sábado, 6 de agosto de 2011

CAPÍTULO XIII - IDEA DE DIOS

CAPÍTULO XIII


IDEA DE DIOS

En una antigua narración descriptiva de la isla y sus habitantes leí que estos no tenían conocimiento alguno de Dios; mas tal afirmación es muy gratuita y aventurada.

El bubi posee una idea bastante completa y exacta de un Ser Supremo. Al que estudie sus cosas y costumbres a la ligera, superficialmente no le parecerá su religión otra cosa que un puro y simple fetichismo; pero con un detenido examen y profundo estudio de sus hábitos y modo propio de ser, se hallará en el fondo el primitivo monoteismo.

Al ser Supremo, principio creador del Universo, en el Norte le dan el nonbre de Rupé, que significa Gran Espíritu, y en el Sur llaman Potó, que equivale a Supremo Señor. Su rijata o habitación la tiene más allá del firmamento (o lobakoppuá), en donde goza de si mismo y se complace en sus obras, desde allá observa y contempla los acontecimientos vicisitudes de todas las criaturas y nada se oculta a sus miradas.

El dio la vida y el movimiento a todos los seres de la creación, sin embargo a los inferiores no los rige y gobierna por si mismo sino mediante los superiores, esto es, por espíritus puros denominados bajula o bahula. Los cataclismos, terremotos, inundaciones y otros trastornos de la Naturaleza los suponen efectos de la malicia de algunos bajula, entre los cuales, los hay muy perversos, y causan todos los males posibles a los habitantes de la tierra.

Dios es la misma bondad esencial y así aborrece la maldad; de aquí que todos los males, así físicos como morales no vienen de Dios, sino de los bajula abé, espíritus malos. Dios es infinitamente rico, se basta así mismo y nada necesita de nadie y por tanto no exige del hombre sino profundo respeto y veneracíon interna y raras veces el sacrificio de una cabra.

Es común opinión entre los bubis que Dios por si mismo, cria las almas humanas; mas como no tenga necesidad de ellas, ni de sus servicios, las vende a los bajula y barimó, de ahí que los hombres estén en el deber de respetar y obedecerlos, como esclavos a sus señores. La religión de los bubis no es de respeto y veneración filial cuyo origen es el cariño, reconocimiento y gratitud, sino de temor y servilismo procedentes de un ánimo bajo, apocado y esclavo.

A pesar de lo dicho no está del todo abandonado o descuidado el culto a la Divinidad. En todos los pueblos de importancia existía antiguamenmte una familia denominada Bolaribó (Hijos del Espíritu), cuya única ocupación consistía en servir, dar culto al Ser Supremo y cuidar de que jamás se extinguiese el fuego sagrado, que ardía continuamente en honor y sacrificio de la Divinidad. Esta familia era tenida en muchisima veneración y respeto y gozaba de notables privilegios. Todos los moradores del distrito debían contribuir a su mantenimiento y sustento y gozaba del privilegio del fuero. De tal modo que ninguno de sus individuos estaba sujeto al fuero común, ni podía ser juzgado por la autoridad civil, ni militar. Cuenta una antigua tradición que en cierto distrito de la Isla hubo un jefe impio, que no respetaba, ni temía a nadie y profesaba odio formal a esta familia sagrada. Aconteció, pues, que un individuo de ella fue acusado de un crimen abominable, y al jefe le pareció de perlas la ocasión para satisfacer sus odios, juzgando y condenando al reo por el fuero común, sin miramiento alguno de privilegio, ni a la santidad y dignidad de la persona. Convocó al pueblo a la plaza pública para que presenciara el juicio de reo tan calificado y el severo y ejemplar castigo que pensaba imponerle. Dice la historia que el dia estaba hermoso y espléndido, el cielo sereno y diáfano, el sol resplandecia con toda claridad y fuerza. Toda la muchedumbre reunida bajo la sombra de los ekos sagrados, deseosa de ver el desenlace final de aquel juicio singular y extraordinario.

Llegado el momento de pronunciar el jefe la sentencia condenatoria y estando el tiempo despejado y el cielo sin nubes, repentinamente oyose un trueno tan tremendo y horripilante, que el firmamento parecía caerse a pedazos del cual desprendiose una chispa eléctrica que dejó carbonizados al impio jefe y a todos los que participaban de sus ideas y perversas intenciones, quedándose el reo en pie, ileso y libre de sus sacrílegos perseguidores, que tan públicamente y con tanta impiedad profanaban el privilegio del fuero. Por esta historia que me la contó un viejo de estas partes del Norte, se demuestra muy claramente, que, aun entre los mismos infieles, las personas consagradas y dedicadas a celebrar y ofrecer sacrificios a la Divinidad eran tenidas en grande veneración, disfrutaban de muy señaladas prerrogativas y el injuriarlas y maltratarlas era reputado como una profanación sacrílega.

Antes de comenzar la plantación anual de los ñames, suelen juntarse los notables del distrito para señalar el lugar donde han de sembrarse los ñames em honor de Dios, que les dio tan nutritivo y sabroso tubérculo para su alimento. Abren una finquita, la cercan muy bien, la cultivan con esmero y plantan ñames consagrados a la Divinidad.

Terminada esta pequeña plantación, cada individuo particular puede abrir su propia finca para sembrar sus ñames, cosa quer le está rigurosamente vedada verificarla antes. Venido el tiempo de la recolección reúnense de nuevos los nobles y arrancan ñames sagrados, los llevan al Rojía ra Rupé; allí los cuece el Bolaribó, sacrifica una cabra, cuya sangre derrama alrededor de la Rojia, cuecen la carne o la hierven simplemente y con la carne hervida y los ñames cocidos al vapor, preparan el suntuoso ágape en honra del Ser Supremo. De este banquete sagrado son excluidas las mujeres y todos los padres de familia que no pertenezcan a la nobleza o a los bolaribó. Una vez acabado, la venerable ancianidad de la nobleza arma un baile religioso, a cuyo compàs entona el himno siguiente: Eh Rupé Esaho erilao Ommoe eboso e biriha. Oooh. - ¡Oh Dios gloria a tu nombre, tu criaste a los pueblos y naciones, Oooh! Esta costumbre solo la he visto en el Norte de la Isla.

