sábado, 31 de octubre de 2015

ANNOBÓN II







ANNOBÓN II
En 1557 llegó a la isla una pequeña expedición misionera, presidida por el párroco fray Francisco Pinto Fonseca, de la Orden de Cristo. Su actuación tropezó con la oposición total de pueblo con el padre sacristán a la cabeza, y así de esta forma diferentes expediciones llegadas en otros años. Se había formado una nueva religión católica cuya cabeza visible era este amigo que hemos relatado.
En 1836 fue visitada por don José de Moros Morellón, catedrático de Náutica, que publicó su impresión sobre la isla y sus habitantes:
Vino el gobernador a recibirnos, era un negro de pequeña estatura, descarnado macilento, desnudo de pie y pierna, con un pedazo de pañuelo por pantalón, el vientre cubierto de rosarios y cruces, mezclado con huesos, piedrecitas, nudos de trapo y plumas de gallina. Sus cuatro acompañantes iban desnudos completamente cargado con los mismos mokisis y rosarios.
En los cinco días que permanecieron en la isla, Moros se hubo de fingir capellán de navío, a fin de conseguir más fácil los abastecimientos que necesitaban. Naturalmente se encontró en el compromiso de celebrar Misa y confesiones, lo que pudo eludir diciendo que no tenía hostias y que no entendía el portugués para confesar.
Nos describe la iglesia de San Antonio como un barracón capaz de contener 300 personas de las 3500 que dice poblaban la isla.
El 1 de mayo, los españoles 39 tripulantes entre gallegos y andaluces, reembarcaron en el velero que les había traído desde la Habana, no sin antes Moros Morellón, con gran solemnidad impartiese a todo el pueblo annobonés por tercera vez la bendición apostólica.
No volvían de vacío. Por algunas rastras de abalorios, cuatro o cinco metros de tela, unos pañuelos de algodón, y algunas botellas de aguardiente bien bautizado, adquirieron de los annoboneses 64 sacos de harina de yuca, 12 quintales de pescado seco y muchas cargas de leña. En honor a la verdad hay que decir que le regalaron al gobernador cuatro botellas de caña que él pidió, “ para matar o bicho” .
El catedrático volvió a la isla en los años 1838 y 1839, y el descubrimiento más sorprendente para el explorador fue que los annoboneses, empezando por su gobernador  y sacristán mayor, es que ignoraban que la isla perteneciese a la soberanía de España, viviendo convencidos que todavía seguían siendo portugueses. Eso nos da idea de lo aislada que estaba Annobón y el poco interés que demostraban las autoridades españolas por aquellas tierras.
Así siguió hasta que el 22 de marzo de 1843, llegó a sus playas el bergantín de 14 cañones “Nervión” a bordo del cual viajaba el capitán de navío y comisario español don José de Lerena y Barry. 



CONTINUARÁ

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