viernes, 25 de agosto de 2017

QUINCE AÑOS DE EVANGELIZACIÓN- II



QUINCE AÑOS DE EVANGELIZACIÓN-II

El Totem entre nuestros pamues
Es la gran institución etnológica cuya existencia y realidad no podemos menos de confesar entre los naturales de nuestra zona continental, sean ellos de la familia que se quiera.
Tenga ella los caracteres sociales que en la misma ponía el autor tan nombrado en estudios de esta naturaleza, como Monseñor Leroy, manifiéstese más bien, como quieran otros, bajo la forma de prohibiciones y tabús, pactos de sangre y deducciones  exogámicas, achaquemos a ella las relaciones rituales que parece tienen nuestros indígenas con determinados animales al constituirse bajo la tutela en determinadas ocasiones y circunstancias en la vida, como iniciación, juventud, vida marital y hazañas guerreras, bien se manifieste de otra forma, como aparece a las veces en las leyendas folklóricas de nuestras tribus, el hecho es que nunca, si queremos explicar bien ciertos acontecimientos, debemos dejar de la mano este sistema totémico, ya que forzosamente debemos recurrir al mismo en incontables ocasiones de la vida de nuestros naturales continentales.
El “tótem” pamue, considerado como el ser tutelar, bajo cuya custodia y protección se hayan todos nuestros pamues, es el Mvame , o gran abuelo, como si dijéramos, de todos ellos, siendo este el de la nación, nvamayong, el de la tribu, mvamayong; de la familia, mvamdzag; del individuo mvamesa.  
Considerada en sí la tutela y protección que emana del  mismo, no el mismo ser tutelar, tenemos que el “tótem” entre nuestros pamues es la gran palabra BIANG, a la cual vinculan ellos todos los efectos sorprendentes  y maravillosos que en la misma cabe concebir y colocar.

Sacerdote y su coadjutor
Era el encargado de guardar y custodiar el depósito del mvamayong y de cuantos objetos encarnaba la medicina de la tribu que a cada familia y comunicad estaba reservada en la antigüedad de nuestros hombres continentales.
Dedicado exclusivamente a labor tan beneficiosa y encomendada, en torno de su persona se contemplaba un cúmulo de tradiciones veneradas y de misterios, que no cabe decir ni ponderar cuánto se realzaba su personalidad ante cuantos individuos componía la tribu.  
Efectuaba las labores de sacerdote y maestro en las ofrendas Tales como el “biki” y los “tabús”. Como tal ejercía como médico ya que todas las enfermedades procedían de un mal espiritual, por lo que a toda su comunidad, aconsejaba los procedimientos para reponer la salud.
En caso de lances guerreros, nunca se exponía y era protegido de varios servidores.
Su nombre Ngang- bengang y su coadjutor Nkokom biang, por ser el que corría con la preparación de los actos.
Pecados que no muerden
Toda transgresión del “tótem” y de cuantas prohibiciones no se respeten, son pecados  que reciben su castigo, salvo que se someta a ciertas ceremonias rituales establecidas.
Iniciados
Los hombres que impunemente pueden asistir y oir todo lo que se hace en las ceremonias rituales y secretas de la familia pamue,k se llaman “Ngos-bengos” . Los niños que se sujetan a ciertas ceremonias y ritos por dolorosos que sean, tiene  el nombre de “Mvon-bemvon”, durando varios días que duran las ceremonias de iniciación.
Para iniciar a un niño, se tapa el cubierto o salón con hojas secas de plátano; llaman al iniciado o iniciados, les hacen incisiones rituales (Bogú) en el pescuezo, en un lugar algo retirado, les dan algunas advertencias y los encierran en un lugar que tendrán que estar incomunicados ni tan siquiera visualizados por los profanos.
Queda un vigilante para garantizar su aislamiento y cuando el “Mvon” tiene necesidad de salir, el que vigila grita “Eeh” y todos los profanos huyen despavoridos a esconderse en sus casas, ajustando las puertas de las mismas.
Después de unos días, llevan al niño a un bosque cercano, en un sitio lodoso, remueven el barro un poquito y hacen postrar al niño tocando el barro con el vientre, volviendo al retiro.,  Al siguiente día lo acompañan al río para bañarse bien y untarlo con aceite de palma. Al regreso es cuando se presenta al público, entrando de cada en casa, comiendo algo cuando se le ofrece.

Los que se hallan perpetuamente excluidos de los misterios pamues, como las mujeres, o, temporalmente como los niños y los no iniciados, se llaman “ebin-bibin”. Cuando los mayores quieren hablar de cosas secretas, despachan a los curiosos  con la consabida frase “huid todos, que hablamos de cosas que los bibin no pueden escuchar. Todos se van corriendo.
 

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