sábado, 18 de julio de 2020

UN SALVAJE VUELVE A LA JUNGLA DEL ASFALTO. 7ª parte



UN SALVAJE VUELVE A LA JUNGLA DEL ASFALTO. 7ª parte



Como no solo del trabajo se alimenta el espíritu, un amigo de mis padres de la infancia y que curiosamente habían coincidido igualmente en Guinea, trabajaba en la Editorial Bruguera y me propuso entrenar al equipo femenino, así que un par de días por semana subía a Vallcarca a entrenar al equipo femenino, y los sábados o domingos, teníamos los partidos de la Liga OAR. En cierta ocasión viajando en el metro cerca de la estación de Leseps me llamó la atención dos chicas jóvenes y muy altas que parecían gemelas, con mi timidez habitual me dirigí a ellas y las convencí para hacer una prueba de baloncesto. Costó bastante ya que parece ser que solo de pequeñas alguna vez habían jugado pero no se les daba bien. Puedo asegurar que al cabo de unos meses de jugar con nuestro equipo, eran figuras destacadas del mismo. Las mujeres siempre se me han dado como hongos hasta llegar a la parte que me interesaba de ella, en ese caso los hongos se han marchitado.

Ya llevaba un año en la empresa y con ese siete por ciento de comisión, empezaba a tener unos ingresos interesantes que en muchos casos, según parece, eran superiores a los ingresos de mi “amigo”. Así que me vendieron la idea de darme de alta en la empresa, con un sueldo de seis mil pesetas y bajarme la comisión al 3%. Era en cierta manera mermarse los ingresos pero me  vendieron la idea, que era mucho más seguro y de esa forma pasaba a formar parte de verdad en la Empresa., así que acepté.



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