Monte Alen hotel
COMENTARIOS SOBRE COSTUMBRES PUEBLO FANG -2
(Extraídas de
comentarios del padre claretiano Pelayo Rodriguez
Publicadas durante
1932 en la revista La Guinea Española.
)
Luchas. Mesing. El día que se celebra esta lucha, se convoca
grande multitud y se preparan opíparos banquetes de suculentos manjares para
los actuantes.
Son éstos unos mozos fornidos, de bellas facciones, raza
pura, robustos, sanos y limpios, de estructura atlética que con el extraño
tatuajes parecen luchadores romanos y la
imaginación instintivamente visita los circos romanos en donde se celebraban
aquellos espectáculos de luchas.
Vienen estos individuos de muy lejos del interior, llamados
por aquellos reyezuelos o sátrapas que quieren obsequiar a sus súbditos con
este entretenimiento.
Se practican estas fiestas por el tiempo de Navidad Nfuma y
en la luna llena regularmente, así como los cuentos de los juglares, Nvet.
En este tiempo parece que todos se vuelven locos y lo
celebran con morrocotudos bailes y llama la atención el ansia con que esperan
la fiesta y la luna que ellos denominan lámpara de moreno.
Faltará, tal vez que comer; pero bailar lo hacen a las mil
maravillas. Aunque dice el refrán que “no hay consejo sin pellejo”, en esta
ocasión falla este principio, pues aunque no hay pellejo hay consejo, esto es,
que no habrá que beber, pero danzas, brincos, hacen bulla y ruido ensordecedor,
esto hasta no poder más. Cuál sea la razón de tanta alegría por estos
acontecimientos, lo ignoro, ¿Tal vez serán remembranzas de sus orígenes?.
Para esta función de luchas, se limpian muy bien, limpian la
plaza en donde se han de celebrar estos espectáculos, se quitan todos los
cantos, se allana extendiendo por todo el local arena fina, todo con el fin de
que no se lastimen los actuantes, y se forman otrosí dos bandos.
Ya todos reunidos aparecen los luchadores con el cuerpo
limpio y aseado, cubiertos no obstante, con lo más preciso para luchar, pero
sin ofender los ojos de los concurrentes, pues allí acuden hombres, mujeres,
jóvenes y niños con avidez espantosa de ver el juego.
Suenan estrepitosamente sin césar los tambores y comienza la
contienda en la que brillan por su ausencia los mamporrazos y si, solo
esfuerzos titánicos a ver cuál es el que puede hacer caer antes a su
contrincante. Con el sudor copiosos se hace una masa o barro la tierra, y los
luchadores embarrados parecen dragos de ultratumba y se escurre uno de otro
como las anguilas y de esto le viene el nombre al local maneg, greda o arcilla;
y es muy difícil inclinarse la victoria por uno o por otro lado, según los
esfuerzos inauditos de los atletas, azuzados al mismo tiempo por los partidos
contrarios.
Cuando se determina por uno o por otro lado la victoria, los
del partido vencedor llevan a éste en
volandas, mientras los tambores e instrumentos musicales ejecutan tocatas de
triunfo y es calurosamente aclamado por la multitud con afecto de júbilo y cantos de victoria
interminables.
Así continúan los juegos hasta disolverse los asistentes y
así continúan las luchas horas y horas, entre derrotas y triunfos, días enteros
con gran regocijo de todos.
Todos suelen dar un regalito a los lidiadores, además del
pago que le da el contratador que suele ser pingüe y copioso, además del trato
esmerado que les dan durante su permanencia.
Es de rúbrica terminar la función, casi siempre, con un
trago de negro y legítimo morapio del que arrasca y calienta el cuerpo, claro que para los
luchadores ha de ser la mejor parte, los que al saborcillo de este refrigerio
después de tantas fatigas deben decir en su corazón con Ruiz Alarcón
Mienten todos los gallinas,
Los bellacos y bellacas,
Que osarán decir que el vino
Debe dar tributo al agua.
( eso lo firma el padre Pelayo Rodriguez C.M.F.
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