martes, 3 de julio de 2012

FERNANDO EL AFRICANO- NOVELA-XXIII

                 SE INICIA LA AVENTURA Y EL CONOCIMIENTO DE LA ISLA


Conseguimos convencer a nuestros padres, de que nos compraran bicicletas, unos de los signos de prosperidad del varón negro, para las mujeres la máquina de coser. Así que como prósperos varones negros, con las bicicletas de procedencia inglesa que vendía la casa Ambas Bay, todas pintadas de negro a prueba de piedra, pero pesadísimas, eran las únicas que entonces llegaban a la Isla. Con estos velocípedos nuestro campo de acción se amplió. Habría que hacer un estudio para ver si la potencia del negro no estará cimentada sobre la base del tanque que resulta ser esa bicicleta inglesa, preparada para no desmantelarse aunque choque con un elefante.

Sebastián Llompart, hijo del delegado de trabajo, un chico rubio mucho más alto y grande que nosotros, nos descubrió el mundo maravilloso del Servicio Agronómico, que estaba a unos seis kilómetros del centro de la capital, antes de llegar al aeropuerto, pero en el lado izquierdo de la carretera, la última casa de la ciudad pertenecía a Alfredo Jones hijo del famoso Maximiliano, y que era ingeniero agrícola del Servicio Agronómico, por eso tal vez se hizo la casa en ese lugar. En nuestra marcha agotadora hasta llegar tan lejos, reponíamos fuerzas, subiendo a las palmeras y derribando cocos por el procedimiento patentado por nuestra pandilla, que consistía en buscar una palmera baja o inclinada, subir trepando, cogerse a un coco y colgarse de él, hasta que se desprendía, normalmente más de uno caía al mismo tiempo al estar agrupados en racimos, entonces con la varilla del freno de la bicicleta atravesábamos la punta del coco, en la zona llamada ojos, único lugar posible dado lo duros que son, si fallaba este sistema, el último recurso era a golpe de piedra, pero con ello se pierde mucho de la dulce agua que contiene, que dado los calores y sofocos que nos producían las bicicletas, era el agua de coco reconfortante para nuestra fatiga, por cierto, pese a estar a pleno sol, el líquido interior se conserva bien fresco, tal vez debido a la protección de la capa de varios centímetros de fibra que lo rodea. Si teníamos la suerte de encontrar un trabajador nigeriano que pasara por las inmediaciones, la cosa era más fácil, con su acostumbrada habilidad, en cuatro machetazos en los laterales y uno en la parte posterior, nos ponía el coco convertido en un vaso lleno del dulce líquido. La carne de esa fruta cuando se acaba de coger del árbol, es tierna, esponjosa y asequible a extraerla con una punta de bambú.

En el Servicio Agronómico hay una especie de piscina que sirve de embalse, a veces está llena de ranas y otros animales, entre ellos algunas serpientes, pero cuando hacia poco que la habían llenado, nos metíamos en ella para chapotear, dado que ninguno sabía nadar todavía en nuestras primeras excursiones. Dos años más tarde del descubrimiento de esta balsa, haciendo un salto resbalé y me abrí toda la ceja en el borde de la piscina. Tuve que ir desangrándome hasta la casa de Alfredo Jones, unos seis kilómetros intentando contenerme la hemorragia con mi camiseta y con la otra aguantando la bicicleta, todos mis amigos huyeron en desbandada para evitar las críticas de su familia al tenernos prohibido el acceso a esta zona, el único que se quedó fue Adolfo Jones, quien me acompañó hasta casa de su tío Alfredo, donde al llegar a la vivienda, Susana su señora me curó y gracias a ella, todavía lo puedo contar. Esa familia de Susana en 1945, estuvieron unos días con nosotros en una casa de verano que alquiló mi familia en Esparraguera, donde eran una atracción ya que no habían visto nunca una familia negra.

El Servicio Agronómico situado al lado del seminario de Banapá, cumplía una misión de protección de plantas y semillas que habían iniciado en 1884 los misioneros en Banapá. Parte de estos terrenos en 1929 se los tuvieron que permutar al Gobierno por otros en la bahía de Biappa, para que se ampliara el Servicio Agronómico, y se establecieran las instalaciones de la Compañía Torres Quevedo, responsable de la telefonía y telegrafía en la isla.

En 1884, el padre Ciríaco Ramírez, aconsejado por el vicario apostólico de las dos Guineas, un francés residente en Libreville, decidió iniciar una finca en Banapá y unos talleres de artes y oficios, para soportar los gastos que significaba una Misión, considerando que ese sistema es el básico para que tuvieran éxito las misiones. Para ello compró una finca de un español llamado Gascuña que empezaba a dar cacao, pero que por motivos económicos y de salud se tenía que ir a la Península. Al principio la trabajaban ocho braceros krumanes dirigidos por un cubano de los que en 1873 se trajeron deportados de Cuba por haber hecho armas contra España, y que obligó durante algún tiempo a declarar el estado de guerra en la isla, como medida de seguridad.

