Cuarto capítulo
Como ya comenté, al ser entregada una doncella para su enlace matrimonial es depositada por sus padres en una pequeña choza levantada junto a la de su futuro esposo, a la que dan el nombre de bula o buna, aquí vivirá recluida por más o menos tiempo según los diferentes distritos de la isla; pues mientras en los meridionales su reclusión forzosa es de una o dos semanas, en los septentrionales dura de uno a dos años. En este encerramiento su ocupación consiste en tejer con fibras extraídas de la palma, cestillas y ciertos adornos para los brazos y piernas denominados bipaha y besori o sesori y en engarzar toda suerte de abalorios y trocitos de mariscos llamados ichibo o loko y en el adorno diario de la propia persona para mostrarse a su esposo más hermosa, agraciada y seductora. Este le hace frecuentes visitas y de aquí, sobre todo en el norte, que al celebrase las ceremonias públicas y legales de la boda, la novia esté embarazada.
Mientras la esposa permanece en su retiro el esposo se ocupa en disponer y preparar lo necesario para la boda, que en lo antiguo se reducía a adquirir gran cantidad de ñames y malangas, muchísima carne de caza y de otros animales domesticados, como carneros y cabras y en hacer gran provisión de vino de palma que era la única bebida fermentada que en aquellos felices tiempos probaban. En los tiempos actuales las bodas de los bubis no son tan modestas e inocentes y resultan relativamente carísimas, por la sencilla razón de que ahora lo han de comprar todo, tanto los géneros para consecución de la esposa, como para la solemnidad exterior de las bodas.
Cambiadas las circunstancias, hoy día relegan al olvido el vino de palma, su exquisito bau o man singularmente en el norte de la isla, y trabajan con mucho tesón por la adquisición de grandes barriles de vino y muchas cajas de coñac y de aquí que la raza bubi esté tan degenerada, degradada y casi extinguida.
Hechos los preparativos , los prohombres de ambas familias y de común acuerdo designan el día en el que ha de celebrarse la boda y qué personas han de ser convidadas a la fiesta de una forma más particular, cuáles de los baetchi o amigos más íntimos de ambas familias han de ser elegidos para testigos del acto. Aunque se determine por consejo de familia que personas, en particular forasteras hayas de ser singularmente invitadas, sin embargo todos los vecinos del pueblo tienen derecho de asistir, sin ser invitados, a las fiestas o solemnidades exteriores, pues las bodas de los bubis no tanto eran motivo de alegría y fiestas de familia, cuanto que se consideraban de común y universal alegría y regocijo de todo el poblado en general.
Llegado el día señalado, el novio acompañado de sus baechi o íntimos amigos, que son siempre un hombre y una mujer y que serán sus padrinos de matrimonio, va a sacar a su mujer o su novia de la bula, buna o casa de reclusión y todos juntos se presentan en la asamblea general. La persona principal y autorizada de la asamblea hace a la esposa en particular serias reflexiones sobre las gravísimas obligaciones que contrae con acto tan solemne y los castigos rigorismos que le impondrán si en algún tiempo llega a faltar a sus compromisos, singularmente si violase la fe y lealtad a su esposo. Concluido este razonamiento pregunta a los desposados si estarán contentos y conformes en convivir juntos para siempre. La respuesta por parte de la esposa ha de ser necesariamente afirmativa, aunque allá a sus adentros sienta antipatía y aún deteste a su esposo. Están allí de antemano preparados ñames o malangas cocidos y condimentados con la hierba nau o bokochi, cinco cabezas de diversas especies de animales y algunas calabazas de vino de palma. El presidente de la asamblea obliga a tomar a los nuevos desposados y a sus padrinos o testigos un bocado de ñames o malangas, de las hierbas nau o bokochi, de cada una de las cinco cabezas de cinco especies diferentes de animales y luego tomando una calabacita, que llaman sitoho, llena de bau o mau un trago del vino de palma contenido en la misma. Acto seguido pone la mano derecha sobre la cabeza de los contrayentes pronunciando algunas frases de bendición sobre los desposados y deseándoles toda suerte de felicidades y ante todo una prole numerosísima.