Practicada la función religiosa mencionada, ya pueden arrancar sus ñames y comerlos como les plazca.

Los bubis del Norte admiten otro ser inferior a Dios, gran bienhechor de la humanidad, singularmente de las mujeres, que no es puro espíritu, sino que tiene cuerpo humano o cuerpo de mujer, al que llaman bisil-la. Afirman que tiene parentesco próximo y muy íntimo con la Divinidad, tal que muchos la consideran como verdadera madre de Dios, aunque dicen otros que no lo es, porque Dios no puede tener madre per si, que se le puede considerar como su propia hermana por el amor tan entrañable que le profesa, que cumple siempre sus deseos, le concede todo lo que le pide y jamás la desaira desoyendo sus ruegos a favor de los hombres.

Ella aplaca el enojo de Dios y detiene su brazo airado para que no castigue con todo rigor que se merecen las abominaciones y maldades de los hombres. Ella enseñó a las mujeres las utilidades de la malanga, alimento común de todas ellas y las amaestró en el modo práctico de cultivarla.

Cuentan que bañandose una mujer en el río se le apareció una señora de blanco de extraordinaria hermosura cuyo rostro desprendía un resplandor maravilloso y celestial; y con voz amorosa y dulcisima le ofreció malanga, asegurándole que era un alimento sustancioso y sano, y así, que la plantase y enseñase a sus compañeras su cultivo, provecho y utilidades. La venturosa mujer hizo al pie de la letra cuanto le había dicho y enseñado aquella celestial señora.

Todas las mujeres de la isla pueden plantar y comer malanga; mas no todos los hombres. Los bamesé o babése comen malanga; a los baitia, es decir a los nobles la ley les prohibe comerla y se les llama basoko, palabra que equivale a abstinentes de malanga.

La plantación la hace solamente la mujer y su labor se mira y reputa impropia del varón. Antes de darse comienzo a la plantación de la malanga, débense plantar algunas en honor de Bisil-la y estas se han de arrancar primero que las otras.

Reunidas las mujeres principales y más ancianas, cuecen en común las malangas consagradas a Bisil-la, y condimentadas con pescado celebran un sencillo festín en honra de su celestial bienhechora, entonando en su loor cánticos muy expresivos, tales como estos: 1º Oh! Bisi-la Esaha obattá ¡Ommain! E bijem biao, orihuà.- Oh! Bisila! Gracias ¡oh Madre! Haz que nuestras malangas prosperen, y se multipliquen.

2º Oh! Bisil-la , Esaha obalta ¡ Ommaio! Itó ia bobole bao, orihuá. - Oh! Bisila, gracias. ¡Oh Madre! Haz florecer y fructificar las fincas de los ñames de nuestros hermanos.





CREACIÓN DEL UNIVERSO Y ORIGEN DEL

MAL FÍSICO Y MORAL



No hay bubi por terco y montaraz que se le suponga, que ignore ser Dios el creador universal de todas las cosas, así visibles como invisibles. Ellos saben muy bien, y mejor que algunos que se llaman civilizados y son tal vez muy entendidos en otras materias secundarias, que Dios ebelo eotcha, en el principio creó unos seres inmateriales o espíritus puros denominados por ellos bajula y nosotros llamamos ángeles.

El nombre de bojula (N) o mojula(S) se deriva del verbo o-jula, que significa soplar, evaporarse, y del sustantivo ejula o ejururu, que equivale a vapor, soplo y viento, que es idéntico al spíritus latino y al español espíritu.

Dios crió a los bajula o espíritus puros perfectos en sabiduría, hermosura y bondad. Una gran parte se pervertió y Dios enojado los arrojó de su presencia y los condenó a vivir perpetuamente errantes. Estos dan el nombre de bajula abé, ángeles malos o demonios. A los bajula que perseveraron en el estado primitivo en el cual Dios los crió, los retuvo en su compañía, haciéndoles felices y bienaventurados y son denominados, bajula bebe o ángeles buenos. Estos no desean, ni causan a los hombres ningún mal; únicamente su ocupación consiste en alabar y glorificar al Ser Supremo por sus infinitas perfecciones y gozar perpetuamente de la visión beatífica.

Pasado un tiempo indefinido resolviose Dios crear el mundo visible. No explican como lo crió y de que lo hizo, solamenmte aseguran que las plantas y animales los hizo de tierra, fundándose en la experiencia de que a la postre, así plantas como animales, sean reptiles o cuadrúpedos, sean aves o peces se vuelven polvo o tierra.

Acabada la obra de la creación, decidiose Dios crear a los hombres, los cuerpos del hombre y de la mujer los formó, no de la tierra, de la cual sacó las demás cosas, sino de una roja que distinguen con el nombre de bòa o mòa, luego sopló sobre ambos cuerpos y les dio vida, a i jurippuà, na i a jeri betcho. Edificoles una casa espaciosa y cómoda en un lugar ameno y pintorésco y junto a ella plantó un bejuco o enredadera, la cual con el tiempo formase alrededor de la misma un toldo sombrío y perenne que los defendiese de los ardores solares. Esta enredadera era un símbolo o señal singular y amorosa de providencia de Dios sobre la humanidad. Prohibióles además que nunca y bajo ningún pretexto se atreviesen a cortar o matar la enredadera.

