EL BOTUKU O JEFE DEL POBLADO
Habitualmente
al fallecimiento de un jefe de poblado, heredaba el cargo u hijo o hermano, en
el caso que no tuviera descendientes directos, se trataba por elección entren
los personajes y nobles de la tribu, dirigiendo la ceremonia el boajiammó, que
consultaba con los espíritus como si fueran amigos personales suyos, y de esa
reunión salía el nuevo jefe.
Comunicada
la decisión al elegido, este se retiraba a una cabaña fabricada especialmente
para este acto, llamada ribeka o lopando, situada en el centro del poblado. Se
albergaba en la misma solamente con su segunda mujer, llamada boareña,
alimentándose solamente de carne de cabra y gallina y ñame sin sal, teniendo la
obligación de quemar los residuos de las comidas.
Pasados
siete días, se dirigió al santuario de más tradición en la zona, con lo altos
dignatarios. Allí se dirigió a los espíritus convocados, explicándoles su
programa de gobierno, en caso de no oír voces de ultratumba oponiéndose a su
programa, quedaba oficialmente nombrado nuevo botuku.
Al día
siguiente empezaron las ceremonias oficiales, bajo la sombra del bosoppo árbol
sagrado para esta ceremonia. Con la sangre de una cabra le rociaron sus ropas y
le hicieron subir a una palmera y efectuar las operaciones habituales para
sacar aceite de la palmera. Ya bajado al suelo, el más anciano de los
presentes, le manifestó que nunca debería subirse a efectuar aquella
manipulación, para ello tendría vinateros que le harían aquel trabajo del
esaha (calabaza de vino recién hecho).
Una vez
bebida na calabaza entera de vino, s trasladaron al río donde se bañó, para
quitar las impurezas de su vida anterior. Después fue ungido con n´dola rojiza,
y en procesión volvieron al poblado cantando canciones ceremoniosas, salvando
antes una barrera de tronco colocada por jóvenes del poblado manifestando que
no lo dejarían pasar, hasta prometerles que accedería a sus peticiones, así lo
hizo. (era un acto del protocolo)
La fiesta de
la coronación fue esplendida, desde entonces sería soberano absoluto, sus
vasallos tendrían que labrarle sus fincas, para hablar con él, deberián ponerse
de rodillas , su mujer le serviría la comida en cuclillas y pata dormir tendría
siempre la acogedora almohada de los muslos de una de sus esposas, quien le
velaría el sueño y espantaría los mosquitos.
Todas estas
costumbres y las muchas luchas entre poblados al ir llegando a la Isla nuevos
pobladores, se dulcificaron al reinar el emperador Moka y los primeros
españoles.
Libro base
para consulta del texto : Ischulla (la Isla) de Domingo Manfredi - 1950-
No hay comentarios:
Publicar un comentario