LA LLUVIA
Obasa dios
de la isla desde su trono
señala que
es la hora de su habitual baño,
avisando con sonoros truenos
y espada en
forma de rayo.
Manda agua,
se abre el cielo
baja por las
laderas de Bonyoma
con entusiasta
anhelo
Y con
perfecto celo.
Riega su
cuerpo de tres mil metros
El viento
masajea toda Bioko
desborda
ríos, torrentes y vericuetos.
El líquido
llega a la selva de Robube
Los puentes
quedan inundados
desde su
palacio en Basilé
nos deja
bien mojados.
Todo el
mundo inquieto y despierto
El
trueno cerca se escucha
de repente
todo es silencio
todo queda
en calma.
Las gotas
recuerdan lo pasado
El campo
emerge verde, saturado
Obasa envaina
el rayo, su arma.
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