios alimentados con lentejas, los mongoles que dominaron la nación más poblada del Globo.

En las luchas entre tribus africanas, los prisioneros eran vendidos como esclavos a los tratantes. Cuenta el explorador Richard Francis Burton, que descubrió los lagos Victoria y Alberto, buscando las fuentes del Nilo, que en 1861 en que la trata de esclavos ya estaba prohibida, se entrevistó con el rey Gelele de Dahomey, y le incitó a dejar la venta como esclavos de sus prisioneros. Este rey le contestó que, si no lo hacia así, y al no poder mantener tanto prisionero o libertarlo para que le volvieran a atacar, las dos únicas posibilidades que le quedaban eran: matarlos o comérselos.

Lo que en término amplio entendemos por colonialismo podría definirse como la explotación del débil, bien por la fuerza o por el poder económico, y siempre con un halo paternal como barniz que oculta el color natural, tal vez para justificarse ante su conciencia e incluso premiarse en su fuero interno, haciendo como la madrastra de Blancanieves, reflejando la cara en un espejo y diciendo, que bueno y humano que soy, dándole un sueldo mísero a este hombre o regalándole esta camisa usada.

Igual que el colonialismo en otras zonas del mundo, fue una masiva llegada de colonos procedentes del país colonizador ( Australia, Estados Unidos, América Latina) en el continente negro, bien por motivos de salud, o por otras circunstancias, tales como la integridad física. Los colonos solo llegaron con el ánimo de conseguir materia prima barata y expansionar su comercio, o en parte por la idea misionera de las iglesias cristianas, donde estas tuvieron como competidor la fe del profeta Mahoma, lucha que en general perdieron los cristianos y siguen perdiendo batallas, al ofrecer el islamismo una doctrina más acorde con la filosofía de las costumbres de algunas tribus africanas, especialmente la sumisión de la mujer en el papel de bracero al servicio del hombre y el derecho a la poligamia, nunca a la poliandria.

Igual que en Europa y Asia, tenemos referentes escritos de hace mil o dos mil años, incluso más, los pueblos subsaharianos no han conocido la literatura escrita hasta la llegada del europeo, de tal manera que el origen de sus pueblos se ha transmitido de forma oral, por eso la figura de una especie de trovador, narrador profesional, es habitual en esas tribus, siendo el depositario de sus creencias, mitos y costumbres, lo que significa su importancia en el poblado y su selección cuidadosa . Decía el poeta y que fue presidente de Senegal, Leopold Senghor, que cuando se muere un anciano en África, se quema una biblioteca. También destaca en los pueblos guineanos, “La Casa de la Palabra”, lugar donde se reunían los ilustres del poblado para fumar sus pipas y celebrar reuniones, juicios e intercambio de opiniones, aprovechaban muchas veces su ocio para frotarse los dientes con un bastoncillo de madera de limoncillo, que les dejaba esa maravillosa dentadura tan brillante, envidia de muchos de nosotros.

La Casa de la palabra es lugar casi exclusivo para los hombres y que recuerda a los Casinos de los pueblos españoles, donde era sitio de cita para los actos culturales y donde ostentar su poder los caciques del lugar. No obstante que bonito el nombre : “Casa de la Palabra", ¡ojalá! intentáramos todos dialogar y sucumbir ante el empuje de la razón llegada por la palabra.

La Guinea Española, lo que hoy en día es La República de Guinea Ecuatorial, está situada en el Golfo de Guinea, en el centro de África en su costa Atlántica. El territorio está formado por una parte insular, las islas de Fernando Poo, Annobón, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico, la mayor de ellas Fernando Poo ( actual Bioko) de unos 2.000 Km. cuadrados, y una parte continental de unos 26.000 Km. cuadrados, las demás islas son muy pequeñas.