Les aseguró que mientras existiese la enredadera serían felices, los libraría de todo género de males, desconocerían perpetuamente el dolor, la enfermedad y la muerte, que la tierra produciría espontánea y abudantemente ñames, plátanos, malangas y palmeras, sin tener que preocuparse por el mantenimiento corporal. Añadió Dios que el día en que pretejiesen su mandamiento u osasen matar a cortar la enredadera retiraría de ellos su paternal providencia, los miraría de lejos y como a gente extraña, sobrevendrían al mundo toda suerte de calamidades, como hambre, enfermedades y la misma muerte.

Aconteció que un bujula obe o demonio envidioso de la dicha y felicidad del hombre se entró un día en la cabeza del primer varón, al cual puso frenético y en su frenesí o posesión demoníaca cortó la enredadera y matóla. Dios, ipso facto, arrojó al hombre y la mujer de la casa y lugar que los colocara, apartóse de su trato íntimo y amistoso que antes tenía con ellos y los dejó en poder de los bajula abé.

Todos los bubis dan por cierta la historia del bejuco; mas no todos sostienen que de ella procedan originalmente los infortunios y desgracias

que alcanzan a todo género humano; porque en el hecho de la muerte de la enredadera no tuvo parte la mujer, ni el propio varón fue moralmente culpable por no estar al cometer tal desaguisado en su juicio cabal. Otra causa, pues señalan de las calamidades y muertes de que está lleno el mundo, y es, que los bajula abé incitados por la envidia de la felicidad, que el varón y la mujer disfrutaban bajo la inmediata y amorosa priovidencia de Dios, se conjuraron para malquistarlos con el mismo Dios sugeriéndoles un mal pensamiento de cometer una acción torpe, y abominable, cual es el pecado nefando contra la misma naturaleza. De aquí que indignado sobremanera Dios al ver que los hombres habían perpetrado delito tan repugnante y contrario a las leyes de la Naturaleza, que él mismo tan sabiamente estableciera, desamparóles para siempre retirándose a lo más encumbrado de los cielos, en donde recibe los homenajes y alabanzas , y gloria de los bajula bebe o ángeles buenos.

Desde allí contempla, pero como de lejos, todos los acontecimientos y vicisitudes que suceden en el mundo, los cuales son permitidos por Él, pero dirigidos por los bajula y baribó. Abandonado el hombre en cierta manera del amparo y protección inmediata de Dios, cayó bajo el poder de los bajula abé, los cuales ejercen sobre él, un dominio despótico y cruel. Los bajula y baribó abé, son los causantes de todos los males físicos que aquejan a la humanidad en general. Ellos afligen a los hombres con pestes y epidemias, úlceras cancerosas, toda suerte de dolores y enfermedades y ellos introdujeron la muerte en el mundo. Dios amenaza a los hombres con tales castigos, en cuanto conocía la condición mala y perversa de los bajula abé, mas el mismo Dios, no es la causa directa y principal de las calamidades, sino únicamente permisiva, por cuanto no cohibe a los malos espíritus, antes bien les ha otorgado la más amplia libertad para obrar según se les antoja, los cuales tienen un placer singular en afligir y atormentar a los hombres. De ahí se podrá comprender el porqué toda la religión de los bubis consiste, casi exclusivamenrte en tener propicios a los bajula y barimó y aplacarlos con sacrificio de cabras y otras ofrendas cuando los creen enojados.

Entre los bubis sucede lo que en todas partes, que los pueblos y distritos vecinos se insultan y apodan mutuamente. Los pueblos del Norte se burlan de los de Baney diciéndoles que a ellos no los crió Dios, sino que salieron del tronco de un árbol llamado erubé o eribé (N) y erumé o mmè (S), que tiene la madera roja y muy dura. La razón de motejarles así es, porque la creencia general afirma que las gentes de Baney son los primeros pobladores de la isla. Estos les retuercen el argumento a los rebolanos, basupuanos y de más norteños arguyéndoles que tampoco a ellos los crió Dios, pues su verdadera madre es un peñasco y lo prueban por el mismo nombre que tienen los batete derivado de nté, ité o rité, que quiere decir roca o peña.

La religión de los bubis se reduce a tener a los barimó bebé propicios y a defender los hechizos maléficos de los barimó beé, a la consecución de este doble fin se encaminan todos los sacrificios, ritos y ceremonias. Algunos, muy poco conocedores de la psicología y costumbres bubis, han afrimado categóricamente, que el objeto primario de su religión es el espíritu malo o demonio en persona. A estos les decimos, que están en el error y que nada es tan falso como la tal aseveración,. Esta afirmación errónea proviene del concepto equivocado, que comúnmente se tiene del significado de las voces. Mmó Morimó. Estas voces dan únicamente a entender la idea del alma humana separada de su cuerpo, en su sentido estricto, aunque en sentido más lato expresa también los espíritus angélicos.

Con esas voces indicamos las almas humanas o los espíritus puros, sin embargo, no expresan las cualidades morales de unos y otras, y si pretendemos expresarlas, es preciso añadir los adjetivos calificativos èè bueno o bè malo, diciendo Morimò moèmoè, espíritu o alma buena y Morimò mobè, alma o espíritu malo. Además que para denotar el espíritu puro tienen como ya dijimos, palabra propia cual es, bojula; y así quieren designar el espíritu bueno o ángel, usan de bojula boèboè, y de bojula obè para dar a entender el espíritu malo o demonio.

Por lo dicho debemos concluir que el objeto primario de la religión de los bubis no son los bajula o espíritus puros, ni mucho menos los bujula abè, espíritus rèprobos o demonios, sino los barimò o las almas de sus antepasados. El fin de su religión no se dirige a los barimó o almas en general, sino directamente a los barimó bebè como fin primario y a los barimó babè secundariamente. ¿ En que razón se fundan los bubis para que, prescindiendo casi absolutamente de la adoración debida a Dios y de la veneración que se merecen los ángeles buenos, den en sus cultos y religión preferencia a las almas de sus abuelos, honrándoles y reverenciándolos como si realmenmte poseyesen atributos o perfecciones de Dios?

