ANÉCDOTAS DEL PUEBLO FANG Y
OTROS- V
(10.06.1920 La Guinea Española )
Impresiones de viaje Bata. M´Bonda, Río Campo
Punta M´Bonda así llamada de
una fuente miserable que nace entre las piedras de un local donde se asienta la
factoría “Pérez Mora” y como a unos 50 metros del punto que más se adentra en el
Océano forma un cabo , relativamente muy agudo , aunque sin importancia
geográfica. Airada por una brisa pura,
que nunca falta, y con suficiente elevación sobre el mar, es un sitio saludable
y hermoso. El doctor Pitaluga lo calificó como uno de los menos malos de la
costa y de mejor salubridad.
En abril mayo admirase un
cielo encantador, no siendo rato divisar , al caer la tarde, y después de recio
tornado los picos de Fernando Póo, según afirman los naturales, aunque nosotros
no los hemos podido observar.
La bahía que se recuesta en
la zona, es bastante peligrosa para quien no conozca lo que ellos llaman mapolo ma dolwene, para los indígenas de
M`Bonda no ofrece dificultad, entrándose por los vericuetos que forman las
peñas, con la mayor frescura y serenidad, a toda vela, sople el viento que
sople. Eso no quita que de cuando en cuando, tumbe alguna embarcación contra
las rocas y se haga en mil pedazos.
Para el indígena que no
necesita de otros mercados para proveerse de pescados, tiene suficiente con los
que le ofrecen esta agua, siendo suficiente las pequeñas embarcaciones que han
aprendido a manejar de muy jóvenes. Para el europeo en cambio no hay peor
embarcación, por eso son contadísimos los que confían en estas embarcaciones.
En caso apurado, mejora la seguridad atando un par de estos cayuquillos.
Es curioso no cabe duda, el
fenómeno sobre todo ciertas mañanas tranquilas, cuando al amanecer se hacen a
la pesca una flotilla compacta, veinte o treinta embarcaciones. Hemos admirado
incontables veces, el placer la animación y algazara que reinan en esas pescas,
la velocidad que van de una parte a otra. Punta M´Bonda es un punto de
convergencia, un foco de concentración de corrientes marinas y atmosféricas que
influyen notablemente en los cambios metrólogicos que en aquel cielo se
observa. La marina es rápida y muy fuerte, impeliendo trozas y cayucos que
todos van a parar bien a ese punto,, bien a los otros salientes que hay hasta
Río Campo. A fines del año 17 desapareció una noche, el cayuco de la misión de
Río Benito y no paró hasta la bahía de Punta M´Bonda en donde se encontró
merced a las gestiones que hizo la Misión
Francesa , allí establecida.
Los tornados que los
indígenas llaman ebuku a ngora,
trombas de agua, que a esporádicamente descargan, siembran aquella Punta de
ruinas y desolación, pues arrebatan viviendas, desgajan árboles y tronchan
cuanto impide su marcha destructora. Estos factores contribuyen poderosamente a
la feracidad y riqueza que tiene M´Bonda. Lo malo es que sea ella tan reducida,
pues tres cuartos de hora al interior, se extiende una franja estéril y
arenosa, apta sólo para apacentar venados y otros bichos.
Nada hay tan vago y nebuloso
como la historia de las tribus que pueblan nuestra porción continental. Sin
vestigios ni rastros depositados, solo queda algún rasgo salvado por la memoria
apergaminada de los viejos, que transmiten a las nuevas generaciones.
La lucha con los enanos con los “likoyas”
y los “ lityetyi” , el paso del Likondye, el pez misterioso que iba y venía sin
sosiego a través del río, no son más que fantasmagorías que vagan en los
cerebros de estas gentes.
Los “ones” o “ebunes” dado su
lenguaje y todo su ser, no son más que una rama derivada, de aquellas
multitudes que salieron del interior huyendo de los lityetyi, desconociendo
donde fijaron sus pueblos durante muchos años.