Terminadas estas ceremonias más íntimas se disuelve la asamblea y la novia acompañada de su madrina se retira para ponerse sus mejores adornos y galas. Estas se reducían a pintarse todo el cuerpo con la pomada nthola o ndola que da un color rojo vivo, describiendo en el mismo diferentes figuras con una tierra blanquecina llamada bôa o môa, a llenar todo el cuello de grandes sartas de todas clases de abalorios, rodeando su cintura desnuda con un ancho cinturón tejido, con loko y con otros abalorios de diversos colores, del cual pendía un pequeño delantal, de piel de mono para ocultar sus vergüenzas, quedando desnuda la parte de las nalgas. Las piernas y los brazos con besori o mesori y tejidos como el cinturón que le rodea la cintura, del cuello penden sobre el pecho una infinidad de largas sartas y trenzas de abalorios, dejando los pechos al descubierto. El tocado y adorno de la cabeza consiste en llevar el cabello levantado medianamente cortado, muy impregnado de ndola y sujetándolo con una cinta de pequeños abalorios que se cubre con un sombrerete de piel de mono o un casquete tejido de mariscos. Actualmente la sarta de abalorios suelen llevar monedas de plata agujereadas, la abundancia de las mismas es signo de la riqueza de los desposados. Anteriormente como carecían de monedas de plata, llevaban tiritas de piel de una culebra de vivos colores.
Mientras la novia se está adornando el pueblo se coloca en las afueras por grupos de familia y a cada uno se les reparten cestos llenos de ñames o malanga, ollas conteniendo grandes tajadas de carne metida en aceite de palma y enormes calabazas con el embriagador bau o mau. En medio de la plazuela colocan un sitial de preferencia del cual ponen una calabaza con vino de palma u otro licor y este sitio es el que ha de ocupar la novia.
Dispuesto todo el pueblo ansioso de que aparezca la novia, para poder empezar a disfrutar de las viandas, se introducen algunas doncellas cantando y bailando en la casa en busca de la novia. Esta acompañada de las mismas doncellas y su madrina aparece ante el público toda hermosa y engalanada y todo el pueblo la aclama y ovaciona, llamándola hermosa, feliz y bienaventurada, luego da algunas vueltas alrededor de la plaza cantando y bailando con la madrina y amigas de la infancia y va a sentarse en el sitio de preferencia destinado para ella.
Sentada ya la novia, sus padres o los que en su defecto hacen sus veces, salen en medio del corro y dirigiéndose a la nueva desposada le hacen delante de todo el pueblo reunido las mismas exhortaciones , dan idénticos avisos y la amenazan con iguales castigos que le hizo el presidente de la asamblea de ambas familia en el acto solemne de dar consentimiento matrimonial. Luego van pasando todos delante de ella, dándole la enhorabuena, felicitándola por tanta dicha y deseándole en su nuevo estado toda suerte de prosperidades y ella asiente con una sonrisa y una inclinación de cabeza.
Concluido lo dicho, dan comienzo al banquete ya preparado, dando cuenta de los ñames, carnes y vino que antes habían devorado con los ojos. Sigue inmediatamente el gran baile, que el primer día de la fiesta acostumbra a durar casi sin intervalos desde la puesta del sol hasta la salida del día siguiente. Para evitar el cansancio que causa el baile y conservar sus fuerzas, el calor y el entusiasmo de cuando en cando van repartiendo a cada uno de los presentes vasos grandes de licor. Las fiestas de las bodas solían durar de ocho a quince días en proporción al poder y riqueza de los contrayentes, más la mayor solemnidad no pasaba de tres, terminados los cuales la gente no muy íntima a los desposados, se vuelve a sus casas y a los quehaceres ordinarios. Cuando la mayor parte de los asistentes se han retirado a sus casas o pueblos, entonces la novia con su cortejo de madrina y doncellas amigas, todas con trajes y adornos salen a recorrer los barrios del pueblo o los diferentes pueblos del distrito, parándose en los lugares céntricos y delante de las casas de las familias principales del poblado. Allí suelen bailar y entonar cantares alusivos a sus familias o moradores del poblado. Acabado el baile y los cantos, la familia delante de cuya casa han cantado felicita de nuevo a la novia, le da mil parabienes y le hace un pequeño regalo. La novia corresponde de muestras de agradecimiento, dando vivas todas sus compañeras a la familia donante y una de ellas que lleva en la cabeza una calabaza muy adornada llena de licor, la ofrece al principal, de la casa para que guste el delicioso licor.
