martes, 24 de julio de 2012

LA NIGUA , Un bicho de los que no anda a dos patas


                                                  L A            N I G U A



Extraigo de la revista La Guinea Española de fecha 25.11.1922, un artículo escrito por el padre Lapioche en la publicación Les Missions d`Afrique.

Este insecto, al que los entomólogos han bautizado con el sabio nombre de puiex penetrans, de la especie Tunga penetrans, y al que los viajeros llaman, con el más prosaico nombre de," la nigua ", es de la misma familia que la pulga común europea, pero yo creo que con más "mala leche".

Los waswahali la llaman fauza y los ribereños de la costa oeste del Nyanza m´unzai .

Está provista la pulga penetrante, lo mismo que su hermana mayor, de un aparato bocal a propósito para picar y chupar, y tiene los tres pares de patas posteriores configuradas para dar saltos.

Con su cuerpo sutil, que apenas tiene un milímetro de largo, se abre paso la nigua, con facilidad por entre los puntos de las medias, si se trata de un negro, la labor es más fácil todavía; un ligero salto, y el animalejo se traslada desde el polvo del camino al pie de un hombre. Tratándose sobre todo de los negros, la nigua se aloja, de ordinario, entre los dedos del pié.

Una vez instalada se introduce nuestra pulga entre la dermis y la epidermis y allí permanece escondida; pero delata su presencia una comezón que se siente sobre todo por la noche, si la menuda huéspeda no se ve molestada, va desarrollándose y engordando, hasta adquirir el tamaño algo más que un cañamón. En su nueva casa comienza a poner huevos, lo que determina una inflamación que puede convertirse en una úlcera y entonces hay que recurrir a veces a un tratamiento bastante largo, porque si no se hace caso se viene encima la cangrena.

El indígena se da cuenta de su presencia, tan luego como comienza a introducirse en la dermis de la piel; un europeo recién llegado siente un ligero cosquilleo, del que apenas hace caso, pero después que lleva algún tiempo en el país se apercibe de que la pulguita se ha colado bajo su piel, sin que le sea dable muchas veces precisar exactamente el sitio en que ha puesto su domicilio. A mi me ha ocurrido señalar un dedo del pie, y el animalejo estaba escondido en el otro. Al cabo de cuatro o cinco días la nigua no hace ya sufrir, pero no por eso dejar de proseguir su tarea de ulceración, El europeo se da por lo común poca maña para extraer la nigua, y las más de las veces es preferible echar mano de la destreza de un indígena. Podéis poner sin cuidado el pie en sus manos; nuestro hombre explora el terreno, cuando ha dado con el paraje en que se alberga el enemigo, se arma de sus herramientas; antes consistían en una espina o en una púa de puercoespín, ahora suele ser un imperdible que nunca falta en la indumentaria de nuestros negros. ¡Cuantas veces los niños, y hasta los grandes, piden un alfiler aduciendo como razón perentoria para verse atendidos, el que los mbunzai se los "están comiendo vivos".

Armase nuestro indígena de su alfiler; y con mucho cuidado, bien despacito, va ensanchando el orificio del tumor, atendiendo sobre todo a no tocar al animalillo; despréndelo con precaución de la epidermis, y cuando ha dado feliz remate a la operación, muestra sonriente a la pulguita clavada en la punta del alfiler. Está enterita, y no ha quedado en la llaga ni un solo huevecillo.

La nigua no es autóctona, es decir original del centro africano, sino que procede de la importación extranjera. Parece ser que sus orígenes los tiene en la América del Sur, y que hubo ser traída en la arena que servía de lastre en un barco, que vino a hacer cargamento en la embocadura del Congo. Siguiendo el valle que atraviesa ese gran río llegó hacía 1891 al lago Tanganica. Algún tiempo después se pudo señalar su presencia en Tabova. Allí fue donde nos la trajo Rusgagara uno de los jefes más importantes de la población, y el comerciante más rico del país.

Los negros nos suelen preguntar muchas veces si la nigua se encuentra en Europa; y al contestarles que no, << que felices son los blancos- exclaman con envidia- entre ellos no se conoce el mbunzai>>, Mas con todo no hay que cantar victoria porque, como acabáis de ver, la nigua pertenece a la familia de los seres que - buscan camino- y se abren paso.

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Esta descripción me recuerda en 1942 cuando llegué a Guinea con nueve años y conocí a mi abuela una mujer que imponía por su estatura y su seriedad, y que llevaba ya muchos años en Santa Isabel. . Observé al día siguiente que por las mañanas atendía a una fila de personas del país, y según lo que le contaban les facilitaba ungüentos, hierbas, plantas o les curaba y vendaba alguna herida. Más cuando se quejaban de picores en los dedos, llamaba a un boy( criado) Calabar que tenía en casa , llamado Okon Akpan, y este con una astilla de bambú hurgaba en los dedos e iba como cercenando alrededor de la bolsa de huevos que había depositado la nigua, y la extraía entera, a continuación lavaba la herida con alcohol y con ese mismo líquido lo esparcía sobre la bolsa de huevos en el suelo y la machacaba con una piedra. Mi abuela me explicó que si se rompía la bolsa de los huevos esas pulgas se podían extender por todos los dedos del pie y si no se destruían los huevos era un peligro futuro para el que pisara ese terreno. Ella por su edad no tenía el dominio ocular para poder efectuar ese trabajo meticuloso que efectuaba Okon, por eso, era su colaborador y especialista en niguas.



Fernando el Africano . Barcelona 15 de Julio 2011



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