DEDICADO A ÁNGELA Y JOAN
Antes de poner una pequeña poesía a este matrimonio que festeja sus bodas de oro. Debo decir que a Juan lo conocí hace unos 71 años jugando entre las ruinas de lo que dejaron los bombardeos de la escuadrilla italiana Savoia 47 que venía de Mallorca, en las casas impares de la calle Corribia.Jugábamos a fútbol con pelotas hechas de trozos de diarios, atados con cuerdas. Cuando venían de otros barrios se consideraba partido oficial, entonces se usaba la reglamentaria que era la misma de los periódicos pero forrada con una tela para que durarara algo más.
Cada vez que venía de vacaciones procedente de Guinea lo iba a saludar,. Ya con 20 años si se me terminaba el dinero y hasta que llegara el giro del sueldo, iba al taller de sastrería donde gobernaba su padre en donde " cusidoras" terminaban la obra del sastre (su padre) que había cortado. Como entretenía mucho a las muchachas, su padre adivinando que yo estaba en las últimas, me decía : Nanu té aquestas 2000 pelas y no am distreguis a las noias ( perdonar el fatal catalán) , así que me daba dinero y yo desaparecía hasta que al recibir el giro volvia para devolverselo.
Juan siempre ha sido el agraciado del barrio muy meticuloso en su atavio, de clase media alta, con novias formales toda la vida, que ya con catorce años los donmingos iba a misa con su novia y los padress de esta, y se iba a comer con ellos. Su padre tenía la sastrería en la plaza Nueva y el piso era de su propiedad. En ese tiempo los catalanes era más habitual que vivieran en pisos de alquiler, creo yo que esa costumbre de adquirir el piso en propiedad nos la inculcaron los emigrantes de otras zonas.
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Me embarqué allá por los años cuarenta,
en un barco hacia la selva africana,
pero siempre tuve en mi memoria cuenta,
que volvería a esta tierra catalana.
Aquí dejé recuerdos, amigos y corazón
entre ellos a mi vecino de la plaza Nueva,
que se casó con Ángela con toda la razón,
pues es mujer hacendosa, atractiva y buena.
Han construido una familia y tienen nietos,
que les alegran la vida y crean preocupaciones,
cincuenta años con momentos inquietos,
necesitan paciencia, y hasta oraciones.
El cariño de esta maravillosa pareja,
es como un manantial del que brota amor,
pero que siempre fluye y no ceja,
y las risas están en su esplendor.
Me enorgullece ser vuestro amigo africano,
que he vuelto en patera voladora,
a ver a este matrimonio amigo y hermano,
y que me calle ya es la hora.
Fernando el Africano
Barcelona a 10 de Septiembre de 2011
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