sábado, 13 de marzo de 2010

La Revista La Guinea Española de 19 de febrero de 1933 Número 753



MOKA Y ALIMAMA

Llegando al valle de Moka, uno exclama ¡ Esto es el norte de España!

No son los cacaoteros y los cafetos los que allí imperan, ni tampoco la tupida selva con el cortejo obligado de gigantescos y copudos árboles. Las hierbas existentes en nuestras tierras, las zarzamoras y hasta el tomillo y el romero es lo que allí se contempla. Hasta hay partes y caminos enteramente áridos, sin que los esmalte ni una brizna de hierba. A esta grata impresión panorámica, hay que añadir aquella placidísima y añorada frescura. Para probar más lo parecido que es la encantadora Moka a nuestra tierra, basta saber que allí se da y se cultiva casi todos los productos de nuestras huertas, judías, cebollas, coles, escarola, tomates, y riquísimas patatas, amén de mil cosas más.
El trabajador inteligente y veterano señor Vidaror lo ha podido comprobar en los diez y ocho años que lleva, y más en particular al que podemos llamar hortelano de Moka y de la isla, el indio Alimama que tiene magnífica huerta con variadísimos productos.
Recordando tiempos pasados, el año 1918, podemos citar la más que regular cosecha de patatas en la que se cogieron más de cinco mil kilos.

Para hacer más amena la estancia por unos días y no sentir la soledad de aquellos lugares, están las cascadas, el lago de Moka, que el benemérito hermano
Puig tuvo el gusto en 1907 de recorrer en cayuco el lago para medirlo, y halló que en el centro, tiene 86 metros de profundidad y 22 en las orillas. Y las salutíferas aguas de Mioko que según ,muchos entre ellos eminentes doctores- son mejores que las de Vichy.-

Por si fuera poco los amantes de la etnología y los que tengan curiosidad en conocer, cómo eran los antiguos pueblos bubis, allí están los pueblos de Malabo y de Bioko, cerrados completamente a su antigua usanza por una fuerte empalizada, con sus típicas casas, verdaderas chozas, con diversos signos supersticiosos, que se piensan ver al llegar a estas tierras y que aquellos que no se han movido de Santa Isabel y sus contornos jamás habrán observado. Viendo los poblados dichos, en los que ya ha entrado algo la civilización, puede uno formarse idea y comprender los estudios etnológicos que sobre los bubis en nuestra revista escribiera el célebre Mosameanda ( alias Antonio Aymení).
Dicho a la ligera algo de aquellas deliciosas alturas, salta al momento la dificultad de las comunicaciones y el hospedaje. Es de lamentar ciertamente, pero debemos decir a nuestros lectores, que han mejorado muchísimo. De disponer de camión puédese subir de la playa a Moka en auto.
Débese esto, entre otros, a un hombre de una idea bien concebida y firma y una voluntad férrea, Don Luis Valdés, que ha abierto el
Camino-carretera que lleva desde su grandiosa plantación hasta donde empiezan las costeras. Debiéndose también éstas en parte al citado Sr., ya que él obtuvo del Excmo. Sr. Gobernador de entonces los cien hombres, que, puestos a las órdenes del Sr. Vidador hicieron aquellas veinticuatro vueltas que ahora nos permiten subir con relativa facilidad: aquello fue una obra de carácter público y con la mira de facilitar el acceso a Moka, del europeo de la Isla.
Llegados allí, siendo pocos en número, hasta que vean el veraneo frecuente, y por lo tanto un negocio, podrían hospedarse en Alimama, previo aviso,. Andando el tiempo y viendo el porvenir que aguarda en tiempo de seca, se levantarán casas confortables y del agrado de los veraneantes.
La lancha del señor Climent, Emma, con sus tres cómodos viajes por semana es otra facilidad más que hará viable la idea de convertír Moka, en tiempos de seca, en lugar de veraneo. Todo está en empezar y conocer aquel valle encantador. Conocido , se sentirá uno impulsado a visitarlo de cuando en cuando, y hasta hacer otros recorridos por esta variada isla y hasta nacerá el deseo de hacer de fácil acceso la subida al pico de Santa Isabel, para convertir el realidad el dicho de Stanley, que Fernando Poo podía ser el Sanatorio de África. Quiera Díos que así sea y veamos pronto afluir a estas tierras a cuantos europeos viven en África.

Firmado Antonio Védate C-M-F.

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