De aquellas edades antiguas,
solo recuerdan sus dos salidas al mar, la primitiva y muy remota por la parte
de Bomudi y la definitiva por la punta de M`Bonda.
Deseosos de ver el mar, del
cual tantas maravillas oían relatar, y cediendo tal vez a la presión que por la
espalda les hacían otros pueblos que venían en pos de ellos, fueron poco a poco
adelantando sus viviendas, fijando tras mucho vagar, su residencia por la parte
de Bomudi. Vestigios de su paso por esta parte son: el nombre que tiene la
piedra grande que está en la playa de Bomudi, ellos los “ones” la bautizaron
con el nombre que aún hoy en día conserva “Bobaba”; ones fueron los pueblos de
Mbeani, Bikomu y Bobaba no muy lejos de Bomudi; Upimbalo; Ediba-a butye,
Melimbi, Makaya, Kokombondi y otros más, todos pertenecientes a los “ebunes”.
Bien debían de hallarse por
aquellas playas los “ones” cuando tantos pueblos edificaron; pero misterios de
estos pueblos nómadas y errantes, el tigre se cebó horriblemente en sus pueblos
llevándose hoy uno y mañana otro, al día siguiente un tercero, tantos que la
escena cambió por momentos, empezando todos a tomar en serio que podía ser
aquello que con tanta frecuencia se repetía.
Los sufrimientos fueron
tantos, que los agoreros veían un castigo del cielo.
Al final se volvieron otra
vez hacia el interior dejando solo sus “Kodo” como ellos llaman a los
poblados.
En principio para estas
gentes, todo tigre que se ceba en un poblado, viene influido por algún espíritu
que con sus vejaciones, toma venganza y resarcimiento de los atropellos que en
su vida recibiera. De aquí el cuidado escrupuloso y la diligencia exquisita que
guarda sobre el sepulcro de algún individuo los primeros días que siguen a su
muerte, por ver si hay algún lagarto o animalejo circulando por allá, para
atraparlo y hacer con él, su consabida medicina, esta les servirá para conocer
si el sujeto sepultado, está o no, en el tigre. Si puesta en la trampa, la
medicina, el tigre entra, y mucho más si cae, ciertamente el felino está en
aquella persona, denominándose en lo sucesivo el tigre de fulano o de
perengano.
Claro está que en el
compartimiento aparte de la “mesura” no descuidan jamás un bocado exquisito que
azuce el hambre del animal, pero esto para el moreno es lo de menos, no es de
valía; el tigre no entra en la trampa porque olfatea la carne apostada en ella,
él sigue y reconoce a su espíritu, y allá donde lo ve se precipita, aunque sea
a la muerta segura. Hace poco en Río Campo quemaron el cadáver de cierto
individuo, por haber observado en su sepulcro las huellas frescas de un tigre,
que por allí pasara en seguimiento de alguna cabra.
El célebre “Ro a edibadiba,
aquel que tantos estragos produjo en M`Bonda, y que motivó que el Gobierno
Francés apresase a Bote a Malonga y lo retuviese en Bata hasta tanto cayese en
la trampa, prueba que también las autoridades estiman la creencia general.
A la sazón que los “ones”
vivían por Bomudi se hicieron célebres por sus fechorías tres temibles félidos,
a cual más feroz, el “Roa a mabú” el “Ro
a Maloba” y el “Ro a bele” , que provocó que los “ones” lo abandonaran todo de
la noche a la mañana, se debió exclusivamente a su ferocidad, sin volver jamás
allá donde antes tantos encantos encontraran, mejor dicho si volvieron, no hará
cien años, pero en son de guerra, a vengar la muerte de aquel “bolovetyi” ,
villanamente asesinado cuando tranquilamente extraía el vino de la palmera.
La segunda salida, que
comentamos anteriormente, la hicieron los ebunes haca el mar, verificose por la
punta M`Bonda, hará cuestión de unos ochenta o noventa años, si no nos engañan
las arrugas y canas de los que la realizaron.