Descubierta la isla de Fernando Poo por los portugueses Fernando Poo y López Gonzáles sobre el año 1469, fue cedida a España por el tratado de San Ildefonso en 1778 y confirmado posteriormente por el tratado del Pardo, y aunque hubo un simulacro de toma de esas posesiones por el conde de Argelejo y como segundo el teniente coronel Primo de Rivera, en realidad España se inhibió de esas tierras al estar ocupada en las luchas y conquistas de América. Prueba de ello es que en 1827 William Owen por orden del gobierno inglés, traslada la sede del Tribunal para la represión de la trata de esclavos, desde Sierra Leona a Fernando Póo, fundando la ciudad de Clarence. Desde esa ciudad y con navíos bien armados, controla el Golfo de Guinea, una de las zonas más visitadas por los negreros, que todavía siguen traficando con el llamado oro negro.

En 1842, España envió una expedición mandada por el capitán de navío don Juan José de Lerena y Barry, siendo recibido en Port Clarence solamente por los krumanes (originarios de la sierra de Kru, que va de Sierra Leona a Liberia) Kir y Yegüe, informándole estos, de la situación de la isla, donde ondeaba la bandera inglesa. Lerena destituyó a los mandos ingleses y nombro gobernador a un explorador y comerciante inglés, Jhon Beecroft, ya que era una de las personas más influyentes en la isla, y no había ningún español, que poder nombrar.

Hasta 1859, con el gobernador La Gándara, no empiezan a llegar de una forma notoria españoles y hasta principio de siglo después del tratado de París no se inicia la colonización de la parte Continental. Si anotamos que la Independencia de este país acaeció el 12 de Octubre de 1968, podríamos decir que la labor de España en esas tierras duró escasamente 68 años, aunque por ejemplo, el médico don Armando Ligero, gran conocedor incluso de la prehistoria de tierras africanas, en su libro “La Sanidad en Guinea Ecuatorial”, da como año de la total colonización, 1934, lo que nos llevaría a pensar que la labor colonial española fueron sólo 34 años. Como datos estadísticos de referencia, diremos que en 1944 se daba un porcentaje de 19,4 fallecidos por mil consultas médicas. En 1963 se había reducido a 6,4.

En l942 cuando llegué a Guinea la población europea estaba sobre las 2.000 personas, la nativa se estimaba en 250.000.

El comercio en la costa atlántica africana lo iniciaron los portugueses, ya Anselmo de Salguer en 1413 regresó a Portugal con una sudanesa como esposa, hijos y esclavos africanos. La mayoría de establecimientos comerciales de la Costa, fortines y construcciones bien situados, estaban en sus manos, ingleses, holandeses, franceses y otras naciones en menor medida, mandaban sus naves a descubrir y comerciar en sus playas, trocando oro, marfil, pieles, maderas y algunas especies por adornos de metal, baratijas y posteriormente armas. A partir del siglo XVI, el negocio fue el comercio de esclavos, que casi lo monopolizara Inglaterra, tanto es así que barcos ingleses suministraban la mano de obra necesaria a las colonias españolas en América, hay que significar que Fernando V introdujo los primeros esclavos en América importados de Guinea. A mitad del siglo XIX, se confirmó la abolición de la esclavitud, concretando en Inglaterra en 1833. Al terminarse el negocio de la esclavitud, los ingleses se dedicaron por otra parte a suministrar aceites para su incipiente industria, una zona preferente era la desembocadura del Níger, la llamada Oil Rivers, donde el aceite de palma se extraía en grandes cantidades. Esto lo alternaban con la piratería legalizada, léase corsarios, atacando barcos mercantes españoles, ya que pagando un diezmo podían protegerse en puertos ingleses o en sus colonias, fomentando la botadura de estas escuadras de barcos piratas legalizados, que obstruían nuestro comercio con América. Eso hoy en día se consideraría reinserción social.

De las malas condiciones sanitarias de la isla, podemos extraer los datos de las expediciones inglesas: En 1830 de 200 constructores, que llevaron los ingleses seleccionados por su capacidad física, murieron 150 y de los 300 llevados por el capitán Beawer, fallecieron en poco tiempo 272. Una de las mayores expediciones españolas, fue la del sacerdote Miguel Martínez Sanz en 1856 con la goleta Leonor, llegaron cuarenta misioneros. Al cabo de dos años, solo quedó un maestro catequista y una aspirante a beata que contrajeron matrimonio, el resto murió o se tuvo que volver por motivos de su quebrantada salud. Tanto es así que en la República mandaron a varios procesados a esas tierras como convictos, los llamados confinados de Loja, en cierta manera era como condenarlos a muerte.

