En África la evolución del mundo especialmente en las
comunicaciones e informática, ha permitido que vayan desapareciendo las sectas
y secretos tribales, voy a relatar uno que desconozco si se ha perdido o ha
sido sustituido por otro. Mi artículo está copiado del escrito por el
claretiano León García en 1914, publicado en la revista La Guinea
Española.
INDÓ
Con esta palabra pongüe, Indó, se conoce una especie de
secta que existe en casi todas las tribus africanas, cuyo objeto es dominar a
la mujer a la par que actúa como Tribunal Supremo dentro de la tribu, siendo
monopolio de los hombres especialmente de los ancianos.
MBUNO
Es el mbuno las normas y pruebas que tienen que pasar los
jóvenes para considerarlos mayores y poderse sentar en los debates de la tribu.
Para someterlos al examen o pruebas, los novicios quedan
encerrados en dos grandes departamentos incomunicados, en uno de los cuales
está el secreto del Indó, quedan como haciendo el cursillo, un mínimo de tres
meses, depende de su habilidad, en algunos casos puede durar hasta un año. En
ese periodo tienen que:
-
Cazar y pescar para todos los hombres del
pueblo.
-
Ir a buscar agua para todo el pueblo
-
Catar las colmenas sin ninguna protección para
evitar las picaduras de las abejas
-
Cocinarse su propia comida
-
Solo pueden vestirse un paño de baño y pintarse
el cuerpo cada día
-
Deben obedecer a los hombres del pueblo
-
Pueden arrebatar la comida a una mujer si pasa
cerca de ellos.
-
Solo pueden circular por el perímetro exterior
del pueblo
-
No puede fumar ni hablar con las mujeres
El no cumplir uno de estos
procedimientos les puede acarrear severos castigos.
Tres días antes de terminar el
Mbuno se reúne todo el pueblo y juntos hacen un gran balele, durante el cual
los ancianos de la tribu van llamando uno a uno a los mbunos, y les hacen jurar
que no revelarán jamás los secretos que les van a enseñar.
Llegado el gran día señalado para
penetrar en la misteriosa habitación del Indó y tomar parte en los grandes
secretos de la tribu, todos los jóvenes mbunos son conducidos al río para
bañarse en donde se les hace prometer de nuevo bajo pena de muerte, que jamás
hablarán con las mujeres de lo que pronto van a descubrir. Terminado el baño de
purificación, se visten todos para la fiesta y pasando por un camino hecho
expresamente para esta ocasión, vuelven a casa en donde pasaron el mbuno sin
que puedan ser vistos por mujer alguna. Entre tanto todos los del pueblo y los
invitados se han vestido de fiesta y los esperan en la plaza .
Un silencio sepulcral reina en la
población y en medio de la expectación, se oyen de repente las palabras del
Indó que desde su misteriosa habitación pregunta - ¿ Quiénes son los que me han
de ver?. – Aquí están responde los ancianos. Estas palabras son celebradas con
grandes cánticos que entonados por los jóvenes mbunos, son continuados fuera
por todo el pueblo que se entrega a verdaderas locuras de entusiasmo y alegría.
Cantadas varias coplas todo el mundo vuelve a quedar en el mayor silencio, y
por segunda vez vuelve también el Indó a preguntar: - Quienes son los que me
han de ver? Y contestan como la primera
vez, siguiendo con músicas y regocijo. Hecha por tercera vez la pregunta,
siguen los mismos cánticos, terminados los cuales dice el Indó, : que pasen
adelante, y tomando los ancianos por la mano a cada uno de los jovenes mbunos
los hacen entrar a ver al Indó por fuerza, pues llenos de miedo los muchachos
se resisten a entrar. Luego que han entrado y las mujeres danzan y bailan
afuera en medio de un griterío enseñan, al joven mbuno:
1º Unas lengüetas de caña
diciéndoles que con aquello habla y canta el Indó.
2º Les dicen que hay muchas de
esas lengüetas y que repartiéndoselas entre ellos y colocándose a diferentes
distancias podrán hablar y hacer creer que es el espíritu quien habla y que se cambia con
rapidez de lugar.
3º Todo esto les dicen, se
encamina a dominar a las mujeres, haciéndoles ver el poder que el hombre tiene
para hablar con los espíritus a quienes nada se oculta.
4º Por último les dicen, los
secretos del Indó los heredamos de nuestros antepasados y es necesario que se
transmita de unos a otros haciendo con vuestros hijos y nietos lo que hemos
hecho hoy, con vosotros,.
Desde hoy los nuevos afiliados al
Indó podrá jurar por el mismo siempre que quieran atestiguar alguna verdad;
pues hasta la fecha les estaba prohibido tomar en sus labios tan sagrado
nombre, lo mismo que a las mujeres nunca pueden llamarle Indó sino OKUKUE,
espíritu.
Así termina el paso de niños a
hombres en la mayoría de pueblos africanos.
Extraído de la revista La
GuineaEspañola de 25.06.1914
Fernando el Africano
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