lunes, 24 de septiembre de 2012

FERNANDO EL AFRICANO-NOVELA- CAPÍTULO XLI

                                                      El Nuevo Paseo Marítimo de Bata    

                                                       RÍO MUNI

Como preámbulo a las costumbres, hábitos e infraestructuras, debo decir que en muchos casos redacto en presente, pero ello no presupone que ni ahora ni en los años cuarenta existieran esas costumbres, tradiciones y forma de vida, ya que la evolución de esos pueblos así como los cambios de su vida cotidiana, ha sido muy rápido pero nunca en todas partes al mismo ritmo. Ello no es óbice que en lo esencial se haya escrito en pretérito.

Río Muni lo que en lenguaje coloquial llamábamos El Continente, está situado entre Camerún por el norte haciendo el río Ntem ( antes Río Campo) de separación y por el Sur sirve de frontera el estuario del Muni y el río Utamboni que lo separa de Gabón, además de las islas de Corisco Elobey grande y Elobey Chico, situadas en la cercanía del estuario del Muni. Con unos 26.000 km. cuadrados de extensión. Es la tierra de los fang y los ndwoes, aunque los primeros prevalecen sobre todos, con sus dos ramas más importantes los Ntumo y los Okak, y tal vez han mantenido esa vitalidad agresiva entre otras razones a sus prohibiciones endogámicas, que no permitían los casamientos entre personas de la misma tribu, lo que no favorece la pureza racial pero permite ir incorporando a su clan nueva sangre e incluso nuevas costumbres, hábitos, ya que desde que partieron se supone del sur del Sudán, o según otras leyendas del Mergara Mebu ( más allá del mar), y en ese desplazamiento como pueblo nómada tal vez unos cien años, por los desiertos y sábanas del Continente negro, mucho han tenido que asimilar, adaptar o incorporar a sus hábitos, aunque por otra parte de los diferentes clanes Okak, Ntumo, Bulu, fang, Maka, Fong, Ndsend, ha prevalecido el fang que es el que les ha dado nombre. Ya que su Díos Nsama los creó pero los dejó a su libre albedrío, para protegerse en su emigración se formaron grupos familiares, los etunga bot, cuyos lazos, intereses y pensamientos quedan bajo un mando, que reparte el trabajo, asigna los bienes y juntos en el abáa o casa de la palabra, imparte justicia, rodeado de los ancianos y los nkukuman (hombres ricos), en torno a un pequeño fuego, que sirve para ahuyentar a los mosquitos con su humo y de llama para prender en sus cachimbas. Lugar que por cierto a las mujeres les estaba prohibida la entrada, salvo para llevarles la comida, o en casos excepcionales que se activaba el ekulo abá ( permiso).El negro es muy amante de la conversación, así que en cualquier juicio o decisión, pueden pasarse horas incluso días para llegar a un acuerdo que en algunos casos se puede sellar con un brote de sangre en los brazos e intercambio de esta entre los litigantes. Los acuerdos de guerra o lucha en otros tiempos no llegaban necesariamente al derramamiento de sangre, eran enfrentamientos de poder, los mínimos se denominan “bite” y los de mayor extensión “nfulame. A los hombres se les encomendaba , la caza y la guerra, fabricar las viviendas, las armas y los utensilios, desboscar y preparar los terrenos para construir el poblado. A las mujeres el cuidado de los hijos, la comida y los trabajos penosos del campo, de tal forma que en muchos casos iban cargadas como bestias de carga con sus nkues. Además de “esas ventajas” la mujer tenía un valor económico, ya que podía ser vendida, cuando es a cambio de objetos se llamaba aluk, permutada( nfol), entregada como garantía de préstamo o alquilada, nvia o eban. En caso de fallecimiento de esa mujer sin haber dado descendencia o prematuramente, se debía devolver la dote o nsua. Aunque los tiempos han variado y hoy en día, un fang presumo debe tener problemas para domeñar a la mujer, pese a persistir costumbres como la que si tiene varias mujeres, debe “atenderlas” a todas así como habilitarle una cocina para cada mujer, repartir el trabajo y tantas preocupaciones, no olvidando la de “atender” a todas que creo van renunciando a ese hábito de tener muchas mujeres, y lo que hacen es que van cambiando de mujer que es virtud adecuada al hombre pero nefasta si las mujeres hicieran lo mismo.

En esa zona africana, donde practicar el acto sexual es algo natural, sin ningún tipo de tabúes, resulta paradójico que en el pueblo fang, se considere pecado grave de fornicación, el practicar el sexo con una del mismo clan, es lo que llaman ¡ NSAMA DULU,! -¡ De Donde huye Dios!.

