Fang según
parece significa “hombre del bosque” o del “interior” del continente, cuando
todo era una maravillosa selva. De hecho ellos llaman fan o afán al bosque. Por
eso al referirse a una persona que llega del interior, usan la frase “ Azo afán
ati”( el que viene del bosque).
Escribía el
padre Mangado: El tipo ordinario del pamue es muy esbelto, sobre todo en el
interior del continente donde no se ha rozado con la vida enclenque de la
playa. Es fornido, de musculatura robusta, y hermoso de facciones, tanto en el
hombre como en la mujer. El tipo fang-yaunde, de los Camerones tiende a una
talla gigantesca, aunque es muy enjuto de carnes.
Variando de
tema, tanto en el Continente como en las islas han sido aficionados a lo que
ellos llaman “Medicina”, que significa hacer un acto de brujería invocando a
los espíritus y el uso de talismanes, calaveras o bien objetos totémicos para
ocasionar un mal a un enemigo o conseguir un beneficio para uno mismo.
Vamos a
concretar alguno de ellos, que detalla el padre Tomás Pujadas en su libro La
Iglesia en la Guinea Ecuatorial, tomo II Río Muni: :
Con la
medicina Nza oli, los hombres obtienen el favor de las mujeres.
El
Mkumananong y la Ochukina deparan caza abundante.
Las
glándulas almizcleras de ciertos animales ayudan a los mozos a alcanzar novia.
La culebra
“No” fácil de domesticar, se guarda para librarse de males. Con su carne y su
piel hacen medicina de brujería.
Un hueso de
gorila, llevado a flor de piel, hace feliz el embarazo y el parto.
Para obtener
que si hijo nazca sano, la futura mamá retiene un macaco en el regazo.
Ciertas
plantas tienen la virtud de atraer al blanco para poder comerciar
ventajosamente.
Una banda
hecha de la corteza de cierto árbol, junto con una liana con conchitas
ensartadas, llevada como bandolera protege de las epidemias.
En Moka(
Bioko) observaron una puerta coronada de campanillas para que, al intentar
entrar un mal espíritu huya al verse descubierto por el repiqueteo de las
campanillas.
Como vemos
las soluciones y medicinas son muy variadas, y en las más eficaces se usaban
fragmentos muy pequeños de huesos humanos, saliva del brujo, pelos y
secreciones corporales, jugos de determinadas plantas, piel de serpiente, uñas
y dientes de animales, crías de murciélago o vampiro. Etc.
Mucho le
costó al padre Epifanio Doce, deshacer en Corisco la creencia de los Ubenga
Moto. Según los corisqueños que lo llamaban “esqueleto de gente” se trataba del
espíritu de algún individuo que había sido brujo en vida, el cual, por unos
agujeritos que hacía en la tierra de su tumba, salía de ella, cuando se le
antojaba para ejercer su influencia maléfica, entre los vivos.
Fernandoelafricano.blogspot.com
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