De los actuales individuos de esa tribu, solo quedan tres que
presenciaron el éxodo, que no tuvo más trascendencia.
El camino que siguieron fue
que el debían seguir , que pone en comunicación el interior con la playa, o sea
el de los “samangones” como comúnmente se le conoce a este núcleo de “ones”, hubo
que salió por Mbía, todo empero , vinieron a parar en el promontorio que se
forma al norte de dicho río, desde el cual fueron extendiéndose unos hacia el
norte y otros hacia el sur, ocupando así el espacio limitado por Dudu y Miara
próximo a los Ngones o Mosekyis de Ngon- a- manga. Bastante antes de esta
salida estaban los “buikos” en posesión de esta punta, temerosos aún no
llegaran a la playa los terribles “lityetyi” o enanos , aquellos que en cruel
guerra echaron de orillas del Licondye, venida empero, que hubo la calma y el
retroceso de los enanos, retrocedieron también los “buikos, dejando el campo
libre, como así hicieron los “ebunes”.
Cuentan sin embargo que en la
punta de Manango, que está a unos 400 metros del cuartel, encontraron unas
“besaka” o sea casas de paso, construidas por los bengas como refugio para
descansar en las muchas travesías que, dado su tráfico negrero y relaciones con
los protestantes de Banoko, hacían entre Corisco y el punto citado.
La cosa merece crédito,
puesto que el mismo nombre de “Manango” plural de “inango”, cama, habitación
para dormir etc. No denota otra cosa.
Sabido es además que bien por
si mismos , bien a impulsos de los blancos que había en Corisco, más de una vez
llegaron los bengas por M´Bonda a cargar sus balleneras y “evaningos” de los
desperdicios negreros que por allá hubiera, El caso es que , aún hoy día,
Manango es el lugar obligado de fondeadero de los botes y balleneras , y de
creer es que los bengas, hábiles como los que más, en cuestiones de mar, no se
irían a fondear sus embarcaciones ni a
Mesá, pues no está resguardada, ni a Evongo, ni a otros puntos, cuando Manango
les venía tan bien de camino recto. Esta es la historia que recogen los viejos
del lugar.
Cuando, hará dos o más
centurias, el jefe de esta tribu Imale
Dya Kombi con su capitán Mekañgi
abandonaron las selvas para atacar a las tribus acampadas en el
Licòndye, aparecieron los enanos como un pueblo grande y terrible, de empresa y
organización más que regular, al presente, empero, si existen estarán
sepultados por los bosques viviendo allá escondidos sin las vejaciones que
entonces perpetraron.
Uno de los rasgos más
indeleblemente permanecen grabados en los cerebros de estas gentes es el de su
ascendencia o genealogía.
Patriarcal, por no decir otra
palabra que ya adivinarán mis lectores, nómada y errante en su esencia y
constitución, mitológica o bastante
influida por los dioses o “me yenguas” que se ingieren siempre en la
familia, es el caso que dura incorrupta a través de las edades sin perder ni un
solo de los miembros que la constituyeron.
Nosotros los europeos, nos
sorprendemos al ver la facilidad con que un muchacho moreno nos relata de cabo
a cabo la genealogía de cualquiera de su pueblo, no saliendo el rapaz de su
asombro al contemplar nuestra admiración y extrañeza.
Los “ones” o ebunes a la
sazón que aún vivían diseminados por los bosques de Momudi y M`Bonda debían de
ser muy fuertes y numerosos, tal vez varios miles. Hoy, después de haber pasado
de ciento cincuenta a doscientos años desde aquella salida primitiva de Bomudi,
lo recuerdan más de 20 agrupaciones distintas sin mezcla de ingerencia con vida
propia e independiente.
Ahora bien, los “ebunes”
desde su establecimiento por M´Bonda y sus contornos, siempre han salido triunfadores,
nunca han sido vencidos, conquistando el territorio en el campo de batalla.
