domingo, 20 de mayo de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- NOVELA- X



   El que va vestido de Cantinflas delante del toro, soy yo. Fué una charlotada benéfica, en la plaza de Toros que se montó junto a las oficinas de Fortuny.


Por otra parte el pueblo africano tan nómada en su filosofía, tal vez porque la tierra africana contrario a lo que presume la gente, es deficitaria en humus, y ello les ha obligado a que cuando el suelo se debilita y las cosechas son deficitarias para sostener la vida cotidiana, se ve obligado a buscar otra zona donde la tierra virgen permita alimentar al poblado, en cambio no ha sido amigo de la conquista e invasión de otros países, como los europeos y asiáticos, pues su presencia por ejemplo en la India o en el medio Oriente, ha sido debido casi siempre más a los grilletes de la esclavitud, que a su deseo de conquista o aventura.


Antes de seguir contando la historia de ese pueblo, y para que nadie me atribuya una visión exclusivamente benefactora del blanco en Guinea, debo levantar acta de que el europeo vino a ese Continente a: explotar, beneficiarse y mejorar su nivel de vida, ya que si no es por esas causas, está claro nadie hubiera ido a no ser de turista. Pero con eso se llevó una Sanidad, unos servicios sociales y una mejora especialmente de la mujer importante. Lo peor es que la Justicia siempre beneficiaba al blanco, al nativo a veces ni se le escuchaba. Después vino la época paternalista que se hacía lo mismo pero atendiendo al indígena como si fuera un niño. Eso estuvo mal, muy mal, pero con la manta de la injusticia no tapemos otras cosas buenas.

No olvidemos que la historia nos da testimonio de invasiones de pueblos, por ejemplo Hungría, invadida eternamente por: mongoles, otomanos, alemanes y rusos, expoliada de sus tierras o como Polonia que durante cien años dejó de existir como nación. Y en esas regiones el Danubio en vez de azul bajaba rojo por la sangre derramada.

                                                       LA REBELIÓN DE BALACHÁ

En toda la historia de la vida colonial, en la Isla, este fue posiblemente el mayor enfrentamiento entre gobernantes y gobernados.



Los Balachá eran tres poblados cercanos a la parte alta de la Gran Caldera, rodeados de algunas rancherías como Riokoritho y Relebó , a unos nueve cientos metros de altura sobre el nivel del mar, aunque el principal de ellos era el de Belebú-Balachá.

En 1910, en esta zona profesaban culto al morimó Lombe , que se suponía habitaba una laguna cercana, el bojiammo ( sacerdote) de los Balachá les alentaba a no tener miedo a nadie, ya que Lombé tenía poder hasta de curar las heridas de guerra, mucho más aquellos trocitos de plomo que disparaban las escopetas de los blancos, eso era pecata minuta para las facultades que pregonaba el sacerdote.

Habiendo llegado las primeras cosechas de cacao, en las nuevas plantaciones de la Isla, y siendo reacios sus pobladores a contratarse como mano de obra para su recogida, el gobernador encomendó al cabo europeo León Rabadán, que reclutara trabajadores, para que no se perdiera el esfuerzo de los agricultores de

La zona de San Carlos, ya que se podía decir que era la aventura pionera de la agricultura en la Isla. Las piñas de cacao una vez que han madurado, deben recogerse inmediatamente, de no efectuarse así la humedad y los animales las destruyen, animales como las ardillas, o como las llamadas ratas de bosque – ground-beef ( nombre técnico Cricetomys dissimilis.)Hay que resaltar que especialmente en la Isla en aquel entonces y durante mucho tiempo, la agricultura tropical era su único porvenir y la cosecha de cacao podía consolidar esa fuente de riqueza. Al carecer por ser isla volcánica, de riquezas minerales, piedras preciosas, así como la ausencia de fauna de la que se pudiera derivar marfil o rinocerontes de cuyos cuernos molidos se presumía daban fuerza sexual a los hombres. Los jefes árabes pagaban grandes fortunas por su disfrute.

Presentándose el cabo León Rabadán, con algunos guardias o policías, para discutir el tema con el jefe Luba, quien siempre había demostrado su oposición o por lo menos su reticencia al gobierno español. En las cercanías de la Casa de la Palabra, hizo su ceremonial aparición Luba rodeado de su tropa o lujúa , este se negó a las pretensiones del cabo León alegando en un principio que debían dedicar sus hombres a cuidar de su bujaba o terreno de ñames, alimento en cierta manera sagrado para ellos, de los enfrentamientos orales pasaron a las amenazas, y de estas a los enfrentamientos físicos. Dadas las armas de fuego y tal vez la convicción por parte del cabo, de que no se iban a defender, quiso tomar preso a Luba pero el mayor número y la firme decisión de este jefe bubi de oponerse a la autoridad, máxime con el convencimiento de que iban a triunfar como así fue, atacaron a los intrusos de su territorio, matando al cabo europeo y dos guardias, un tercero que les acompañaba, huyó herido, por el bosque hasta San Carlos ( actual Luba curiosamente en honor de este jefe de poblado. Desde aquí se mandó aviso urgente a Santa Isabel ( Malabo). Las autoridades concentraron una fuerza formada por trabajadores de Macmen, Ramón Vila, José Brown, y otros finqueros europeos y nativos de las cercanías. Todos ellos al mando del teniente Dámaso Rodríguez, su segundo sargento Cabero, guiados por uno de los hijos de Luba, llegaron al poblado de Balachá medio ( había tres) y después de reducirlo a cenizas, capturaron y dieron muerte a Luba. Otras versiones dicen que Luba fue trasladado al hospital de Santa Isabel, y que falleció debido a las heridas recibidas en su lucha. En estas luchas los europeos tuvieron la suerte de existir una mala relación entre krumanes y bubis, lo que hacia posible que los primeros ayudaran a las autoridades en la imposición de sus medidas a los naturales de la Isla, con ello los krumanes seguían recibiendo privilegios del gobierno y este se sentía amparado por los cientos de krumanes que había en ese territorio y su capacidad de lucha y organización.

Este incidente marcó bastante las relaciones con los nativos, de tal forma que pese a enfriarse, evitó nuevos enfrentamientos. Con el tiempo , y gracias a las relaciones que fueron abriendo los misioneros con los bubis, pudo normalizarse la situación.

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