El año 1919 hallábame en un poblado bubi perteneciente al norte de la isla en el cual se celebraba un matrimonio, asistí a las bodas y estuve observando hasta muy avanzada la noche todos los ritos y ceremonias fielmente y con religiosidad practicadas por estas gentes. Pasados tres días cabales y serían las nueve de la mañana cuando vi que venia hacia la casa que me hospedaba , la novia y todo su cortejo de amigas vestidas y engalanadas con sus mejores joyas y sin otro saludo comenzaron a bailar delante la puerta de la casa y entonar los siguientes cantares que pongo en bubi y en español.
B U B I E S P A Ñ O L
1º Eh: Páteri gilo ke sitoho sau Padre esta calabacita
S' oki s`o boatta Tiene su historia
Obo tooboele o bitim Que Vd. Puede contar
Boe pannabuella En la iglesia española
2º E sibeloa na toe a la pul`e Al bajar de la nave nosotros
Sitimabuella El extranjero oirá
Le ibacho biau li kottoe Y perfectamente advertirá
Le ohao o boriba Nuestros aplausos y alborozo
Terminado el baile y los cantaras me dirigieron una mirada expresiva, y comprendí lo que deseaban, por lo que les dí algunas monedas de plata. Ellas dieron tres atronadoras vivas al Padre y me ofrecieron al instante la calabaza para que gustase de su contenido y yo, por no desdeñarles pegué mis labios y tomé un sorbo de licor. Muy satisfechas se fueron alegres a bailar y cantar a otra casa. Es de advertir que la primera casa que fueron a visitar no fue a la del botuku sino a la del Padre.
Por lo que antecede se ve claramente que todas las fiestas de casamiento bubi no tiene otro objeto que advertir a la desposada sus obligaciones y al propio tiempo ensalzarla y darle el parabién por haber sabido conservar su virginidad y presentarla como modelo de fidelidad a su esposo y a las generaciones venideras.
ENFERMEDADES
Es creencia general entre estas gentes que las enfermedades singularmente las graves y las muy duraderas, jamás son efectos de causas naturales, sino influencias malévolas de brujerías, hechizos, encantamientos o maleficios, pero sobre todo y ante todo de los espíritus de sus antepasados ofendidos o agraviados. De aquí que sientan tanto horror y miedo a las maldiciones por creer que necesariamente producirían sus temidos efectos, y de aquí también que muestren tanta solicitud y cuidado en tener propicios a los espíritus de los finados y aplacarlos con sacrificios, libaciones u convites fúnebres tan luego que los crean enojados.
El clima de las mudanzas o trastornos atmosféricos, el calor, el frío, la humedad, el sol y la lluvia son cosas criadas por Dios para el bienestar y felicidad del hombre y por consiguiente no pueden causar de un modo directo enfermedad. Aún las desgracias venidas de causas fortuitas como caídas graves de las palmeras, mordeduras de serpientes, alacranes u otros bichos lo consideran intencionados por algún maleficio. Estas ideas nos indican la pereza o descuido del bubi en buscar medicinas naturales para sus enfermedades. Tienen algunas es cierto, que diremos luego, pero tan pocas y tan primitivas que demuestran muy claro el abandono del bubi en este sentido.
A las enfermedades leves no dan ninguna importancia: mas cuando se agravan, trasladan al paciente al rojia, rohia, nekolò o como diríamos a la capilla del espíritu protector más fuerte y poderoso que se conoce por los contornos para que ese espíritu tomando al enfermo bajo su tutela le libre del maleficio y cure su enfermedad. Si continúan los síntomas agravantes suspenden en el cuello, brazos, cintura y piernas del paciente una infinidad de amuletos, robo o roomo como ellos dicen, cubren las paredes de la choza y la puerta con los mismos amuletos y suelen edificar un nuevo arco de cañas en la entrada del poblado, llenándolo de conchas de caracol, plumas de gallina, mechones de pelos de oveja y hojas del árbol llamado iko que tiene la virtud de espantar y ahuyentar a los espíritus malignos, que son los que traen todas las calamidades a este valle de lágrimas.
