Fábula fang
publicada en la revista La Guinea Española en abril 1959.
Autor :
Nguema
Título : LA
CABEZA QUE HABLÓ
A la sombra
de un árbol gigantesco, lamentábase un cazador de lo infructuoso que había
resultado para él los esfuerzos de aquel día. Ya se decidía a regresar a su
choza, sin nada que llevar para su comida, cuando quedó espantado al ver al
iniciar su regreso, una cabeza humana, ensangrentada y separada del tronco.
Completamente
absorto en el trágico caso, comenzó a pensar, quién sería el causante del
crimen. Una voz ronca y gruesa, respondió a sus pensamientos: La boca y esa voz
salía de la cabeza sangrante. Más atemorizado todavía, pero curioso por el fenómeno
que le parecía haber observado, quiso cerciorarse de si la cabeza habló, y así
audazmente interrogó: ¿Quién te dio muerte?, y la cabeza respondió: La boca.
Como una
exhalación emprendió el cazador, veloz huida a su poblado, llegando mohíno y
ensimismado, ya por quedarse sin caza ya por el suceso espeluznante que
presenció.
Un anciano
sarmentoso, que apretaba con fruición su pipa, le dijo al verle llegar en tal
guisa,¿ qué te ocurre que no traes caza?
Caza no
hallé en todo el día respondió el joven, pero fui testigo de un hecho que no
habréis presenciado vos, en los muchos años de vuestra existencia.
Encontré en
medio del bosque, sola y abandonada nadando en su propia sangre, una cabeza
humana. Quise interrogarle y saber de su desgracia, le pregunté quién la habría
separado de su cuerpo y me contestó: La boca, y así por dos veces. Ahora yo
quisiera que me ayudara a darle
sepultura.
La noticia
se divulgó por los poblados cercanos y todos querían presenciar el misterioso
suceso. Capitaneados por el cazador, llegaron al bosque y encontraron la
cabeza, excusado decir el afán e interés de los curiosos por averiguar si la
cabeza hablaba.
El cazador
se adelantó y preguntó de nuevo a la cabeza: ¿ Quién te cortó? Confiaba
escuchar sus tétricas voces , pero en vano, insiste de nuevo¿ Cabeza quién te
dio muerte?
El silencio
más absoluto fue la respuesta en ambos casos. Entonces los miembros de la tribu
que le acompañaban, lo sentenciaron a muerte, acusado de mentira, sin que nada
le sirvieran sus promesas, ni juramento de inocencia.
Cuando la
noche cubría la selva, unas llamas rojas consumían la carne del joven cazador,
que no pudo guardar su secreto y se perdió lo mismo que la cabeza, es decir por
hablar demasiado, y el viejo cantor que narra la historia, saca en consecuencia
que no todo lo que perciben nuestros
sentidos, ha de derramarse a través de la boca.
En nuestro
romance dice que el callar lo llaman santo, o el español que manifiesta: Por la
boca muere el pez.
Historia
facilitada por Fernando el Africano
2-6- 2020
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