sábado, 30 de junio de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA- XX

El vivero era un mundo de sombras, de silencios que murmuraban hechizos, de autopista a la imaginación, donde el caer de una rama o un fruto del árbol, parecía una pisada de león, elefante u si fuera posible animal mayor, en el que el silbido del viento, semejaba el aviso de un ser misterioso que te advertía del peligro. Un ecosistema precioso por la variedad de árboles que se encontraban en él; me llamó mucho la atención el árbol del caucho, kickxia elástica, o de la especie hevea. Íbamos provistos de latas vacías que atábamos al tronco y haciendo una incisión en el mismo, derramaban lentamente llorando su látex en la lata, al día siguiente lo recogíamos y con ello hacíamos pelotas de goma, que botaban a una altura insospechada, y aquello a quien venía de jugar con pelotas de papel o de trapo, me parecía un avance importante en mi vida social, notaba que mi status infantil mejoraba, de deambular de refugio en refugio, o de estar atemorizado por las bombas, o el que comeré mañana, me había situado en un terror a las fieras, a lo misterioso que me producía tal vez pánico pero que me enganchaba como si me diera a la vez placer. Mi adrenalina funcionaba a pleno rendimiento, y pese a que mi pulmón dañado me obligaba a sentarme y esperar que se me pasara mi fatiga y hasta mi flato, me daba la impresión de que cada día resistía más metros caminando sin esa necesidad, ¡ Sería tal vez posible que en el futuro, pudiera practicar algún deporte, como los demás niños!. Muchas veces iba solo y me daba la sensación que de que estaba a cientos de kilómetros de la ciudad, como si en el mundo nada más estuviéramos las fieras, los peligros y yo. Con el tiempo un nativo me enseñó que los pinchazos de las cámaras de las bicicletas se arreglaban dejando caer unas gotas de caucho sobre la zona dañada, y dejar secar al sol el latex de tal forma que no solo sellaba el orificio o el poro sino que reforzaba la cámara.


Árboles de excelentes maderas cubrían la zona, tales como bocapí, madera muy dura y resistente de color rojo oscuro; calabó (Pycnanthus Kombo), la madera más usada para hacer tablas y paredes de casas indígenas, su fruto parecido a la nuez moscada sirve para sazonar los alimentos; caoba gris y blanca, cedros, alguna gigantesca ceiba, ébano negro y marrón, bambú, teca, boj, ocume ( Los cuarenta metros de tronco cilíndricos de los okume se empezó a utilizar por los alemanes durante su dominio en el Camerún para tableros y contrachapados, y es la mejor madera para este uso)sus pequeñas flores amarillas, mostraban una cápsula oblonga de seis valvas, y así otras muchas especies que habían sido traídas a este vivero para estudiar su aclimatación y su posible cultivo en la isla como plantas de tabaco, pero esta idea se difuminó, pese a que en 1896, un agricultor de Cuba, el señor Macari, propuso al Gobierno y a la Compañía de Tabacos importar trabajadores expertos de Cuba y plantar grandes extensiones en la isla, dado el buen resultado obtenido con las pruebas, al haber ganado incluso la Medalla de Oro en la Exposición de Amsterdam las muestras del tabaco presentado por parte de España plantado y cultivado en Fernando Poo. En 1887 en esta misma exposición, la caña de azúcar traída de Fernando Poo se conceptuó de mejor calidad que la de Puerto Rico, según comentaba don José Ibarra gobernador que fue de la Colonia. Como siempre el Gobierno español falló más que una escopeta de plomos.

El vivero era un lugar casi desconocido para la mayoría de la población, en parte por su situación al borde de la ciudad, en una zona umbría de pronunciado declive, con abundancia de serpientes, dada su cercanía al río, pues estos reptiles son aficionados al agua, parece ser que precisan el agua para mantener su piel tersa y deslizante. Habitualmente siempre me he tropezado con ellos cerca de manantiales, ríos, o bien pequeñas lagunas. Nuestros encuentros han sido precipitados y nunca me he quedado para preguntarles por los amigos y familiares, ha coincidido que mi premura no otra causa me ha obligado a salir corriendo. Otra vez será. La Moncloa era tal vez una maqueta del bosque africano, lleno de misterio, donde puedes encontrar animales salvajes, insectos desconocidos, lagartos carnívoros, pero que si respetas su habitat, ellos generalmente te corresponden ignorando tu presencia, preservando tu integridad. Era un lugar onírico, donde tus fantasías parecían poderse volver realidad. Creo que este pequeño paraíso se fundó antes de establecer el Servicio Agronómico en Banapá, y después quedó como anexo al vivero del Ayuntamiento que estaba al otro lado del puente.

