EL BALELE
Suena el tam-tam
acariciado por unas manos,
un objeto metálico golpea una botella,
la gente se acerca ,se saluda como hermanos,
el ritmo se acelera, entra en querella.
Los bailarines tientan del suelo su dureza,
mueven sus caderas como entreno,
inician los movimientos con pereza,
pero dispuestos a no ponerle freno.
El ritmo va creciendo poco a poco,
la gente inicia animado canto,
un bailarín se mueve como loco,
los actores beben de tanto en tanto.
La bailarina
excita sus movimientos,
ritmo desenfrenado impone el tambor,
la gente se aglomera a cientos,
los danzantes se mueven con furor.
El sudor baña sus cuerpos agitados,
entran en locura de bellos movimientos,
no se cansan, no están fatigados,
su fulgor aumenta por momentos.
Una nueva bailarina entra en acción,
no ha resistido su
vital necesidad,
el balele, para los africanos es pasión,
seguir ese ritmo casi es temeridad.
El frenesí agita su cuerpo con furor,
entra como en trance su mente,
sus ojos brillan con sensual fulgor
la excitan con gritos la gente.
La superficie de tierra aplastada,
suena al ser pisada
como tambor,
la gente cada vez más animada,
se agita como si tuviera temblor.
Pasan las horas, el tiempo no cuenta,
Los cuerpos se agitan buscando pelea
algunas manos buscan la tienta
todo termina bien, aunque no me crea.
Barcelona a 17 de
noviembre de 2013-11-17
El autor: Fernando García Gimeno
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