Dejamos ya anotado, que la religión en genral de la raza negra, tiene por fundamento único el egoismo y el temor. La religión bubi estriba en las leyes fundamentales de la esclavitud, esto es, que el esclavo está en el deber grave y riguroso de obedecer y servir en todo al dueño a cuyo dominio está sometido. Es creencia general entre ellos que Dios crea las almas humanas, mas luego de creadas, las vende o regala a un morimò moèmoè. Confesión común de todos es, que la virtud o poder del creador es atributo propio y exclusivo del Ser Supremo; otros espíritus realizarán portentos y maravillas, porque son inmensamente mas sabios y poderosos que los hombres mortales; pero carecen de la potencia y ciencia necesarias para sacar las cosas de la nada.

Dios es libremente la causa primera de todas las criaturas, las cuales en nada contribuyen a aumentar sus perfecciones, si bien su bienaventuranza o felicidad personal; por tanto Dios es igualmente libre en regirlas y encaminarlas a la consecución de sus fines peculiares, inmediatamente por si mismo o mediante otras criaturas superiores y más perfectas. La dirección y régimen de este mundo, Dios lo encomendó a los bajulas o espíritus superiores; no obstante, la orden de regir y gobernar la vida humana, la dió o recibieron las almas finadas, que en este mundo fueron los jefes o cabezas de las distintas familias de que se compone la humanidad.

La razón en que apoyan esta su teología, es sencillamente, que cada uno procura con mayor interés y cuidado la conservación, aumento y perfección de las cosas propias. De donde, la persona estirpe de una familia o linaje, naturalmente trabajará con mayor ahinco y eficacia por la conservación y prosperidad de ella.

Aseguran igualmente, que las almas de los finados en el otro mundo, están muy al corriente de los acontecimientos que ocurren entre los mortales y de modo muy singular, de los que afectan a sus respectivas familias, ya sean prósperos, ya adversos. De ahí que admiten como principios incursos: Rupé nè te e baes`o boteho, boae o Mmo a bo òri. - Dios mismo cría al hombre, pero el Morimò lo compra.- A Rupè a le eeria a banna boae o Mmo e le oddo. - Dios me dió la sangre, pero Mmo me compró.-

Las almas desde el otro mundo nos miran y ven todas las cosas, y frecuentemente se les oye decir: Morimó okòme, Mmo le okò- El espíritu, a quien pertenezco Morimò oròne, el espìritu comprome.-

Dios jamás entrega las almas humanas a la custodia o tutela de los barimó babé que están en el Ommó ichí orie, es a saber, en el infierno, sino que siempre las pone al cuidado y guarda de los barimó bébé que viven en el Ommó boèboè, que es a manera de nuestro Limbo.

Los bubis dividen el otro mundo en tres regiones. La primera es el Lobakoppuá, que ocupa la parte superior y más encumbrada. En esta región está el Riata ra Rupè o palacio de Dios con su corte, que se compone solamente de los bajula bèbé o ángeles bienaventurados. De este lugar son excluidos los hombres, a los cuales no les es permitido jamás contemplar la cara de Dios.

Los ángeles que están gozando de la vista y posesión de Dios, muy raras veces dejan la región bienaventurada para visitar el mundo de los mortales. Al extremo contrario está situado el Ommò ich oríe, que significa el lugar más profundo e inferior y es el lugar destinado para castigo de los réprobos. Aquí son recluidos, así los ángeles prevaricadores como los hombres malos. Algunas almas de los finados, cuando son evocadas por el bojiammó o brujo, responden que moran en lugar oscuro y cubierto de tinieblas perpétuas. Otras dicen que están de cabeza abajo y por más que forcejeen para colocarse en posición natural, jamás lo pueden conseguir. Alguno que otro ha llegado a confesar, que está en el lugar de tormentos y que padecen tan horriblemente, que es imposible expresarlo y a los mortales comprenderlo.

El Ommo boèboè es la región de los espíritus existentes en el paraje medio entre el Lobakoppuá (cielo) y el Ommó ich orie (infierno). Este es el país en donde moran los barimò bèbè o almas, que viviendo en sus cuerpos mortales, obraron el bien según el recto dictamen de la razón natural. Los moradores de esta región tienen y disfrutan de todo género de bienes naturales que satisfacen completamente los sentidos y gozan una paz y tranquilidad inalterables. Aquí viven agrupados en familias, bajo el gobierno paternal del primer patriarca de cada una de ellas. Su única preocupación consiste en ayudar y favorecer, en lo que alcanza su poder, a los otros miembros que todavía residen en este miserable mundo. Se alegran y celebran fiestas en sus prosperidades y se entristecen grandemente en sus trabajos y adversidades.

Algunos de estos barimò bèbè escojen temporalmente como residencia, las cuevas y lagunas notables de la isla, y desde allí ayudan y favorecen más eficazmente a los mortales y los defienden y libran de los maleficios de los barimó babé. De aquí que el morimò Lombè, tiene su residencia en la laguna de Balachà, Lopelò, mora en el lago Loreto, Esaha, tiene su habitación en el de Claret, en Basakato y el morimò mote llamado Bioko, es el tutelar del lago de Moka, Moalala vive en la grandiosa cueva de Riasaka y Koba y Laja en sus cavernas de Rebola y Baney. Unos tienen su morada en la cumbre de los montes, otros en las profundidades de los barrancos y otros no tan importante y notable, residen ahora aquí, ahora allí, sin tener mansión permanente.