Las familias despedían a los que embarcaban con aquellos rumbos con lágrimas en los ojos, pensando que nunca más los volverían a ver. Así llegué a Guinea con mis padres para huir de la posguerra y aunque ellos tal vez sabían algo de la mala situación sanitaria en la Isla, yo solo conocía lo que mis primos que habían nacido en aquellas islas nos contaron en uno de sus viajes a Barcelona. Pese a que el mayor tenía la edad de mi hermano Salvador, unos 14 años, nos relataban que cazaban elefantes, gorilas y leopardos como si fueran perdices o ratas algo mayores. Como yo no había visto ni en cine ni en ilustraciones el tamaño de aquellos animales, pensaba que aquello eran verdades al alcance de la capacidad de aquellos niños. La inocencia hace posible la realidad de cualquier pensamiento, con la madurez no creemos ni en las verdades.

Embarcamos en el Dómine un barco mucho más grande que las golondrinas en las que había montado alguna vez en el puerto de Barcelona, eran tantas novedades que no tuve tiempo a marearme. Después de 25 días de viaje y de tocar en un sinfín de puertos, llegamos al atardecer a la costa de Santa Isabel donde se olía a humedad y se vislumbraba una vegetación densa con árboles gigantescos como las ceibas.

Dado que el muelle era un pequeño espigón, no se podía atracar de noche, así que tuvimos que esperar al amanecer. En aquellas latitudes el amanecer es como encender o apagar la luz, en pocos minutos de la plena oscuridad se pasa al radiante sol. Por la mañana tras un atraque laborioso, subieron al barco un médico y la autoridad gubernativa para comprobar que llevábamos las vacunas pertinentes y el pasaporte, así como el permiso de trabajo. A aquellos territorios pese a ser colonia española, no se podía viajar sin pasaporte y sin tener un contrato de trabajo.

La llegada de un barco era un acontecimiento festivo mensual y a tal fin iba todo el mundo al muelle a ver la llegada, bajaba la banda de música de la Guardia Colonial y todo era un festejo, creo que hasta el himno nacional lo bailaban los nativos, como salsa africana. Dice un dicho africano que el blanco tiene el reloj y el africano tiene el tiempo, quiere decir que disfrutan, que exprimen el gozo del tiempo, contra nuestra costumbre de pautar el mismo como si fuéramos metrónomos de la vida.

Como en esta charla sería muy extenso hablar de los avatares desde mi llegada hasta mi regreso, en esos veintidós años de estancia en aquellas tierras, voy a significar lo más importante.

Primero, al llegar a aquellas tierras en los años cuarenta, el muelle era un simple espigón, el aeropuerto un campo de tierra, no existía ningún centro de enseñanza media, la luz eléctrica solo funcionaba algunas horas, tanto es así que hice los siete años de bachillerato de que entonces constaba la Enseñanza Media, con la luz de un quinqué, tal vez por eso mis ideas están algo chamuscadas. La cuestión sanitaria era muy deficiente, por falta de especialistas. Pese a que cada mes llegaba un barco de la Península como en España no había casi de nada, tampoco nosotros podíamos abastecernos de alimentos europeos, no hay que olvidar que esa España de los años cuarenta, se alimentaba de legumbres activas, quiere decir que si no las metías pronto en el puchero, se fugaban empujadas por algún bicho okupa. Nuestras patatas eran la malanga y la yuca en muchos casos, el aceite bien de palma o de cacahuete, en cambio frutas, gallinas, huevos, los había en abundancia, alguna vez bajaban carne y leche de Moka, un valle situado a dos mil metros de altura, muy similar a nuestra Galicia en su aspecto .