Antiguamente y recientemente, bien por influencia política bien en vigor del
derecho de armas, siempre vieron sus empresas guerreras coronadas del más
lisonjero
éxito.
Conquistaron el terreno e
virtud de la fuerza y el número de individuos. El dato más elocuente, el que
por si solo bastó para inclinar la balanza, es el de la densidad de la
población “one” actual. Ya apuntamos que el promontorio de M`Bonda es quizá el
más poblado de nuestro Continente, por lo menos el de una sola tribu.
Sólo los ebunes católicos de
M`Bonda pasan de 200, otros tantos son también los anglicanos y más que los
dos, los infieles o paganos. Si a este conjunto juntamos los que aportan Kombwe
y Dibolo con Evongo y Miarca, no se creerá tan exagerado nuestro cálculo al
echar varios miles de “ones” hace una o más centurias.
Hoy no tienen guerras que los
mermen, ni epidemias que los asolen, ni tigres que los diezmen, en cambio en
las edades pasadas abundaron esas tres cosas de tal manera que a la verdad
produjeron verdaderos estragos, sin embargo la raza no pereció, y tuvo energías
que comunicar a las nuevas generaciones que venían a la vida.
¡ Lástima que las actuales no
participen de lleno de aquel vigor y lozanía que caracterizó a las primitivas!.
Algunos los han clasificado
de pámues, haciéndoles hermanos de las tribus interiores. Lo que si se puede
afirmar es que los primitivos ebunes hubieron de ser muy robustos, cuando tan
enérgicos y robustos vástagos nos han legado.
Según un estudio del padre
Galache, va perdiendo fuerza esta tribu por las siguientes causas:
Poblados que se desvencijan,
al tener un hombre achacoso varias mujeres, entre ellas algunas muy jóvenes y
muy contados hijos.
La infecundidad parece estar
en el abuso de las mujeres antes de alcanzar su perfecto desarrollo o ser
entregadas a viejos. Como sus dueños son incapaces de satisfacer sus
inclinaciones naturales, ellas procuran satisfacerlas con jóvenes impúberes, de
donde resulta que estos pierden casi el vigor para engendrar en la edad madura.
MI COMENTARIO
No cabe duda que lo que en el
escrito se dice tigre, que son leopardos, causaron muchas muertes en la selva
Continental. Al principio real del dominio español en esa zona, que no fue
hasta 1930 o poco menos. El Gobierno Colonial estableció los llamados
administradores que era un puesto militar con un oficial administrador europeo
con plenos poderes y un grupo de soldados indígenas muy limitado. Ello permitía
que cuando se daba el caso de asolar una zona una fiera, se destacaban unos guardias coloniales para terminar con el
animal.
Al final cuando se mentalizó
el Gobierno que se podía autorizar el uso de armas de fuego a los cazadores
indígenas, en pocos años casi desaparecieron los llamados tigres. También es
cierto que al pensar los nativos, que esos animales podían ser el espíritu de
algún enemigo o de un pariente que estaba descontento con su actuación y quería
vengarse, truncaba la efectividad y persecución para rematar al animal.
En algunas partes al hablar
del nativo, lo trata de moreno. Esto es una costumbre que se cogió en Guinea,
que para que no se tomara lo de negro como insulto, se normalizó llamarles
morenos, medida un poco infantil, ya que ellos no llamaban blancos, y se supone
que en ninguno de los dos casos era con ánimo de ofender.
En el documento se insinuad
que los bengas traficaban con esclavos.
Era lógico que en la época de la
Trata , los comerciantes de la zona fueran los bengas, quienes
tenían la facilidad de comprar en los poblados del interior esclavos a los
jefes de los poblados, que les vendían los prisioneros capturados en sus
luchas.
Hago resaltar que lo que
figura el escrito como vino de palma, es el aguardiente que se extrae de la
palmera.
Fernando el Africano 3 de Enero de 2012
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