Se va a consultar al brujo más renombrado la causa de la enfermedad, éste coge su calabacita llena de conchas y tozos de marisco y comienza con ella a efectuar sortilegios, evoca a los espíritus y les pide que manifiesten la enfermedad, la causa de la misma y la medicina para curarla.
El bubi evoca los espíritus y habla con ellos, silbando que ordinariamente ninguno de los circunstantes comprende las preguntas ni las respuestas de la evocación. Además nadie debe presentarse al brujo con las manos vacías sino que de antemano le llevan sus dones consistentes en la actualidad en algunas cabezas de tabaco o botellas de licor, comúnmente coñac. El brujo hace algunas preguntas a los consultantes y luego con mucha gravedad y aplomo declara que la enfermedad es tal o cual, que el causante de la misma es el espíritu de su hermano mayor difunto, para el cual no han levantado ninguna casita, como lo oí en Basupú, y que para curarle es preciso edificar la predicha casita para el alma de su hermano. La familia del enfermó edificó al momento la casita, pero el enfermo no mejoró, sino que empeoró y al final de un par de semanas, su alma iba a reunirse con la de su hermano y demás antepasados.
Otras dice que el causante es el alma de su padre, abuelo o marido la cual desea que le sacrifiquen alguna cabra o varias gallinas, y por tanto si desea la salud es indispensable el sacrificio.
A propósito de esto voy a contar lo ocurrido con un bubi infiel de Batete. En una de mis correrías por las rancherías bubis de las alturas de Batete aconteció que al acercarme al poblado del brujo principal llamado Molubbela, oí unos silbos extraños, pero muy pianos y seguidos. El niño mi compañero díjome muy bajito: Pale bao has`a barimó (Padre están adorando al diablo). Al oir esto apéeme de la mula y metime de rondón en la casa donde se oía silbar. En efecto encontré al brujo sentado en un taburete muy bien hecho llamado eonda; a su espalda había una especie de retablo a manera de altar, del cual pendían muchas calaveras de cabra o venado y otros amuletos El brujo tenía entre las piernas una varita que movía con ambas manos mientras silbaba evocando su gran espíritu protector:; el consultante estaba también sentado sobre un tronco de cara al mismo brujo; a un lado un tronco de helecho arborescentes clavado en tierra sostenía una cazuela de barro muy grande, la cual los bubis suelen llenar de vino de palma o agua de mar para los espíritus protectores, pero entonces no contenía, sino seis hojas de tabaco que eran el óbolo que el consultante había traído para el brujo. Es de advertir que aquel tabaco lo había yo mismo regalado al enfermo aquella misma mañana por haberme enviado algunas calabazas de vino de palma. Estuve escuchando los silbos y mirando lo que hacia el brujo, pues este no se inmutó por mi presencia. Pregunté al niño si entendía lo que silbaba el brujo y me contestó que no.
Interrumpiendo al brujo le pregunté ¿ Mme o sae Molubbela? ( Que haces Molubbela) y me contestó con cierto desenfado " Mme n`sae?- N k`ohas`o morimoñi, o t`ahas`anch`o morimó moá "(¿ Que hago? Pues adoro mi espíritu, Vd. ¿No adora alguna vez al suyo? ). Replíquele en el mismo tono " N`da pea ancho a barimó ohia aleñi n`k`ohas`a Potó mala e basó a barimó baha (Yo no adoro a los espíritus sino únicamente a Dios que crió a los espíritus) . Con esto me despedí del brujo Molubbela el cual murió infiel como había vivido en la Navidad de 1915.