Al cabo de pocos días, andando por el jardín delante de los barracones de nuestra vivienda, cuando intentaba apoyar el pie para dar un paso, descubrí una serpiente de color verde, preciosa, que estaba durmiendo, y que si la hubiera pisado, podría haberse “enfadado”. Grité con todas mis fuerzas, algo mermadas por el miedo; acudieron mis primos y algún vecino que pasaba. Armados todos con palos, atacamos a la pobre bestia, que dormía su siesta; la pobre sucumbió a nuestros porrazos, fue mi primera cacería en África. La verdad es que entonces no existían organizaciones en defensa de los animales ni ecológicas, que nos hubieran enseñado a respetar la naturaleza, preservar especies animales, por lo que en nuestras cortas luces, aniquilábamos con el solo fin de distraernos, o competir en número de capturas y muertes, lo que demuestra el concepto de que somos la especie depredadora por excelencia. Ello ha hecho posible que nos impongamos dominando al resto de especies, sin importarnos el equilibrio ecológico. Lo malo es que algunos que han respetado el orden ecológico han sido devorados por algunos animales que no habían sido instruidos sobre este tema. Aquel incidente por otra parte, me dio confianza en que con el tiempo podría coger los elefantes con dos palillos como mis primos, y me enseñó que en la vida no hay que arredrarse por nada.

Una mañana mi abuela me explicó su última llegada a Guinea, que había sido en el año 1936, a bordo del buque Fernando Poo que transportaba tropas para consolidar la república en Santa Isabel, y como la isla estaba en manos de gente afín a las ideas de Franco, cambió su rumbo y destino, dirigiéndose a la ciudad de Bata, en Río Muni, que estaba en manos republicanas, pero para desgracia de ellos, a esa zona acababa de llegar el transporte Ciudad de Mahón, con cuatrocientos soldados nacionales, y éste pequeño barco mercante pero dotado de artillería, hundió al Fernando Poo el 14 de octubre de aquel año, frente a las costas de la ciudad de Bata.

Murieron muchas personas, pero mi abuela y mis primos, que venían con ella, pudieron salvarse, gracias, en parte, a que el barco quedó escorado y medio a flote en las arenas de la playa. Adorno que tuvo esa playa muchos años, hasta que el precio de la chatarra subió en el mercado nacional, y a esa zona llegó un grupo de personas que volaron todas las naves que circundaban nuestras costas, mediante el uso de buceadores que bajaban a colocar las cargas de dinamita, entre estos expertos contaron con gente que en la isla o el Continente se dedicaban a la pesca submarina como por ejemplo un tal Carrasco, desguazando la multitud de barcos embarrancados que existían en el litoral, entre ellos la nave Fernando Poo en Bata cerca de otro barco pequeño el Antoñico o Antonico , que la casa Loring de Málaga puso en 1914 para hacer el servicio marítimo interinsular y la Guinea Continental este barco naufragó trágicamente en la noche del 13 de Junio de 1921, con 400 pasajeros a bordo, de los que parece que murieron una gran cantidad.

Luego de ser desembarcados mi abuela y primos, tuvieron que ser trasladados con el Ciudad de Mahón desde Bata a Santa Isabel, donde ante una gran multitud se celebraron los funerales de los que habían fallecido en el bombardeo y lucha por apoderarse del Fernando Poo. Por cierto, que en Bata, por lo menos hasta 1951 se desembarcaba por lancha, fondeando los barcos lejos, dado que no había muelle, y de la lancha se bajaba a la gente en una silla con parihuelas llevada por dos nativos fuertes, o a veces a la gente joven la llevaban a hombros, para que no se mojaran los pies. La mercancía era una obra de habilidad descargarla en las gabarras que se movían con el oleaje a los costados del barco y muchas veces terminaban enriqueciendo el fondo marino algunos productos, supongo que en ocasiones los peces celebrarían con wisky o un buen Rioja, la llegada de la nave. Posteriormente se construyó un muelle presentable, lo mismo que en Santa Isabel, donde los barcos pudieran atracar de lado, descargando directamente al firme con las mismas grúas del barco.

Por cierto del hundimiento del Fernando Poo, cuentan los urecanos que al pasar rumbo a Bata cerca de sus playas, adivinaron que era un barco enemigo y encargaron al capitán de sus espíritus Musodoyí que lo hundiera, cosa que logró por su hechizo en las playas de Bata, o sea que los cañonazos del Mahón fueron dirigidos y ordenados por Musodoyí que debía ser artillero o díos encargado de estos menesteres en el Olimpo bubi. La verdad es que en esa zona de África, el cielo es tan diáfano que el horizonte se prolonga a medida que nuestro deseo crece de ver mas allá, y en su limite no seria extraño que se vieran las playas de Bata desde la lejanísima Ureka, o que el cálido soplo del mito bubi, se convirtiera en un proyectil que taladrara la chapa de babor del barco y rindiera tributo a las arenas de las playas cercanas del el río Ekuku al Utonde, doblando su rodilla en las mismas el mítico Fernando Poo, primer barco que se construyó con el fin de atender el servicio marítimo con la metrópoli.

La verdad es que cuando nuestra provincia africana estaba hecha un bombón después de doscientos años de contacto con Europa pero sesenta escasos de llegada de los españoles, nos han quitado el bombón y alguno se lo ha comido, dejando sólo el papel asqueroso, especialmente en los últimos tiempos, tal vez por eso tenían tanta prisa en la Independencia. Decía mi compañero de baloncesto, abogado y carismático líder bubi Luis Maho que si se vivía tan bien en la autonomía,¡ como se viviría en la Independencia!. Esas prisas de Independencia la tenían gente como el abogado Luis Maho que se había criado en Barcelona, donde estudió su carrera universitaria y sus conocimientos de la vida, economía y desarrollo de Guinea, eran limitados.

Fernando el Africano.-   Barcelona a 30.06.2012

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