miércoles, 19 de enero de 2022

AGUAS MINERALES EN LA ISLA

 AGUAS MINERALES EN LA ISLA 

EXTRAIDO DEL LIBRO: LA IGLESIA EN LA GUINEA ECUATORIAL – FERNANDO  POO.

Autor : Tomás L. Pujadas  C.M.F.

 

SAN LUIS DE KUPAPA.-

El actual poblado de San Luis de Kupapa, a principio de siglo (XX) era una ranchería visitada frecuentemente por los misioneros desde Banapá o desde Santa Isabel, conocida por el nombre de Boopy.

En 1919 se hizo cargo del mismo, el padre Segarra, que fiel a sus aficiones y aptitudes de constructor empezó  a levantar una capilla.

La historia de esta cristiandad va unida al descubrimiento de las aguas carbonatadas de la comarca.

Dominaba la región un viejo brujo, que ejercía gran autoridad por su ascendiente con un morimó muy potente al que se oía murmurar y que hacia hervir las aguas del cercano río. Era esto un estorbo para la evangelización de los nativos. Muchas veces el brujo tratando con el padre Segarra hablaba de <<tu viejo Dios>>.

El padre Luis, muy aficionado a exploraciones, había formado un equipo de 40 muchachos, que le seguía por todas partes, ayudándole tanto en las construcciones como en los viajes.

Cierto día toparon con una cueva, dentro de la cual se oía un sordo rumor. Los niños, sin disimular su temor, le dijeron:

-        Es la cueva del brujo…. Ahí tiene al morimó que le  habla.

El misionero rezó algunas oraciones y entonó cánticos religiosos.

No quisimos entrar- escribió el padre Segarra_ No fuera que en lugar de un <<demonio>> encontráramos un culebrón.

A los pocos días, el brujo se presentó al padre lamentándose:

-        Blanco. Mi morimó ya no me contesta.

-        - Ya ves como mi <<viejo Dios>> le puede.

-        Animados los chicos por la tranquilidad del misionero, se le franquearon diciéndole que más arriba, en dirección a Concepción, había otra cueva en la que estaba << el morimó más grande de Baney>>, pues hacía un ruido muy fuerte.

-        El padre Segarra no dudó ya que se trataba de un manantial de agua carbónica, que hacía diez años andaba buscando.

-        Dejemos que el mismo padre nos cuente el descubrimiento de estas aguas minerales:

-        << Encargué a Pablo, que más tarde fue jefe del poblado, que a nadie lo dijera. A los pocos días nos fuimos, después de misa, a dar un paseo. Llevábamos algo de pan y vino y algunas golosinas y dije a mis muchachos:

-        - Hay paseo de merienda, pero será en el río que a mí me guste.

-        A cada corriente de agua que encontrábamos, me decían:

-        -¿Aquí ¿ Esta es buena.

-        Yo decía que no y seguíamos adelante.

-        Por fin vemos un río con agua algo blanquecina. Dije:

-        Esta es el agua que me gusta… pero un poco más río arriba.

-        Al poco de trepar, dimos con una balsa. Ellos me dicen:

-        Que nadie tire alguna piedra, que saldrá << Mamiwatá>>.

-        -Mamiwatá o madre que vive en el agua, es para los nativos una especie de hada de los ríos con resabios de sirena.

-        Yo tomo un tronco y lo tiro a la mitad de la balsa.

-        Espantados y atónitos contemplan el hermoso  Aro Iris que duró unos momentos  y que según ellos era señal de la presencia de << Mamiwatá>>.

-        Como ningún daño nos hizo el hada de las aguas, subimos a unos ribazos y se percibía hervir de una gran caldera, y por fin llegamos. En todo el bosque cerrado mis valientes estaban todos asustados. La mayor parte me dice:

-        - Padre, vámonos, que este morimó nos va a matar.

-        - ¿Y la merienda?

-        - La tomaremos en casa.

-        Parapetados los cuarenta muchachos en el lado opuesto observaban. Les hice subir a la meseta donde estaba borboteando y haciendo esfuerzos amenazadores el manantial para salir sin lograrlo.

-        Saqué un vasito plegable, que llevaba y bebí  varios sorbos con mucha satisfacción y alivio de la sed de la caminata.

-        En el cauce del rió había varios pájaros y un grombif  asfixiados. Saqué un cabito de vela que encendí  y bajé despacio y, al acercarse al agua, produjo una gran llamarada y se apagó.

-        Una vez que hubimos merendado y escanciado ya el vino, llené la botella, que era muy grande, del agua juguetona, para llevárnosla. Saqué el vaso y tomé el agua y les dije a mis mozos:

-        - Vamos a marchar, pero antes tenéis que probar lo buena que es esta bebida que nos da Dios.

-        Después de probarla todos, volvimos al pueblo, donde nos encontramos al gran botuko Moche, que me dice sin saludos:

-        - Padre hoy van a morir todos estos niños bajo las iras del morimó. Usted no, porque el morimó no puede con usted.

-        - Ya que la hemos hecho que sea sonada y le obligué a beber un buen trago.

-        A la mañana siguiente, me lo encuentro y le pregunto ¿No has muerto?

-        - Mire padre ayer cuando usted me hizo engullir el agua, me dolía el estómago, y con ella se me pasó. Quiero que me dé más.

-        El manantial quedó con el nombre de San Luis, por haberse descubierto  el día de su fiesta. Luis también es el nombre del padre Segarra.

-        Kupapa se formó de la unión de su besé con los poblados de Batoy y Balobete de Baney. La Iglesia actual fue construida por el pueblo en 1954.

MI  CONMENTARIO.-

Este relato es una prueba de la labor de investigación y desarrollo del pueblo guineano, por la labor de algunos misioneros  con una preparación científica y una inquietud en su investigación, como el padre Aymemí, o más reciente el claretiano A. Martin del Molino. En la isla abundan los manantiales de aguas medicinales, los hay en Mioko en Basakato y muchos sitios debido al origen volcánico de la isla.

Fernando.garciagimeno@gmail.com

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