Las luchas entre pueblos fang y pueblos ndowes , han sido constantes, se inician por la caza, la pesca, o por el rapto de una mujer que se ha enamorado de un hombre de otro origen, a veces se arreglaba con el intercambio de alguna mujer entre el ofensor y el ofendido. En las luchas además del potencial humano la mayor importancia se basaba en el armamento, donde las escopetas de chispa o pistón era la base decisoria, aún quedan poblados testigos de esto, como recuerda el nombre de la villa de Nterenga ( El de las cien escopetas) Las autoridades coloniales desde el principio vigilaban esto, pero la forma más fácil de adquirir esclavos, marfil u otros productos, era el trueque mediante armamento. Esos elementos bélicos han influido en la extinción de muchas especies animales, ya que el fang pese a algunos estudios que le atribuyen su preferencia de vegetales, harinas y tubérculos, su verdadera pasión es la carne en todas sus variantes. Como dice Luis Báguena en un estudio,: come toda la carne que puede y se atraca de productos vegetales. Utilizaba para su caza trampas, escopetas, lanzas, ballestas lanzadoras de flechas envenenadas, capturaba animales pequeños pangolines, antílopes y otros con perros a los que colocaba una pequeña campana en el cuello para localizarlos , utilizaban arbolillos curvados que actuaban de resorte para estrangular con nudos a los monos, aunque su caza preferida era el cerdo.

En África nos llama mucho la atención a los europeos, cuando nos presentan a un persona, que en muchos casos, nos los presentan como my brother, (mi hermano) y cuando te han presentado a diez o doce como hermanos, empiezas a sospechar que te engañan, o que no te enteras de que va la guerra. Y es que los componentes de un grupo familiar, poblado, ( en fang, adyón) se dicen moaadyón (hermano)o kadsan ( hermana)ya que se han unido para formar una organización muy estrecha en todos los ámbitos, y es así que pese a no tener tradición escrita todos conocen su árbol genealógico que recitan de memoria, su mebara.

En los poblados las casas de cemento y techo de uralita, va sustituyendo a las de hojas de palmera superpuestas y atadas con fibras vegetales, los cestos grandes de nipa (ngundé) donde se conservan los cacahuetes, el maíz u otros productos para preservarlos de las ratas van siendo sustituidos por los cofres o por los envases de plástico. Las calabazas huecas para transportar el agua (ngon) dan paso al vidrio aunque se conserva bien el clásico mortero de madera para machacar el cacahuete, la yuca, el picante etc. El delantal de fibra (ebui) ha sido descartado por el clote o incluso por el pantalón vaquero. La escopeta de cartuchos del doce ha ganado la batalla a la ballesta (ñfaan), a las flechas envenenadas con estrofanto, a la lanza (ekong) armas que solo se conservan para los ceremoniales.

En las vacaciones del año cuarenta y siete, mis tíos me invitaron a pasar un par de meses en Mikomeseng, en el corazón de nuestra zona Continental, donde tenían una factoría contigua a la leprosería, una de las mejores del mundo, en que los leprosos vivían en poblados acotados, pero con entera libertad, e iban los días asignados al centro hospitalario a sus revisiones. Se dispuso un terreno de 1.800 hectáreas de terreno fértil para el uso de los leprosos como fincas donde poder plantar los alimentos que estimaran pertinente. Del pequeño dispensario original con poco número de enfermos, cuando se constató que muchos de ellos se curaban, llegaron enfermos desde Camerún y Gabón, hasta tener unas cifras cercanas a los tres mil enfermos. Con el tiempo se normalizó la población del lazareto, pasando a ser de unas 300 personas en 1968, al reducirse y curarse muchos de ellos de la terrible enfermedad de Hansen. Ya que la técnica nativa del empleo del miam angomo, un medicamento mitad medicinal mitad de hechicería, no funcionaba con tan buenos resultados como el sistema europeo.

En las factorías como la de mis tíos se vendía de todo, desde petróleo para los quinqués y lámparas hasta comida envasada lo que llamábamos laterío es decir: sardinas, atún, tomate, etc. Igualmente, ropa, cubos, machetes, etc. Eran los grandes almacenes actuales con productos más dispares, dependiendo siempre de las necesidades locales. Las factorías en los poblados alejados servían como lugar donde el agricultor pequeño iba a vender su cacao, café, yuca u otros productos cuyo volumen de producción no le permitía ir a venderlos directamente a la capital. El factor agrupaba estas compras y con su camión las trasladaba a los almacenes de una de las grandes firmas de exportación situadas en Bata, quienes tenían ya un precio prefijado del producto.

Dada la cercanía de la leprosería de la factoría donde trabajaban mis tíos, acudían muchos leprosos a comprar y vender, pagando con monedas especiales de metal, que luego la dirección de la leprosería lo restituía en dinero legal; se hacía esto con la creencia de que en el metal, cualquier virus no podía subsistir, y sí en cambio en un billete de papel, ya que podía incluso alimentarse de éste o de la humedad que acumulaba en el mismo.

                              Barcelona a 25  septiembre 2012

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