En otra ocasión visité al mismo enfermo y le pregunté, cual había sido el resultado de la consulta. Ya puede Vd. suponer respondió , ya que conoce nuestras costumbres. Casi todos mis hijos se han ido a residir a la Misión y que para aplacarlos era necesario ofrecerles algunas cabras y hacer los posibles para que mis hijos abandonasen la Misión y como ellos se burlan de mis avisos y ruegos los espíritus no se han aplacado y continuo con la enfermedad y creo me moriré de ella. Replíquele : tu dolencia es grave e incurable y aunque ofrezcas todas tus cabras y gallinas morirás de este enfermedad. Su respuesta fue una mirada b muy triste y una sonrisa de melancolía. No obstante todavía no dio crédito a mis palabras y continuó sacrificando animales a los espíritus de sus padres y la enfermedad seguía hasta quedarse sin cabras en los umbrales de su muerte. Llegado ese trance mandó llamarme y con sinceridad y tocado de la gracia de Dios me dijo: Vd. me ha asegurado repetidas veces que todos los espíritus del demonio juntos no pueden contra la voluntad de Dios, ahora comprendo que eso es verdad por tanto reniego de los espíritus del diablo y ruego me dé el agua de Dios ( El Bautismo) que quiero morir cristiano. Le fui instruyendo despacito en las verdades de nuestra fe, le di las aguas saludables que deseaba con tanto ardor y pasados tres días partió a donde van los bienaventurados y gozan de Dios. Mucho contribuiría la conversión de este hombre, que era de los ricos de Batete, los ruegos de una hija que tenía en el cielo y que en artículo mortis mereció en 1887, ser la primera persona de Batete que recibió el santo bautismo.
Una de las pruebas más claras y evidentes de la integridad, sencillez y pureza de las costumbres de los bubis antiguos, es el desconocimiento e ignorancia ente ellos de las enfermedades venéreas. Estas enfermedades comunes entre la gente playera, confiesan los bubis viejos que fueron importadas por los bapotó singularmente los bakruma; los cuales habiéndose unido con mujeres bubis huidas de su propio marido o de la casa paterna y refugiadas en las playas o en las fincas de cacao, les comunicaron tan molesta y vergonzosa calamidad. Luego algunas de estas infelices sintiendo las molestias de la enfermedad y abandonadas de sus perversos corruptores volvieron con sus paisanos del monte, los cuales incautos e ignorantes uniéndose con tales mujeres contagiadas les llegó el virus destructor de la humanidad.
Esto explica la razón por que así como la palabra Mobata ha pasado a ser sinónimo de sucio, y descuidado del cuerpo y vestido, porque los pamues o batas venidos por primera vez del Continente suelen cargarse de niguas y ser muy perezosos en la limpieza de su persona, de igual forma la voz Mokruma-nari se traduce en bubi por mujer mundana o de mal vivir.
Sin embargo las costumbres bubis en la actualidad han degenerado muchísimo en este sentido singularmente entre los habitantes del norte de la isla. Ya no se observa en ellas la sencillez y pureza primitivas, antes todo lo contrario, mucho desembarazo y osadía en palabras y acciones. Este relajamiento moral en las costumbres y hábitos bubis tuvo principio de una manera notable allá por los años 1906 y 1907.
Los medicamentos originariamente bubis, según anotamos son muy escasos y tan primitivos que indican muy a las claras el concepto que tenían del principio y causa de las enfermedades corporales y de aquí el poco estudio o mejor el grandísimo descuido en buscar medicamentos o remedios para las mismas. Los medicamentos que aplicaban para el
recobro de la salud se reducen a lociones con agua fría o caliente, unciones de aceite y pomada de ndola, emplastos de algunas hierbas muy comunes, pociones de agua salada o vino de palma mezclado con pimienta molida y uso frecuente de la navaja para punciones.
La fiebre simple, a la que dan los nombres de moope o mio (Sur) y boope o bio (Norte) la curaban con dieta y baños fríos. Para la que comienza con escalofríos, cuyo nombre es boope boa kahà (N) y mio me rikoko(S) se empleaban baños calientes. En las jaquecas y dolores generales de cabeza servíanse de baños fríos a chorro dirigidos a la misma, de un emplasto hecho de hojas majadas del arbusto bentanopolo(N) boboma(S) y granos molidos de una pimienta dicha pomma( N) y sokolo(S) y cuando los dolores se mostraban rebeldes en lo más alto de la frente. Para calmar los dolores de vientre tomaban agua salada mezclada con pimienta llamada besolo(N) y mesolo(S). En las indigestiones bebían también agua de mar pura o mezclada con el zumo extraído de las hojas tiernas del arbusto bojojoho(N) mopoto(S) . Estas mismas hojas comidas después de hervirlas son un excelente laxante.