Llama la atención en un país rico en pesca y en caza, que en los mercadillos ambulantes abunde, la carne y el pescado ahumado, ahumados a soplete y que expuestos al sol lujurioso de aquellas tierras, sea un lugar de encuentro de moscas y mosquitos, que parecen conocerse y van de pieza en pieza visitando a sus congéneres y cuando se les agita un plumero para ahuyentarlas van de visita a otra pieza cercana para aprovechar saludar a sus conocidos, eso lo pongo en presente ya que sigue sucediendo hoy en día.

La alimentación del nativo en aquellas tierras, estaba basada en los tubérculos ñame y malanga, las hojas de esta parecidas a las acelgas también se aprovechan, la yuca rayada y en forma de pelota se unta en una salsa picante bañada en aceite de palma, las gallinas y la caza de puerco espines y fritambos. (Una especie de antílope enano).Condimento importante es el plátano frito o asado, que no es lo mismo que la banana. Lo que en Europa consideramos plátano, allí se le denomina banana, ya que el plátano es de mayor tamaño, de cuerpo más duro y por eso se le cocina o se come frito. En el tronco del banano o musa, se descubrió que tenía propiedades para luchar contra la tuberculosis y su alimento es tan importante que Linneo, el padre de la botánica, bautizó a dos de sus especies como Sapientum y Paradisíaca. Como se sabe hay muchas especies y gustos entre ellas, una de tamaño muy pequeño que se conoce como banana manzana por tener ese sabor.

Los aborígenes, usaban pantalón corto y camisa para ir al campo, o mono de trabajo. En sus ratos de ocio un lapá, que consiste en un trozo de tela anudado a la cintura y sin camiseta. Las mujeres en sus trabajos caseros el lapá y una camiseta. Para salir un vestido que normalmente les confeccionaba una blanca, por ejemplo mi actual suegra y mi tía Cloti eran modistas de alto copete nativo, lucían sus mejores prendas, para ir al baile por la noche. Las dos discotecas de aquellos tiempos en la isla eran Anita Wuau y Riakamba, allá no había distinción, era lugar de cita y encuentro de las dos razas. No conocí nunca pelea en aquel lugar. No hay que olvidar que la mayoría de población blanca que iba allí, al tener trato diario, sabía hasta donde debía ceder y no importunar al otro.

El calzado del europeo: zapato y calcetín a media caña, el trabajador nativo, descalzo el del campo y con zapatillas el urbanita. La discriminación de salarios y de trato existía sin duda, pero por desgracia esa “virtud” del poder no ha desaparecido. El trabajador del campo era reconocible por llevar habitualmente un machete en la mano, que les servía como útil indispensable del trabajo, así como elemento para abrirse camino en la densa vegetación africana.

Los blancos, en los años cuarenta, utilizaban salacot para protegerse de las insolaciones, al final solo lo llevaban unos pocos, tal vez las cabezas se hicieron más duras, o el serrín de las mismas era el mejor aislante. Igualmente el pantalón corto blanco o kaki, con la evolución o el modernismo, se cambió a pantalón largo de color.

En el deporte, tanto en la selección de fútbol como en la de baloncesto, donde fui capitán muchos años, estábamos mezclados, aunque hay que reconocer que los que jugaban al fútbol eran emancipados, en cambio en la de baloncesto estábamos totalmente mezclados sin distinciones.

La política colonial española, en principio no hizo caso absoluto a aquellas posesiones, hasta que en la posguerra, vio que podía ser un filón de materias primas, como aceite de palma, yuca, cacao, café, banana y maderas. En los primeros años de la Colonia al darse algunos casos de compra de terrenos por parte de europeos, mediante el préstamo de dinero vinculado al aval de la propiedad, se establecieron una serie de legalismos basados en las Leyes de Indias, de tal forma que los negros estaban divididos en dos grupos, los emancipados que en cierta manera tenían los mismos derechos que los blancos y los no emancipados que no podían vender o comprar sin el permiso o el visto bueno del Patronato de Indígenas, lo que obligaba al africano a una buena conducta y unos estudios mínimos para poder ser considerado emancipado, esa discriminación entre blanco y negro no traía grandes tensiones, pero si una desventaja para el natural de aquellas tierras, dándose casos paradójicos. Por ejemplo en los colegios: En el Instituto de Enseñanza Media Ramiro Maeztu, teníamos las clases mixtas a todos los efectos, en cambio en el cine los negros no emancipados estaban separados por una barrera de los blancos.

