MEMORIAS DE AFRICA GUINEA
El otro día llegó a mí poder un artículo muy profundo
escrito por Carlos Fleitas Alonso, con este título y publicado en Tribuna
Abierta de ABC, en 31 de julio de 1986.
Para aclarar diré que Carlos era el gerente de una potente
empresa finquera allí en Fernando Poo, Caifer y que llegó a presidente del
Consejo de Vecinos de Santa Isabel (alcalde), canario de buena planta física,
estaba fuera del círculo de mis amistades, dado que yo era un simple empleado
de una pequeña empresa. Leyendo su artículo en mi memoria vienen un montó de
personas que esa independencia fue su sentencia de muerte sicológica. Aunque ponga mi mejor deseo en transmitir la
fuerza de su escrito, no será capaz, pero si me agradaría que por lo menos
hiciera reflexionar a aquellos estúpidos políticos que condenaron al olvido a
miles de coloniales.
Empieza el artículo con la célebre frase de la baronesa : Yo
tenía una granja en África., con cálida voz cargada de nostalgia cuenta, esa
sufridora, los tiempos vividos en la Kenya británica, donde se arruinó por
proteger a los kikuyus.
Nosotros teníamos una granja en África, podía ser una finca
de cacao, una gestoría, un cafetal, un comercio o una "factoría" , o
como yo un trabajo y sobre todo mi hogar, donde me había criado y donde había
estudiado primero en la Misión Católica y luego en el Instituto siete años,
siempre compartiendo enseñanza con mis compañeros de color, mezclados sin ningún problema. Cierto es que eran
fernandinos o hijos de nativos con cierto poder adquisitivo o funcionarios. Hay
que pensar que en aquella España, en muchos pueblos no iban al colegio y tenían
que trabajar siendo niños en sus pedanías.
Cuenta el artículo como España de trescientos mil kilómetros
cuadrados, como mínimo, que se suponía podía reclamar, le dieron 28.000 km . Cuadrados.
El 20 de julio de 1901 sobre las blancas arenas de las
playas de Bata, las delegaciones francesas y españolas forman con la prestancia
que requiere el acto, delante del mástil de la bandera tricolor francesa,
frente a los delegados, una escuadra de marineros franceses y a la izquierda
otra escuadra de marineros españoles.
A los compases de la Marsellesa es arriada la bandera
francesa y con respeto se traslada a bordo del cañonero "Aleyon" de
la escuadra gala. Mientras tanto, la delegación española se hace cargo del
edificio de madera, de estilo colonial, que ha sido, hasta ese momento, sede de
la representación francesa y que pasará a ser a partir de ese momento, base de
la delegación española.
A la sombra de los cocoteros y de los egombe-gombes, unos
grupos de pescadores de la etnia ndowe; combes y bengas, contemplan la
ceremonia con curiosidad. Unos guerreros pamues, descendientes de Ntumu Afiri,
con sus atuendos de guerra observan sin comprender el significado del acto.
A la mañana siguiente, forman de nuevo frente al mástil
vacío, las delegaciones de España y Francia, y con las tropas formadas, a los
acordes de la Marcha Real española, es izada con toda solemnidad la bandera
roja y gualda. El territorio africano queda bajo la tutela de España.
Se intercambian documentos se saludan los delegados y la
Comisión Francesa se dirige a su lancha para emprender a bordo del cañonero su
viaje de regreso a Francia. La Delegación Española embarca más tarde en el
cañonero Magallanes, de la armada española, que les llevará a la isla de
Fernando Poo. La delegación n continuará después su regreso a la península en
el <>.
Lo que ocurrió después es poco conocido, hombres que podían
compararse al legendario conde Savorgnan de Brazza se aprestan para la
colonización de los restos del Tratado de El Pardo. Iradier, Bengoa, Ayala y
otros anónimos, y sobre todo los misioneros claretianos penetran en territorio
fang, pero de eso ya ha pasado mucho tiempo. Para dar idea de la dureza de
aquellos tiempos en 1859, llegó una expedición de colonos, al cabo de un
año quedaban solo tres vivos. La
malaria, la moscas del sueño, la falta de agua potable y otras enfermedades
como la filaria etc. Terminaban en pocos meses con los europeos. Hasta que no
se empezó a secar pantanos e higienizar los alimentos, era la muerte segura,.
Las arenas de la playa de Bata han sido el mejor testigo,
por allí llegaron y salieron los colonos españoles.
Un día de marzo de 1969, sobre las arenas blancas de la
playa de Bata
, los colonos se arremolinan, cargando con lo poco que
pueden llevarse de su ajuar, y
hombres y mujeres,
mezclados con las Fuerzas Españolas que han recibido la orden de regresar,
esperan la llegada de las barcazas para dirigirse a los buques de la Armada Española,
para un viaje sin retorno. En Santa Isabel lo hacen con un avión sobrecargado con el doble de pasajeros con el
consabido riesgo de su vida. y la Guardia Civil les obligan a embarcar
ocultándose en el bosque sin poder desfilar o embarcar con dignidad por el
muelle de la ciudad, no vaya a ser que Macias o la ciega ONU, les llame al
orden.
Hombres y mujeres expulsados de Guinea volvían derrotados
buscando refugio en sus familias y tratando de adaptarse a una vida poco
favorable, con problemas sanitarios
buscando la beneficencia hasta el final de su existencia. Gente como mis
primos que habían nacido en Guinea hacia 50 años, desconocían lo que era España
y tuvieron que mendigar favores, perdieron casa, enseres, empleo, amigos,
salud, en parte por la incompetencia de un Gobierno que miaba para otro lado,
dada su estupidez manifiesta.
Fidel Azaceta, tenía una granja en África, una hermosa
finca, desde la baranda de su casa colonial, contempló a lo largo de su vida
las maravillosas puestas de sol que solo pueden admirarse en África, pero Fidel
Azaxceta murió con sus dos piernas amputadas en una sala de Beneficencia, sin
tener una sola moneda de su propiedad sobre su mesilla de noche, Fidel Azaceta
solo tenía una granja en África.
Para otros su máxima aspiración podría ser una licencia de
taxi para atender a sus necesidades.
Señor Presidente, señores del Gobierno, yo tenía una granja
en África. Nosotros
Teníamos una granja en África.
Fernando García Gimeno - resumido y adaptado refleja pese al tiempo transcurrido
El pensamiento de miles de españoles abandonados, a los que
hay que sumar los nativos que teniendo nacionalidad española, se les negó sus
derechos al llegar a esa Tierra.
21.03.2014.
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