Para librarse de la diarrea y disentería bojono(N) mbooso (S) se valían primero de alimentos secos como, plátanos verdes asados, luego de granitos de besolo o mesolo molidos, preparados con agua de mar o vino de palma, también bebido un líquido preparado con hojas tiernas del arbusto rihúa. De las enfermedades de las vías respiratorias como la bronquitis, pleuresía y pulmonía se libraban frecuentemente con friegas con agua muy caliente y poniendo sobre la parte enferma un emplasto de hojas machacadas de biruru u biolole y pimienta molida pomma (N) tokolo(S) y besolo (N) curaban los dolores reumáticos con aplicaciones de baños muy calientes , comiendo hierbas olorosas beri, nchono, atcha, bieko y malumbe, y cuando los dolores no cedían con estos remedios, hacían profundas incisiones en la parte dolorida de la que manaba copiosa sangre.
Para las enfermedades parasitarias la sarna korokoro o mbatta, las herpes bonchika, la tiña ñio, y una clase de lepra ebatta(N) ematta(S) que todos generalmente padecen en la infancia, se valían de friegas con agua caliente hasta que las vesículas manaban sangre, después con un emplasto de hojas de bojojoho, mopóto y de pimienta besolo, mesolo molida cubierto todo con una pomada de ntola, ndola. Hacen además pequeñas incisiones alrededor de las vesículas de las herpes y así evitaban su propagación. Para la tiña afeitaban o rapaban el cabello de la cabeza con trozos de vidrio, luego practicaban pequeñas cortaduras cubriéndolo con un emplasto. Las hinchazones las lavan con agua caliente y luego practican incisiones procurando que salga sangre. Lo mismo ejecutan con las mordeduras de serpientes y otros bichos venenosos atando fuertemente de antemano ambos lados de la herida. Para las quemaduras se valen de la corteza medio podrida del pie de un banano pasándola unos momentos por encima del fuego y luego fría se aplica a la herida. En el sur cubren la parte quemada con pelo arrancado de la membrana que sirve de alas a la ardilla voladora, cuidando de renovarlo diariamente hasta quedar ser la quemadura. Los callos ulcerados de los pies bototto(N) motondo(S) los queman a fuego lento valiéndose para ello del hollejo seco de la aceituna de la palma que arde como yesca sin hacer llama. Las úlceras las lavan con precaución con agua caliente , una vez lavadas con la punta de una navaja van cortando los tejos gangrenosos hasta llegar a la carne vida, a cual ungen con aceite y ndola atando encima ebasa, a fin de evitar cualquier golpe o roce.
Los tumores los hacen madurar con untura de aceite de almendra y, de ndola y cuando están a medio madurar los abren con navaja haciendo una profunda cortadura para arrancar la moaka, la almendra , como ellos dicen que es lo mismo que sacar la raiz o principio del tumor. Padecen a klas veces tumores que llam,an bátete (N) matèté(S) que ocupan frecuentemente un miembro principal como toda la pierna, todo el brazo o toda la espalda, los cuales causan gran malestar al paciente, obligándole a guardar cama semanas enteras. A estos tumores los van abriendo uno a uno con la punta de la navaja sangrándolos. El único tumor que no abren, sino que esperan que supure por si mismo es el uñero bojada (N) mookó(S) al que curan con emplastos de una hierba que en el norte llaman orejas de ratón battó ba bitcho y en el sur sokapelaeonda y encima de este emplasto colocan malanga bubi cocida. Todas las cortaduras o incisiones ,as curan con aceite y ndola.
En los tétanos loiko soplan al paciente para espantar a los espíritus malos que creen se han apoderado del enfermo, luego le dan fricciones secas muy fuertes con las hojas tiernas del arbusto biolole. Para las enfermedades epilépticas carecen absolutamente de medicinas, antes todos huyen del enfermo en el momento del ataque, porque , le creen posesionado del demonio y los gritos que da y las contorsiones que hace no son del enfermo sino del demonio. Esta es la razón porque en el norte dan a estas enfermedades el nombre de eloppa.
En lo que demuestran mucha pericia algunos bubis es en curar las dislocaciones y fracturas de los huesos. He visto hacer curas muy difíciles y arriesgadas, tales como la fractura del cuello del fémur en una mujer de 35 años y la cura de una pierna de un muchacho de 17 años rota por dos partes y en una de ellas el hueso hecho astillas. El curandero con el tacto buscando las diferentes astillas colocándolas en su respectivo lugar, a los 50 días ambos enfermos ya salieron a la calle, aunque la mujer se notó siempre algo de cojera.
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