domingo, 8 de julio de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA- XXVII





En diversas ocasiones durante la Segunda Guerra Mundial, en la lejanía del horizonte avistamos alguna flotilla de guerra de los aliados apostada como esperando la salida de algún submarino refugiado en nuestras costas, y así permanecieron a veces un par de días, o tal vez era el punto de encuentro de convoyes procedentes de algún país de la Commonwealth con el fin de escoltarlo hacia Europa.


En el año 1944, y debido a la niebla que siempre hay en la zona de Basilé, se estrelló un avión militar inglés, lo que se denominaba en el apodo convencional, fortaleza volante, produciendo en Santa Isabel el entierro de sus tripulantes un acontecimiento señalado, y muchas tensiones entre las autoridades españolas e inglesas, ya que estas exigían comprobar que el accidente se debía a causas naturales y no a el derribo intencionado por nuestra parte, lo que conociendo el tema era de risa, ya que como no lo tiráramos a pedradas era imposible, máxime cuando en esa zona no existía ningún destacamento militar.


                                                               MI MADRE


Mi madre Purificación Gimeno, Pura para los amigos había nacido en Espinardo donde mi abuela se quedó viuda a los treinta y dos años con seis hijas y un hijo que habían adoptado, a mi madre la llamaban en el pueblo la chafa huevos, ese apodo le venía de cuando un día mi abuela la mandó llevar unos huevos a una clienta, que las gallinas que criaban habían puesto, y en el camino se encontró un vecino que estaba pegando a su hija por alguna travesura, al ver a la niña que estaba llorando, mi madre empezó a increpar y tirar huevos al maltratador y no paró hasta agotar las existencias.

Comprando verduras un día a una jovencita bubi, al ir a recoger las hortalizas de una palangana donde las llevaba la nativa, a mi madre le picó una araña peluda que se encontraba escondida entre las lechugas, atravesándole con su aguijón el dedo, pero como mi madre era de acero, no le pasó nada, salvo que durante varios días tuvo mucho dolores, pero ella no se quejaba nunca, y no por ello dejó de abrir su tienda. Cuando levantó la mano de la palangana tenía la araña colgando de su mano, teniéndola que desprender a golpes, ya que no soltaba su presa, encontrándose a gusto en un lugar nuevo para el peludo bicho. En la Sanidad colonial le inyectaron un antídoto para paliar el efecto del veneno y posible infección y esa medida la tomó al insistir todos en casa y al final acceder a ello para no disgustarnos, ya que por ella lo hubiera solucionado con una aspirina y un vaso de café con leche que era su elixir preferido, lo tomaba hasta de aperitivo antes de comer.

El primer atraco del que se tuvo constancia en la isla le sucedió a mi madre, un día que después de recoger la recaudación del restaurante volvía a casa, un negro con una palangana en la mano, que estaba repleta de aceite con picante, se la echó a los ojos, y aprovechó su dolor y falta de visión para arrancarle el bolso. En días posteriores tuvo que ir a la Policía para una rueda de reconocimiento, aunque ella reconoció al atracador, no dio constancia, para evitar lo que en aquel tiempo podía incluso haber sido en la práctica una condena de muerte, pero le costó mucho reponerse de la irritación de ojos, y siempre los tuvo delicados. Lo normal es que la isla fuera muy tranquila, se podía salir de noche visitando los barrios indígenas sin el menor peligro. Eso de que un negro había atracado a un blanco, las autoridades podían haberlo tomado como un precedente a atajar de una forma fulminante, y por eso en casa nos quedamos contentos al no poder juzgar a nadie. Tal vez en estas cosas es donde se cometían injusticias en aras de la justicia. Básicamente estas cosas atípicas eran ejecutadas por gente venida de fuera, ya que especialmente los bubis son un pueblo introvertido y pacífico, por eso creo está disminuyendo su población.

Digo que mi madre era de acero, y como testimonio de ello, es que muchos años después, estando en las Palmas, el ascensor donde subía al piso de mi hermano, se desprendió desde el nivel sexto hasta el parking, tuvieron que venir los bomberos a sacarla, pero no le pasó absolutamente nada. Murió con noventa y dos años sin conocer un quirófano y sin un tratamiento de ninguna enfermedad.

El diecinueve de Noviembre ( ahora creo que es el 17), se celebraban las Fiestas de la ciudad, los mayores iban al Casino a bailar y los pequeños nos llamaba la atención tres acontecimientos importantes :

-Los baleles en la plaza Jordana donde había concurso y casi siempre destacaban los ndowes y los fangs, las jovencitas agitaban sus pechos con tal vigor que parecía se le iban a desprender, sus pezones apuntaban ahora arriba desafiando al cielo ahora abajo retornando a la tierra. Algunos calabares con zancos daban brincos y giros como si sus pies estuvieran asentados en el suelo y no en equilibrio permanente. Los ñangües con su ropaje cubierto de cintas y cristales que reflejaban los rayos del sol o los variados colores del entorno, sin dejar ver su cuerpo ni su cara nos producía cierto espanto. En esos cristales o espejos según sus creencias aparece en ciertos momentos la figura o la cara de sus antepasados o los espíritus de su clan identificándose con los mismos; para lo que precisa que su cuerpo esté aislado del entorno humano de tal forma que no sepa la gente,;cuando es él, o es el ánima de su familiar que ha venido a compartir la celebración.

-Los conciertos de la banda de la Guardia Colonial, delante del Palacio en la plaza de España, era lugar de encuentro de toda la Colonia, y algunos espectadores no podían reprimir marcarse algunos compases de un pasodoble, recordando tierras lejanas y alguna moza añorada. Este espectáculo musical se celebraba después de misa de diez los domingos e igualmente durante las Fiestas señaladas en que como buenos cristianos la Colonia se reunía en la plaza de España para celebrarlas oyendo misa y asistiendo a los actos culturales, kimkamas, musicales, desfile de tropas, baleles e incluso cuando vino el gobernador andaluz don Faustino Ruiz Gonzalez en el año 49,estableció las procesiones de nazarenos y de pasos. Entre los nazarenos no había discriminación e iban juntos su capuchón los altos cargos de la administración y los incipientes políticos africanos. Este Gobernador que no lo hizo del todo mal, se rodeó de sus paisanos gaditanos, y trajo unos cuantos sobrinos para cargos de confianza, de tal forma que la gente comentaba, que las palomas de la Plaza de España, en vez de decir pío-pío, decían tío-tío.

Fernando García Gimeno   Barcelona a 8 de Julio 2012

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