BREVES APUNTES SOBRE LOS
HABITANTES DE
LA ISLA DE FERNANDO POO
En la revista La Guinea
Española y en varios números del año 1913, aparecen firmados por el
claretiano Isidoro Abad, varias
descripciones sobre los bubis, así que voy a transcribir algunas, como ejemplo
del concepto que se tenía de esta etnia que había llegado seguramente a la Isla
en varias oleadas y de distintos lugares pero que unificaron algunos conceptos.
:
No todos hablan y adoran
indistintamente al demonio (morimó), sino sus sacerdotes, ni estos lo hacen en
cualquier lugar, tienen para ello sus casas, sus cuevas y bosques sagrados.
Efectivamente, en cada pueblo o ranchería, pues no forman pueblos grandes,
levantan una casita o choza al demonio, que llaman Bojía. También en cada
distrito o territorio suele haber una larga estrecha y oscura cueva en donde
los sacerdotes hablan y consultan al demonio. Dicen que cuando hablan lo hacen
silbando y que él contesta silbando. Además de las Bojía y cuevas tienen sus
bosques sagrados donde principalmente hace sus sacrificios de cabras, gallinas
etc. etc.
Suelen ser lugares en donde
hay de cuatro a seis árboles grandes juntos, formando misteriosa bóveda. Allí
colocan unas cuantas piedras, que sirven de altar, a las que antes del sacrificio
las embadurnan muy bien con su célebre pintura ntola o ndola. También existen
bosques de palmeras y de otros árboles que dicen pertenecen al demonio y por
eso no se atreven a tocarlos,. Hasta un solo árbol suele ser objeto de
veneración y temor para ellos como sucede con una hermosa caoba, sita en la
playa de Basupú, la cual dicen que tiene demonio y nadie la puede tocar con
machete de lo contrario morirá y vendrán muchas calamidades, y si alguno tiene
el atrevimiento de darle algún machetazo, dicen que sale sangre. Para quitarles
de la cabeza todas estas tonterías un día fui donde está dicha caoba, la dí
machetazos por todos sus costados y ni
salió sangre ni me he muerto. , eso si que de todos los tornados que vienen
tengo yo la culpa, ¡¡ infelices!!
Usan en abundancia amuletos
así en sus personas como en las casas, en las entradas de sus pueblos o
rancherías, etc. etc. Los principales son: cabeza y huesos de antílope y cabra;
plumas de aves, conchitas de mar incrustadas en una piedra con una especie de
cemento muy duro, calabazas frutas y yerba. Se lo ponen colgados al cuello, en
los brazos, cintura o piernas. Piensan y creen que llevando amuletos se verán
libres de males y curarán sus enfermedades.
En su Bojia, y hasta en las
casas de los Botukus suelen tener una olla de barro colgada entre cuadro palos
donde ponen agua del mar, que llaman bendita con la que se tocan la cara.
También suelen poner otra en las entradas de los pueblos junto a un árbol
especial o encima de un tronco de helecho, en la que ponen agua dulce o topé*
para que beba el demonio. Son, pues, los bubis una de las tribus más
ceremoniosas y supersticiosas.
El gobierno civil de los
bubis se compone de un rey que ellos llaman Botuku o Mochuku el cual manda en
todos los pueblos de la isla o mejor dicho mandaba, porque actualmente apenas
tiene influencia.
Este tiene corte en el
delicioso valle de Biappa o Biamba que en los últimos años se ha dado en llamar
valle de Moka, nombre propio del penúltimo rey. Antes tenía una especie de
ejército, llamado Lojúa, que era el espanto y temor de estos isleños. Cuando el
rey de Biappa se enteraba que alguno de los principales había cometido algún
crimen o se portaba mal no cumpliendo las leyes del país, el medio más eficaz
que se valía para castigar al delincuente era mandar la Lojúa dándola amplias
facultades contra el criminal. Partía del mismo Biappa y al pasar por los
pueblos iba recogiendo más y más hombres de manera que si el culpable residía
en Basilé, por ejemplo, llegaba a reunirse un número muy crecido de hombres. Al
llegar al pueblo señalado cogían todo lo que encontraban, cabras, ovejas,
gallinas, etc. Y le destruían o estropeaban sin ninguna consideración la finca
de ñames y al culpable le imponían un buen castigo. Todavía me acuerdo lo que
pasó a un hombre de Balanchá, era uno de los principales de aquel pueblo;
ignoro lo que hizo. Lo cierto es que el difunto rey Moka tenía dispuesto que
fuera la Lojúa. Al saber esta determinación le cogió al pobre hombre tal miedo
y espanto que se quedó al momento afónico y con continuo temblor de todos sus
miembros. No llegó a dicho pueblo la Lojúa porque avisó con tiempo a la misión
de Batete, en la que tenía varios hijos en el colegio, y ésta al Gobierno de
Santa Isabel, e cual mandó a toda prisa con un bote unos cuantos soldados; pero
la afonía y el temblor le continuaron hasta el sepulcro.