Posteriormente además de otros krumanes se instaló un poblado, San José de Banapá, exclusivo de fangs. La palabra fang significa “hombre de bosque” , las otras tribus más significativas de la parte Continental de Guinea, son los ndowes, llamados playeros combes,y bengas, cuyos hijos se educaban en las escuelas de artes y oficios. Fue tal el éxito de la formación de estos colegiales que el gobernador pidió treinta alumnos para formar un cuerpo de policía, y tal vez esto trajo cierto hábito, dado que casi siempre la mayoría de los policías han sido de esta tribu. Decimos pámues cuando se tendría que decir Ba-Ntú (Naturales del Todo Poderoso), ya que los pámues son los fang, y aunque siempre se les ha dicho pamues, hoy en día consideran ofensivo ese término, Es la etnia predominante sobre las otras que existen en la zona de Río Muni, tales como bujebas, kumbes, bapucos, vengas valengues bisios y dibues. Cada una de estas tribus ocupó una zona, pero parece ser que al ser más combativos los primeros, fueron adueñándose y extendiéndose sobre todas las zonas, tanto es así que actualmente imperan en Guinea continental e insular, en menoscabo de los bubis y otras tribus. Hay que reconocer que generalmente tienen gran presencia física, son altos, fuertes, despiertos, buenos estudiantes y ambiciosos. Los franceses les llamaban pahouins y los alemanes pangwe en la época colonial, de ahí la palabra derivó a pámue. Lo que pasa que en estos últimos tiempos esta palabra les molesta por que la consideran despectiva y entienden que se les tiene que llamar fang que es la palabra adecuada que define a esta etnia diferenciada de la ndowe que es la que agrupa a los kumbes y tribus cercanas al mar, que pudieran ser las primeras que llegaron a la zona y fueron empujadas por los fang hasta la Costa, dicen algunos debido a que conocían la forja de metales especialmente del hierro y eso les hizo triunfar con las armas, sobre los pueblos costeros que desconocían esa técnica. Uno de sus símbolos, es el hacha o bikéy, aunque esta ha sido sustituida por el machete, elemento muy afilado, de menos peso y más resistente.

Se trajeron al Servicio Agronómico semillas de café, tabaco y otras, hasta cocoteros de la isla de Annobón, para darle sombra al cacao, aunque posteriormente los tuvieron que empezar a cortar dado que las ardillas en los cocoteros proliferaban de tal manera que se comían todo el cacao. Con el tiempo se confirmó que el mejor árbol para sombra del cacao era la llamada morera (Clhorophora Excelsa), aunque también es llamada teca africana, iroko, y en el continente mandji o abang, buenos árboles de sombra son las llamadas madres del cacao las Erythrinas. En las plantaciones jóvenes, el plátano es compatible para hacer sombra, pero su cercanía permite a las ardillas esconderse con facilidad y alimentarse de los plátanos cuando no pueden hacerlo del cacao.

Para dar idea de lo apto que es el clima para la producción de ciertos productos, podemos comentar que las 196 piñas de cacao cuyos granos se plantaron, florecieron a los ocho días y a los veintidós meses ya producían, aunque en cantidades mínimas.



Cuentan, aunque parece una exageración, que el padre Juanola cogió dos manzanas tan grandes del árbol que habían plantado, que pudo merendar con mucho apetito toda la comunidad de sacerdotes. Lo que no cuenta la historia es de cuántos sacerdotes se componía la comunidad, aunque la verdad, siendo dos solamente, también debía ser grande la manzana para quedarse satisfechos.



De la posesión española más alejada de Fernando Poo, la isla de Annobón se trajeron 15 cerdos, cambiándolos por ropa, y al precio salieron aproximadamente a una peseta. Se compraron instrumentos musicales para una banda de música, que costaron 707 pesetas el total. Eso son precios de rebajas, y no lo que nos ofrecen actualmente.

Se fundó una fábrica de chocolate, otra de puros, lo que denota la influencia cubana en esa agricultura, así como las escuelas de oficios de sastrería, zapatería, construcción y carpintería, donde se puso de maestro carpintero un kruman enseñado en la Península llamado Maximiliano Jones, quien llegaría a ser el personaje más rico e importante de la isla. En 1908 se instaló una imprenta que editaba la revista Guinea Española y otras publicaciones de índole diversa.



Resumiendo, que Banapá fue la imagen donde copiaban las misiones africanas, donde los indígenas aprendían las técnicas de los oficios y a trabajar la tierra, luego cuando regresaban a sus poblados iniciaban pequeñas fincas con las semillas que les daban los claretianos, pero no sólo en la isla, Río Muni, también en Calabar (Nigeria) o Camerún. Por otra parte ha sido un seminario con gran arraigo en la población nativa, y una forma de sostener la economía de la Misión, de sus proyectos y de su patrimonio, que llegó a ser importante y se supone que con la Independencia lo perdió.

Fernando García Gimeno   Barcelona a 3 de julio 2012









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