En el Ommò boèbé (limbo), no habitan los bajula, ni los buenos, ni los malos, y a estos últimos no se les permite jamás la entrada para que no perturben la paz que allí se disfruta. Los moradores del Ommò ichi orie pueden también libremente salir de aquella lòbrega mansión, más estos donde quiera estén, llevan consigo las penas y tormentos a que están condenados por sus maldades. Estos espíritus vagan por todas partes con el único móvil de causar todo el mal posible a los hombres mortales; sus perversos instintos y malvada voluntad sólo se inclinan a obrar la maldad. Las almas del Ommò boèboè están en perpètua lucha y guerra con las del Ommò ichì orie. El campo donde trabajan sus batallas es en este mundo visible, que Dios hizo para los combates de los espíritus y entregó a las disputas de los hombres. Los espíritus trabajan por la salud, bienestar y conservación de los hombres, mientras los malos pretenden todo lo contrario, esto es, la muerte y destrucción de los mortales.

Ambos partidos cuentan sus victorias y sus derrotas. Cuando un enfermo grave recupera la salud, dicen que vence el espíritu bueno, y cuando muere, gana la batalla el espíritu malo. En esto consiste esencialmente la religión bubi.

Es creencia general que todos los acontecimientos, aún los más insignificantes que ocurren en el mundo sublunar están bajo la acción o influencia bienhechora o maléfica de los espíritus y de aquí que todas sus prácticas religiosas se reduzcan a captarse la voluntad y el amparo de los buenos espíritus y defenderse del infujo perverso de los réprobos. Estas cautelas y medidas las toman al comienzo del ser humano en el seno maternal. Tan luego que una mujer se siente madre está en el deber de acudir al Bojiammó a fin de consultarle y averiguar cuál de los espíritus o almas finadas pertenecientes a su famlia ha comprado a Dios la criatura que lleva en sus entrañas. Conocido el comprador o protector, la famlia se apresura a levantarle una capillita o rojia.

La palabra rojia viene a significar oratorio o templo. En el rojia el bojiammó evoca a las almas finadas y les ofrece sacrificios de gallinas, cabras, ñames, y vino de palma. Durante el embarazo la mujer deberá con singular esmero conservar la capillita, dedicada al dueño y defensor de su hijo, muy limpia y arreglada, encenderá en ella un fuego sagrado que cuidará de cebarlo y conservarlo vivo mientras dure su estado; colocará en un rincón un epanchi o enene, (cazuela de barro) y lo llenará de agua de mar, matará un gallo en sacrificio al espíritu abogado o protector, con cuya sangre rociará la entrada y paredes del rojia y luego sobre si misma, y colgará la cabeza y un manojito de sus plumas en el techo del mismo, de vez en cuando cocerá en el mismo fuego sagrado un potaje de tomate del país (loney, lokaba) con pescado o caracoles, (ntochi).

Este potaje no puede prepararse con agua dulce, sino precisamente ha de ser con agua de mar. Su propio cuerpo estará de continuo adornado con diferentes amuletos (boobo o moobo). Alrededor del cuello llevará el espinazo (botebebe) de una culebra inofensiva y una taba de antílope (sibolo o sipolo). Además una tirita del pellejo del predicho animal, sosteniendo un cuello de calabaza vinatera y dentro de este cuello (rubí) saldrá un trozo de piel de oveja con su pelo o lana (boruba o moruba). Ceñirá la cintura con una tira de la piel de la cabra a la que sujetará un fruto de la enredadera isoba. En defecto de la piel de cabra puede ceñirse el pellejo de la babila o mebila o culebra negra; mas no debe faltar el fruto de la isoba.

En algunos días señalados se la obliga a cubrirse el vientre con una grande piel de cabra que acostumbra a guardar el pricipal bojiammó del poblado. La vieja más caracterizada ungirá diariamente su vientre de ntola y en su defecto de aceite de palma. Algunos días durante el embarazo estará obligada a ofrecer al bojiammó principal, calabazas de vino de palma mezclada con el fruto del arból tupé o con la corteza del boale. Tal cual vez debe llevar al rojía del mismo bojiammó leña (ntutu) y almendras del propio árbol (beaka) con que cebar el fuego sagrado encendido en honra del mmó que habita en la cabeza del bojiammó.

Si la mujer tuvo anteriormente un aborto o parto prematuro, cuando de nuevo esté en cinta además de las prácticas o precauciones antedichas está obligada a usar otra: De cuando en cuando acudirá al bojiammó para recibir la bendición de los bammó. El bojiammó cogerá con ambas manos de la mujer y juntándolas en la parte posterior las pasa suavemente tres veces por los lados uniéndolas de nuevo en la delantera encima del empeine. Mientras ejecuta esta operación dice esta oración: Ele baribo! olo bola eisokobe. - No permitais ¡oh espíritu que esta sea abortiva- A esta operación llaman; o boa o buela bo boaiso ennabio, esto es,- sacar el feto hacia delante para su mejor desarrollo.-

A todas estas ceremonias o mejor impertinencias veíase obligada a sujetarse la madre bubi con el único fin y deseo legítimo y muy natural de procrear numerosa y robusta prole. La mayor ambición y anhelo del bubi era dejar una numerosa y dilatada posteridad, de ahí que la fecundidad fuese estimada, honrada y mirada como un don muy señalado de los espíritus de sus abuelos.

Entre los bubis eran del todo desconocidos y aún ignorados los vicios o crímenes contrarios a la naturaleza y a la procreación.

Tanto una mujer era más querida y apreciada cuanta más fecunda y mayor números de hijos podía contar. La que daba a luz hijos gemelos era visitadísima y muy felicitada y todos los vecinos y parientes más próximos miraban como una rigurosa obligación el visitarla y felicitarla, y tenían a grande honra ofrecerla ricos y preciosos regalos, como gallinas, corderos y cabritos en señal de complacencia y satisfacción por tan soberana dicha y felicidad y en prueba de estima y honra a fecundidad tan singular.

La esterilidad se consideraba como la mayor desgracia y deshonra; porque jamás era tenida como defecto o enfermedad natural, sino como terrible castigo infligido por los espíritus, por delitos personales o de sus mayores.