Además del rey principal hay
otros subalternos, cada distrito tiene su botuku kikche, como también cada
ranchería tiene el suyo, llamado botuku simplemente.
Como no tienen código
escrito, el arreglo de las cuestiones depende muchas veces de la prudencia,
sagacidad y valentía del botuku. Las arreglan públicamente, acudiendo a
presenciar su arreglo todos cuantos quieran, y esto aunque se traten delitos o
materias que el pudor y la decencia exijan secreto,. Acostumbran a empezar sus
explicaciones desde los tiempos de marras y sacan a plaza las más
insignificantes circunstancias. De aquí que siempre dure horas enteras y a
veces días. A los reos les hacen sentar encima de una piedra puntiaguda
colocada en medio del corro y desde ese lugar hacen sus declaraciones. No
pueden consentir que uno interrumpa a otro. **
Antes de la venida de los
europeos estaban continuamente en guerra los de un distrito contra los de otro
y alguna vez los del norte contra los del sur. En ellas les servían de armas
unos palos delgados de unos dos metros y medio de largo terminados en puntas
delgadas con varias estribaciones a los lados a manera de arpón de suerte que
una vez metida en el cuerpo era muy difícil sacar la llamada bochita. Por
escudo se servían de pieles de búfalo.*** Para llamar a guerra y para animar a
la pelea sonaban una trompeta llamada botutú. Esta trompeta consta de dos
piezas de madera dura de forma cónica y horadada por medio; juntan las dos
piezas, por medio de cuerdas de bosque pero tan ajustadamente que parece una
sola pieza. Produce un sonido muy penetrante y se sirven de ella también para
llamar a reunión, a baile y para comunicar las noticias de un pueblo a otro.
MIS COMENTARIOS
*.- Topé: Por si alguien no
lo sabe los bubis de las palmeras extraen un aguardiente, para lo que colocan
una calabaza pequeña atada debajo del corte que efectúan en la parte alta de la
palmera, que en pocas horas fermenta y se convierte en un orujo muy fuerte.
**.- Esta costumbre africana
de conversaciones y juicios muy largos y orales, se debe a que su cultura se ha
transmitido siempre por vía oral, y salvo los pueblos del norte, como Egipto y
países árabes, la que podríamos llamar cultura de la negritud, se ha conservado
por los nvet, griots, o trovadores,
fieles narradores de su historia.
***.- Búfalo. Nadie puede
vislumbrar que en las verdes praderas de Moka, haya habido búfalos, pero los
relatos de sus trovadores y las pruebas de pieles y cuernos hallados,
demuestran que si hubo búfalos en otros tiempos, tal vez perecieron los pocos
que quedaban al llegar las primeras escopetas de pistón a la Isla. Hay otro
detalle más significativo. Hay un poblado que se llama BATOIKOPO, la palabra
viene de ba: poblado, toi: pretérito de toa, vencer y kopo: búfalos.
Resumiendo - Lugar donde vencieron a los
búfalos.
Dado que desconozco si estos
artículos agradan a mis seguidores y representan muchas horas de buscar los
datos en la revista la Guinea Española , ruego que me pongan algún correo
indicando su interés en que siga indagando sobre lejanos tiempos. Poner un comentario o enviarme un correo a : fernando.garciagimeno@gmail.com - Por favor.
Aclaro los artículos los saco
de la revista que editaban los Claretianos, La Guinea Española ,que la
iniciaron en 1903 y la mantuvieron siempre hasta 1969, salvo los años de 1940 a 1943, por FALTA DE
PAPEL, no había papel en España, o era tan caro que no pudieron adquirirlo.
Cada mes lanzaban dos números de unas 12 páginas cada uno, aunque los últimos
años eran más hojas y al principio menos.
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