España ejercía una labor paternal, con lo que daba la impresión que consideraba al negro inferior al que había que proteger. El Gobernador gozaba de potestad de virrey y aplicando el artículo V, podía obligar a un europeo a abandonar la isla en cuarenta y ocho horas, con lo que perdía su trabajo y sus propiedades al no tener tiempo material de venderlas. De esa forma el negro estaba discriminado y el blanco acobardado.

El nativo de la isla de Fernando Poo es de la tribu bubi, habría unos quince mil, tenían su pequeña finca que cultivaban como huerta, sus mujeres o su familia y ellos, con la venta de esos productos y el aguardiente (tope) que extraían de la palmera, eran hombres felices. Si tenían más propiedades, las trabajaban como explotación agrícola de cacao o café y en otros casos se las arrendaban a un europeo o nativo de mayor poder económico.

En la isla hacía 1960 habría unos 30.000 nigerianos trabajando en las fincas de cacao, café o banana, ya que después de muchas experiencias era la mejor mano de obra que se podía contratar. Los Tratados con Gran Bretaña y posteriormente con Nigeria, permitía al trabajador nigeriano,(calabares, ibos, yorubas) venir con un contrato de dos años renovable a otro de año y medio, en el que además de un sueldo se les facilitaba casa y comida. De ese sueldo se les retenía el 50%, importe que se les daba en un cheque en divisas al regresar a su país, de esa forma el gobierno de Nigeria se le aseguraba una entrada importante monetaria.

La entrada de ese porcentaje elevado de trabajadores extranjeros, no pasaba en el Continente, dado que su población de unos 200.000 habitantes como mínimo garantizaba más facilidad de mano de obra y por otra parte, en el Continente, la propiedad estaba mas difuminada en manos nativas y los europeos se habían dedicado a las explotaciones forestales con menos necesidad de mano de obra.

En ese territorio llamado Río Muni, domina la tribu fang sobre los ndowe y bisios, estas tribus, especialmente los fang, son de fuerte constitución atlética y están diseminados no solo en Guinea Ecuatorial, también en el Gabón y en menor cantidad en la zona cercana del Camerún. Un factor importante dentro de los nativos de la Isla, eran los llamados fernandinos, hijos de los funcionarios ingleses procedentes de Sierra Leona cuando el Tribunal Mixto, otros venidos de las colonias cercanas, como Nigeria, Camerún e incluso descendientes de algunos cubanos de color traídos de la Cuba Española, como esclavos libertos. Este grupo, tenía grandes propiedades y recibía de las autoridades españolas un trato muy respetuoso, que desde luego se habían ganado a pulso, de ellos destaca el primer universitario guineano, que había estudiado en la Universidad de Barcelona, el abogado don Teofilo Dougan, creo que llegó a Santa Isabel en 1923 y pasó a ser, nada más llegar, secretario de los Juzgados de Santa Isabel.

El idioma o lenguaje, con que entenderse, es una cosa curiosa de especificar. En los años mil novecientos cincuenta y sesenta, casi todos los aborígenes hablaban el español, pero en la Isla de Fernando Poo, dada la enorme población que existía de fernandinos y nigerianos, la lengua habitual utilizada para hablarse tanto con los nativos como con el resto era el pichinglis, un simulacro de inglés adaptado, lo que hizo que la población europea desconociera el bubi, salvo los misioneros.

En la parte continental, dado el mayor número de fang y el menor porcentaje de los nigerianos, la población blanca que llevaba algunos años, por lo menos, chapurreaba el fang. Para viajar por toda la costa atlántica, el conocimiento del piching era valioso, ya que lo entendían desde Liberia hacia abajo.