Despues del parto la madre durante los loquios tenia que comer solamente un potaje compuesto de la hierba denominada bileppa y pescado (chue) o caracoles (ntochi). El marido con algunos amigos salía a cazar y luego de la caza celebraban un modesto festín la familia y vecinos amigos en honra y acción de gracias al Mmo oro bola, o espíritu patrón y abogado de la criatura recién nacida, a la cual imponen su nombre.

Los bubis todos tienen muchos nombres; mas así como a cada cristiano dan el nombre de un Santo al cual tendrá por patrón y protector, de igual manera a cada bubi se le da, cuando nace, el nombre del espíritu, que suponen compró su alma en el momento de ser criada por Dios, al que siempre considera como su defensor y dueño y deberá servir perpetuamente.

Llegado el infante a los cinco o seis años lo sujetan al cruel tormento de su bárbaro y salvaje tatuaje consistente, conforme dejamos dicho, en sajar inhumanamente con un cuchillejo muy afilado toda la cara del niño. Antes de ejecutar esta dolorísima operación la familia del niño, ofrecen a los espíritus sacrificio de una cabra, con cuya sangre lavan el rostro del que ha de sufrir la operación y la restante la derraman en la entrada y paredes interiores de la rojia. Este sacrificio es para impetrar de los espíritus protectores de la familia, que los dolores del niño no le sean tan agudos y sensibles, ni perjudiquen a su salud.

En asomándose la época de la pubertad la costumbre obliga de nuevo al niño barón a hacer a los espíritus, los sacrificios de otra cabra en acción de gracias por haberle conservado sano y robusto hasta aquella edad y para solictar una feliz y larga vida y engendrar fuertes y vigorosos hijos y a su muerte dejar numerosísima descendencia. A la víctima no la degüellan cortándole la garganta, sino que con un pequeño cuchillo separan la cabeza del tronco. Recojen la sangre en un trozo de calabaza, derraman parte de ella en el rojia según hemos anotado repetidas veces, y la restante el sacrificador la esparce por sus hombros, pecho y rodillas. A este acto llaman o pater bannabio. La víctima descuartizada la cuecen en el mismo fuego sagrado de la rojia y allí mismo la han de comer. A este convite son invitados todos los bojiammo del pueblo.

Desde ese momento el puber es ya admitido al trato con los mayores y puede tomar parte en las asambleas generales. En el rojia de su espíritu protector ha de presentar las primicias de sus frutos, cocerlos allí mismo y comerlos.

El primer vino de palma lo guardará en el epanchi (ollita) colocada en un rincón del rojia hasta tanto que desaparezca por la evaporación o consumido por los mosquitos y gusanos. En todos los trances o momentos críticos de la vida bubi acude a la capilla de su espíritu en demanda de remedio y protección,. Allí le pondrán en sus enfermedades graves y con agua de mar que se custodia dentro del pequeño oratorio, como agua lustral, se mojará diariamente la frente, hombros, pecho y rodillas, con la misma fé y confianza que si fuese agua celestial.

Todos los bubis, generalmente hablando, mueren en algún rojia; por que si notan que la enfermedad se agrava lo trasladan del rojia de su casa a otro rojia de un mmó que creen ser muchísimo más poderoso que el mmó propio o por decirlo con mayor claridad, el enfermo es trasladado al rojia que el bojiammó consultado indicare.





EL SIBA



Siba literalmente quiere decir encerrona o clausura, pues consiste en una función religiosa que no es lícito celebrarla sino están previamente cerradas todas las entradas del pueblo. Mientras dura la celebración del Siba a ningún vecino les es permitido por causa alguna, aunque gravísima y urgente, salir del pueblo, ni a forastero entrar en él. Es un día consagrado entera y únicamente al culto religioso, de tal manera que existe la obligación de abstenerse de cualquier trabajo, por más urgente e indispensable que sea, no conducente a dicho objeto. Con algún tiempo de anticipación es anunciada al pueblo la solemnidad del Siba con grande pompa y aparato por el bojiammó principal.

Como es sabido entre los pùeblos primitívos las solemnidades religiosas solían comenzar por la tarde a la puesta del sol. Llegada la mañana vigilia de la gran festividad es mucho de ver el movimiento y animación que se observa en los vecinos del poblado. Todo apresúranse, si es posible antes del mediodia, a dar por terminados los asuntos o negocios que no sufran dilación o demora. Estos empreden la marcha, con grandes palancas y atarrayas, hasta la playa a proveerse de la codiciada sardineta; aquellos armados de largas espingardas intérnanse en los vecinos bosques a fin de procurarse con que dar mayor realce a la fiesta del Boaribó, Espíritu Protector; esos otros con arcos y sendas calabazas van a sus palmeras a extraer el exquisito ban con el objeto de pasarla con mayor jolgorio y alegría. Mas en quienes se nota mayor interés y actividad son las mujeres. Estas son en verdad madrugadoras, están siempre desveladas con trabajo continuo y llevan sobre sus hombros toda la pesadísima carga de las plantaciones y quehaceres domésticos. Desde muy de mañana se las puede contemplar, en las vigilias como están chapeando y barriendo los lugares contiguos a la casa, y luego limpiar y componer el interior de la misma. Más tarde unas acarrean grandes y enormes fajos de leña, que más parecen cargas de animales que de personas; otras vienen de sus finquitas con las provisiones necesarias trayendo ñames, malangas y plátanos. Las de más allá van y vienen repetidas veces del río para abastecerse de un elemento necesario e indispensable para la vida como el agua.

Hallábame en la vigilia de Siba en uno de los diferentes poblados del Norte, con ánimo de estar allí una temporadita y tuve cómoda oportunidad de observar lo arriba dicho, y más, que me proveyeron de leña, comida, agua y todo lo necesario para el siguiente día, no tuviésemos que molestarnos para nada ni yo ni el criado.

