viernes, 30 de mayo de 2014

ANEXO A A PROSTITUCIÓN EN FERNANDO PÓO- DÉCADA 40/50




                                                                       
                                              Visita a pagar una nóminca en una finca de Fistown


ANEXO A LA PROSTITUCIÓN EN FERNANDO PÓO,                                                   DÉCADA 40/50

En el tratado con Nigeria (antes con la administración inglesa), la Cámara Oficial Agrícola de Fernando Póo, pedía un cupo de trabajadores a recibir al año siguiente, basado en las necesidades de los agricultores de la Isla. El Gobierno de Nigeria siempre rebajaba el número de trabajadores a enviar, y la Cámara prorrateaba según las peticiones.
En los primeros años los finqueros preferían trabajadores solteros, dado que a los casados se les tenía que dar casa individual y comida doble, pero con el tiempo confirmaron que los casados rendían más, dado que los solteros bajaban cuando cobraban a la ciudad y a veces a los días siguientes su trabajo no era satisfactorio.
En el año 1951, en los primeros meses de mi trabajo en una gestoría cuya labor era básicamente la contratación y liquidación de trabajadores, el pago de las nóminas y el control sanitario de enviarles a los médicos y gestionar las altas y bajas, asistí al pago de una nómina por parte de mi jefe. Experimenté el desagradable incidente entre varios trabajadores que cobraban y otros que deseaban quitarles parte del dinero.
Aquello me llevó a indagar aquellas peleas, ya que retrasaba el pago de las nóminas en los llamados patios, en que se ubicaban un promedio de 150 trabajadores, y además en el forcejo, el trabajador manifestaba no haber recibido la paga completa, lo que originaba discusiones con mi jefe y disgusto a la empresa gestionada.
La razón de las disputas en muchos casos se debían a que eran hombres casados, que a veces cedían a sus mujeres para obtener un dinero, cuyo cobro tenían garantizado al ser compañeros de trabajo y allí no había despidos o cambio de empresa. Para los nigerianos solteros aquello les agradaba por muchas razones, tales como, no tener que gastar dinero en el desplazamiento a la ciudad, higiene y cierta garantía de no existir enfermedades venéreas, y hasta un cierto informe por otros trabajadores de los afectos que transmitía esa mujer.
Para evitar esas peleas, en la próxima nómina que yo pagué, no permití entrar en el almacén donde pagaba la nómina nada más que al que llamaba. Además cuadrando las nóminas por hojas para evitar errores, les daba el dinero en sobres, de tal forma que una nómina que en veces anteriores se tardaban hasta cuatro horas, yo las efectuaba en media hora.  También es cierto que según la legislación laboral al trabajador enfermo se le podía descontar un 25% del salario de los días hospitalizados o de baja justificada. Desde la primera nómina convencí  a los agricultores no deducir ese 25%., prometiéndoles que al pasar a mi cargo el control sanitario de esos trabajadores, garantizaba la seguridad que los bajas serían reales y no ficticias por parte del personal. Para ello los braceros enfermos pasaban por mi despacho y según sus quejas, los enviaba al médico o los llevaba al hospital.

Fernando García Gimeno

Barcelona 30 de mayo 2014

1 comentario:

maria dijo...

Cuántas anecdotas...Yo me acuerdo que al pasar lista algunos contestaban en lugar de otro que no había ido a trabajar y habia que esta r muy atento con el oido para darse cuenta.