martes, 30 de julio de 2013

COSAS DE ANNOBÓN




                                                                       


                                         COSAS DE ANNOBON
                               
                                Annobón siempre ha sido en cierta manera la olvidada y la incomunicada, así que cuando veo algún artículo sobre esta perla del atlántico, lo transcribo. Esto he efectuado al leer en la revista La Guinea Española de fecha 10 de enero de 1910, estas descripciones. : 

                                Pródiga en fenómenos y bellezas naturales se nos muestra la naturaleza: unas veces , nos ofrece paisajes de eterno verdor, otras elevadísimas montañas, desde cuyas cumbres se desprenden torrentes de puras y cristalinas aguas, formando al descender a la llanura, caprichosas cascadas; aquí son imponentes precipicios y despeñaderos, más allá inaccesibles acantilados que producen el escalofrío en el ánimo más equilibrado; y cuando no, cuevas profundas en cuyas bóvedas las filtraciones subterráneas , forman concreciones calcáreas, llamadas más propiamente estalactitas.
                                 De todas estas bellezas naturales, nos ofrece un pequeño ramillete, la remota isla de Annobón; la cual, si bien pequeña en sus dimensiones longitudinales, no lo es en las maravillas que en su son encierra. Su misma pequeñez unida a lo montañosa que es, hace que se aprecie mejor todo el conjunto, hasta en sus más insignificantes detalles y pormenores.

                                 ACANTILADOS:
                   
                                  En la parte oriental, es dado contemplar varios acantilados, poco menos que cortados a pico, de una altura tan considerable que no sufre la vista fijarse en ellos, desde lejos su configuración semeja grandiosa portada o fachada de catedral gótica y donde revolotean bandadas de iguel que allí tienen sus nidos. Casi podemos afirmar que toda ala parte oriental de la isla en sus seis kilómetros de longitud, salvo dos recodos o pequeñas bahías, donde se puede atracar sin peligro.

                                CUEVA ONFON:

                                  A corta distancia del poblado de San Pedro, se reproduce a diario, principalmente en pleamar, un fenómeno, que de ser impresionado en cinta cinematográfica, no dejaría de cautivar la atención de los curiosos espectadores. 
                                  En un pequeño recodo formado por el saliente de enorme peñasco, existe una cueva por donde penetran las aguas de la mar muy adentro de la tierra, al extremo de la cueva hay un pequeño orificio que comunica con la atmósfera; el aire, al salir impulsado por las avenidas de las aguas, produce un ruido semejante, al de la ballena cuando sale a la superficie para respirar; de aquí que los naturales apelliden a la cueva, ONFON.
                                  Antes de llegar a la cueva no se percibe más que como una nube blanquísima de espuma, originada por el choque violento de las olas contra la roca; sin embargo ya frente se puede apreciar el fenómeno a que nos referimos . Como fácilmente se comprende, al chocar las olas con empuje gigante contra el peñasco, el agua se deshace en finísima lluvia, que así desmenuzada y pulverizada y herida por los rayos solares, estos se descomponen en los colores del arco iris, que aparece a la parte opuesta por duplicado.

                                   ESTALACTITAS:

                                  Los aficionados a los estudios geológicos pueden admirar en la parte sur, cerca de la playa de San Antonio dos cuevas, una de regulares estalactitas y otra de una tierra medio petrificada, susceptible de cualquier forma. Los niños que me acompañaban, las llamaban a dichas cuevas, la cueva de las velas y la cueva de hacer santos, por la relación que en sus inteligencias tienen unas cosas con otras. Aquellos que tengan arrestos para imitar a los alpinistas, pueden saciar su sed de ascensiones a altas montañas, escalando las ásperas lomas del monte Santa Mina (550 metros de elevación) y el monte Quioveo (de 610).

                               SIRENAS- SURTIDOR:

                                   Siendo la isla de Annobón una gran peña, de soplo 17 kilómetros cuadrados, no es de extrañar  que su base esté sembrada y cuajada de cuevas subterráneas, de bocas agujereadas semejando arcos, puentes y mil caprichosas rarezas, que no reconocen como causa sino la acción del tiempo, el empuje de las olas, y más, que todo el levantamiento de terrenos y volcanes de tiempos prehistóricos.
                                   En un libro que Fernando de Carranza, subgobernador de Elobey, tuvo la amabilidad de dejarnos, fue donde por vez primera vimos retratadas, estas pequeñas sirenas surtidores. Hoy que hemos podido velas en la realidad, confesamos que su contemplación, nos hizo pasar un rato alegre y divertido. ¿ Cual es su origen? En la baja mar, quedan descubiertos en la orilla de la playa, grandes bancos de piedra, agujereados de parte a parte, pudiendo apreciar entonces lo que en la pleamar es imposible, sin riesgo de la vida. Las olas en su movimiento de avance y retroceso el viento al salir por los orificios, produce un ruido que en nada se diferencia del que produce la sirena de los barcos. Pero no es esto solo, libre ya la ola del viento que le impedía salir, se convierte en un surtidor gracioso de cuatro a seis metros de altura.


                                


                  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,me llamo Agustí y soy de Lleida.Me gustaría poder leer tu libro "Fernando el africano",el problema es que no lo encuentro en ninguna libreria.
He leído que el mismo autor los envía enviando un correo,lo hice pero me rebota el correo.
Estoy bastante interesado en el tema de la Guinea colonial y quisiera leer tu libro.
Gracias y espero tu respuesta.
Agustí