A la puesta de sol de este día todos los vecinos estaban metiditos en sus respectivas chozas. A esta misma hora el bojiammó acompañado de algunos ancianos salió con mucha gravedad a recorrer los belakalaka, menakanaka, o arcos levantados en las entradas del poblado. Llevaba en la mano como señal de su suprema autoridad religiosa un kapi o remo de cayuco, sus acompañantes llevan hilos extraidos del bejuco denominado botolopete, ichono, o sea hojas de besolo y bisele bi ntochi o conchas de caracol. En cada arco ataban algunas hojas y conchas. Realizada esta ceremonia queda asegurada la clausura del poblado. De suerte que cualquier vecino del mismo pueblo que se halle fuera al acabar la ceremonia ya no le es posible entrar. Si alguien tuviera la temeridad de violar la clausura es jemplarmente castigado.

Amanecido el gran día todos los ancianos acuden a la choza del bojiammó.

En asamblea general cambian impresiones, tratan de los asuntos del día y luego dirígense en corporación al rojia ro, Boaribó o Moarimó. Sacrifican dos o más cabras al gran Espíritu Protector del poblado, que esto significa Boaribó o Moarimó. Con la sangre de las víctimas rocían las paredes interiores y exteriores del rojia y la carne se la reparten amigablemente; aunque se da por supuesto que el bojiammó se coge para sí la mayor y mejor porción. Como los sacrificadores suelen pertenecer a la sociedad de los basakato o abstinentes, a su manera, comerán su racción condimentada con salsa de bachea u hojas de la berenjena del país (riepeppé).



Acabado el sacrificio arman aquellos venerables ancianos una danza sagrada alrededor del rojia. El bojiammó llevando su kapi va delante y remedando remar a boga lenta, canta: Mpó, mpó. Los otros siguen detrás ejecutando los mismos movimientos y repitiendo el mismo tono: Enebijulèèé. A este modo dan cuatro o cinco vueltas al rojia. Luego formando círculo delante de la puerta del rojia ejecutan diferentes bailes, según los pueblos, alusivos a la solemnidad del día. Voy a copiar algunos.

1º Boariboan ka t´olo, Toe betcho banno. = Protector nuestro. Los que aquí estamos, somos tuyos..

2º Ngue jochi, ne jmmeba. O jmmeba ribobo. = Yo soy blanco y me alegro. Tienes razón de alegrarte

.

3º Oe jochi.- Ochi kerriki. = Eres en verdad blanco. Y no eres albino .

4º A bannao. Be o jochio= Tu propia sangre te hace blanco.

Estos cánticos hacen alusión a la creencia general entre los bubis que las almas separadas tienen o adquieren el color blanco. Ejecutadas las danzas sagradas entran todos en el rojia, a un rincón hay un enachi de agua de mar, que sirve de agua bendita entre ellos por estar consagrada al Boaribó, cogen con los dedos de dicha agua y se rocían la frente, hombros y vientre. A las once aproximadamente congrégase en la plazuela del rojia el pueblo sin exceptuar sexos, edades, ni condiciones.

El bojiammó siéntase a la puerta del mismo, a un lado tiene una bola de cierta arcilla amarillenta, a la que dan los nombres de toobo y boem, al otro fajitos de hojas de bosukésukè y rollos de hilos de palma llamados tumba. Luego y comenzando los hombres van acercándose de uno en uno y puestos de cuclillas o con una rodilla hincada en tierra delante del bojiammó, éste con la arcilla va marcando la frente, hombros, boca de estomago, ombligo y rodillas de cada uno y les cuelga al cuello con los tumba una hoja de bosukèsuké. Mientras practica esta ceremonia dice:

<< Erooppa ripulaha, etuebuella, a baaba- Obuella, o botebaobuella, o buelaobuella le birúobuella. >> = Que todo dolor y enfermedad huya de tu cabeza, hombros, corazón vientre y de tus rodillas.

Con las mujeres además de practicar las mismas ceremonias que a los hombres añade otra muy singular y les da una nueva bendición. El bojiammó coge con ambas manos la cintura de cada una pasándoselas suavemente de la parte posterior a la delantera diciendo:

<< E rooppa na ri a pura. O botello obuela, na o jeri buébué, na o bela bola. Bisil-la o ialaha>>. = Todo dolor y enfermedad huya de tu cintura para que estés siempre buena, paras muchos hijos y que Bisil-la te bendiga.

Esta ceremonia religiosa de imposición de la arcilla y las hojas en los poblados muy numerosos era en extrtemo larga y solía concluir a media tarde. Finalmente formabanse dos grandes círculos en la misma plazuela, uno de hombres solos y otro de mujeres, igualmente solas ejecutando unos y otras diversas danzas del país; éstas su peculiar sigiri o sikoko y aquello; el varonil boatte o moande. Con esto se daba por terminada la gran solemnidad del Saba. Se abrían de nuevo las puertas de la clausura y cada cual recobraba su libertad de ir donde se le antojare. A los quebrantadores del Siba y a los que sin causa justificada permanecieran fuera del poblado o no hubieran asistido a la ceremonia religiosa se les imponía la multa de cuatro cabras.



BOKOTTEKOTTE Y BOTOITOI O BONOHA



Bokottekotte, es una ceremonia, significa a la letra, estruendo o grande ruido, pero se le puede traducir por conjuro o exorcismo. Como es sabido de todos, creen todos los morenos en general, que la causa única de los males, así físicos como morales, son los espíritus malignos que han declarado a los mortales, singularmente a los de color, cruda guerra y exterminio. El bokottekotte consiste en arrojar de un poblado todos los malos espíritus. Tiene lugar después que un pueblo ha sufrido por larga temporada una mortal epidemia o una gran calamidad como la gripe o la viruela.