El pueblo africano ha temido a los hechiceros y ha creído en esas tradiciones, como la que comiendo el brazo de un enemigo se hereda su fuerza, o devorando el corazón su valentía, por eso aún hoy en día se dan casos de canibalismo. El deterioro de las vías de comunicación o su inexistencia, han obligado a volver en algunas zonas a la medicina tradicional, por ejemplo el kinkilibá para la hematúrica, en problemas de riñón : el contrití y la papaya, el jenjibre para problemas intestinales, y otros muchos productos. Utilizan por ejemplo el fruto del árbol que en el Continente se conoce como Abel “Abe”, y que en realidad es la kola nítida, un buen reconfortante. Lo curioso es que hoy en día los grandes laboratorios están estudiando todas las aplicaciones de la medicina tradicional para explotar sus ventajas. El la zona de Namibia se ha investigado un cactus llamado Hoodia, que comiendo una pequeña porción da energía, quitando el hambre y la sed durante dieciséis horas, lo que parece se va a aplicar para las dietas de adelgazamiento.

Las relaciones entre los nativos de la colonia y el blanco, sufrieron una evolución muy importante desde 1900 hasta la Independencia. Ese concepto de menor de edad, imputado por las autoridades al nativo, se fue transformado a medida que se llegaba casi al 100 X 100 de escolarización. El negro aprendía a veces más rápido que el blanco y el Gobierno se sintió obligado a promocionarlo, facilitándole algunas becas, e ir incorporándolo a cargos de mayor importancia, como alcalde de la ciudad, secretario del Gobernador, presidente de la Cámara Oficial Agrícola y otros.

El problema que trajo la Independencia, es que España hizo este proceso con mucha lentitud y la Independencia con celeridad, de tal forma que llegaron sin cuadros medios y escasos cuadros superiores, además con el agravante de una mayoría de la tribu fang, tal vez un 75% de la población, a lo que se unió la lucha en el Gobierno de Franco entre Castiella, ministro de Asunto Exteriores, y Carrero Blanco, en teoría brazo derecho del dictador, dado que cada uno deseaba un tipo de Independencia diferente.

Como deseo dar tiempo para que puedan formular las preguntas que estimen convenientes, voy a terminar contando una anécdota de lo difícil que fue en los primeros tiempos el contacto con ese pueblo, hasta comprender algo de su profunda filosofía.

En 1898 las misioneras llegadas a Santa Isabel, cuya madre superiora era María Güell Baltá, en vista de los problemas sanitarios que presentaba la ciudad decidieron fundar un colegio-internado en la zona montañosa, donde la mosca tse-tsé no puede adaptarse y la temperatura es más agradable. Pese a ofrecer enseñanza gratuita, en la que incluían, cocina, confección y labores caseras, no había forma que se inscribiera ninguna alumna. En principio lo atribuyeron a los rumores que durante algún tiempo habían estado propagando los pastores metodistas, primeros propagadores del cristianismo en aquellas latitudes. El rumor que esparcían sobre la religión católica y sus misioneros, es que su afán era quedarse con sus riquezas y obligarles a abandonar sus costumbres, ritos y mitos, y en caso contrario, como había hecho la Inquisición, llegar a la muerte o al martirio para probar su inocencia. Por fin averiguaron la verdadera razón de la negativa de sus padres a autorizarlas para asistir a clases. Ello era debido a que en el pueblo bubi a las mujeres adúlteras, entre otros castigos, les aplicaban el cercenarles una o las dos orejas y dado que las religiosas llevaban la toca pensaban que era para ocultar la falta de ambas ternillas de nuestro órgano auditivo, así que aquellas mujeres tan pecadoras que les faltaban las dos orejas, podían inducir a pecar todavía más a sus hijas. Por fin tras diversas reuniones con el gobernador para buscar la mejor solución a resolver este problema, la máxima autoridad de la colonia convocó a los principales jefes de los poblados y ante su presencia hizo desprenderse a las monjas de su toca y mostrar sus dos orejas para tranquilidad del pueblo bubi. A partir de ese momento y de una forma progresiva empezaron algunos jefes bubis a llevar a sus hijas al colegio para que les enseñaran a coser y cocinar y ese ejemplo fue secundado por los notables de los poblados, para que sus hijas destacaran sobre las otras. Basilé ha sido el mayor internado de la isla, hasta su independencia.


Para mí, esta charla ha sido un honor y les doy las gracias por su asistencia.





Fernando García

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