lunes, 19 de noviembre de 2012

MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS-3


                                                              Piñas de cacao recién cogido         

                                           MISCELANIAS DE OTROS TIEMPOS-3





                                       AGUAS POTABLES EN SANTA ISABEL





Para evitar los estragos de los incendios, se trabaja sin descanso por introducir el uso de materias incombustibles o que dificulten la propagación del fuego, por desterrar el uso común de materias inflamables por le menos de disponer de abundante agua que en manos de los bomberos logre, sino extinguir el fuego, contener su avance. Pues bien el fuego es siempre temible en toda población. ¿ Que pensar de una ciudad como Santa Isabel, cuya edificación casi única y exclusiva es de madera, de una ciudad que encierra en su recinto multitud de factorías y pequeñas cantinas surtidas en extremo de sustancias inflamables, como los alcoholes y que carece del primero y más indispensable elemento contra incendios, que es el agua?. O sería un baldón para la misma nación bajo cuya hermosa bandera vivimos, que si ocurriera en esta capital un formidable incendio y no se dispusiera de un elemento tan valioso para extinguirlo.

Volvamos la vista al pasado y recordemos nada más uno de los incendios ocurridos en esta ciudad desde el establecimiento de nuestras Misiones.

El año 1887, prendía fuego, no se sabe como, en la factoría del cónsul de Portugal, don Laureano Díaz, sita en la plaza de España, en el mismo lugar que hoy ocupa el jardín llamado Luis Lager. Merced a causas arriba apuntadas y más que todo a la considerable cantidad de explosivos y alcoholes que contenía, el fuego se encontró allí como en su propia esfera y pocos momentos bastaron para reducirlo a pavesas. Igual suerte esperaba a la Casa Misión distante solo 4 metros de la citada factoría; por fortuna sus paredes exteriores son de mampostería y por entonces se acababa de construir al lado un pequeño depósito de agua. Con ella, aunque en corta cantidad, pudieron pronto los intrépidos marinos presididos por el Gobernador General, proteger el maderamen del edificio, hasta que pudo formarse un cordón de hombres hasta la playa para subir agua del mar. Cierto que al arrojo de aquellos valientes marinos y al agua que en un principio se pudo disponer se debió que el incendio no pasara adelante evitando una nueva catástrofe.



                                                                    MOKA

          Concepción 15 de mayo de 1904.

A diario crece el entusiasmo de los bubis de Moka por el cultivo de la patata, antes apenas se veía una que otra finca en el dilatado valle, ahora son muchos los que se entregan a la cosecha tan beneficiosa del producto. El Misionero que introdujo dicho cultivo en la isla, así como rebosa de gozo ante las utilidades que está proporcionando a la Colonia, no puede menos de deplorar la fatal dirección que ha tomado el cultivo en cuestión. Es el caso de que el fin principal de cosechar la patata, es el aguardiente de caña, cuyos desastrozos efectos son muy conocidos.

La temperatura de Moka durante el día es de 20º C, en una ocasión llegó a 22. Por la noche 10º C. Tengan muy presentes estos datos cuantos pretendan subir a Moka, para proveerse de una o dos buenas mantas, de otra suerte no podrán conciliar el sueño se verán forzados a valerse del fuego . A esto han tenido que apelar algunos para repeler el frío, según que han ido desapareciendo la cerca de madera de la casa y de la cocina y otras casitas adjuntas que los Misioneros habíamos construido y que se hallan ya convertidas en cenizas. Cuatro veces he estado en Moka en esta temporada y siempre he tenido que lamentar los destrozos que algunos visitantes han efectuado. Así que vamos a suplicar a cuantos usen de dicha casa, que procuren conservarla en el mejor estado posible, pues sabido es lo que cuesta hacer la más pobre casucha en lugares distantes.



                                                El Corresponsal.

                           MI COMENTARIO


Moka podría haberse convertido en la huerta de Guinea con capacidad incluso para exportar hortalizas, patatas y legumbres a las Colonias vecinas, dada la calidad del producto que salía de sus tierras.

Subir a Moka en aquellos tiempos a pie por verdaderos caminos de bosque y siendo una zona de mucha humedad, con constantes lluvias y densa niebla, se supone muy duro.


                                                          Fernando García Gimeno











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