El bojiammo señala el día de la ceremonia, en el cual todos han de prepararse una ramita de palmera por nombre losala chiké. A la puesta de sol el bojiammo cargadisimo de innumerables amuletos dice a grandes voces: Biloppèè, obuí, obuí, obuí- Espíritus condenados salid de aquí, afuera, afuera-. En diciendo estas palabras y armado del losalachikè y un garrote da con todas las fuerzas garrotazos por las paredes interiores y exteriores de su choza. Los vecinos que ya están preparados tambien con gruesos garrortes y losalachikè en oyendo el ruido de la choza del bojiammo, ejecutan idéntica operación en las suyas repartiendo garrotazos a diestro y siniestro gritando a una: Biloppèè obuì, obuì. Con esto facilmenmte se comprende el bullicio, alboroto y estruendo infernales que se producen en el poblado. Verificada la operación en el interior de las chozas, salen todos los hombres a la calle y capitaneados por el propio bojiammo siguen golpeando las paredes exteriores de las chozas y dando las mismas voces. Así recorren todo el poblado hasta llegar a los arcos que hay en sus entradas. Llegados aquí dicen: Ajo to lo poalesijè loe palam jalo. - Hasta aquí os hemos arrojado, no entreís otra vez jamás en el poblado.- Dichas estas palabras dejan allí mismo las palmas y los garrotes y vuélven a sus casas creyendo muy firmemente que todos los espíritus perversos, han huido espantados del pueblo, sin atreverse a entrar más en él.



Botoitoi o Bonoha



Es otra de las ceremonias religiosas, cuyo cumplimiento es obligatorio solamente para las mujeres.

Los bubis conservan el agua de mar (boa, bonoha o manoha) como agua bendita. Antes de la venida de los europeos, como carecían de sal ignoraban el sistema de las salinas, la empleaban en otros usos para cocer y condimentar sus alimentos. Actualmente ya no tienen este empleo. Es opinión general entre los bubis que el agua de mar es el remedio más indicado para hacer fecundas a las mujeres. La única ilusión de la doncella bubi es llegar a ser madre; la más grande ambición de la casada es la fecundidad y engendrar gran muchedumbre de hijos y es una gloria apreciadísima e inestimable para una anciana el haber dado a luz un número crecido de ellos. De aquí que sea tan estimada el agua de mar y reputada como milagrosa. Hablo de tiempos pasados, no de los presentes.

Estas costumbres van desapareciendo sensiblemente y pasados algunos años ni recuerdo existirá de ellas. Pero vayamos a nuestro objeto. Cuando el agua de mar que se guarda en la rojia principal del pueblo se termina, el bojiammo pasa aviso a la mujer de mayor autoridad, esta reúne a todas las demás, les expone la falta de agua, la urgente necesidad de proveerse de la misma y les indica el día que todas ellas deben bajar a la playa por el indispensable elemento.

Muy de mañana del día prefijado bajan todas en silencio y con la calabaza a la playa. Llevan las calabazas y con ellas en la cabeza y en la misma playa dan principio a una danza religiosa en honor del espíritu protector del poblado.

Finalizada la danza emprenden la marcha hacia el poblado. Van por el camino de una en una llevando la calabaza en la cabeza y entonando himnos y cánticos que expresan las grandes ansias y vivos deseos de ser madres de muchos hijos para bien y prosperidad de su pueblo. Si al paso hay algún poblado allí se detienen unos monmentos a cantar nuevamente. Entran en su propio pueblo con grande pompa y aparato y levantando el tono con mayor fuerza y animación a fin de que todos se den cuenta de su llegada. Se encaminan inmediatamente al rojia y allí arman el último baile, cuya letra varia según los distritos.

En Rebola dicen:

1º E`ho! E`ho! O`ha! oha! Bisil-la Esahe obate Ji`ho! Ji`ho! Obalam, olo koan = A! ah! ah! Bisil-la todopoderosa. Ah ah! Hijos, hijos Este es el mío.

En Baney :

Elaja boppare. Chue naha eri, ieri. = Oh! ¡ omnipotente Elaja! Queremos ser madres.

En Basakato del Este:

Tojori o bela Boam boobe. = Deseamos tener hijos fuertes y robustos.



Todos eso cánticos expresan la misma idea. Luego entran en el rojia echan parte en el grande epachi la restante se la llevan a sus casas para usarla como nosotros el agua bendita.

  MI COMENTARIO AL ESTE CAPÍTULO SOBRE LA IDEA DE DIOS

La creencia general es que los bubis acosados por otras tribus más guerreras emigraron desde las costas cercanas de Guinea Continental y Camerún. En esas zonas tanto los fang, los ndowe y otras etnias, en sus leyendas y tradiciones afirman que provienen de la zona del Sudán o de Etiopia., y que tardaron unos 200 años en llegar hasta su acomodo actual. Eso quiere decir que en ese éxodo han ido asimilando e incorporando a sus creencias religiosas muchas de las que han oido y practicado en su devenir. Es así que sus creencias tienen muchos puntos coincidentes con el cristianismo. Los ángeles buenos y malos, Dios que los castiga por desobedecer, en este caso sustituyen la manzana por la enredadera. El infierno Ommo`ich oríe.  etc.
Otro punto que me gustaría comentar, es el deseo primordial de tener hijos y las mujeres bubis de ser madres. En mi vida en Guinea me llamaba mucho la atención cuando discutían dos mujeres jóvenes de cualquier etnia, que el insulto que las irritaba más, era cuando la otra decía :  Tu no eres mujer, ya que has ido con muchos hombres y no has podido tener hijos.
Eso a mí, educado a la europea, me hacia pensar, en Europa una mujer soltera no desearía tener hijos fuera del matrimonio y a estas mujeres el no tenerlos es una ofensa. Concretando era mucho más natural su lógica que la nuestra.

Fernando el Africano a  6 de Agosto de 2011

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