lunes, 21 de mayo de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA- XI

                                       

       


                                                       EL COMERCIO



El comercio de la Costa Atlántica africana lo iniciaron los portugueses, y la mayor parte de los establecimientos comerciales de la Costa, fortines y construcciones bien situados estaban en sus manos, posteriormente los españoles fueron colocando los suyos, hasta que el negocio de esclavos tomó la importancia necesaria y en ese momento, franceses, ingleses, daneses, alemanes y holandeses hicieron valer sus potentes flotas para hacerse con el comercio de la zona, ya que España bastante trabajo tenía con proteger sus barcos que venían de las Americas, a donde llevaban esclavos y traían plata y oro, entre otros productos, máxime cuando la Corona británica, autorizó a los corsarios, que bajo patente inglesa, estaban legitimados a atacar los mercantes españoles, y pagando un diezmo podían protegerse y abastecerse en los puertos ingleses y en sus Colonias, de esa forma los comerciantes británicos fomentaron la botadura de flotas dedicadas a ese negocio, y para ello reciclaron a un número importante de piratas, convirtiéndolos en corsarios, eso hoy se llamaría reinserción social. Desde luego era más fácil navegar por las costas cercanas a Sevilla esperando que llegara un navío cargado de riquezas y asaltarlo arrebatándole su carga, que hacer la travesía hasta América, llenar las bodegas y transportar el material a España.

En la infancia del comercio marítimo africano, el oro, marfil, la cera, las gomas, los animales exóticos, las maderas, los tintes para las telas, era la base del negocio que los europeos trocaban por cuentas de cristal, confección de lana, aguardiente, vasijas de latón, aros de metal luego la base fueron los esclavos, en donde la codicia y la necesidad de obtener muchos, hizo que los comerciantes negros que los vendían a los traficantes ,se espabilaran y subiera el precio y el valor de su mercancía, hubo una total inflación, exigiendo a cambio otros elementos más valiosos, como buenas telas, armas de fuego, pólvora, bebidas alcohólicas, tabaco, sombreros, ornamentos de plata. Para ello se establecieron precios que según la zona, se utilizaba una moneda patrón, en unos sitios el bar, en otros pieces, Ackeys y en la zona de Nigeria el Pawn y en el Camerún hacia abajo el Copper.

La necesidad obligó igualmente a que la captura de personal se tuviera que buscar en poblados alejados de la Costa, donde los habían esquilmado y además se trasladó la población hacia el interior para evitar las capturas, casi siempre de una tribu sobre otra.

El intercambio era supervisado por el jefe del poblado, que había intervenido en la operación, o recibía sus regalos pertinentes, comisiones y otros artilugios, a cuyo fin las ceremonias para lograr su protección y evitar sus represalias, eran estudiadas con detenimiento por el comerciante europeo que era un habitual de la zona, de no ser así no se aventuraba a entrar en un poblado, ya que se exponía a que le robaran, y sirviera de cena para el festín del expolio. La verdad no debe ser muy agradable estar dentro de una olla con agua hirviendo y ver como se ponen tus trajes.

Normalmente los comerciantes, tenían sus ganchos, enlaces en cada punto que tocaban, y con una periodicidad predeterminada, llegaban a esa bahía donde tras esperar, dos o tres días, se producía el cierre de negociaciones, aprovechando para cargar agua y víveres. Había almacenes donde se hacinaban esperando su venta, como por ejemplo en la isla de Zanzíbar donde el sultán llegaba a tener un depósito de dos mil esclavos. La isla de Gorée frente a las costa de Senegal es tal vez uno de esos almacenes de carne humana más conocido, y que actualmente se puede visitar como Museo en homenaje a tanto infeliz que la gente sin escrúpulos comerció con sus cuerpos y su vida.

Los grandes exploradores africanos, Livingstone, Stanley, Burton, Mary Kingsley, Cameron, Brazza,Du Chaillu, Iradier y otros menos conocidos pero no por ello importantes, , ayudaron a abrir las rutas del comercio, especialmente a través de navegar por los grandes ríos como Níger, Congo, Ogoué, Zambeze, Orange, ya que abrir caminos en las cuencas de estos ríos , era como intentar cruzar una pared de hormigón, que se volvía a cerrar a tu paso. Con el agravante de que en esos territorios cualquier expedición numerosa como eran estas de 200.-300 hombres, entraban para los poblados de la zona, en la sospecha de poder ser una caravana en busca de esclavos, por lo que era atacada, hostigada y en muchos casos esquilmada. A tal fin se debían mandar emisarios por delante de la expedición, con regalos y sobornos para comprar el favor de una tribu que sirviera de protección en la marcha hasta el fin de su territorio.

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