viernes, 13 de noviembre de 2015

BIBLIOTECA





Desde mi jubilación me he dedicado a leer todo lo que podía de Guinea y algunas cosas del resto de África. He visitado casi tosas las tiendas de España, dedicadas a la compra-venta de libros, y tengo una biblioteca cercana a los 600 ejemplares, doscientos de los cuales han  sido restaurados, encuadernados en cartón-piel y con letras doradas en su lomo y cubiertas. Algunos incluso son del siglo XIX.
Ahora dada mi edad, mi salud y mi pesadez intelectual, deseo que esos libros vayan a una biblioteca, museo o universidad, para que en sus páginas puedan consultar datos, los universitarios, los historiadores  y los interesados por conocer la evolución de la historia.
Cada día hay actos hablando de África, de Guinea, promocionados por universidades, institutos, organizaciones, en que se invitan a conferenciantes, conllevando ello, unos gastos de viajes, hoteles, folletos, atractivas azafatas, etc.
Bien por los 35.000 euros que pido por mi biblioteca que a mí me ha costado más, no se interesa nadie, si en cambio por esas vistosas conferencias.
La razón, para un mal pensado como yo, es: En las conferencias aplauden a los promotores, hacen buenos viajes y mejores comidas, aunque cuando terminan, a la semana, los asistentes ya no se acuerdan ni del tema de las charlas. En cambio la biblioteca queda para siempre y para miles de personas, pero nadie recibe aplausos, felicitaciones y mucho menos, buenos menús. Tampoco pueden lucir su nuevo traje ni hablar de lo importante que es en las reuniones de amigos.

¡ Qué triste es el interés humano!

 

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