viernes, 13 de enero de 2012

ANÉCDOTAS DEL PUEBLO FANG Y OTROS- VI


ANÉCDOTAS DE PUEBLO FANG Y OTROS –VI

Mbonda impresiones del viaje por el padre Leoncio Fernández 25.10.1920)


De abolengo, si así se puede llamar, noble, el One viene a este mundo, muy pagado de sí, no sé que instinto peculiar de la raza que se filtra entre la sangre de sus venas, que muchacho imberbe, ya mira desdeñoso a cuantas tribus le rodean, teniéndose por muy superior a ellas.
Como playero, gusta de andárselas con chaqueta y pantalón y buen zapato, aún so pena de hacerse alguna llaga, que al fin y al cabo, “al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas”. En los días de fiesta y los de gran palabra, cosa muy ordinaria en ellos, viste de gran gala, luciendo lo mejor, que almacenan sus cajas.
Para ellos M`Bonda es lo mejor, lo más pintoresco y hermoso del Continente, el centro de la energía y de la vida. El One es presuntuoso y por lo mismo no se aviene a ciertos trabajos a que se prestan no de tan mala gana un pamue del interior; y en esto busca su comodidad e interés, como lo buscan todos.   
Los de la playa son más flojos que los del interior, gustan de trabajar donde más lucro reporten y menos energía consuman.
Por lo que atañe al Ebune, participa de lleno de este espíritu, adquirido con su esfuerzo y trabajo, el español, que muchos siquiera medianamente poseen, lo que les habilita para empleos más remunerados que el de acarrear y chapear. Los años que pasó en la escuela, algún derecho le dan para que aspire a ciertos puestos, para los que se considera indigno un Amvón o Nyek del interior, si a esto añadimos lo alegre de su carácter, y la aparatosidad que gusta dar a sus acciones y empresas, comprenderemos fácilmente en que es un elemento útil para muchos puestos de factorías y almacenes.
Es el caso, de que muchas factorías de la Isla, se surten de Ones, para todos estos empleos, siendo muchos los Ones que con estos oficios se hallan en San Carlos y Santa Isabel.
No calza, por ahora, tanto como el Kombe y el Corisqueño, al menos no ha escalado los puestos de aquellos hace tiempo poseen, pero para mozo de almacén, capataz de alguna finca y criado de factoría, es un elemento que conviene aprovechar.
De cuando, en cuando, por arte de birlibirloque, y a escondidas de su amo, se llenará sus bolsillos con algún desperdicio, o cosa que no lo sea, sin embargo no es tan aficionado al arte de Caco, que se le vayan las manos a lo vedado; y su flaco no está en eso, su carácter es la vanidad y presunción de su independencia.
El One es jovial y bullanguero, amigo de fausto y solemnidad. En lo civil y popular, como en lo eclesiástico y religioso, gusta de la pomposidad y aparato de todo aquello que envuelva la fastuosidad. 
Aún en las triviales de cada día que se celebran en casa del jefe, revisten una solemnidad que no se halla en las que tienen otras tribus; los Marrys y Buikos, apenas se dan apariencia; los Ebune en cambio, parecen cifrar su honor en que se celebren por todo lo alto. 
Las cuencas y cañadas del Mbia donde rotura sus fincas, son fértiles y de una tierra muy a propósito para el cultivo, pero como su dosis de haraganería es más que buena casi se muere de hambre, por lo menos así lo muestra y sus mercados antes tan ricos y provistos, se hallan ahora despoblados y desiertos.
Cinco yucas adquirí el día de San Pedro para mis muchachos, y eso que en la quincena anterior, recorrí más de seis veces sus poblados en busca de alimentos. La misma noche, a las ocho de vuelta para Bata, al pasar el Rea- Dibe, vi dos Ones con sendos fajillos de yucas compradas en el mercado de Bata.
Célebres se hicieron en la antigüedad las reuniones aquellas que en sus selvas celebraban los sajones y presidía el gran Arminio, como en aquellas, los Ebunes se sientan en la yerba, en el suelo, todos hablan con calor y entusiasmo, participando de un mismo ideal, consiguiendo un idéntico resultado, eso en la actualidad casi se ha perdido.
Costumbre antiquísima por cierto, cuyo origen ninguno creo podrá averiguar, es la que tienen los pobladores de nuestro Continente, de reunirse en determinados lugares a discutir, lo que ellos han dado en llamar con el clásico nombre de Casa de la Palabra. En estos lugares se efectúan juicios democráticos y populares, no hay que soñar que sean de forma clásica y académica, todo es sencillo, natural, hasta rastrero no pocas veces. Sin ningún papeleo, ni citación, ni cosa que se le parezca, acuden todos a la contienda a una sencilla indicación del jefe.
Los gritos de entusiasmo y acaloramiento que a intervalos se mezclan para reanimar la discusión, los palmoteos que de cuando en cuando menudean, y las mil otras ceremonias de rúbrica que nunca se omiten, tienen unos encantos para los nativos, que de verdad, no encuentra uno porque tales acontecimientos así los encandilan e ilusionan.
No queremos decir con esto que todo se arregle al talante del jefe y como a él, le venga en gana, respetase también la justicia y equidad decretándose conforme a ellas, por eso todo jefe jamás decretará, sin antes consultar a los probos del país, a los ancianos de la tribu, encarnación del espíritu de los antepasados, siendo muy mal reputado aquel que contraviniese lo que les legaron sus abuelos.
Sin embargo, como “allá van leyes do quieren reyes” y no hay quien pueda poner puertas al campo, por el interés propio, por la cabra o la oveja que le ofrecen, por los duros que le alargan, tras muchos equilibrios y cabildeos, aquel saldrá favorecido, a quien se incline el jefe. Podrá siempre el agraviado recurrir o apelar a otro tribunal, acogerse a otro jefe de prestigio, raro, sin embargo será el caso que ese nuevo sentenciante se desdiga lo que decretó el primero; si el europeo, el comandante del Puesto, o el Gobierno no se ingieren en la “palabra”, ésta nunca se revoca, cual se resolvió , así hay que acogerla. 


MI COMENTARIO

Todas las tribus ndowe, los llamados playeros, por lógica de estar donde fondeaban los barcos que surcaban el Atlántico en busca de comercio y más tarde de esclavos, eso pueblos han asimilado por esa situación geográfica, las lenguas de los comerciantes, sus costumbres, sus hábitos, y se han tornado a su vez comerciantes e incluso traficantes de esclavos. De todo ello se deriva que al precisar los europeos un auxiliar, un factor, o un intermediario han buscado en los playeros esa persona.
Por otra parte han destacado por asimilar esos atributos debido a su carácter abierto, extrovertido, alegre y su buena presencia física.


Fernando el Africano 13.01.2012



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